Llamamiento a confirmar la enseñanza de la Humanae Vitae y la Veritatis Splendor

Obviamente este no es un post de mi autoría, sino el texto en español del manifiesto realizado por más de 50 filósofos y moralistas católicos contra el punto 137 del Instrumentum Laboris del Sínodo general de la familia:

An Appeal: Recalling the Teaching of Humanae Vitae (and Veritatis Splendor)

Dr. David S. Crawford, Pontifical John Paul II Institute, Washington, DC

Dr. Stephan Kampowski, Pontifical John Paul II Institute, Rome

El texto oficial de referencia que se ha firmado es en inglés: http://www.firstthings.com/web-exclusives/2015/09/an-appeal La traducción al español no tiene carácter oficial.

Un llamamiento:

confirmar la enseñanza de la Humanae vitae

(y de la Veritatis splendor)

Se ha preparado un Instrumentum laboris para la XIV Asamblea Ordinaria del Sínodo de Obispos publicado el 23 de Junio de 2015. Cubre una variedad de argumentos que interesan al tema de la familia del Sínodo. El parágrafo 137 se refiere a un documento clave del Magisterio moderno, la Humanae vitae, de un modo que, a la vez, pone en cuestión el vigor de su enseñanza y propone un método de discernimiento moral que decididamente no es católico. Esta aproximación al discernimiento contradice lo que ha sido enseñado por el Magisterio de la Iglesia acerca de las normas morales, la conciencia y el juicio moral, al sugerir que una conciencia bien formada puede estar en conflicto con las normas morales objetivas.

Como teólogos y filósofos moralistas católicos y nos sentimos moralmente obligados a hablar contra la distorsión de la enseñanza católica que está implícita en el parágrafo 137. Si es aprobado por el Sínodo, el deficiente texto del Instrumentum laboris puede crear confusión entre los fieles. El parágrafo 137 debería ser quitado y reemplazado por otro que hablase de la conciencia de un modo más preciso que ensalce la sabiduría y la belleza de la Humanae vitae y ayude a los esposos a apreciar lo que la gracia les hace posible vivir según el plan de Dios el don de la sexualidad.

La norma moral

La traducción oficial inglesa de la página Web del Vaticano es como sigue:

«In relation to the rich content of Humanae Vitae and the issues it treats, two principal points emerge which always need to be brought together. One element is the role of conscience as understood to be God’s voice resounding in the human heart which is trained to listen. The other is an objective moral norm which does not permit considering the act of generation a reality to be decided arbitrarily, irrespective of the divine plan of human procreation. A person’s over-emphasizing the subjective aspect runs the risk of easily making selfish choices. An over-emphasis on the other results in seeing the moral norm as an insupportable burden and unresponsive to a person’s needs and resources. Combining the two, under the regular guidance of a competent spiritual guide, will help married people make choices which are humanly fulfilling and ones which conform to God’s will».

Si la traducción inglesa es en sí misma muy ambigua, el original italiano es todavía más problemático en algunos aspectos. La traducción española, que sigue muy literalmente a la italiana, dice lo que sigue:

«Teniendo presente la riqueza de sabiduría contenida en la Humanae vitae, en relación a las cuestiones tratadas en el documento, surgen dos polos que deben ser constantemente conjugados. Por una parte, el papel de la conciencia entendida como voz de Dios que resuena en el corazón del hombre educado a escucharla; por otra, la indicación moral objetiva, que impide considerar la procreación una realidad sobre la cual decidir arbitrariamente, prescindiendo del designio divino sobre la procreación humana. Cuando prevalece la referencia al polo subjetivo, es fácil caer en opciones egoístas; en el otro caso, se percibe la norma moral como un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona. La combinación de los dos aspectos, vivida con el acompañamiento de un director espiritual competente, ayudará a los cónyuges a escoger opciones plenamente humanizadoras y conformes a la voluntad del Señor».

Si la traducción inglesa suaviza la división implícita entre la conciencia y las normas al hablar de «two principal points», la italiana la endurece como «dos polos». Si la inglesa habla de «over-emphasis», la italiana habla de «prevalecer» de uno u otro lado. El idioma de trabajo del último Sínodo fue el italiano, por eso, presumimos que este año será igual. El original italiano debe entonces tomarse como la versión más importante del texto.

En cualquiera de las dos versiones que se use, el parágrafo 137 en ningún caso presenta bien el papel de la conciencia ni del significado de las normas. La redacción del parágrafo es profundamente ambigua, tiende a presentar la norma moral como algo extrínseco a las personas y a la vida buena a la que son llamadas; por lo tanto, la norma aparece como algo exclusivamente negativo y, por así decirlo, como meramente coercitiva. Este énfasis en la función prohibitiva de la norma ignora el papel positivo de la misma para promover el crecimiento personal del agente de la acción y su plenitud en el bien. En cuanto el texto deja de enseñar que la norma, tomada en su misma objetividad, revela algo esencial sobre la belleza y la bondad de una vida humana bien vivida, deja la impresión de que las normas son de hecho «un peso insoportable, que no responde a las exigencias y a las posibilidades de la persona».

El modo como el parágrafo expone la norma moral omite lo que dice la Veritatis splendor en el n. 15: «Jesús muestra que los mandamientos no deben ser entendidos como un límite mínimo que no hay que sobrepasar, sino como una senda abierta para un camino moral y espiritual de perfección, cuyo impulso interior es el amor (cfr. Col 3, 14)». Una comprensión de las normas morales exclusivamente como constitutivas de un límite exterior potencialmente en competición con el bien del sujeto moral ignora cómo Jesucristo habla de los mandamientos como llenos de la plenitud de vida que promete.

Sugerir que el contenido objetivo de una norma «no responde a las exigencias (…) de la persona», por tanto, que la conformidad con su orden no defiende el bien moral de la misma, esto es, el «bien de la persona» (cfr. VS 48), es contradictoria con la comprensión católica de la moralidad. La visión de que las normas morales no promueven la felicidad humana sugiere la perspectiva nominalista y arbitraria de la ley moral, de acuerdo a la cual una acción es mala por la única razón de que está prohibida. Dicha visión no corresponde a la realidad de la creación de Dios. Más bien, la ley moral, que corresponde a la verdad del acto creador de Dios, expresa verdades antropológicas sobre la persona humana que no pueden ser ignoradas o violadas sin dañar nuestras «exigencias y posibilidades», esto es, sin dañarnos a nosotros mismos.

Sostener que el contenido objetivo de las normas morales tal como se encuentra en la Escritura y ha sido expuesto por el Magisterio no responde a las «posibilidades» de la persona, niega la enseñanza consoladora y esperanzada del Concilio de Trento: «Nadie puede considerarse desligado de la observancia de los mandamientos, por muy justificado que esté; nadie puede apoyarse en aquel dicho temerario y condenado por los Padres: que los mandamientos de Dios son imposibles de cumplir por el hombre justificado. «Porque Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas» y te ayuda para que puedas. «Sus mandamientos no son pesados» (1 Jn 5,3), «su yugo es suave y su carga ligera» (Mt 11,30)» (Ss. VI,11). El parágrafo 137 del Instrumentum laboris no solo no aconseja confiar en Dios en el esfuerzo para conformarse a sus mandamientos, sino que, en cambio, sugiere que el agente moral puede ser capaz de encontrar un punto medio en el que sopesar sus subjetivas «necesidades y posibilidades» que ha auto-discernido, contra el contenido actual de la ley moral. Lo que se pierde aquí completamente es la comprensión del Concilio de la gracia de la redención de Cristo que ha sido reiterado en el capítulo tercero de la Veritatis splendor: «Para no desvirtuar la cruz de Cristo».

El auténtico cuidado pastoral no puede consistir en adaptar la ley moral a las habilidades que se perciben en los esposos («gradualidad de la ley»), sino, más bien, acompañarlos en un camino de crecimiento moral –tal vez largo y arduo-, que, por el poder de la gracia de Dios, les es posible emprender («ley de la gradualidad») (cfr. FC 34). La ley de la gradualidad ha de ser practicada por los confesores que no han de ser duros con los esposos que repetidamente fallan en su fidelidad al plan de Dios sobre la sexualidad. Los esposos han de ser animados a buscar más ardientemente las gracias necesarias para ordenar adecuadamente sus deseos sexuales.

La conciencia

No es menos ambigua e incompleta la forma de presentar la conciencia del parágrafo 137. Se nos dice que la conciencia es la «voz de Dios que resuena en el corazón del hombre educado a escucharla».

Esta definición parece una distorsión de Gaudium et spes, n. 16 que dice: «En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo».

El Instrumentum laboris deja de indicar que la conciencia hace referencia a la ley escrita en nuestros corazones, que es como debe interpretarse la «voz de Dios». La «voz» de Dios entonces no dice una cosa sobre la moralidad a una persona y algo diferente a otra y nunca habla contra una norma objetiva enseñada por la Iglesia. Hablar de una voz de Dios de un modo que parece ajena a la ley moral o que se piense que quita toda referencia a ella, es fuertemente inadecuado. Es un error hablar de un polo subjetivo extrínseco a la ley, que se tenga que conjugar con dicha ley.

Lo que se sigue de los errores del parágrafo 137 no solo parece el riesgo de «opciones egoístas», sino más bien el de un subjetivismo radical en la comprensión de la vida moral, en la medida en que se desvincula la conciencia de la presencia interna de la ley moral que la ilumina. Una vez que se separa la conciencia de la ley, deja de ser un modo de estar ante Dios. Más bien, en esta manera de pensar, en la propia conciencia uno solo está ante sí mismo. La Veritatis splendor, al comentar Rom 2,14-15 expresa el modo en el que la conciencia, comprendida con propiedad, nos conduce a la presencia de Dios: «Según las palabras de san Pablo, la conciencia, en cierto modo, pone al hombre ante la ley, siendo ella misma «testigo» para el hombre: testigo de su fidelidad o infidelidad a la ley, o sea, de su esencial rectitud o maldad moral» (n. 57).

La idea de que la conciencia haga una referencia intrínseca a una verdad objetiva del bien está totalmente ausente en el parágrafo 137. Al presentar la conciencia como un polo que está en oposición dialéctica con la ley, el Instrumentum laboris propone una concepción incompatible con la enseñanza del Magisterio de la Iglesia y disminuye la dignidad espiritual de la persona humana en cuanto alguien capaz de conformar sus acciones con la verdad objetiva.

El juicio moral

Según la lógica del parágrafo 137, entonces, el juicio moral ya no es un juicio de conciencia iluminado por la ley, sino la conjugación de dos polos, uno subjetivo y otro objetivo. Destacamos que tal conjunción de los dos elementos en dialéctica se realiza sin criterio alguno. Si la conciencia y la ley son los dos polos que hay que conciliar, ninguno de ellos puede proporcionar los criterios de cómo realizar su combinación. En otras palabras, el Instrumentum laboris, parece implicar que el criterio último de moralidad es arbitrario.

La ayuda externa de un «director espiritual competente» no constituye una solución. Si bien una fiel dirección espiritual sin duda puede tener muchos beneficios, la necesidad de acudir a ella en este contexto no es sino un modo de reconocer la falta de criterios –distintos de la guía espiritual- en los que basar la decisión final. Ha de decirse que solo unos pocos esposos acuden de hecho a una dirección spiritual regular. De una forma más fundamental, esta solución hace a las personas casadas dependientes del juicio moral de los pastores expertos, una dependencia que contradice la verdadera naturaleza de la conciencia.

Una guía spiritual no tiene un acceso mayor a los criterios objetivos que una conciencia bien formada («educada a escuchar»), y la misión del director espiritual nunca es recomendar o condonar la violación de la ley moral de Dios. En verdad, en lo que insiste la misma Humanae vitae es que quien guía a los esposos nunca debe comprometer la verdad: «No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas» (HV 29).

San Juan Pablo II, el Papa de la familia, clarificó la imposibilidad de que una evaluación privada de los bienes pudiera ser superior a los bienes objetivos: «Hablar de «conflicto de valores o de bienes» y de la consiguiente necesidad de lograr una especie de «equilibrio» de los mismos, eligiendo uno y rechazando el otro, no es moralmente correcto y sólo produce confusión en la conciencia de los esposos»(1).

Al presentar el juicio moral como un posible conflicto entre la conciencia y la moralidad objetiva, el parágrafo 137 cae en el error rechazado por la Veritatis splendor, n. 56: «Además del nivel doctrinal y abstracto, sería necesario reconocer la originalidad de una cierta consideración existencial más concreta. Ésta, teniendo en cuenta las circunstancias y la situación, podría establecer legítimamente unas excepciones a la regla general y permitir así la realización práctica, con buena conciencia, de lo que está calificado por la ley moral como intrínsecamente malo. De este modo se instaura en algunos casos una separación, o incluso una oposición, entre la doctrina del precepto válido en general y la norma de la conciencia individual, que decidiría de hecho, en última instancia, sobre el bien y el mal. Con esta base se pretende establecer la legitimidad de las llamadas soluciones pastorales contrarias a las enseñanzas del Magisterio, y justificar una hermenéutica creativa, según la cual la conciencia moral no estaría obligada en absoluto, en todos los casos, por un precepto negativo particular».

La encíclica de San Juan Pablo II anticipa, por así decirlo, el lenguaje del Instrumentum laboris, y su preocupación acerca de las cargas de nuestras «necesidades y posibilidades»: «La doctrina de la Iglesia, y en particular su firmeza en defender la validez universal y permanente de los preceptos que prohíben los actos intrínsecamente malos, es juzgada no pocas veces como signo de una intransigencia intolerable, sobre todo en las situaciones enormemente complejas y conflictivas de la vida moral del hombre y de la sociedad actual. (…) En realidad, la verdadera comprensión y la genuina compasión deben significar amor a la persona, a su verdadero bien, a su libertad auténtica. Y esto no se da, ciertamente, escondiendo o debilitando la verdad moral, sino proponiéndola con su profundo significado de irradiación de la sabiduría eterna de Dios, recibida por medio de Cristo, y de servicio al hombre, al crecimiento de su libertad y a la búsqueda de su felicidad» (VS 95).

Las formulaciones ambiguas imprecisas del parágrafo 137 sugieren un rechazo de la existencia de actos intrínsecamente malos. El texto implica que no hay normas morales con un valor absoluto, universal e inmutable que prohíben siempre y sin excepciones las acciones intrínsecamente malas. En consecuencia, el texto parece poner en cuestión la Tradición de la Iglesia y la enseñanza explícita de la encíclica Veritatis splendor (nn. 79-82. 115).

El verdadero contenido de Humanae vitae

El parágrafo 137 caracteriza la enseñanza de la Humanae vitae de un modo que gravemente permite una mala interpretación de su significado. El Instrumentum laboris resume la encíclica como la que enseña: «la indicación moral objetiva, que impide considerar la procreación una realidad sobre la cual decidir arbitrariamente, prescindiendo del designio divino sobre la procreación humana».

La frase «decidir arbitrariamente» invita a la idea de que las prácticas contraceptivas pueden ser aceptadas en la medida en que no se toman por razones «arbitrarias». Desgraciadamente, esta frase, especialmente a la luz de las otras consideraciones del parágrafo, sugiere que las razones «no arbitrarias» pueden permitir el uso de la contracepción en algunas circunstancias. El parágrafo podría haber dejado más claro que la Humanae vitae no lo permite (cfr. HV 11). La Humanae vitae enseña que en el plan de Dios acerca del acto marital: «queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación» (n. 14).

Por último, el parágrafo 137 está muy lejos de promover la sólida antropología en la que el Beato Pablo VI, y después de él San Juan Pablo II, basaron la normativa precisa enseñada por la Iglesia: los seres humanos están destinado a amar y ser amados. La contracepción, de hecho, es incompatible con amar y ser amado. Al usar los anticonceptivos, no solo se rechaza el significado procreativo del acto conyugal, sino también el significado del acto en cuanto verdaderamente «unitivo», queda así radicalmente comprometido el genuino acto de amor (cfr. HV 12). En sus catequesis sobre el amor humano («Teología del cuerpo»), Juan Pablo II expuso una defensa única basada en las Escrituras de la enseñanza de la Humanae vitae fundada en el significado esponsal del cuerpo. El acto sexual es el único don de sí mismo que me perfecciona a sí mismo y al otro y está intrínsecamente ordenado a la fecundidad propia del amor conyugal. Tristemente, el Instrumentum no ha recurrido a la profunda teología del cuerpo de Juan Pablo II, una teología que rechaza ver las normas objetivas como en tensión con el bien humano o con la conciencia de la bondad del acto conyugal.

Aunque el parágrafo 137 habla de la «riqueza de sabiduría» de Humanae vitae de hecho mina su contenido fundamental. Según la declaración de intenciones de Pablo VI (cfr. HV 4), en seguimiento de los deseos del Concilio Vaticano Segundo al pedir este tipo de documento (cfr. GS 51), la Humanae vitae intenta ofrecer nada menos que una interpretación de la ley moral natural.

Conclusión

Visto todo lo anterior, consideramos que el texto del Instrumentum laboris es gravemente deficiente. Parece que está en directa tensión con las enseñanzas del Magisterio contenidas en Humanae vitae y Veritatis splendor. Aunque el parágrafo 137 se presente a sí mismo como una explicación del significado de la Humanae vitae, más bien, vacía la encíclica de su significado central. Lo que se juega aquí no es una cuestión de detalle sino de una grave deformación del contenido básico del documento de Pablo VI. Las deficiencias y tergiversaciones contenidas en el Instrumentum laboris pueden tener consecuencias demoledoras en los fieles que tienen derecho a conocer la verdad del «depositum fidei». En verdad, el parágrafo 137, si es aprobado por el Sínodo, sembrará la confusión entre los fieles. Se les puede confundir en lo que concierne a la relación de la conciencia y la verdad moral objetiva. En último término, esta confusión no se limita a la enseñanza de la Humanae vitae. Permitir que las formulaciones del parágrafo 137 se presenten como parte de la enseñanza del Sínodo implicaría que su lógica podría ser aplicada en otros ámbitos de la enseñanza de la Iglesia que conciernen a los actos en los que se juega una maldad intrínseca como el aborto o la eutanasia.

Ya hemos recorrido antes este camino. El fracaso de muchos teólogos e incluso de algunos obispos y sacerdotes en dar un sólido respaldo a la enseñanza de la Humanae vitae ha llevado a décadas de una débil identificación con la enseñanza de la Iglesia, no sólo en materia sexual, sino en todos los ámbitos. El Sínodo es una oportunidad para corregir esta deficiencia. El parágrafo 137 debe ser rechazado y reemplazado por un fuerte respaldo a la enseñanza de la Humanae vitae y una clara explicación de la relación entre la conciencia y las normas morales objetivas como enseña la Veritatis splendor.

Hacemos esta declaración en nuestra condición de filósofos y teólogos moralistas católicos, con el deseo hacer una contribución al éxito del proceso sinodal. Que siempre esté guiado por la verdad. Es la verdad misma la que permite el diálogo, en cuando proporciona los justos parámetros dentro de los cuales el diálogo se puede llevar a cabo. Con este llamamiento, ejercemos la parresía, la franqueza en hablar, deseada por el Papa Francisco para el desarrollo del Sínodo de los Obispos. También tratamos de llevar a cabo nuestro papel de discernimiento del bien moral como servicio a la Iglesia y a todos los fieles (cfr. VS 113).

 

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(1) JUAN PABLO II, Discurso a los participantes a un encuentro de estudio sobre la procreación responsable (5-VI-1987), n. 1.

17 comentarios

  
Luis Fernando
Tito, comentarios así no tienen cabida aquí. Y lo sabes.
11/09/15 1:26 AM
  
Luisfer
Traducere, decipere est.
Traducir es mentir. Cuidado con los idiomas, que los matices los trae el diablo. La diferencia entre el texto en inglés y el italiano salta a la vista.
Doctores tiene la Iglesia para subsanarlo porque el significado cambia sobremanera. Aunque me temo que no se trate de un asunto de traducción sino que va más allá.
11/09/15 10:20 AM
  
Jacinto
."El auténtico cuidado pastoral no puede consistir en adaptar la ley moral a las habilidades que se perciben en los esposos («gradualidad de la ley»), sino, más bien, acompañarlos en un camino de crecimiento moral –tal vez largo y arduo-, que, por el poder de la gracia de Dios, les es posible emprender («ley de la gradualidad») (cfr. FC 34). La ley de la gradualidad ha de ser practicada por los confesores que no han de ser duros con los esposos que repetidamente fallan en su fidelidad al plan de Dios sobre la sexualidad. Los esposos han de ser animados a buscar más ardientemente las gracias necesarias para ordenar adecuadamente sus deseos sexuales."

Este párrafo merece ser copiado, impreso y plastificado.
11/09/15 10:25 AM
  
Hermenegildo
"Lo que se pierde aquí completamente es la comprensión del Concilio de la gracia de la redención de Cristo"

Supongo que antes del Concilio ya se comprendía en la Iglesia la Gracia de la Redención de Cristo...
11/09/15 10:30 AM
  
Esteban de Alemania
Mientras que la Alemania política actualmente está siendo invadida por multitudes preponderantemente musulmanas, provenientes del Oriente y África, casi sin ofrecer resistencia, la Iglesia Católica está siendo invadida por las huestes heterodoxas lideradas por el episcopado alemán, felizmente esta sí contando con la fuerte resistencia, al menos de algunos de sus miembros despiertos.

Lo que encuentra la resistencia de los más de 50 filósofos y moralistas católicos firmantes, es lo que este episcopado alemán ha enseñado y sigue enseñando desde su declaración de Königstein en 1968, siempre a la espera de que por fin la Iglesia universal le siga en sus pasos iluminados por el espíritu del mundo moderno, aunque sea con el inevitable retraso.

Más allá del obejtivo inmediato de neutralizar la enseñanza de la "Humanae Vitae" sobre la inadmisibilidad de los métodos anticonceptivos artificiales, la declaración de Königstein revolucionó sobre todo la enseñanza católica sobre la conciencia, al menos en Alemania (La Suiza germanoparlante y Austria siguieron al pié a los obispos alemnes con declaraciones propias análogas). La conciencia del católico alemán en adelante podía oponerse legítimamente a aceptar cuaquier enseñanza magisterial de la Iglesia en materia de moral. Se abandonó la grave obligación de la conciencia de esforzarse por conocer y acatar la norma moral, que proviene del derecho natural y de la Revelación, custodiada por el Magisterio de la Iglesia. Mas bien es la conciencia del individuo, la que ahora adquiere el derecho de juzgar a la norma moral, para luego decidir libremente, si esta acaso no estaría equivocada o necesitada de cambio. (cfr. la contundente crítica de Mons. Dominik Schwaderlapp a la declaración de Königstein en "Gewissen, Wahrheit und die Würde des Menschen - Zur Gewissenslehre Karol Woitylas / Johannes Paul II.", ik-augsburg.de/pdf/berichte/Buch2003.pdf)

Sin embargo, durante 45 años las huestes alemanas encontraron bien cerrados y vigilados los portales del Vaticano, como para introducir o imponer allí sus novedosas enseñanzas de la "conciencia autónoma", de manera que se retiraron a sus tierras y de allí comenzaron a tejer subversivamente una red de influencias directas sobre diócesis y conferencias episcopales en todo el mundo, alimentadas por el incesante y casi ilimitado flujo de dinero proveniente del impuesto eclesiástico alemán.

Juan Pablo II. y Benedicto XVI habrán tenido sus serias dificultades con disciplinar a los obispos alemanes en sus actividades diocesanas, pues ya desde Juan XXIII en Roma se dejó de usar y amenazar con el uso de los únicos medios eficaces para frenar a obispos tan pertinazmente heterodoxos y desobedientes, que son aquellos, que los privan del acceso al poder eclesiástico. Pero era impensable, que en un documento preparatorio de un sínodo de obispos, se propusiera enseñanzas tan claramente heterodoxas y magisterialmente ya rechazadas, como si fuesen dignas de ser debatidas y eventualmente incluso aprobadas por obispos católicos de todo el mundo, ante los ojos del Papa que los convocó.

Las actitudes de la gran mayoría del episcopado alemán respecto a las ideas propuestas en el parágrafo 137 del IL no ha sufrido cambio alguno en los últimos 47 años, a pesar de que cambiaron los personajes que lo integran. Se ha establecido mas bien una especie de "escuela alemana", que cuida celosamente de su propia "tradición" heterodoxa, ante cualquier amenaza de ingerencia o influencia de parte de la ortodoxia católica.

Lo que sí ha cambiado muy recientemente es la actitud de Roma respecto a esas ideas. Los obispos alemanes ya no se encuentran ante puertas cerradas y vigiladas, sino que ahora incluso se les ha entregado las llaves, para que puedan entrar y salir como les plazca y moverse libremente en las instituciones del Vaticano, con el fin de propagar sus ideas. Por supuesto que no debe comprometerse directamente al dueño de la casa con sus propias actividades, realizadas delante de su balcón, al menos no antes que este considere el tiempo ya maduro para ello.

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LF:
Dices:
serias dificultades con disciplinar a los obispos alemanes en sus actividades diocesanas


Más bien serias dificultades en desempeñar eficazmente el ministerio que Dios les puso en sus manos para pastorear el rebaño de Cristo y alejar a los lobos del mismo. Y por eso estamos ahora como estamos. Pero el mismo Dios sabrá poner fin a esta carnicería espiritual.
11/09/15 11:50 AM
  
Percival
Lo comenté hace tiempo: en el banquillo de los acusados está la Humanae vitae. Y el motivo es que una parte de la Iglesia ha apostatado de la confianza en la gracia, y se ha vendido al mundo. "De aquellos polvos estos lodos".
11/09/15 12:04 PM
  
cjuarez
No habría necesidad de este tipo de declaraciones, consejos, reuniones, blogs, libros, etc., afirmando, defendiendo y pidiendo afirmar y defender la fe de la Iglesia si a quien le corresponde confirmar la fe de los hermanos, lo hiciera de manera clara y contundente.

El silencio, la falta de claridad, el evitar estos temas, ignorarlos o solo tratarlos tangencialmente, si bien no es ninguna complicidad, ni un apoyo tácito o implícito a las voces que rechazan la fe de la Iglesia y quieren abrazar la del mundo, es un problema porque:

(1) Causa cierto nerviosismo, desazón y hasta un poco de duda en aquellos que nos sometemos a la doctrina de la Iglesia basada en la Escritura, la Tradición y el Magisterio.

(2) Crea confusión en muchas ovejas que están siendo seducidas por los lobos y están siendo zarandeadas por vientos de doctrina y la agresiva propaganda mediática anti-católica que promueve que la Iglesia ha cambiado, que está cambiando o debe cambiar la doctrina y la fe.

(3) Envalentona a los herejes, heterodoxos, cismáticos, apostatas, etc,, a seguir hablando, escribiendo, planeando, tramando y en general, a hacer lo que se les de la gana dentro de la Iglesia pero en contra de ella, llevándose a muchas almas con ellos, y todo esto con total impunidad, y hasta pareciera con el apoyo y simpatía de algunos obispos y superiores de órdenes religiosas.

Por supuesto no soy quien para juzgar, y lo que yo quisiera que pasara, no tiene porque pasar cuando yo quiero, solo tengo fe que en su infinita sabiduría Dios sabe cuál es el momento adecuado y que el Espíritu Santo siempre sostiene a la Iglesia y en especial al Santo Padre.
11/09/15 3:04 PM
  
antonio
" El Sínodo es una oportunidad para corregir esta deficiencia. El parágrafo 137 debe ser rechazado y reemplazado por un fuerte respaldo a la enseñanza de la Humanae vitae y una clara explicación de la relación entre la conciencia y las normas morales objetivas como enseña la Veritatis splendor. El Sínodo es una oportunidad para corregir esta deficiencia. El parágrafo 137 debe ser rechazado y reemplazado por un fuerte respaldo a la enseñanza de la Humanae vitae y una clara explicación de la relación entre la conciencia y las normas morales objetivas como enseña la Veritatis splendor."
Es asi, que Dios te bendiga y Bendiga a la Iglesia, aconsejo leer todo el Post, y que el Dulce Cristo en la Tiera como lo llamaba Santa Catalina de Siena, nos guié por el camino correcto.
11/09/15 4:13 PM
  
Juan Andrés
"La redacción del parágrafo es profundamente ambigua". He aquí el gran problema. La ambigüedad es la praxis habitual últimamente (desde hace años, claro), es el método elegido deliberadamente tanto a nivel ideológico como ahora dentro de la Iglesia. En tales niveles intelectuales no se puede presumir inocencia, de ninguna manera. Y de dicha metodología retórica toda consecuencia es posible, a gusto de cualquier paladar. Es un paso superador al "espíritu del Concilio". Relativismo puro y duro a gusto del exegeta. "Quien me ama cumplirá mis mandamientos", tal es la génesis de las normas dadas por Cristo; quien no le ama, hace cualquier cosa que le tranquilice y hacia allá se pretende llevarnos.
11/09/15 8:44 PM
  
Rexjhs
Excelente el comentario de Esteban de Alemania, con el que estoy de acuerdo.

El caballo de Troya del protestantismo en la Iglesia es establecer la conciencia personal como canon de la moral y de la ética propia y de la sociedad en general. Es, efectivamente, la marca de la teología del Rhin, que emponzoña media Europa y que fue el nervio central de la ruptura con la tradición que esta teología proponía, conforme al "espíritu del Concilio". Todos sabemos que el Concilio fue perfectamente ortodoxo, pero la praxis seguida por esos obispos y sacerdotes consistía en "liberarla" de la doctrina para cada persona en particular, conforme a su particular canon ético. Así, según eso, los ateos se salvan si obedecen a su conciencia (sin decir nada sobre la necesidad de que la conciencia ha de estar rectamente formada y ser coherente con el Magisterio de la Iglesia). O decir que si una persona tiene conciencia de que su matrimonio fue nulo, pues ya puede irse con otra persona y no estaría pecando por ello. Llegando así a negar por completo las enseñanzas de Cristo, y la objetividade de sus mandatos, y el carácter absoluto de los dogmas. Y ello porque el espíritu del mundo ha ido relajando la conciencia de pecado y, por ende, a anularlo en la "conciencia" de cada cual. Estrategia diabólica donde las haya, y que vamos a ver intentando asaltar el Sínodo, con el fariseo discurso de reconocer la indisolubilidad del matrimonio, por un lado, para acabar negándola de facto al permitir que cada cual pueda ser juez de su conducta conforme a la moral personal. Muy propio del Príncipe de las Tinieblas, que siempre va de lado, sinuosamente, nunca de frente, para acabar con los incautos.
11/09/15 9:49 PM
  
Juan Andrés
En otro página he encontrado esta cita del Papa Pablo VI que complementa y afirma un comentario anterior: "Aunque se salve la integridad de la fe, es también necesario atenerse a una manera apropiada de hablar no sea que, con el uso de palabras inexactas, demos origen a falsas opiniones —lo que Dios no quiera— acerca de la fe en los más altos misterios. Muy a propósito viene el grave aviso de San Agustín, cuando considera el diverso modo de hablar de los filósofos y el de los cristianos: «Los filósofos —escribe— hablan libremente y en las cosas muy difíciles de entender no temen herir los oídos religiosos. Nosotros, en cambio, debemos hablar según una regla determinada, no sea que el abuso de las palabras engendre alguna opinión impía aun sobre las cosas por ellas significadas» (De Civit. Dei X, 23, PL 41, 300). PAULO VI (Constit. Dogm. De Fide Cathol.c.4)". Quienes redactan estos documentos conocen claramente estas consecuencias, y no puede ser otro que un efecto buscado.
11/09/15 11:10 PM
  
jose allub
Desde hace tiempo que el material del sitio tiene aspectos que no conforman mi sentimiento religioso. Esto dicho de suaves maneras.
Con algunos años encima (78), creo que no vale la pena el esfuerzo para leer el material que publican.
Aquí en Argentina, diríamos ¿ para quienes juegan ?
Me dan la impresión de que La santa Sede, El actual Papa, no los conforman a Uds y tengo la idea de que no están en mi Equipo
José

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LF:
Es incluso posible que en este sitio no profesemos la misma fe que usted. Aunque se mantenga la imagen ficticia de que estamos en comunión.
11/09/15 11:53 PM
  
clara
Una puntualización a Esteban de Alemania. La Humanae Vitae prohíbe los métodos anticonceptivos (y punto). Los métodos naturales del conocimiento de la fertilidad no son métodos anticonceptivos, no evitan una concepción y muy al contrario, en muchas ocasiones su conocimiento es utlizado para concebir un hijo, cosa imposible en un método anticonceptivo.
12/09/15 1:49 AM
  
JOSÉ IGNACIO
Vi dos programas de "Cara a Cara", en EWTN, sobre lo que tal vez indica Clara: : NAPROTECNOLOGÍA -No me acuerdo, de lo que significa-. Aunque el nombre suene raro, resulta sumamente interesante:
•La naprotenología: Entrevista a Dr. Miguel Ángel Domínguez
•Los métodos de fecundación artificial: Entrevista al Dr. Miguel Ángel Domínguez Mena.
12/09/15 2:15 PM
  
Mariana
José Allub:

Migra por favor a otro blog donde te digan lo que quieras oir.

Luis Fernando: Tu blog hace mucho bien. GRACIAS por tu labor periodística que permite percatarnos de cómo van los últimos tiempos.
12/09/15 10:00 PM
  
Almudena
En este sentido se podría decir: los adúlteros no deberán ser tratados duramente por sus confesores. Deberán ir poco a poco elevando su nivel espiritual, pues la castidad puede ser vista como algo insoportable para algunas personas.

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LF:
No sé qué se puede entender por tratar duramente. Lo cierto es que no pueden recibir la absolución hasta que no hacen propósito de enmienda.
16/09/15 10:11 PM
  
Andres Robles
Por algo desde hace dos milenios el idioma oficial de todos los documentos formales es el Latin, para que no haya discusiones sobre los distintos matices del lenguaje.

Existieron siempre traducciones desde la fuente original en latin, a las lenguas vernaculas, pero a la hora de la Verdad, siempre prevalece lo que dicen los canonigos y catedraticos en base a lo que entiendo se conoce como Latin Liturgico y/o Latin Literario.

Hay que recordar en primera instancia la constitucion apostólica preconciliar de Juan XXIII, Veterum Sapientia, cuyas enseñanzas fueron luego reafirmadas en la Sacrosantum Concilium del CVII.

Con que criterio se procede entonces a designar al idioma italiano, idioma en el cual todavia prevalecen diversidad de dialectos, para la confeccion de documentos oficiales que en teoria son de caracter permanente para la posterior.
18/09/15 3:39 PM

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