Si no creéis que "Yo soy", moriréis en vuestros pecados

Evangelio del martes de la quinta Semana de Cuaresma:
De nuevo les dijo: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros».
Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: “Donde yo voy no podéis venir vosotros”?».
Y él les dijo: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados: pues, si no creéis que “Yo soy” ° , moriréis en vuestros pecados».
Ellos le decían: «¿Quién eres tú?».
Jesús les contestó: «Lo que os estoy diciendo desde el principio. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me ha enviado es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él».
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que “Yo soy”, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada».
Cuando les exponía esto, muchos creyeron en Él.
Jn 8,21-30
Cuando Moisés preguntó a Dios cómo debía presentarse ante el pueblo de Israel, esta fue la respuesta:
Moisés replicó a Dios: «Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?”, ¿qué les respondo?». Dios dijo a Moisés: «“Yo soy el que soy”; esto dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me envía a vosotros»
Ex 3,13-14
Por tanto, cuando Cristo dice “si no creéis que “Yo soy", moriréis en vuestros pecados", está haciendo una declaración de su plena divinidad. Cristo es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios del Antiguo Testamento. Y quien no cree en Dios, ¿cómo va a ser salvado por Dios?
Nada hay más desgraciado para el hombre que morir en sus pecados, alejado eternamente de la comunión con Dios. Y Dios se nos ha revelado en la persona del Hijo, de quien recibimos la salvación.
Es por ello imprescindible que la Iglesia predique a tiempo y a destiempo quién es Jesucristo. No es un mero profeta, no es un mero hombre, no es un dios menor como enseñan los herejes de ayer y de hoy. O creemos que Cristo es el “Yo soy” o nos condenamos irremediablemente. De ahí la absoluta necesidad de que la Iglesia reprenda y excomulgue a quienes oculten, nieguen o disminuyan con ardides exegéticos esa gran verdad.
No caben componendas pastorales ni complicidades criminales con quienes matan el alma propia y ajena destruyendo, si tal cosa fuera posible, al Cristo de la Fe bajo la excusa de exponer un falso Cristo de la historia. Cristo es quien dice ser y quien por los evangelios sabemos que es. Nada de esta Cuaresma tendría sentido si nuestra alma negara o albergara una duda pertinaz sobre Aquél de quien el Credo dice que es “Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado".
Jesucristo, Hijjo de Dios, ten piedad de nosotros, pecadores, muéstranos al Padre y junto con Él envíanos al Espíritu Santo para que limpie nuestras almas de toda iniquidad.
Luis Fernando









