Grandioso ejercicio de sinodalidad

Entre las muchas cosas peculiares a las que venimos asistiendo en la Iglesia en los últimos años, una es la constatación de lo verdadero que es el refrán “consejos vendo que para mí no tengo". El último ejemplo lo hemos visto hoy.

Resulta que en el documento final del último sínodo de los obispos sobre la juventud colaron la cuestión de la sinodalidad, a pesar de que en los grupos de trabajo no se había abordado el tema.

Si uno le pregunta a muchos jovenes católicos qué es lo que más necesita la Iglesia hoy en día, no parece probable que respondan “elemental, querido hermano… sinodalidad… sinodalidad por todas partes". Pues da igual. Aprovecharon que el Tíber pasa por Roma y metieron la sinodalidad en un sínodo que no tenía nada que ver con esa cuestión.

Así lo explicó Mons. Fischer, arzobispo de Sidney (Australia), en una entrevista concedida a Edward Pentin:

¿Cómo es que se ha introducido tanto material sobre «sinodalidad» en el documento final?

Bien, no estaba en el documento de trabajo, ni en las discusiones de la asamblea general, ni en las de los grupos del mismo idioma, ni en los informes de los grupos pequeños, sólo apareció, como de la nada, en el borrador del documento final.
Hubo algún rechazo por parte de los padres sinodales contra esta obvia manipulación. Significó que algunos votaran contra estos párrafos sobre sinodalidad, no porque no estuvieran de acuerdo con ellos, sino porque no estaban de acuerdo en que éstos, que tan mal encajaban en el documento, se introdujeran a última hora y sin razón alguna.

También se ha hablado mucho de la posibilidad de dar cierta autoridad doctrinal a las conferencias episcopales. Tal asunto estuvo en el orden del día de una de las reuniones de este año del C9, ese grupo de cardenales que lleva años y años asesorando al Papa para una reforma de la Curia que no llega.

Pues bien, ni sinodalidad, ni autoridad de las conferencias episcopales, ni gaitas. La Santa Sede ha cambiado el orden del día de la Plenaria de la Conferencia Episcopal de los EE.UU. Y lo ha hecho el día antes de que empezara la Plenaria. Y lo ha hecho en un tema delicadísimo, el de los abusos sexuales.

El cardenal Di Nardo ha sido el encargado de comunicar a sus colegas que todo lo que habían planeado de cara a esta Plenaria no vale prácticamente para nada. Y aunque ha sido sumamente diplomático al manifestar su confianza en la reunión del Papa con los presidentes de las conferencias episcopales de febrero, - es la excusa que ha usado Roma -, también ha dejado claro que la decisión de la Santa Sede le ha decepcionado.

Las reacciones no se han hecho esperar. Edawrd Peters, canonista al que hemos publicado unos cuantos artículos, ha resumido la situación perfectamente:

Hala sinodalmente. Actúa unilateralmente.

Ross Douthat, periodista especialista en información religiosa de The New York Times, a pesar de que los jesuitas quieren que le despidan de dicho periódico, ha escrito:

Es sinodalidad cuando los alemanes quieren algo. Es galicanismo cuando los americanos quieren algo.

Podría citar a muchos otros en un sentido similar (pe: Dwight Longenecher, .Raymond Arroyo, Laurie Goodstein, etc).  

En todo caso, a estas alturas la cuestión no es si la sinodalidad es una herramienta para anglicanizar la Iglesia -como se teme Mons. Fisher- o la puerta abierta para ceder aún más a las pretensiones de los obispos modernistas -puerta que se cierra a los tradicionales-. A estas alturas la cuestión es qué piensan hacer los seglares ante el espectáculo que día sí y día también contemplan sus ojos. En Estados Unidos se están organizando para tomar las riendas en el tema de los abusos. Y hay un dato que conviene tener en cuenta. El dinero lo ponen ellos. Y no parece que les haga gracia que el dinero que dan para sostener a la Iglesia tenga que dedicarse a pagar inmensas indemnizaciones a víctimas de abusos. Como apliquen aquello de que “el que paga, manda", de poco va a valer el intento de Roma de apagar el incendio que devora hoy la credibilidad de la Iglesia prometiendo que allá para febrero del año que viene se reunirán los bomberos para ver qué hacen.

Luis Fernando Pérez Bustamante