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6.09.15

El cardenal Kasper habla de un cisma que tiene solución

Leo en el diario La Nación que el cardenal Kasper ha dicho lo siguiente en una entrevista:

“A muchos, la doctrina de la Iglesia les resulta muy alejada de la realidad. Hay una especie de cisma práctico. Es un problema que hay que pensar, pero del que hoy no se habla”

Ciertamente, el cardenal Kasper tiene razón. Para muchos, las palabras de Cristo son un problema. No coinciden con su realidad personal y mucho menos con la realidad de la sociedad en que les toca vivir.

Por ejemplo, si Cristo dice que el matrimonio es indisoluble y los divorciados vueltos a casar son adúlteros, todos aquellos que han “roto” su matrimonio y se han vuelto a casar están en un cisma práctico con las enseñanzas de Cristo.

Igualmente viven en cisma con el evangelio los que están a favor del aborto, la eutanasia, la ideología de género, las uniones homosexuales, la política económica que no tiene en cuenta las necesidades de los más pobres, la corrupción, etc.

Ahora bien, fíjense ustedes lo que dice el cardenal acerca de la decisión del Papa de que todos los sacerdotes puedan administrar el sacramento de la confesión a las mujeres que han abortado:

Hay que entender que no es una gracia barata que se da a la ligera. Implica la metanoia, que exista una sincera conversión. Junto al sufrimiento que provoca en la mujer haberse sometido a un aborto, requiere un deseo verdadero de cambiar la vida. No es fácil reconocer la culpa. En mi experiencia en Stuttgart, donde atendí como obispo realidades extremas del mundo carcelario, me encontré con gente que había cometido hasta tres homicidios, que con un arrepentimiento muy profundo pedían el perdón sacramental y yo se los daba. Las personas tenían que seguir en prisión, pero sus actitudes en la cárcel cambiaban mucho.

Muy bien dicho, cardenal. La clave está en la sincera conversión. Ciertamente no es fácil reconocer nuestros pecados -sean cuales seas-, pero no hay gracia barata consistente en perdonar al que no quiere arrepentirse del mal que ha hecho. Veamos ahora a dónde cree el purpurado que llevan esas palabras en relación a algunas de las cuestiones que se tratan en el Sínodo.

- ¿Existe en la Iglesia una tensión entre la doctrina y la acción pastoral?

-La pastoral no puede ir en contra de la doctrina, pero la doctrina no puede ser una afirmación abstracta. Su interpretación va unida a la vida real. Jesucristo habló siempre de la realidad de la persona, consciente de que somos todos pecadores. Puede haber una cierta tensión entre la doctrina y la pastoral. Pero esa tensión es normal, distinta al cisma práctico, que causa división.

Precisamente porque Cristo sabía que todos somos pecadores, llamó a la conversión. Se dedicó a perdonar pecados y dio a su Iglesia la autoridad para perdonarlos en su nombre. Ahora bien, como bien acababa de decir el cardenal, ese perdón no es un gracia barata. Exige la conversión. Es más, Dios la exige porque la concede. Nunca predicaremos lo suficiente sobr esta gran verdad:

No os ha sobrevenido ninguna tentación que supere lo humano, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; antes bien, con la tentación, os dará también el modo de poder soportarla con éxito.

1ª Cor 10,13

O creemos eso, o predicamos eso, o vivimos eso, o más vale que cerremos el chiringuito y renunciemos a que los cristianos sean fieles a Dios.

- ¿Se abordará ese cisma práctico en el sínodo sobre la familia que se hará en octubre?

- No lo sé, espero que sí. En el último sínodo extraordinario sobre la familia, el año pasado, no se habló lo suficiente. Yo no tengo soluciones; puedo hablar como experto en teología dogmática, que enseña lo que Dios hace. Pero no soy, por suerte, especialista en teología moral, que enseña lo que los hombres tienen que hacer (risas)…

Supongo que como experto en teología, del tipo que sea, el cardenal sabe que los hombres tienen que hacer exactamente aquello que la Virgen María dijo que había que hacer:

Dijo su madre a los sirvientes: -Haced lo que él os diga.

Juan 2,5

Si no, Cristo nos hará la siguiente pregunta:

¿Por qué me llamáis “Señor, Señor”, y no hacéis lo que digo?

Lucas 6,46

Sabiendo lo que tenemos que hacer, sabiendo que el cardenal ha dicho que es necesaria la conversión y sabiendo lo que Cristo ha dicho sobre los divorciados vueltos a casar, no se entiende, para nada, que ese mismo cardenal insista en contradecirse:

-¿Se pueden esperar novedades, por ejemplo, en la situación de los divorciados vueltos a casar?

-Es un problema complejo. Se discutieron posiciones el año pasado, en favor de una apertura. Hay situaciones distintas, y no necesariamente tiene que haber una solución única. Es necesario un consenso fundamental y posiblemente esa postura de fondo pueda diversificarse según las realidades locales.

El cardenal Kasper, sabiendo que es imposible que toda la Iglesia renuncie a traicionar las palabras de Cristo sobre la indisolubilidad matrimonial y la condición pecaminosa -adulterio- de los divorciados vueltos a casar, ¿cómo pretende que se permita “diversificar” la respuesta según las realidades locales?. En otras palabras, ¿acaso lo que lo que es adulterio en Kenia no lo sea en Alemania? ¿Acaso las palabras de Cristo son válidas en México, pero no en Bélgica? ¿Lo que propone es: “ustedes sean fieles al Señor, pero dejen que nosotros no lo seamos, porque nuestra situación es distinta"?

A eso ya respondió en su día el cardenal Müller desde su condición de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, al servicio del magisterio petrino, lo cual quiere decir que sus palabras tienen más autoridad que las de cualquier obispo:

Como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tengo la responsabilidad de la unidad en la fe. No puedo tomar partido. Pero las cosas están claras: tenemos las palabras de Jesús sobre el matrimonio y su interpretación auténtica durante toda la historia de la Iglesia: los concilios de Florencia y Trento, la síntesis hecha por la Gaudium et Spes y todo el magisterio posterior… Teológicamente, todo está muy claro.

Y:

Las conferencias episcopales son una expresión de la colegialidad de los obispos en un país, una cultura o una lengua, pero se trata de una organización práctica. La Iglesia Católica existe como Iglesia universal, en la comunión de todos los obispos en unión y bajo la égida del Papa. También existe en las Iglesias locales, pero la Iglesia local no es la Iglesia de Francia o de Alemania, sino la Iglesia de París, de Tolosa… Son las diócesis. La idea de una Iglesia Nacional sería totalmente herética. ¡Es imposible la autonomía en la fe! Jesucristo es el salvador de todos y da la unidad a todos los hombres.

Está claro. Es imposible la autonomía en la fe. El evangelio es el mismo en todo el mundo, en toda la Iglesia. Y si Cristo ha dicho que no se puede aceptar que los divorciados se vuelvan a casar, eso ha de ser así en Alemania, Filipinas, Madagascar, Chile y Nueva Zelanda. De tal manera que la respuesta a las situaciones de adulterio en todos esos países, y en sus iglesias locales, no puede ser otra que la que el propio cardenal Kasper señala:

Hay que entender que no es una gracia barata que se da a la ligera. Implica la metanoia, que exista una sincera conversión. 

Por supuesto, para la Iglesia es humanamente más “difícil” predicar el evangelio en una sociedad que ha apostatado y se ha alejado de la fe. Pero la solución no es cambiar el evangelio, sino predicarlo de verdad para que la gracia de Dios obre la conversión en los corazones y así, con el tiempo, esa sociedad pueda llegar de nuevo, si así lo dispone el Señor, a ser cristiana. Hacer lo contrario es el camino directo a la desaparición total del cristianismo en esos países, como de hecho está ocurriendo en los países protestantes europeos. Y parece mentira que quien dice tener tan claro la necesidad de la conversión, sea capaz de proponer otra cosa. Es como el médico que dice al paciente: usted tiene que tomarse esta medicación para salvarse, pero como sé que no le gusta, tómese esta otra.

Santidad o muerte

Luis Fernando Pérez Bustamante

5.09.15

¿No es a los de dentro a quienes juzgáis vosotros?

La idea de que la Iglesia no juzga la situación moral de sus fieles se da de tortas con la Revelación. A menos, claro, que arranquemos de nuestras Biblias todo el siguiente capítulo de 1ª de Corintios:

Se oye decir en todas partes que hay entre vosotros un caso de inmoralidad; y una inmoralidad tal que no se da ni entre los gentiles: uno convive con la mujer de su padre. ¿Y vosotros seguís tan ufanos? Estaría mejor ponerse de luto y expulsar de entre vosotros al que ha hecho eso.

Pues lo que es yo, ausente en el cuerpo, pero presente en espíritu, ya he tomado una decisión como si estuviera presente: reunidos vosotros en el nombre de nuestro Señor Jesús, y yo presente en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús entregar al que ha hecho eso en manos de Satanás; para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu se salve en el día del Señor.

Ese orgullo vuestro no tiene razón de ser. ¿No sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?
Barred la levadura vieja para ser una masa nueva, ya que sois panes ácimos. Porque ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo.

Así, pues, celebremos la Pascua, no con levadura vieja (levadura de corrupción y de maldad), sino con los panes ácimos de la sinceridad y la verdad.
En la carta que os escribí os decía que no os juntarais con los inmorales. No me refería a los inmorales de este mundo, ni tampoco a los codiciosos, a los estafadores o idólatras; para eso tendríais que salir de este mundo. Lo que de hecho os dije es que no os juntarais con uno que se llama hermano y es inmoral, codicioso, idólatra, difamador, borracho o estafador: con quien sea así, ni compartir la mesa.

¿Acaso me toca a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes juzgáis vosotros?

A los de fuera los juzgará Dios. Expulsad al malvado de entre vosotros.

1ª Cor 5

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4.09.15

Breves reflexiones (VIII)

Y un día me sentí velero que navegaba por donde soplaba el Espíritu Santo. Y me dije: “si sigues su rumbo nunca naufragarás, llegarás a buen puerto".

A la Dolorosa no entrego un cuerpo muerto, sino un alma redimida por su Hijo, confiando en su intercesión para mantenerme fiel.

Admira la discrección de San José. Contempla su fidelidad callada. Aprende de él a apreciar y velar el don del Verbo encarnado para tu salvación.

Santo, santo, santo, santo es el Señor, Dios del universo. Y santo te quiere. Y santidad te concede. Y santidad te reclama. Y santo en su santidad serás si mueres a ti mismo para renacer en Cristo por el Espíritu Santo.

Señor, no tengas en cuenta mis pecados y fortaléceme en la fe de tu Iglesia, pues sin fe despojo soy, sin fe me derrumbo en la duda y el error, sin fe muero irremisiblemente.

Una sola palabra tuya, Señor, bastará para sanarme, para restaurar mi alma, para devolverme la vida que mi pecado enterró, para limpiarme de toda carnalidad que me aleja de ti.

¿Qué sería de mí sin tu misericordia? ¿qué sería de mi sin tu gracia? ¿qué sería de mí sin tu bondad? Mas por tu misericordia, gracia y bondad, me haces digno de entrar en tu presencia y contemplar tu Rostro.

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1.09.15

Don Rafael ha hecho lo correcto

En lo que cada vez está más claro que ha sido una jugada urdida para torcer el brazo de la Iglesia en relación a la cuestión de los transexuales, que es uno de los puntales de la ideología de género, Mons. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz, ha actuado con la prudencia y sabiduría necesaria para solucionar lo que llevaba camino de ser un escándalo para muchos fieles católicos y un triunfo del “lobby” LGTB de España… y no solo de España.

Efectivamente, un transexual de San Fernando (Cádiz) solicitó ser padrino del bautismo de su sobrino. En una primera instancia, el párroco donde se iba a celebrar el sacramento, le dijo que no podía atender a esa petición. La diócesis andaluza publicó una nota explicando las razones de la negativa. Y entonces, la izquierda y el lobby gay salieron en tromba a atacar a Mons. Rafael Zornoza, y de paso a la Iglesia. Montaron manifestaciones, sacaron comunicados, amenazaron con denuncias, etc. O sea, lo habitual. El totalitarismo laicista e izquierdista pretende que la Iglesia acepte que sus sacramentos se celebren según las reglas de la ingeniería social que el PSOE impuso y el PP mantiene. Pero no, la Iglesia tiene su propia ley, su propia moral, su propia manera de administrar los sacramentos que el Señor dispuso para nuestra salvación. 

En esas estábamos cuando a don Rafael le empezaron a llegar consejos que le invitaban a reconsiderar su postura y admitir al transexual como padrino del bautismo. Entre ellos, el consejo de algunos de sus colegas del episcopado. No creo necesario contar en detalle lo que, en todo caso, corresponde al obispo de Cádiz relatar públicamente, si es que lo considera apropiado. Pero sí puedo decir que, a pesar de lo que los medios dijeron, -sobre todo un medio que vuelve a tener fuentes majestuosas en Añastro-, Mons. Mario Iceta, obispo de Bilbao y presidente de la subcomisión episcopal para la familia y la vida de la CEE, no estuvo en ningún momento detrás de un posible cambio de decisión en este asunto.

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31.08.15

Breves reflexiones (VII)

No se trata de que el cumplimiento de los preceptos de Dios nos cambie el corazón. Es más bien Dios quien nos cambia el corazón y, por tanto, nos capacita para cumplir sus preceptos, que pasan a ser nuestro deleite.

Si, como dice san Pablo, Cristo no consideró ser igual a Dios como cosa a la cual aferrarse, no oses apelar a tu presunta santidad como algo de lo cual presumir.

No tiene temor de Dios quienes desprecian el más pequeño de sus mandamientos. No aman a la Iglesia quienes la presentan como madastra por guiar a sus hijos por caminos de santidad.

Para quienes niegan la gravedad de los pecados, la ley divina es un estorbo a evitar, superar, transformar o enterrar. Para quienes viven en la gracia, la ley divina es inscrita a fuego, el del Espíritu Santo, en sus corazones.

La misericordia falsa que deja al alma esclavizada a los deseos de la carne es la música de los nuevos flautistas de Hamelín, que secuestran las almas de los niños y débiles en la fe.

Si ves en tu alma el más mínimo rastro de soberbia, implora a Dios que te la arranque, antes de que te consuma y te haga un despojo de cristiano.

No envidies la santidad del hermano. Da gloria a Dios por ella e implora que se te conceda la gracia suficiente para ser tú mismo santo.

Si Dios te concede ser maestro de otros es porque va a regalarte el don de ser su mejor discípulo, lo cual implica que seas humilde, paciente, sabio y piadoso.

La inmensidad redentora del sacrifico de Cristo en la Cruz da testimonio de la medida del poder de la gracia de Dios para transformar a los pecadores en santos.

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