En su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados

Evangelio del jueces de la Octava de Pascua

Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu.
Y él les dijo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: «¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo: «Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras.
Y les dijo: «Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Luc 24,35-48

La resurrección de Cristo fue real, histórica, fisica, plena. Su cuerpo glorificado era, y es, verdadero cuerpo. En otras palabras, no fue un fantasma quien se apareció a los apóstoles sino el mismo que había caminado por ellos por los campos de Israel los tres años anteriores. 

Cristo hace con los apóstoles lo que hizo con los dos caminantes a Emaús. Les explica las Escrituras para que entiendan lo que han vivido. Y habla de lo que toca hacer a partir de entonces: ser testigos de su persona y su evangelio.

Precisamente una de las características de la predicación del evangelio es el llamado a la conversión para el perdón de los pecados. ¿Se hace tal cosa hoy en día? ¿predica la Iglesia habitualmente la necesidad de la conversión personal? Y si no se hace como se debe, cabe preguntar: ¿Acaso Cristo murió y resucitó para que los pecadores se quedaran esclavos de sus pecados? La primera misericordia hacia el pecador es señalar su pecado e invitarle al arrepentimiento del que obtendrá el perdón. 

Señor, abre nuestro entendimiento y conviértenos en testigos fieles de tu evangelio.

Luis Fernando

5 comentarios

  
Atanasio
Gracias por tu post, Luis Fernando. Tengo una curiosidad. Me da la sensación que hoy es abundante en la predicación católica la omisión (o falta) de conciencia de la necesidad de ésta 'predicación de la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos'. Y la raíz es que implícita (o explícitamente en algunos casos) se da por contado que el perdón ya ha sido dado, por lo tanto no hay llamada a la conversión. Y esto es terrible, porque esta llamada es más urgente que nunca (a los pueblos, a las culturas, a las grandes corporaciones....). No sé si esto es influencia protestante en la predicación católica y/o algo todavía peor. Me gustaría saber tu parecer. Gracias

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LF:
Sí, es terrible, pero no es influencia protestante sino modernista. En mis ocho años como protestante evangélico escuché muchísimas más predicaciones sobre la conversión que en mis 40 años como católico.
20/04/17 7:30 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Excelente meditación, Luis Fernando. Muchísimas gracias y rezo para que el Espíritu Santo te siga iluminando. Nos hace mucho bien leerte.

"Señor, abre nuestro entendimiento y conviértenos en testigos fieles de tu evangelio". Amén.
20/04/17 8:09 PM
  
Luis López
Cristo comienza y concluye su predicación en la tierra, llamando a la conversión.

En Galilea dirá: "Convertíos, que está cerca el Reino de los cielos" y en Jerusalén anunciará, poco antes de volver al Padre, que "se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos" y "Quien crea y se bautice se salvará"

Entre ambos momentos nos advertirá, de manera dramática, que "si no os convertís todos pereceréis".

Verdaderamente el grito de guerra de un cristiano es "Conversión o muerte". Y conversión radical, de verdad; un cambio radical en nuestra mente -metanoia- y en nuestras vidas y conductas: Porque "Quien toma el arado y sigue mirando atrás no es digno del Reino de los Cielos" . .

Como dice San Pablo, que sea mismo Cristo el que viva en nosotros. .
20/04/17 10:12 PM
  
Luis Fernando
Hernán, eso me parece una tontería.
21/04/17 7:48 AM
  
Atanasio
Gracias
21/04/17 8:26 PM

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