Siria. Mismos protagonistas. Mismos errores. Mismas víctimas

Todo indica que estamos ante una nueva reedición de una metedura de pata colosal por parte de eso que se conoce como “Occidente". Esta vez va a ser en Siria, país que lleva inmerso en una guerra civil desde hace largos meses. La excusa es el supuesto uso de armas químicas contra la población civil por parte del régimen.

Que se ha usado ese tipo de armamento parece demostrado. Que haya sido idea del mismísimo Bashar al-Asad ya no está tan claro. No porque ese sujeto, ideológicamente afín al Saddam que gaseaba kurdos, no sea capaz de cometer semejante atrocidad. Pero no tiene sentido que en un momento en que la guerra ha entrado en una fase más o menos favorable a su régimen, sea tan obtuso como para llevar a cabo una acción que puede servir de justificación para que le bombardeen norteamericanos y europeos. Ya me dirán ustedes qué puede ganar el tirano sirio llenando los medios de comunicación occidentales de niños fallecidos tras una agonía neurológica espantosa.

A estas altura de la película, sabemos que en este tipo de conflictos juega un papel importantísimo el combate por ganar el respaldo de la opinión pública internacional. Y como es claro que los opositores al régimen sirio han demostrado ser mayormente unos salvajes, no descarto que todo haya sido una fruto de una estratagema para presentar al líder baazista como un ser repugnante y despreciable.

Una de las cosas que más me llama la atención de “Occidente” -Obama, Hollande y Cameron- es esa especie de hipersensibilidad sobrevenida fruto del uso de armas químicas. En Siria llevan bombardeando la población civil desde hace mucho tiempo. Yo creo que los muertos son igual de dignos cuando mueren bajo una bomba que cuando mueren tras respirar gas sarín. Ciertamente es mejor morir de golpe que tras sufrir convulsiones, pero el resultado final es el mismo: inocentes pagan los platos rotos.

Lo último que ha partido de la administración Obama es que el ataque que pueden llevar a cabo no busca derrocar al régimen sirio. Que va a ser solo una advertencia. Pues digo yo que si de lo que se trata es de “advertir", bastan las palabras. No hace falta enviar misiles que lleven en su cola una pancarta que rece “Bashar, que sepas que te estamos advirtiendo”. Si de lo que se trata es de que el régimen entienda que los países occidentales pueden llevar a cabo una intervención militar, basta con recordarle lo que ha pasado en Libia, Irak o Afganistán. No vaya a ser que con un advertencia a misilazos, la población siria cercana al lugar donde se realice el ataque acabe añadiendo cifras a la lista de muertos y heridos.

El régimen ya ha advertido que si se le ataca, va a responder. Y como quiera que Israel está bien cerquita, podemos hacernos una idea de por dónde irá su respuesta. Y también cuál será la reacción del estado judío. Si así ocurre, entraremos en una escalada militar de incalculables consecuencias. Saddam Hussein intentó meter a los israelitas en el conflicto. Pero lo que él no consiguió, lo mismo sí lo consigue Al-Asad

No está de más que recordemos que lo que se juega en Siria no es si ganan los buenos o los malos. Allí todos son malos. Reconozco mi incapacidad de entender la razón por la que los gobernantes occidentales piensan que es mejor para ese país un régimen fundamentalista islámico que una dictadura de corte laicista. Eso de que hay que llevar la democracia al país es una broma pesada. Para los islamistas, la democracia ses buena si sirve como instrumento para alcanzar el poder. Una vez alcanzado, adiós a la libertad. Salvando las distancias, es lo que pasó en Alemania con Hitler, que llegó al gobierno tras ganar unas elecciones.

Lo único que tenemos claro es que los cristianos sirios no quieren la victoria de los que se oponen al régimen. Como en Egipto, saben que la llegada del fundamentalismo islámico al poder es una pesadilla de la que hay que escapar. No hay más que ver lo que ha ocurrido en Irak. La caída del régimen de Saddam -en muchos aspectos deseable- ha sido seguida de un éxodo masivo de cristianos en busca no ya de una vida mejor, sino de simple y llanamente una vida. De hecho, no pocos cristianos iraquíes acabaron trasladándose a Siria. ¿A dónde van a ir si llegan los islámicos gracias a la intervención irresponsable de Occidente?

En este “deja vu” que nos toca vivir, lo único claro es que se repiten los mismos protagonistas, los mismos errores y las mismas víctimas. Lo único que cambia, al menos en España, es que se vuelve a demostrar que la izquierda considera que el pacifismo es una especie de ramera a la que se alquilan sus servicios solo cuando interesa. Si el que ataca se llama Bush, la izquierda se tira a la calle. Si el que lo hace se llama Obama, todos en casa. Lo único que quizás les haría cambiar es que Rajoy decidiera poner sus pies en una mesa mientras apoya una intervención militar en Siria. Pero seguramente Mariano anda más pendiente de la Vuelta ciclista a España que de lo que ocurre en Oriente Medio.

La Iglesia, como siempre, parece ser la única voz sensata. Y, también como siempre, nadie la hará caso.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: Declaraciones sumamente interesantes y acertadas del responsable de relaciones internacionales del patriarcado ruso

1 comentario

  
Luis Fernando
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28/08/13 11:50 AM

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