De hermano a hermano
Sana tu alma herida. Restaura tu espíritu. Te Ama. Te busca. Llora cuando le rechazas. Sus lágrimas se convierten en benditas sonrisas cuando vuelves a Él en busca de perdón. Es el Señor tu Dios. Es el Padre eterno que te acoge en su seno. Es el Cristo glorioso que por ti se desvela. Es el Espíritu de Santidad que te envuelve en su prístina aureola.