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7.12.17

La Constitución que nos espera

Este miércoles se ha cumplido el 39 aniversario de la aprobación en referéndum por los españoles de la Constitución que previamente habían aprobado el Congreso y el Senado.

La mayor parte de la jerarquía de la Iglesia de este país apoyó el texto constitucional, a pesar de que sabían, como reconoció el cardenal Tarancón en un libro-entrevista autobiográfico, que la Carta Magna traería el aborto a España. Apenas unas pocas voces, como la del cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, don Marcelo, y el obispo de Cuenca, Mons. Guerra Campos (vean cómo le trataba El País) , advirtieron de los peligros que acechaban al país a nivel de familia, derecho a la vida y abandono absoluto de la ley de Dios como referente para el bien común.

España dejaba de ser confesionalmente católica y no tardó mucho en llegar la ley del divorcio -hoy express- y la del aborto -hoy derecho-. Por supuesto, a nadie se le pasaba por la cabeza entonces que se podría aprobar la aberración a los ojos de Dios (Rom 1,26-27) del “matrimonio” homosexual, pero ahí lo tenemos con el visto bueno del Tribunal Constitucional.

Precisamente ese “matrimonio", contrario a la ley natural, es uno de los elementos que el PSOE quiere “consagrar” en la anunciada reforma de la Constitución. También quieren que figure el derecho a la muerte digna, que suele ser el eufemismo usado para referirse a la eutanasia. Que nadie dude que en el hipotético caso de que al actual Tribunal Constitucional le quede un mínimo de decencia y deroge la calificación del aborto como un derecho, intentará que tal hecho forme parte de la próxima Carta Magna.

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29.11.17

El cardenal Müller, las preguntas serias y los hechos

Desde que pasó a ser Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Gerhard Müller se ha prodigado en declaraciones acá y allá. También ha tenido tiempo para prologar un libro del filósofo Rocco Buttiglione, en el que consigue la increíble hazaña de dar la razón al italiano en su polémica con el profesor Josef Seifert, a la vez que se sitúa en una postura similar a la de éste en relación a la interpretación que hace aquél de Amoris Laetitia. Muy coherente no parece la cosa.

En su última entrevista concedida al Corriere della Sera, el purpurado alemán, tras negar que encabece ninguna oposición al Papa, afirma lo siguiente:

La autoridad de la Iglesia, no obstante, debe escuchar a quien tiene preguntas serias o reclamos justos; no ignorarlo, o peor, humillarlo. Además, sin quererlo, puede aumentar el riesgo de una lenta separación que podría derivar en un cisma de una parte del mundo católico, desorientado y desilusionado. La historia del cisma protestante de Martín Lutero de hace quinientos años debería enseñarnos sobre todo qué errores evitar.

Y luego añade:

Cuidado: se pasa la percepción de una injusticia por parte de la Curia romana, casi por fuerza de inercia podría ponerse en modo una dinámica cismática, difícil de reparar después. Creo que los cardenales que han expresado sus dudas sobre Amoris Laetitia, o los 62 firmantes de una carta con críticas incluso excesivas al Papa deben ser escuchados, no liquidados como «fariseos» o quejosos. La única manera de salir de esta situación es un diálogo claro y franco.

El caso es que llevamos más de año y medio con la polémica acerca de la exhortación apostólica postsinodal Amoris Laetitia y las cosas están exactamente igual o peor que el principio. En el camino se han muerto dos de los cardenales que presentaron “preguntas serias” al Papa y se han escrito artículos y posts en blogs como para llenar un par de tomos de cientos de páginas.

El cardenal Müller dice que conviene escuchar a quienes hacen las preguntas. Bien, pero es que resulta que los dos cardenales que siguen vivos están todavía esperando que el Papa quiera recibirles. Y por otra parte, ¿de verdad alguien cree que esto se soluciona escuchándose los unos y los otros?

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19.11.17

Cristo traicionado, Iglesia traicionada. Salvador e instrumento de salvación

Siendo consciente de la advertencia de San Pedro sobre la enseñanzas de San Pablo en 2ª P 3,15-16, y rogando al Señor que me ayude, me atrevo a escribir estas líneas:

Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche, a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del Evangelio que habéis escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, del que yo, Pablo, he llegado a ser servidor.
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, de la cual Dios me ha nombrado servidor, conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios.
Col 1,22-25

Gran misterio el que apunta San Pablo. No el de que éramos enemigos de Dios por nuestros pecados y el Señor sufrió para que fuéramos reconciliados, siempre que nos mantengamos firmes en la fe. No, el misterio está en lo que añade a continuación. Sus sufrimientos completan lo que falta a los padecimientos de Cristo, para llevar a la plenitud la palabra de Dios.

Mas, ¿qué es la Iglesia sino la plenitud de Cristo?

Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en todos.
Efesios 1,23

Siendo que Cristo padeció, la Iglesia ha de padecer. Y no solo de parte del mundo, sino incluso por la traición desde dentro. Si hubo un Judas que vendió a Cristo por treinta monedas de plata, hoy hay muchos Judas que venden a la Iglesia para obtener el beneplácito y el aplauso del mundo. Ignoran ellos, necios, que el mundo no les amará sino que les tratará con el mismo desprecio que trataron a Judas cuando se dio cuenta del alcance de su traición. 

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14.11.17

No olvidemos lo esencial

En medio de la batalla espiritual en la que estamos inmersos, y que san Pablo tan bien describe en el capítulo sexto de Efesios, es fácil caer en la trampa de defender la verdad -algo imprescindible, necesario, urgente y de vida o muerte para las almas- y a la vez desatender nuestra comunión con el Autor de la verdad.

Mal soldados de la milicia de Cristo seremos si no estamos plenamente unidos a Él mediante la vida sacramental y de oración. El activismo apologético puede ser una mera trampa pelagiana si no reconocemos y damos paso en nuestras vidas a la primacía absoluta de la gracia, de forma que reconozcamos que, como mucho, no pasamos de ser siervos inútiles que hacen aquello que se les pide y se les concede hacer. Y que si no bebemos constantemente de la fuente del mismo Cristo, nuestra propia fuente quedará seca.

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8.11.17

Cardenal George, cardenal Cupich, la fidelidad y la capitulación

Palabras del cardenal Francis George, arzobispo de Chicago, durante una charla de 2010 a sacerdotes recién ordenados sobre la creciente secularización de la sociedad y la persecución a la Iglesia por mantenese firme en sus principios:

«Espero morir en la cama, mi sucesor morirá en prisión y su sucesor morirá como mártir en la plaza pública. Su sucesor recogerá los fragmentos de una sociedad en ruinas y lentamente ayudará a reconstruir la civilización como la iglesia lo ha hecho con tanta frecuencia en la historia humana».

El cardenal, que falleció de cáncer el 18 de abrirl del 2014, explicó sus palabras en un artículo publicado en la web de su archidiócesis, que ya fue retirado de la misma, aunque fue recogido por el National Catholic Register. Al final del mismo escribió:

El mundo divorciado del Dios que lo creó y redimió inevitablemente tiene un mal final. Está en el lado equivocado de la única historia que finalmente importa. El Sínodo sobre la Nueva Evangelización está teniendo lugar en Roma este mes porque sociedades enteras, especialmente en Occidente, se han colocado en el lado equivocado de la historia.

El cardenal George fue un claro defensor de los principios no negociables marcados por Benedicto XVI en la exhortación apostólica Sacramentum Caritatis:

… el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana.

Cardenal Blase Cupich, arzobispo de Chicago, durante una charla ante la Catholic Theological Union el pasado mes de octubre:

«Es nuestro trabajo llevar a cabo ese discernimiento. Toma tiempo. Implica disciplina. Y lo que es más importante, requiere que estemos preparados para abandonar las creencias preciadas y los prejuicios arraigados desde hace mucho tiempo».

Aunque no está claro a qué “creencias preciadas” se refiere el purpurado, cabe recordar que siendo obispo de Spokane, en septiembre del 2014 prohibió a sus sacerdotes y seminaristas rezar ante las clínicas abortistas durante la campaña de 40 Days for Life (40 Días por la Vida).

Los dos cardenales, los dos arzobispos de la misma diócesis. Apenas unos años de diferencia. Paradigma de la Iglesia en todo el mundo a dia de hoy.

Luis Fernando Pérez