28.01.18

Creí, por eso hablé

El apóstol San Pablo nos da la clave a la hora de comportarnos en todo momento,  especialmente en tiempos de tribulación

Pero teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: Creí, por eso hablé, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él.
Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno.
2ª Cor 4,13-18

“Creí, por eso hablé". El silencio no es una opción. La fe no puede guardarse en el interior del alma bajo la llave de la tibieza. La falsa prudencia es el disfraz de la cobardía. Como bien enseñó San Pío X:

“La doctrina católica nos enseña que el primer deber de la caridad no está en la tolerancia de las convicciones erróneas, por sinceras que sean, ni en la indiferencia teórica o práctica para el error o el vicio en que vemos sumidos a nuestros hermanos, sino en el celo por su mejoramiento intelectual o moral". 
San Pío X, Carta Encíclica Notre charge apostolique.

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18.01.18

El Imperio vuelve a exigir a los cristianos que apostaten

Tras una persecución brutal en el primer siglo y medio del cristianismo, el Imperio romano decidió dejar a los cristianos en paz durante largos años. Pero eso cambió en el año 249, cuando el emperador Decio llegó al poder. En enero del año siguiente, 250, publicó el siguiente decreto:

Se requiere a todos los habitantes del imperio para que hagan sacrificios ante los magistrados de su comunidad «por la seguridad del imperio» en un día determinado (la fecha variaría en cada lugar y la orden pudo haber sido que el sacrificio tenía que estar consumado dentro de un específico período después de que la comunidad recibiera el edicto). Cuando hagan el sacrificio podrán obtener un certificado (libellus) documentando el hecho de que han cumplido la orden.

Ni que decir tiene que la ceremoncia sacrificial que se pedía era de naturaleza pagana. La reacción de los cristianos, a diferencia de en los dos siglos anteriores, donde prácticamente todos prefiriendo sufrir el martirio a renegar de Cristo, fue muy variada. Hubo muchos que se negaron a obedecer al emperador, lo que les llevó a entregar su sangre por el Señor. Entre ellos, el papa San Fabián. Pero otros apostataron de diversas maneras. Concretamente estas:

  • Los sacrificati, que fueron aquellos que consintieron en hacer sacrificios a los dioses romanos o a la imagen del emperador. Los thurificati, aquellos que quemaron incienso ante las imágenes de los ídolos,
  • Los libellaciti, aquellos que obtuvieron un certificado por parte de las autoridades donde constaba que habían abjurado del cristianismo y hecho ofrendas a los dioses. Muchos de estos certificados se obtuvieron también por soborno y compra.
  • Los acta facientes, que fueron aquellos que realizaron acciones directas para salvar su vida o admitieron falsedades bajo coerción.
  • Los traditori, que entregaron a las autoridades objetos sagrados o escrituras, o que delataron a otros cristianos.

No era la primera vez que el pueblo de Dios se enfrentaba a la elección entre la fidelidad al Señor o a los gobernantes de turno. Como bien relata el I Libro de los Macabeos, Antioco Epífanes…

… envió decretos a Jerusalén y a las ciudades de Judá para que vivieran conforme a tradiciones extrañas a las del país. que se prohibiera hacer holocaustos, sacrificios y libaciones en el Santuario; que profanaran los sábados y los días de fiesta; que el Santuario y los objetos sagrados fueran contaminados; que levantaran altares, templos e ídolos; que hicieran sacrificios de cerdos y animales impuros;  que no circuncidaran a sus hijos y que hicieran sus almas abominables con toda clase de inmundicia y profanación; así se olvidarían de la Ley y cambiarían todas sus buenas costumbres.
El que no cumpliera la orden del rey sería condenado a muerte. Redactó un decreto para todo su reino en estos términos y nombró inspectores para todo el pueblo. Además obligó a las ciudades de Judá, una por una, a que ofrecieran sacrificios.
1 Mac 1,44-51

Muchos judíos apostataron pero a su vez:

muchos en Israel se mantuvieron firmes y se llenaron de valor para no comer alimentos impuros. Prefirieron morir antes que mancharse con la comida o profanar la alianza santa. Y, en efecto, murieron y fue muy grande la ira que se desencadenó sobre Israel.
1 Mac 1,62-64

Es una constante que cada cierto tiempo los hijos de Dios tienen que enfrentarse a elegir por gracia el martirio o caer en la apostasía, aceptando algo que va en contra de la fidelidad al Señor. Lo vimos el siglo pasado con la persecución a los cristeros en México y a los católicos españoles durante la II República y la Guerra Civil, y lo vemos hoy en China, la India, Oriente Medio, África, etc.

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15.01.18

El nuevo paradigma ni es nuevo ni es católico

El cardenal Parolin, Secretario de Estado, ha asegurado que Amoris Laetitia supone «un nuevo paradigma que el Papa Francisco está llevando a cabo con sabiduría, prudencia e incluso paciencia». 

En relación a la polémica por ese texto pretendidamente magisterial -en Infocatólica fuimos de los primeros en decir que el capítulo 8 no lo era-, el purpurado dice que «Probablemente las dificultades que han surgido y aún existen en la Iglesia se deben, además de algunos aspectos del contenido, a este cambio de actitud que el Papa nos pide». Y añade otra vez que estamos ante «Un cambio en el paradigma, inherente al texto en sí, que se nos pide: este nuevo espíritu, este nuevo enfoque».

Es bueno que el cardenal reconozca que estamos ante una novedad, tanto en la letra como en el espiritu. Ciertamente Amoris Laetitia pretende implementar un cambio. El uso del término paradigma no parece casual. Según el diccionario de la RAE, significa:

Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento.

Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que ha cambiado o se pretende que cambie? Pues ni más ni menos que la moral católica. Yerran quienes creen que el capítulo 8 de Amoris Laetitia sirve solo para abordar la situación de los divorciados vuetlos a casar -adúlteros en palabras de Cristo-. Lo que dicho capítulo altera es la esencia misma de la enseñanza moral de la Iglesia desde tiempos de Cristo hasta este pontificado. Estamos, pues, ante un hecho desconocido en los casi 21 siglos de historia de la Iglesia.

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30.12.17

Lo que plantea el cardenal Müller es inadmisible

El cardenal Müller, Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha concedido una entrevista al Vatican Insider en la que se posiciona a favor de las texis de Rocco Buttiglione sobre el acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Tesis que fueron rebatidas claramente por el profesor Seifert (ver artículo y artículo).

El purpurado alemán se permite hablar por boca de los cardenales que expresaron sus dudas sobre el capítulo VIII de Amoris Laetitia.  Pero hasta donde sabemos, ninguno de los dos que todavía viven y expresaron tales dudas han dicho que el filósofo italiano, cercano a Comunión y Liberación, les ha convencido. Bien haría entonces el cardenal germano en hablar por sí mismo y no por boca de otros.

Sin embargo, lo más preocupante de la entrevista es la respuesta a una de las preguntas:

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18.12.17

Una "boda" entre homosexuales por cada 6-7 bodas católicas

En el primer semestre de este año se han producido en España 13.101 bodas católicas y 1.996 “matrimonios” civiles entre personas del mismo sexo. El porcentaje de bodas sacramentales no llega ya al 20% del total. Aun así, sigue por encima del tanto por ciento de católicos practicantes en edad casamentera (20-40 años por lo general). Pero como en las estadísticas no figuran las cifras de aquellas parejas que no pasan ni por el juzgado ni por el altar, que deben ser tambièn bastantes, es probable que ya estemos cerca de la paridad entre el porcentaje de católicos practicantes y el de bodas católicas. Lo cual no quiere decir, bien lo sabemos, que todos los que se casan por la Iglesia sean de misa dominical o siquiera mensual.

De hecho, es cuestión de tiempo que uno de los problemas para los jóvenes católicos practicantes sea encontrar novios que compartan esa característica. Dentro de ciertas “realidades” eclesiales es más fácil encontrar cónyuge con quien fundar un hogar cristiano, pero eso puede producir un cierto efecto “ghetto".

El desplome de las bodas reliigiosas se ha dado en los últimos años. En el 2008 todavía había más bodas por la Iglesia que civiles. En menos de una década, se ha pasado de más o menos la mitad a solo una de cada cinco. Si echamos la vista 20 años atrás, la situación era justo al contrario. Es decir, por cada cuatro bodas religiosas, había otra civil.

Si esto siguiera así, de aquí a diez años habrá en este país más “matrimonios” civiles entre homosexuales que bodas católicas. No creo que se llegue a tanto, pero teniendo en cuenta que entre los jóvenes el porcentaje de católicos practicantes es bastante menor que en el resto de la población (hace 9 años solo lo eran el 11% y ahora serán menos), es probable que lleguemos a una situación en la que apenas el 6-7% de las bodas sean por la Iglesia. O sea, apenas algo más del doble de las uniones civiles entre homosexuales, que suelen andar por el 2-3%.

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