InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Archivos para: 2015

13.09.15

¿Qué parte no entiende la Iglesia del evangelio de hoy?

La lectura del evangelio de hoy debería servir para abrirnos los ojos. Una vez que Pedro responde adecuadamente a la pregunta que les hizo Cristo sobre quién decían que era él, ocurre esto:

Y empezó a instruirlos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser reprobado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días».
Se lo explicaba con toda claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo. Pero él se volvió y, mirando a los discípulos, increpó a Pedro: «¡Apártate de mí, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!».
Mc 8,31-33

En el pasaje paralelo de Mateo (Mt 16-13.26), Cristo acaba de declarar a Pedro como piedra sobre la que edificará la Iglesia. Por tanto, cuando el Señor arremete contra el apóstol por pensar como los hombres y no como Dios, la advertencia es no solo a él, sino a él y en él a toda la Iglesia. Y si eso lo dijo hace veinte siglos, lo dirá cada vez que la Iglesia se empeñe en pensar como los hombres y no como Dios. 

Es por ello fundamental seguir leyendo lo que propone Cristo a continuación de haber reprendido a su Vicario:

Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga. Porque, quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará. Pues ¿de qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su alma? ¿O qué podrá dar uno para recobrarla? Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre entre sus santos ángeles».
Mc 8,34-28

¿Y bien? ¿hay mucho que explicar de esas palabras? Quien da la vida por nosotros, quien paga con su sangre por nuestros pecados, quien nos abre la puerta a la salvación, nos pide ni más ni menos -porque nos lo concede (Fil 2,12-13)- que nos neguemos a nosotros mismos, que carguemos nuestras cruces y le sigamos. Nos pide que no nos avergoncemos de sus palabras en medio de un mundo adúltero y pecador.

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12.09.15

P. Pérez-Soba: Iglesia y Cristo, matrimonio y divorcio

El P. Santiago Martín, Fundador de los Franciscanos de Marían, ha vuelto a entrevistar -en Magnificat TV- a un defensor de la fe católica, el P. Juan José Pérez-Soba, que figura entre los firmantes del manifiesto pidiendo que se corrija el punto 137 del Instrumentum Laboris del próximo Sínodo.

Entre las muchas cosas interesantes que explica el P. Pérez-Soba, hay una sobre la que quizás no se ha reflexionado lo suficiente en los últimos meses. Se basa en lo que San Pablo explica acerca de la relación entre el matrimonio y la relación entre Cristo y la Iglesia:

“Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne". Gran misterio es éste, pero yo lo digo en relación a Cristo y a la Iglesia.
Efesios 5,31-32

Como bien nos cuenta el sacerdote y teólogo, Cristo trae el último y definitivo pacto, dentro del cual figura su unión esponsal con su Iglesia. Una unión cuya perdurabilidad no depende de la voluntad humana sino de Dios. De igual manera, la unión matrimonial entre hombre y mujer, una vez sellada por Dios, no puede depender solo de la voluntad de los contrayentes sino de ese sello divino inquebrantable. De tal manera que aquellos que pretenden, de forma abierta o encubierta, romper ese sello, tienen tantas razones como las que pudiera tener quienes quisieran -¿lo quieren?- poner fin al Nuevo Pacto de Cristo, que nos es renovado precisamente en la Eucaristía, memorial y actualización incruenta de su sacrificio en la Cruz.

Es penoso que se pretenda usar el sacramento de la Eucaristía, esencia del Nuevo Pacto irrevocable entre Cristo y su Iglesia, como la puerta ancha que lleva a la condenación, como puerta de aceptación del quebranto del sacramento matrimonial, imagen de dicho Nuevo Pacto. Algo así haría estallar a la Iglesia en pedazos, si tal cosa fuera posible.

No en vano en el libro de Hechos leemos lo que San Pablo dice a los presbíteros de Éfeso:

Tened cuidado de vosotros y de todo el rebaño sobre el que el Espíritu Santo os ha puesto como guardianes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio Hijo.
Ef 20,28

El ataque contra el sacramento del matrimonio es un ataque frontal contra la Iglesia de Cristo, porque pretende convertir en papel mojado el Nuevo Pacto (o Alianza), al que san Pablo equipara precisamente con la unión matrimonial. 

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11.09.15

Llamamiento a confirmar la enseñanza de la Humanae Vitae y la Veritatis Splendor

Obviamente este no es un post de mi autoría, sino el texto en español del manifiesto realizado por más de 50 filósofos y moralistas católicos contra el punto 137 del Instrumentum Laboris del Sínodo general de la familia:

An Appeal: Recalling the Teaching of Humanae Vitae (and Veritatis Splendor)

Dr. David S. Crawford, Pontifical John Paul II Institute, Washington, DC

Dr. Stephan Kampowski, Pontifical John Paul II Institute, Rome

El texto oficial de referencia que se ha firmado es en inglés: http://www.firstthings.com/web-exclusives/2015/09/an-appeal La traducción al español no tiene carácter oficial.

Un llamamiento:

confirmar la enseñanza de la Humanae vitae

(y de la Veritatis splendor)

Se ha preparado un Instrumentum laboris para la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos publicado el 23 de Junio de 2015. Cubre una variedad de argumentos que interesan al tema de la familia del Sínodo. El parágrafo 137 se refiere a un documento clave del Magisterio moderno, la Humanae vitae, de un modo que, a la vez, pone en cuestión el vigor de su enseñanza y propone un método de discernimiento moral que decididamente no es católico. Esta aproximación al discernimiento contradice lo que ha sido enseñado por el Magisterio de la Iglesia acerca de las normas morales, la conciencia y el juicio moral, al sugerir que una conciencia bien formada puede estar en conflicto con las normas morales objetivas.

Como teólogos y filósofos moralistas católicos y nos sentimos moralmente obligados a hablar contra la distorsión de la enseñanza católica que está implícita en el parágrafo 137. Si es aprobado por el Sínodo, el deficiente texto del Instrumentum laboris puede crear confusión entre los fieles. El parágrafo 137 debería ser quitado y reemplazado por otro que hablase de la conciencia de un modo más preciso que ensalce la sabiduría y la belleza de la Humanae vitae y ayude a los esposos a apreciar lo que la gracia les hace posible vivir según el plan de Dios el don de la sexualidad.

La norma moral

La traducción oficial inglesa de la página Web del Vaticano es como sigue:

«In relation to the rich content of Humanae Vitae and the issues it treats, two principal points emerge which always need to be brought together. One element is the role of conscience as understood to be God’s voice resounding in the human heart which is trained to listen. The other is an objective moral norm which does not permit considering the act of generation a reality to be decided arbitrarily, irrespective of the divine plan of human procreation. A person’s over-emphasizing the subjective aspect runs the risk of easily making selfish choices. An over-emphasis on the other results in seeing the moral norm as an insupportable burden and unresponsive to a person’s needs and resources. Combining the two, under the regular guidance of a competent spiritual guide, will help married people make choices which are humanly fulfilling and ones which conform to God’s will».

Si la traducción inglesa es en sí misma muy ambigua, el original italiano es todavía más problemático en algunos aspectos. La traducción española, que sigue muy literalmente a la italiana, dice lo que sigue:

«Teniendo presente la riqueza de sabiduría contenida en la Humanae vitae, en relación a las cuestiones tratadas en el documento, surgen dos polos que deben ser constantemente conjugados. Por una parte, el papel de la conciencia entendida como voz de Dios que resuena en el corazón del hombre educado a escucharla; por otra, la indicación moral objetiva, que impide considerar la procreación una realidad sobre la cual decidir arbitrariamente, prescindiendo del designio divino sobre la procreación humana. Cuando prevalece la referencia al polo subjetivo, es fácil caer en opciones egoístas; en el otro caso, se percibe la norma moral como un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona. La combinación de los dos aspectos, vivida con el acompañamiento de un director espiritual competente, ayudará a los cónyuges a escoger opciones plenamente humanizadoras y conformes a la voluntad del Señor».

Si la traducción inglesa suaviza la división implícita entre la conciencia y las normas al hablar de «two principal points», la italiana la endurece como «dos polos». Si la inglesa habla de «over-emphasis», la italiana habla de «prevalecer» de uno u otro lado. El idioma de trabajo del último Sínodo fue el italiano, por eso, presumimos que este año será igual. El original italiano debe entonces tomarse como la versión más importante del texto.

En cualquiera de las dos versiones que se use, el parágrafo 137 en ningún caso presenta bien el papel de la conciencia ni del significado de las normas. La redacción del parágrafo es profundamente ambigua, tiende a presentar la norma moral como algo extrínseco a las personas y a la vida buena a la que son llamadas; por lo tanto, la norma aparece como algo exclusivamente negativo y, por así decirlo, como meramente coercitiva. Este énfasis en la función prohibitiva de la norma ignora el papel positivo de la misma para promover el crecimiento personal del agente de la acción y su plenitud en el bien. En cuanto el texto deja de enseñar que la norma, tomada en su misma objetividad, revela algo esencial sobre la belleza y la bondad de una vida humana bien vivida, deja la impresión de que las normas son de hecho «un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona».

El modo como el parágrafo expone la norma moral omite lo que dice la Veritatis splendor en el n. 15: «Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor (cfr. Col 3, 14)». Una comprensión de las normas morales exclusivamente como constitutivas de un límite exterior potencialmente en competición con el bien del sujeto moral ignora cómo Jesucristo habla de los mandamientos como llenos de la plenitud de vida que promete.

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10.09.15

Alabanza al matrimonio homosexual versus línea editorial en la Cope

La Cadena Cope ha fichado para esta nueva temporada a Carlos Herrera, uno de los “grandes” de la radio en España. De esa manera se pone en situación de combatir por el liderazgo de audiencia. Hasta ahí todo normal. 

Hace tiempo que no escucho radio generalista -me harté de las tertulias políticas-, pero por pura casualidad hoy sintonicé la Cope justo en el momento en que el señor Herrera entrevistaba a Javier Maroto, que fue alcalde del PP en Vitoria hasta las pasadas elecciones. Estos días se ha anunciado la “boda” civil del señor Maroto con otro señor, que es su pareja desde hace casi veinte años. Existe cierta polémica sobre la posibilidad de que Mariano Rajoy, presidente del gobierno y del PP, acuda al enlace. 

Entrevistador y entrevistado se mostraban la mar de felices con la boda. Maroto explicó cómo su partido, a pesar de que recurrió la ley del matrimonio homosexual -por llamarlo así, no por sus efectos civiles-, luego ha aceptado de mil amores la sentencia y asume dicha ley a pesar de tener mayoría para cambiarla. Y entonces ha dicho algo que no deja de ser cierto: vamos a una situación en la que el “matrimonio” homosexual es visto con normalidad y llegaremos a un punto en que no serán noticias “bodas” como la suya.

Luego ha habido una conversación entre Carlos Herrera y los tertulianos. La postura ha sido unánime. Aunque se pudo discutir en su día sobre si era conveniente llamar matrimonio a las uniones homosexuales, “nadie” ponía en duda que debían tener un reconocimiento civil comparable al matrimonio. Y un tertuliano ha asegurado que solo unos pocos “rigoristas” (término que está alcanzando cierto éxito), se oponen a tal cosa y que la sociedad asume la realidad con absoluta naturalidad. Es decir, los católicos que decimos no a todo eso, somos poco menos que unos parias, un ghetto antisocial.

Por supuesto, ni una sola voz salió a explicar en esos momentos, en la cadena de los obispos, cuál es la doctrina de la Iglesia sobre esta materia. Y, a menos que alguien haya abrogado esa doctrina, cosa de la cual no nos hemos enterado, resulta que sigue vigente lo indicado por el documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones homosexuales”, de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El texto, del año 2003 acaba así:

La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

Como ustedes ven, no es que la Iglesia no acepte el “matrimonio” homosexual. Es que ni siquiera acepta la legalización, sea cual sea, de las uniones homosexuales. Por no hablar de las declaraciones del papa Francisco cuando era cardenal y arzobispo de Buenos Aires, cuando llamó “movida del padre de la mentira” (Satanás) al “matrimonio” homosexual.

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8.09.15

Que el injusto siga siendo injusto y el justo siga siendo justo

Casi al final del libro del Apocalipsis hay un pasaje que llama la atención pero, en el fondo, indica una realidad que viene ocurriendo desde la caída del hombre y que al final de los tiempos será aún más evidente:

Que el injusto siga cometiendo injusticias y el manchado siga manchándose; que el justo siga practicando la justicia y el santo siga santificándose. 
Mira, yo vengo pronto y traeré mi recompensa conmigo para dar a cada uno según sus obras.

Ap 22,11-12

La gracia de Dios está al alcance de todo aquel que quiera servirse de ella para andar en santidad. Y también hay quien pretende utilizarla como ocasión para pecar. 

En el Calvario donde Cristo se dejó crucificar para pagar el precio que merecen nuestros pecados, había otras dos cruces ocupadas por sendos ladrones. Uno, conmovido ante la suerte el Inocente que estaba a su lado, reconoció su condición pecadora, imploró al Señor que se acordara de Él y se salvó. El otro, teniendo delante de sus mismas narices al Autor de nuestra salvación, prefirió seguir maldiciendo y largarse al infierno.

La Iglesia tiene como principal misión ser instrumento para que las almas se salven. Y para ello ha recibido de Cristo autoridad para perdonar pecados.Ha recibido todos los sacramentos, que son fuente de gracia. Los sacramentos son algo demasiado serio como para andar jugando con ellos. Por ejemplo, la Eucaristía debe administrarse solo a quienes están en estado de gracia, o se convierte en mayor motivo de condenación. La Confesión debe darse solo a quien manifiesta arrepentimiento y propósito de enmieda, o se convierte en una farsa por la que el pecador no hace nada para dejar su pecado. El Matrimonio es tan importante, tan esencial, tan crucial, que San Pablo lo compara a la unión entre Cristo y su Iglesia. Etc.

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