¿Podrían al menos tener la decencia de no esconderse tras pobres y niños muertos?

A estas alturas de la película a nadie puede extrañar que una monja, un sacerdote, un obispo, un cardenal, un etc, haga declaraciones que contradicen el árbol del dogma católico en cualquiera de sus ramas. Lo realmente novedoso es que surjan nuevas voces, aparte de las de siempre, a defender la fe católica de la burla y mofa pública a la que es sometida. Como dice el P. Jorge González, “nunca pasa nada".
Acostumbrado a que la fe católica no sea defendida por los primeros que tienen el deber y la obligación de defenderla, reconozco que hay algo que todavía consigue alterarme. Es lo que ocurre cuando, como acaba de suceder con la intervención de cierta “monja” en un programa de La Cuatro, se produce una reacción algo más airada por parte de los fieles. ¿Qué hacen entonces los que se han cachondeado de la fe de los más sencillos? Se hacen las víctimas. ¿Y qué más hacen? Se esconden detrás de los pobres o, como el caso del arzobispo de Tánger, detrás de un pequeñuelo de seis años que ha sido encontrado muerto en una playa gaditana, sin duda víctima de un fracasado intento de cruzar el Estrecho. Como si ellos tuvieran el monopolio de la misericoria hacia los más necesitados. Como si solo ellos sufrieran ante el sufrimiento de los más débiles.
Ya que no tienen la decencia de respetar el dogma católico mientras viven de la Iglesia Católica, podrían al menos tener la vergüenza de no usar a pobres y niños muertos como escudo y arma de ataque contra los pocos fieles que todavía creen que merece la pena protestar por sus herejías.
O, en otras palabras:
¡NO TENGAN USTEDES LA POCA VERGÜENZA DE INSTRUMENTALIZAR EL SUFRIMIENTO Y LA MUERTE DE LOS MÁS NECESITADOS PARA JUSTIFICAR LA OFENSA A NUESTRA FE!
Es que, ¿saben qué pasa? Que muchos, cada vez más, estamos hartos. Y esto, de una u otra manera, no va a acabar bien.
Sean todo lo herejes que les permita este momento tan dramático en la historia de veinte siglos de catolicismo. Pero dejen a los niños muertos en paz. Basta ya de tanta maldad. Basta ya.
Luis Fernando Pérez Bustamante



