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29.10.18

Pablo Casado, el aborto y los católicos

El actual presidente del Partido Popular ha concedido una entrevista a la Sexta en la que, entre otras cuestiones, se ha referido a la legislación abortista en España. Dice estar en contra de la actual ley, que considera el aborto como un derecho, y asegura que volverá a la de 1985, aprobada cuando gobernaba el PSOE con Felipe González al frente.

Lo cierto es que el PP cosechó en el 2011 sus mejores resultados en unas elecciones, logrando más de un 44% y una mayoría absoluta de 186 escaños (11 más de los necesarios). ¿Qué hizo entonces con la actual ley? Nada. Amagar con cambiarla, echándose para atrás en el último momento. Fíjense ustedes cómo fue la cosa que incluso Alberto Ruiz Gallardón, que no era precisamente un paladín de la causa provida, se retiró de la política.

Precisamente Pablo Casado fue diputado por primera vez en esa legislatura de mayoría absoluta popular. Hasta donde yo sé, no se le conocen declaraciones sobre la retirada de la propuesta de ley para modificar la ley abortista del gobierno de Zapatero, conocida también como Ley Aído.

Con todo, lo que más llama la atención de las declaraciones de Casado es su afirmación de que la ley de 1985 cuenta con el acuerdo de los dos partidos. Bien, es posible que así sea ahora, pero desde luego no lo fue cuando se aprobó, tal y como recordamos hoy en la noticia que hemos publicado. Lo que ocurre es que el señor Casado tenía entonces 14 años, y no es fácil que recuerde que un senador de su partido, Juan de Arespacochaga, dijo entonces que era una «ley de muerte» y «una ejecución sangrienta legalizada». Ni que decir tiene que el tiempo ha demostrado sobradamente algo que ya era evidente: el señor Arespacochaga tenía razón.

Casado quiere volver a aquella ley de muerte, porque cree que es mejor que la actual. Dice que para él prima más el derecho a la vida que el derecho a abortar. Pero, ¿cuánto más? Porque con la ley del 85, esa que él dice aceptar, se llegaron a practicar cien mil abortos al año en este país. ¿Nos va a decir que algo así es compatible con el “derecho a la vida"?

El otro partido de la derecha liberal conservadora en España que parece apuntar en las encuestas a conseguir representación parlamentaria es VOX. Tras haber propuesto en su día prácticamente lo mismo que Casado (*), esto es lo que dicen ahora sobre el aborto en sus cien medidas urgentes para España:

56. Suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas ajenas a la salud (cambio de género, aborto…) Las vacunas infantiles serán obligatorias y gratuitas.

75. Defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Es fundamental que las mujeres con embarazo inesperado tengan información veraz, asistencia y alternativas. Reforma de la ley de adopción nacional.

Como verán ustedes, no parece que la causa provida tenga mucho futuro a nivel político. Toda la izquierda, salvo los electoralmente irrelevantes del Partido Sain (**), es abortista. Ciudadanos, también. Y en cuanto a la derecha, el PP quiere más de lo mismo pero sin que sea un derecho, mientras que Vox propone que no se practiquen abortos en la sanidad pública, hace una declaración de principios en favor de la vida y cree que las mujeres necesitan más información (¿en serio?) y alternativas (¿cuáles?). Luego existe ADÑ, una coalición electoral de derecha o extrema derecha real entre Alternativa Española, Falange Española de las JONS, La Falange y Democracia Nacional, que, de momento, y supongo que a falta de mayor concreción, proponen algo que no va mucho más allá, en la letra, de lo que plantea VOX:

Es necesario un rearme moral que nos lleve a ser vanguardia en defensa de la vida y la familia natural.

Por su parte, las dos organizaciones carlistas, Comunión Tradicionalista Carlista y Comunión Tradicionalista, son confesionalmente católicas, con lo cual no cabe duda de que están a favor de la derogación absoluta de cualquier ley abortista. Lo que ya no sé es si tienen intención de presentarse a futuras elecciones.

Dicho todo eso, la realidad es que en España prácticamente nadie, y eso incluye a los católicos practicantes, vota teniendo en cuenta, como factor fundamental, la cuestión del aborto. Y eso lo saben los partidos de la derecha. Por eso se conforman con declaraciones de principio generalistas sobre la materia y se centran en cuestiones mucho más “candentes", como es el tema de la unidad de España, la inmigración o la economía. El voto realmente provida puede andar en torno a las 50.000 papeletas en todo el país. Siendo sumamente optimistas, quizás lleguen a las 100.000.

Ocurre algo parecido con otros aspectos de la ingeniería social, como es el caso del “matrimonio” homosexual -¿cuántos católicos de misa semanal creen que es decisivo para votar?-, la ideología de género -quizás movilice algo más a la gente- y en general todo lo relacionado con el lobby LGTBI. Lo más grave, sin duda, es la agresión contra la ley natural, y no digamos la divina, dentro del sistema educativo, que busca adoctrinar a los niños y adolescentes en el feminismo radical y la perversión sexual. Pero no veo hordas de padres católicos plantando cara a esa salvajada, que va a imponerse también a la escuela “católica” -auténticamente católica, muy poca- de este país.

¿Cómo hemos llegado a esto? Pues por la apostasía generalizada que ha sufrido este país en los últimos 40 años. Una apostasía con tres caras:

- Apostasía abierta. La de aquellos que eran católicos y dejaron de serlo. La evolución de las cifras de práctica religiosa son palmarias.

- Apostasía “ligera". Es la de aquellos que, aunque siguen creyéndose católicos, aunque van a Misa con cierta frecuencia y celebran los sacramentos del bautismo, eucaristía y matrimonio, en realidad no dan un papel importante a la fe en sus vidas. Por lo general este tipo de apostasía acaba degenerando en la primera.

- Apostasía provocada por la falta de formación de los fieles en aspectos fundamentales de la fe católica. Aquí entramos en terrenos pantanosos, pero hay que entrar. Ocurre exactamente aquello que dijo el profeta Hoseas de Israel:

Perece mi pueblo por falta de conocimiento. Puesto que tú rechazaste el conocimiento, Yo te rechazo de mi sacerdocio. Puesto que olvidaste la Ley de tu Dios, Yo también me olvidaré de tus hijos.
Hos 4,6

¿Cuántos católicos saben que, según la doctrina tradicional de la Iglesia, la soberanía de Cristo no debe ser solo un hecho en sus vidas particulares sino también en el gobierno y las leyes de este país? ¿A cuántos católicos españoles se les ha enseñado “íntegra la doctrina tradicional católica acerca del deber moral de los hombres y de las sociedades para con la verdadera religión y la única Iglesia de Cristo” de la que habla la declaración Dignitatis Humanae del Concilio Vaticano II? ¿A cuántos católicos españoles, y de paso del mundo entero, se les ha formado en una hermenéutica de la continuidad (***) respecto a la sobernía social de Cristo? ¿Acaso no es cierto exactamente lo contrario? Es decir, que se les ha formado en base a los principios liberales y laicistas que les llevan a asumir e incluso defender la separación radical -que no es lo mismo que la adecuada distinción- entre Iglesia y Estado, entre ley de Dios y leyes humanas.

¿Y de quién es la mayor responsabilidad en la ausencia de una sana formaciòn de los católicos? ¿de los seglares o de quienes tenían, y tienen, el deber de darles el agua viva de la fe verdadera y no el pan duro de la secularización y el modernismo? Es más, en el último medio siglo, ¿a cuántos sacerdotes se les formó en el seminario, y se les forma, en la mencionada “doctrina tradicional católica? Y si no se forma bien a los que deben formar al pueblo de Dios, ¿cómo vamos a esperar que el pueblo sea consecuente con la fe de nuestros antepasados?

¿Cómo revertir esta situación?

Esto dice el Señor. «Haced un alto en los caminos y mirad, preguntad por las sendas antiguas cuál es el camino del bien, y seguidlo, y hallaréis descanso para vuestras almas».
Jeremías 6,16

Creo que esa debe ser una tarea irrenunciable en este tiempo. Mostrar las sendas antiguas, la Tradición, para que al menos los bautizados tengan un referente seguro, bueno, firme, por el que transitar. No se trata de volver al pasado ni de idealizarlo -no fue perfecto-, para quedarse en él, sino tomarlo como guía segura para discernir por donde caminar en el presente y el futuro.

Que el Señor nos conceda sabiduría y ánimos para ser testigos suyos en medio de esta generación.

¡Viva Cristo Rey!

Luis Fernando Pérez Bustamante

(*) Vox propuso en su anterior programa electoral una medida muy similar a la que propone ahora Casado. Vean:

(**) Es el partido que más claramente plantea medidas antiabortistas, al menos en su web.

(***) Ya me dirán ustedes de qué sirve establecer un buen principio si luego no se aplica.