Obispo nuevo, ¿vida nueva?

Dado que la Iglesia no es una máquina de hacer personas idénticas, es habitual que los cambios de obispos en las diócesis vengan a veces acompañados de polémicas causadas tanto por la impronta nueva del pastor recién llegado como por el desacuerdo de quienes se sentían más “a gustito” con el anterior prelado.

Cuando el cambio de persona supone además una especie de revolución pastoral -sea a mejor o a peor- debido a las “tendencias” eclesiales del nuevo obispo, es inevitable que el patio se altere mucho. Para que no digan que me escondo, hablaré de lo ocurrido en mi propia diócesis. En Huesca tuvimos como pastor a Mons. Javier Osés, que fue obispo auxiliar desde finales del 1969 hasta el año 1977, cuando fue nombrado obispo titular. En agosto del 2001 se le aceptó la renuncia y falleció apenas dos meses después. Es decir, estamos hablando de 32 años como obispo en Huesca, 24 de ellos como ordinario. Es sabido que don Javier -muy querido por los oscenses dada su calidad humana- era de los obispos más “progresistas” de la Iglesia en España en la era postconciliar. Como quiera que yo llegué acá en el verano del año 2000, apenas pude conocerle. Pero sí que conozco, y bien, el tipo de iglesia local que quedó tras su partida.

Tras un largo periodo de transición, en el que estuvimos bajo el cuidado pastoral de Mons. Omella, a la sazón obispo de la diócesis vecina de Barbastro, en diciembre del 2003 llegó a tierras oscenses Mons. Sanz Montes, ofm, al que se le encargó no solo ser obispo de Huesca sino también de Jaca, cuyo anterior obispo, Mons. Conget, era de una sensibilidad eclesial parecida, aunque bastante menos escorada que la de Mons. Osés.

Sin embargo, el obispo franciscano era, y es, exactamente lo contario en cuanto a dicha sensibilidad. Y claro, su acción de gobierno tuvo una clara oposición por los sectores más “progresistas” del clero oscense, que no vieron con buenos ojos un cambio tan radical. Prefiero no entrar en los detalles porque ya llegará el momento en que escriba sobre ello. Lo cierto es que tras la partida de don Jesús para ser el arzobispo de Oviedo, Roma nos envió a Huesca y Jaca a Mons. Ruiz Martorell, que sin ser la reencarnación eclesial de Mons. Osés -y quien diga lo contrario, falta a la verdad-, sí que supone un nuevo giro pastoral hacia una “sensibilidad” distinta. Tan es así que sus primeros nombramientos importantes, en el seminario, han conllevado la aparición de un blog, Oscaiglesia, que va camino de ser una especie de “Germinans germinabit oscensis” y que ha conseguido poner patas arribas la diócesis. Pero tampoco me toca ahora opinar sobre esa circunstancia. Hay más días que longanizas y ya veré cuando escribo sobre ello.

Casos similares han ocurrido en otras diócesis. Uno de los ejemplos más notables es el caso de la de San Sebastián, donde parece evidente que Mons. Munilla no encarna el mismo modelo de episcopado que representaban Mons. Uriarte y, sobre todo, Mons. Setién.

Precisamente hoy el director de RD, José Manuel Vidal, se hace eco de la queja de un sacerdote gaditano, al que no le hace ninguna gracia que su nuevo obispo, Mons. Rafael Zornoza, esté “volviendo a la diócesis como un calcetín. Si leen ustedes el motivo de las quejas, comprenderán que lo que quiere el nuevo obispo gaditano va en la línea de lo que Roma desea para España, al menos si atendemos a la mayoría -hay excepciones- de los nombramientos episcopales habidos en este país en la última década.

Puede que eso moleste mucho a los que añoran los tiempos en que la Iglesia en España estaba bajo el timón de los Tarancón, Díaz Merchán, Yanes y cía, pero cualquier fiel entenderá que es mejor que los obispos españoles estén más cerca de lo que la Santa Sede desea que lo que echan de menos los Vidales, Tamayos y Casaldáligas. Con esto no digo que los obispos de hace dos o tres décadas no estuvieran en comunión con el Papa. Pero incluso en la comunión hay grados y tendencias. Es más, si ellos llegaron al episcopado, es porque Roma creía que representaban el modelo de pastor ideal para la España postconciliar. El resultado es el que todos sabemos y ahora toca ver cuál es el resultado de la acción de los nuevos obispos.

Hay quien dice que no es conveniente que se den cambios radicales en la diócesis. Y que no tiene sentido nombrar un obispo que sea muy distinto del anterior. Que si se quiere una transición, lo ideal es buscar pastores que no supongan una ruptura visible con sus predecesores aunque ya vayan dando un giro a la realidad diocesana. Pero no es menos cierto que la tibieza es mala compañera de la acción pastoral. Y que un buen pastor sabrá dirigir su iglesia local con la paciencia y la caridad necesaria para no poner todo del revés en menos que canta un gallo. Los obispos están para facilitar la comunión, no para destruirla. Pero en esa tarea no pueden asumir que se mantengan por mucho tiempo elementos en sus iglesias que supongan un factor de securalización interna y la asunción de presupuestos que rompen con la hermenéutica de la continuidad del Concilio Vaticano II, que es aquello que el Papa quiere para toda la Iglesia.

La labor de los obispos es harto complicada. Es obligación de sacerdotes y fieles rezar por ellos y colaborar filiamente para que la Iglesia pueda desempeñar fielmente su servicio al Señor y al mundo. Dicho eso, la opinión pública dentro de la Iglesia es un deber, tal y como advirtió Pío X. Y el Concilio Vaticano II exhorta a los fieles a trasladar a los pastores “sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo. Conforme a la ciencia, la competencia y el prestigio que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su parecer acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia“. Si eso se hace bien, sin faltar a la caridad, nuestras diócesis irán por el buen camino. Si no, seremos causa de escándalo ante los no creyentes. Y el Señor nos pedirá cuentas por ello.

Asidos a la gracia de Dios, seamos instrumentos de comunión, de caridad y de verdad.

Luis Fernando Pérez Bustamante

10 comentarios

  
josep
bueno, al principio hay un cambio pero después nos vamos acomodando......
11/09/12 11:56 AM
  
Fran
Sí, bueno, claro que los obispos están para garantizar la "comunión", pero comunión ¿en qué? En la fe de la Iglesia, ¿no? Lo que no se puede ni se debe hacer, es contentar a los disidentes habituales y entristecer a los fieles habituales, que suelen ser muy sufridos, pero desde luego dan mucho menos la lata a los obispos que aquéllos. La "pax romana" en una diócesis no puede estar basada en meras "sensibilidades" o "tendencias", porque a menudo son términos para justificar y para apaciguar a los disidentes. Nunca habrá verdadera paz así en una diócesis y todos los obispos deberán saberlo.

---

LF:
Pues sí.
11/09/12 1:38 PM
  
Eduardo Jariod
'Y el Concilio Vaticano II exhorta a los fieles a trasladar a los pastores “sus necesidades y sus deseos con aquella libertad y confianza que conviene a los hijos de Dios y a los hermanos en Cristo." '

Cierto, pero como en cualquier otra faceta de la vida, con unos pastores puedes confiar parte, mucho o todo lo que te preocupa, y con otros apenas compartes poco más que el saludo (con algunos, ni eso). Además, está el clima o, si se quiere, el orden de las cosas. Y este sigue siendo bastante refractario a la presencia del laicado más allá de la más alejada periferia de la vida eclesial. Por un lado, se nos dora la píldora sobre la capital importancia de nuestra presencia en la Iglesia; y cuando sales de los textos para bajar a la (cruda) realidad, nuestra presencia sigue siendo asistir, oir y callar. Así no hay confianza posible, más que la que se construye como en cualquier otra realidad humana: en el cultivo de una relación humana, afectiva, con un sacerdote.

No me extraña que desde esa estructura eclesial fortísimamente clericalista, algunos prefieran relacionarse con el compañero de trabajo o con el charcutero, que además son más simpáticos.
11/09/12 2:17 PM
  
Jorge López
Editado:
Tan cierto es que he retirado eso del post. Grave error el mío.
Gracias por avisar.
11/09/12 3:29 PM
  
Haddock.
"Hay quien dice que no es conveniente que se den cambios radiales en la diócesis"
Sí,y me parece muy bien.Pero en la diócesis de San Sebastián, el no hacer un cambio radical, hubiera sido un acto suicida de Dontancredismo. Y el morlaco progre-nacionalista habría derribado la única bóveda ojival que le quedaba a La Iglesia por estos lares.
Obispo nuevo ¿Vida nueva? En este caso sin duda alguna. La vida nueva es una criatura todavía pequeñita,que no conoce la TVC (no me refiero a la tv catalana, sino a la charanga Tamayovidalcasáldiga), y aunque,estando en la primera etapa de su desarrollo es despreciada, y sobretodo odiada,da gusto el ver lo guapa que está...y lo robusta que viene.
11/09/12 4:48 PM
  
Alonso Gracián
Don Rafael Zornoza está haciendo muchísimo bien en Cádiz, es un verdadero pastor, que quiere gobernar, y que sus ovejas no se dispersen. Para Cádiz es una bendición, lo necesitábamos, era excesivo ya el desorden y la mundanización..

Un saludo en Cristo
11/09/12 6:10 PM
  
Asturiano Creyente
Me parece un artículo excelente y que pone el dedo en la llaga del afán de protagonismo de muchos clérigos que se erigen en papas de su iglesia local, y no se adhieren al servicio que promueve el Santo Padre reinante: auténticos guías ciegos. Y luego está el carácter envidioso de algunos que intentan por todos los medios acabar con un buen apostolado de su predecesor para borrar su memoria, insisto, por pura envidia, aún en casos que aquel ya había fallecido. Vamos: el cristianismo al revés. Son ejemplos claros de comportamientos que debieran ser puestos bajo la tutela de los siquiatras. Pero antes muertos que sencillos: echarán la culpa a los demás: la soberbia no da para más, ni para menos.
11/09/12 7:34 PM
  
Gregory
Los Obispos estan en comunión con el papa eso es fundamental de hecho fue el papa quien los nombro, hace 30 años era así y hoy es asi. Lo que cambia es la persona que tiene su talante y estilo particular.Eso sin mencionar que el momento histórico es variante tambíen aunque aun en esos caso la comunión con el papa es fundamental.
11/09/12 9:32 PM
  
Javier
Respecto a lo del nuevo obispo de Huesca, cierto es que cada obispo puede tener sus propias sensibilidades distintas a las del anterior, pero en el caso de Huesca es escandaloso la política de destrucción de todo aquello que hizo el anterior y la marginación de las personas afines a D. Jesús.

----

LF:
Aquí la alegría y la pena va por barrios. Veremos como queda la cosa cuando todos los nombramientos se hagan oficiales.
12/09/12 10:26 PM
  
CADIZ
El artículo me parece correcto, sin mojarse pero correcto, estoy de acuerdo en que todo cambio supone un revuelo, pero hay aptitudes personales que no tienen nada que ver con Roma. Año de la fe, evangelizarnos para evangelizar, esta tarea no podemos emprenderla con una imagen de ser un chico guay, bromista, incluso en ocasiones dando sensación de que nos saltamos protocolo y en las distancias cortas ser despota no tener respeto a los demás y nombrar colaboradores a personas que el sentido de diócesis en ellos ha brillado hasta ahora por su ausencia. De todas formas lo que mas me preocupa son los laicos, no digo que cualquier tiempo pasado fuera mejor ni peor pero es el propio Concilio Vaticano II el que realza la corresponsabilidad del laico en la Iglesia hasta tal punto de que aquella sin estos no es. ¿Hasta que punto puede una persona, sea lo que sea, saltarse eso a la torera? ¿A quien va a destinar al campo de la evangelización si no cuenta con los laicos, a los nuevos colaboradores?. En una época de crisis económica gravísima y de ateismo extremo ¿vamos a volver a cerrar las puertas de la Iglesia al mundo?
14/09/12 10:06 AM

Dejar un comentario



No se aceptan los comentarios ajenos al tema, sin sentido, repetidos o que contengan publicidad o spam. Tampoco comentarios insultantes, blasfemos o que inciten a la violencia, discriminación o a cualesquiera otros actos contrarios a la legislación española, así como aquéllos que contengan ataques o insultos a los otros comentaristas, a los bloggers o al Director.

Los comentarios no reflejan la opinión de InfoCatólica, sino la de los comentaristas. InfoCatólica se reserva el derecho a eliminar los comentarios que considere que no se ajusten a estas normas.