(410) Amoris lætitia-14, y el martirio

––Maderno - Sta. Cecilia, mártir

–Ahora va a resultar que…

–Lea y no rezongue.

Este artículo lo escribí el pasado sábado 10, memoria de la mártir Santa Eulalia, pero me pareció conveniente demorar su publicación porque han seguido entrando muchos lectores en mi artículo anterior, el (409) sobre El elogiado P. Häring.

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En el año 304, pocos años antes de cesar las persecuciones del Imperio romano contra los cristianos (313), un 10 de diciembre, la niña de 12 años, Eulalia, murió en Mérida mártir de Cristo. Desde entonces, sin cansarse, la Iglesia sigue venerando y celebrando su memoria en la liturgia, para la gloria de Dios, de Eulalia y de la Santa Iglesia.

«La sangre de la gloriosa mártir San Eulalia, derramada, como la de Cristo, para confesar tu Nombre, manifiesta las maravillas de tu poder. Pues en su martirio, Señor, has sacado fuerza de lo débil, haciendo de la fragilidad tu propio testimonio, por Cristo nuestro Señor» (pref. mártires).

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Santa Eulalia de Mérida (292-304)

Mérida, Augusta Emérita, fundada el año 25 antes de Cristo por Augusto para los soldados eméritos de la guerra de Roma contra los cántabros rebeldes, era a finales del siglo III capital de Lusitania y una de las más importantes ciudades hispano-romanas de la península ibérica.

Allí vivía la cristiana y aristocrática familia de Eulalia, que conociendo el ímpetu martirial de la niña, se trasladó a vivir a una finca de campo. Una noche, conmovida la niña por el ejemplo de tantos mártires cristianos que, negándose a ofrecer incienso a los dioses romanos, preferían la muerte antes que separarse de Cristo, se escapó de su casa, y caminando sola y en la oscuridad, llegó a Mérida y se presentó ante los magistrados romanos confesándose cristiana.

Prudencio (Aurelius Prudentius Clemens, Calahorra 348-410), el mayor poeta cristiano de la época, que escribió con frecuencia himnos y poemas en honor de los mártires, narra el martirio de la niña Eulalia, fundamentado en las actas escritas por un testigo ocular del juicio y del martirio.

De madrugada, antes de la salida del sol, llegó Eulalia a la ciudad y se presentó ante el tribunal, confesando su fe en Cristo.

–«Si buscáis cristianos, aquí me tenéis a mí. Soy enemiga de vuestros dioses. Con la boca y el corazón confieso al Dios verdadero. Isis, Apolo, Venus y aun el mismo Maximiliano son nada»…

–«Antes de que mueras –le dijo el pretor–, atrevida rapazuela, quiero convencerte de tu locura… Tu casa, deshecha en lágrimas, te reclama. Gimiendo está la angustiada nobleza de tus padres… Mira, ahí están preparados los instrumentos del suplicio: o te cortarán la cabeza, o te despedazarán las fieras, o serás echada al fuego, y los tuyos te llorarán con grandes lamentos, mientras tú te revolverás en tus propias cenizas. ¿Qué te cuesta, di, evitar todo eso? Con que toques con la punta de tus dedos un poco de sal y un poquito de incienso, quedarás perdonada».

Eulalia no le respondió, sino que arrojó al suelo los ídolos, y de un puntapié echó a rodar la torta sacrificial puesta sobre los incensarios. Dos verdugos entonces se apresuraron a desgarrar su cuerpo con garfios, a azotarla hasta vestirla con su propia sangre, aplicándole luego llamas de fuego por todo su cuerpo. Pero la niña soportaba todos esos espantosos sufrimientos con serenidad sobrehumana. Era un 10 de diciembre. Una nevada cayó sobre el foro, y el cuerpecito destrozado de Eulalia, abandonado en la helada intemperie, fue cubierto por Dios, guardándolo bajo una blanca mantilla de nieve… Los cristianos recogieron sus restos, dándoles sepultura, sobre la cual, pocos años después –según testimonio ocular de Prudencio– se edificó una grandiosa basílica de mármol bruñido.

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–Cristo enseña con su palabra y su ejemplo la necesidad del martirio

Poco antes de su Pasión, en la última Cena, dice a los apóstoles: «Conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre, y que, según el mandato que me ha dado el Padre, así hago. Levantaos, vámonos de aquí» (Jn 14,31). Y se fueron a Getsemaní. Él sabe bien que (343) Los que aman a Dios son los que guardan sus mandamientos, y quiere que su obediencia al mandamiento divino sea entendida como la manifestación suprema de su amor al Padre. Obedece al Padre totalmente porque le ama totalmente. Por eso es «obediente hasta la muerte, y muerte de cruz» (Flp 2,8). Esa obediencia que el nuevo Adán ofrece al Padre, muriendo en sacrificio de expiación, trae al mundo entero la salvación. Y es la que todos los cristianos estamos siempre llamados a vivir.

La evangelización del mundo es realizada principalmente por los mártires

Esa verdad se comprueba en toda la historia de la Iglesia. No hay evangelización sino en la medida en que hay mártires. En los primeros siglos de la Iglesia, muchos paganos espectadores del martirio sufrido por los cristianos reaccionan como el centurión ante la Cruz o como aquellos testigos de la muerte de Cristo en el Calvario, que volvieron a Jerusalén golpeándose el pecho y confesando la fe en Jesús (Lc 23,47-48).

San Justino (+163) argumenta a los paganos: «¿Que hombre impuro y pervertido puede recibir con alegría la muerte que le priva de todos los bienes? ¿No preferirá más bien gozar de la vida presente? ¿No se ocultará de los magistrados antes que exponerse a la muerte voluntariamente?» (II Apología 12).

De laude martyrum, obra anónima del tiempo del emperador Decio (249-251). «Mientras manos crueles desgarraban  el cuerpo del cristiano, yo oía las conversaciones de los asistentes… “Hay algo, no sé qué, de grande en esa resistencia al dolor” [que podrían evitar]. “Estoy pensando en que tiene hijos y una esposa… Pero ni el amor paterno ni el amor conyugal pueden quebrantar su voluntad”… “Es para meditar en aquella creencia que permite a un hombre padecer tanto y consentir en morir”» antes que renegar de ella (n.5).

Arnobio, convertido al cristianismo, como Justino, por el testimonio de los mártires, escribe en el siglo IV: «¿Que es la enfermedad comparada con las llamas, el caballete, las chapas ardientes…? En medio de estos dolores ha habido quien ni siquiera ha gemido; menos aún, ni siquiera ha suplicado; menos, no ha respondido; menos todavía, ha sonreído, ha sonreído de buen grado» (Epistola 78).

Casi todos los paganos convertidos al cristianismo –también no pocos magistrados, verdugos, soldados, carceleros– lo hicieron, por la gracia de Dios, conmovidos por el modo de sufrir y de morir de los mártires. Y así ha sido siempre. En 1888, pasada la terrible persecución anticristiana de Conchinchina, un misionero narra que en lo más duro de la persecución un pagano le pidió el bautismo.

–«¿Y cómo ha sido tu conversión?

–«Porque he visto morir a cristianos, y quiero morir como ellos mueren. He visto echarlos a los ríos y pozos, quemarlos vivos y atravesarlo con lanzas. Y todos morían con una alegría que me dejaba asombrado, rezando y animándose unos a otros. Solamente los cristianos mueren así, y por eso me he convertido» (Anales de la propagación de la fe, enero 1889, pg. 33).

Y la misma eficacia evangelizadora se ha producido siempre en otros martirios no sangrientos, pero equivalentes, y mucho más frecuentes y numerosos. Éstos siempre están presentes, para edificación de los fieles y la conversión de los paganos. Son testimonios (martirios) continuos en la vida de la Iglesia. Por ejemplo, una esposa y madre de familia que, todavía joven, es abandonada por su marido, que le impone el divorcio. Y permanece sola, sacando adelante a sus hijos y rechazando en absoluto a quienes la pretenden y le ofrecen su ayuda. Resistiendo también, quizá, el consejo de sus familiares y de su párroco: «Dios nos ama y es misericordioso, y quiere que sus hijos vivan felices»… Pero ella, antes que cometer adulterio, prefiere sufrir los mayores trabajos y soledades. El camino cristiano está perfectamente señalado, y sólo se pierde el que voluntariamente se sale de él:

El Maestro «decía a todos [no a un grupo especial de ascetas]: “Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará”» (Lc 9,23-24; cf. Mt 16,24-25; Mc 8,34-35).

 

La permisividad de la Iglesia con los pecadores impenitentes –por ejemplo, con los divorciados adúlteros– no es un acto maternal de misericordia, sino que facilita su permanencia en el pecado y frena notablemente la evangelización del mundo. Sin testimonios fuertes (martirios), como el que da, por ejemplo, la mencionada esposa abandonada, que permaneciendo fiel a su matrimonio indisoluble, se guarda fiel al amor de Cristo esposo, no hay evangelización. Y sin esa firmeza martirial una Iglesia local se pierde, contribuye a la perdición de sus hijos y se va arruinando.

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La Amoris lætitia

El amor a Dios y la obediencia a sus mandatos van inseparablemente unidos. En cuanto al matrimonio y el adulterio, concretamente, el hombre recibe de Dios un mandamiento, que no solamente queda escrito en las tablas del Decálogo, sino que ya desde el principio está inscrito en la propia naturaleza humana, en la ley natural, pues Dios «los creó varón y mujer», el uno para el otro. Ese mandamiento, relajado lamentablemente en la historia de Israel, es reiterado por Cristo, el Salvador del mundo, el que salva el matrimonio: «lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (mandato que prohíbe el divorcio); y «no cometerás adulterio» (mandato que prohíbe el adulterio).

¿Podrá estar en gracia –en amor de amistad con Dios– aquel que consciente y libremente desobedece estos mandatos divinos, y persiste en vivir en un modo que Dios prohíbe?

 

Cuatro Cardenales han hecho a la Iglesia cinco preguntas. La primera dice así:

«1. Se pregunta si, según lo afirmado en la “Amoris lætitia” nn. 300-305, es posible ahora conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, en consecuencia, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando unida por un vínculo matrimonial válido, convive “more uxorio” con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por “Familiaris consortio” n. 84 y luego confirmadas por “Reconciliatio et poenitentia” n. 34 y por “Sacramentum caritatis» n. 29. La expresión “en ciertos casos” de la nota 351 (n. 305) de la exhortación “Amoris lætitia» ¿puede aplicarse a divorciados que están en una nueva unión y siguen viviendo “modo uxorio”?».

Si la respuesta fuera Affirmative, con ella 1) se negaría la indisolubilidad del matrimonio, 2) se admitiría la bigamia y la poligamia, 3) se reconocería a los cristianos el derecho a rechazar el martirio, cuando «en ciertos casos» la obediencia al mandamiento de Dios les resultara extremadamente penoso y 4) se multiplicarían los abusos sacrílegos contra la Eucaristía. «El sacrilegio es un pecado grave sobre todo cuando es cometido contra la Eucaristía» (Catecismo 2120). 

Lamentablemente, ya de hecho los Obispos de no pocas Iglesias locales han dado por su cuenta respuesta afirmativa a esa 1ª pregunta –no respondida oficialmente–, y autorizan a dar la comunión «en ciertos casos» a quienes viven y piensan seguir viviendo en adulterio, es decir, en un modo ciertamente contrario a la voluntad expresa del Señor. Puede comprobarse, por ejemplo, en las directivas dadas por el presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas o en la diócesis de San Diego (California, EE.UU.) y en tantas otras regiones de la Iglesia actual. Concretamente, el acceso incondicionado a la Eucaristía –no solamente «en ciertos casos» y con un discernimiento pastoral previo–, está «normalizado» hace bastantes años en ciertas diócesis de Alemania, Austria, Bélgica, etc., a pesar de que la Iglesia ha condenado repetidas veces esa forma de actuar.

Por el contrario, la Iglesia ha enseñado siempre que «a nadie es lícito participar de la eucaristía si no cree que son verdad las cosas que enseñamos [fe] y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la regeneración [bautismo], y no vive como Cristo nos enseñó [cumpliendo sus mandamientos, estando en gracia]» (San Justino, hacia el 150, I Apología 66. Cf. Trento 1555, Dz 1661).

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«En ciertos casos», se nos está diciendo, puede comunicarse la Eucaristía a adúlteros crónicos, impenitentes e incontinentes. En ciertos casos… El discernimiento pastoral, acompañando a los adúlteros, debe examinar la cuestión «caso por caso»…

Amoris laetitia (298). «Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones [normas] demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral. Existe el caso de una segunda unión consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad, entrega generosa, compromiso cristiano, conocimiento de la irregularidad de su situación y gran dificultad para volver atrás sin sentir en conciencia que se cae en nuevas culpas».

(301) «Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender “los valores inherentes a la norma” [Familiaris consortio 33] o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa». La Iglesia madre debe ayudar a quienes se ven en estas situaciones. y «en ciertos casos, podría ser también [con] la ayuda de los sacramentos» de la Penitencia y de la Eucaristía (Cf. 305, nota 351).

No vemos modo de conciliar esa doctrina y disciplina con los mandatos de Cristo, tal como han sido y son  enseñados y mandados en la Iglesia católica durante veinte siglos de modo universal y continuo.

 

–«El bien de los hijos» suele invocarse 

1º.–como causa justificante de la no-separación de la pareja, si convive en continencia. Se dan casos en que es lícito que continúe la convivencia «por motivos serios –como, por ejemplo, la educación de los hijos–»; pero entonces han de vivir «en plena continencia, es decir absteniéndose de los actos propios de los esposos» (Familiaris consortio 84). Se dan casos. Ahora bien, pensemos que en miles y miles de divorcios la pareja rompe voluntariamente la convivencia, y ya la sociedad tiene prevista la protección de los hijos –juez de familia, tutelas compartidas, visitas, ayudas económicas, etc.–, de tal modo que aunque estos remedios sean siempre precarios, los que quieren separarse se separan. Pues bien, en principio los cristianos adúlteros deben querer separarse, para salir de una situación prohibida por Cristo y de una ocasión próxima de tentación y pecado. Y fuera de algunos casos especiales, esa separación será conveniente y viable.

2º.–como causa justificante de la continuidad de la convivencia «more uxorio», de tal modo que, en ciertos casos, según se nos dice, conviene que los padres adúlteros, por el bien de los hijos, continúen sus relaciones sexuales. Así lo afirma, por ejemplo, el numeroso grupo de obispos de la región eclesiástica de Buenos Aires, presididos por el cardenal Poli, en el documento Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris lætitia.

(n. 5) «Cuando las circunstancias concretas de una pareja lo hagan factible, especialmente cuando ambos sean cristianos con un camino de fe, se puede [no dicen se debe] proponer el empeño de vivir en continencia. Amoris lætitia no ignora las dificultades de esta opción» (…) Aducen aquí lo que en Gaudium et spes 51 dice el concilio Vaticano II  hablando del matrimonio, no del adulterio: «cuando la intimidad conyugal se interrumpe», etc. Es una cita falsamente aducida.

(n. 6) «En otras circunstancias más complejas, y cuando no se pudo obtener una declaración de nulidad, la opción mencionada [convivir como hermanos] puede no ser de hecho factible [sic]. No obstante, igualmente es posible un camino de discernimiento. Si se llega a reconocer que, en un caso concreto, hay limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad (cf. AL 303-302), particularmente cuando una persona considere que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión, Amoris laetitia abre la posibilidad del acceso al sacramento de la Reconciliación y de la Eucaristía (cf. notas 336 y 351)».

Ahora bien, enseña el Catecismo que «la fornicación es la unión carnal entre un hombre y una mujer fuera del matrimonio» (2353). Por el contrario, afirman los Obispos bonaerenses –si no les hemos entendido mal– que puede ser conveniente que los padres adúlteros persistan en su crónica fornicación para «no dañar a sus hijos»… Sugieren así que el fin a veces justifica los medios, contra un principio fundamental de la moral cristiana: nunca ha de hacerse un mal para conseguir un bien (Rm 3,8).

 

El cristiano debe aceptar el martirio si para evitarlo ha de pecar mortalmente

Muchos de los cristianos exiliados hoy de Siria y de tantos otros lugares, con sólo hacer ­–aunque sea en forma simulada– un gesto de renuncia a Cristo y de aceptación del Islam, podrían permanecer en sus casas y sus trabajos. Pero prefieren el martirio del exilio, con los inmensos sufrimientos que implica, antes que separarse de Cristo pecando mortalmente… Tienen fe, y la viven fielmente: «cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,33).

Somos discípulos del Crucificado, que nos dijo: «el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo» (Lc 14,27; cf. 14,26.33). En mi artículo  (376) Amoris lætitia-4. ¿Atenuantes o eximentes?,.. El martirio traté más ampliamente  del martirio como realidad vital inherente a la vida cristiana. Resultan, pues, inaceptables ciertas expresiones de la Amoris lætitia que parecen eximir de grave culpa la desobediencia de la ley de Dios cuando ella exija del cristiano un martirio, es decir, muy grandes sacrificios.

«En determinadas circunstancias, las personas encuentran grandes dificultades para actuar en modo diverso [diverso a la vida que llevan, contraria a la ley de Dios]. El discernimiento pastoral, aun teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada de las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones» (AL 302)… «Por ahora, ésa es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios (…), es la entrega que Dios mismo está reclamando en medio de la complejidad concreta de los límites, aunque todavía no sea plenamente el ideal objetivo» (303). Por tanto, «es posible que en medio de una situación objetiva de pecado –que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno– se pueda vivir en gracia de Dios» (305), y tras un discernimiento pastoral «caso por caso», tenga la persona acceso lícito a la comunión eucarística. Después de todo, la Eucaristía «no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y un alimento para los débiles» (nota 351). Quod erat demonstrandum. Kasper, ya por los años 70 del siglo pasado, y desde el comienzo de los Sínodos 2014-2015, venía reclamando la comunión eucarística para los adúlteros, «en ciertos casos», por supuesto.

 

–La tesis subyacente es siempre la misma: que a la generalidad de los cristianos no se les puede exigir el martirio, aun cuando para evitarlo hayan de pecar mortalmente. En un artículo mío anterior (377) cité dos ejemplos episcopales:

El cardenal Kasper, en una entrevista, tratando de los divorciados vueltos a casar, afirmó de modo condescendiente: «¿Vivir como hermano y hermana?… Por supuesto, tengo un gran respeto por los que hacen eso, pero es una heroicidad y el heroísmo no es para el cristiano común» (sic). El cardenal Marx, en la misma línea, también anticipó en unas declaraciones lo que insinúa la AL en la Nota (329), que «el consejo de abstenerse de las relaciones sexuales en la nueva relación aparece como irreal para muchos» (17-X-2015) (sic). Irreal, es decir, imposible. A lo que el cardenal Müller, alemán como ellos,replicó (1-III-2016): «También pensaron eso los apóstoles cuando Jesús les explicó la indisolubilidad del matrimonio (Mt 19,10). Pero lo que parece imposible para nosotros los seres humanos es posible por la gracia de Dios».

Los «enemigos de la cruz de Cristo» (Flp 3,18) procuran sacarla de la vida cristiana, y sólo consiguen un cristianismo débil y falso, triste y estéril. Solamente el cristianismo que ama la cruz de Cristo es fuerte y verdadero, alegre y fecundo. En las Actas de los mártires hallamos las páginas más alegres de entre los textos cristianos. El árbol de la Cruz es el único que da siempre en abundancia flores y frutos.

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El martirio en la Veritatis splendor

Juan Pablo II enseña en esa encíclica (6-VIII-1993) las verdades fundamentales de la moral católica, al mismo tiempo que denuncia los errores principales que la falsifican en nuestro tiempo: moral de situación, consecuencialismo, relativismo, proporcionalismo, teleologismo, y concretamente aquella moral anómica que niega «el mal intrínseco», esto es, el pecado que es mortal sea cual fuera la intención, situación o circunstancia de quien lo comete [76-78]. Y termina la encíclica con un largo capítulo III titulado «Para no desvirtuar la cruz de Cristo» (1Cor 1,17) [84-117], en el que se muestra que no hay vida cristiana donde se autoriza a pecar mortalmente para poder evitar el martirio.

Destaco algunos subtítulos: –El martirio, exaltación de la santidad inviolable de la ley de Dios [90-94]. –Las normas morales universales e inmutables al servicio de la persona y de la sociedad [95-97].  –Gracia y obediencia a la ley de Dios  [102-105]. –Moral y nueva evangelización [106-108]. Y transcribo algunos fragmentos del subtítulo

 

«El martirio, exaltación de la santidad inviolable de la ley de Dios»

90. …El no poder aceptar las teorías éticas «teleológicas», «consecuencialistas» y «proporcionalistas» que niegan la existencia de normas morales negativas relativas a comportamientos determinados y que son válidas sin excepción, halla una confirmación particularmente elocuente en el hecho del martirio cristiano, que siempre ha acompañado y acompaña la vida de la Iglesia.

91. Ya en la antigua alianza encontramos admirables testimonios de fidelidad a la ley santa de Dios llevada hasta la aceptación voluntaria de la muerte […]  En los umbrales del Nuevo Testamento, Juan el Bautista, rehusando callar la ley del Señor y aliarse con el mal, murió mártir de la verdad y la justicia y así fue precursor del Mesías incluso en el martirio (cf. Mc 6,17-29) […]

En la nueva alianza se encuentran numerosos testimonios de seguidores de Cristo –comenzando por el diácono Esteban (Hch 6,8 - 7,60) y el apóstol Santiago (Hch 12, 1-2)– que murieron mártires por confesar su fe y su amor al Maestro y por no renegar de él. En esto han seguido al Señor Jesús, que ante Caifás y Pilato, «rindió tan solemne testimonio» (1Tm 6,13), confirmando la verdad de su mensaje con el don de la vida. Otros innumerables mártires aceptaron las persecuciones y la muerte antes que hacer el gesto idolátrico de quemar incienso ante la estatua del emperador (cf. Ap 13,7-10). Incluso rechazaron el simular semejante culto, dando así ejemplo del rechazo también de un comportamiento concreto contrario al amor de Dios y al testimonio de la fe. Con la obediencia, ellos confían y entregan, igual que Cristo, su vida al Padre, que podía liberarlos de la muerte (Hb 5,7).

La Iglesia propone el ejemplo de numerosos santos y santas, que han testimoniado y defendido la verdad moral hasta el martirio o han preferido la muerte antes que cometer un solo pecado mortal. Elevándolos al honor de los altares, la Iglesia ha canonizado su testimonio y ha declarado verdadero su juicio [su discernimiento], según el cual el amor  [a Dios] implica obligatoriamente el respeto de sus mandamientos, incluso en las circunstancias más graves, y el rechazo de traicionarlos, aunque fuera con la intención de salvar la propia vida.

 

92. En el martirio, como confirmación de la inviolabilidad del orden moral, resplandecen la santidad de la ley de Dios y a la vez la intangibilidad de la dignidad personal del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. Es una dignidad que nunca se puede envilecer o contrastar, aunque sea con buenas intenciones, cualesquiera que sean las dificultades. Jesús nos exhorta con la máxima severidad: «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?» (Mc 8,36). […]

93. Finalmente, el martirio es un signo preclaro de la santidad de la Iglesia: la fidelidad a la ley santa de Dios, atestiguada con la muerte, es anuncio solemne y compromiso misionero «usque ad sanguinem» para que el esplendor de la verdad moral no sea ofuscado por las costumbres y por la mentalidad de las personas y de la sociedad. Semejante testimonio tiene un valor extraordinario a fin de que no sólo en la sociedad civil, sino incluso dentro de las mismas comunidades eclesiales, no se caiga en la crisis más peligrosa que puede afectar al hombre: la confusión del bien y del malque hace imposible construir y conservar el orden moral de los individuos y de las comunidades. Los mártires, y de manera más amplia todos los santos en la Iglesia, con el ejemplo elocuente y fascinador de una vida transfigurada totalmente por el esplendor de la verdad moral, iluminan cada época de la historia despertando el sentido moral. Dando testimonio del bien, ellos representan un reproche viviente para cuantos transgreden la ley (cf. Sb 2,2) y hacen resonar con permanente actualidad las palabras del profeta: «¡Ay, los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo!» (Is 5,20).

 

Si el martirio es el testimonio culminante de la verdad moral, al que relativamente pocos son llamados, existe no obstante un testimonio de coherencia que todos los cristianos deben estar dispuestos a dar cada día, incluso a costa de sufrimientos y de grandes sacrificios. En efecto, ante las múltiples dificultades, que incluso en las circunstancias más ordinarias puede exigir la fidelidad al orden moral, el cristiano, implorando con su oración la gracia de Dios, está llamado a una entrega a veces heroica. Le sostiene la virtud de la fortaleza, que –como enseña san Gregorio Magno– le capacita para «amar las dificultades de este mundo a la vista del premio eterno».

94. En el dar testimonio del bien moral absoluto los cristianos no están solosEncuentran una confirmación en el sentido moral de los pueblos y en las grandes tradiciones religiosas y sapienciales del Occidente y del Oriente […]. La voz de la conciencia ha recordado siempre sin ambigüedad que hay verdades y valores morales por los cuales se debe estar dispuestos a dar incluso la vida […].

 

95. La doctrina de la Iglesia, y en particular su firmeza en defender la validez universal y permanente de los preceptos que prohíben los actos intrínsecamente malos, es juzgada no pocas veces como signo de una intransigencia intolerable, sobre todo en las situaciones enormemente complejas y conflictivas de la vida moral del hombre y de la sociedad actual. Dicha intransigencia estaría en contraste con la condición maternal de la Iglesia. Ésta, se dice, no muestra comprensión y compasión. Pero, en realidad, la maternidad de la Iglesia no puede separarse jamás de su misión docente, que ella debe realizar siempre como esposa fiel de Cristo, que es la verdad en persona: «Como Maestra, no se cansa de proclamar la norma moral… […] sin esconder las exigencias de radicalidad y de perfección» (Familiaris consortio 33».

 

En realidad, la verdadera comprensión y la genuina compasión deben significar amor a la persona, a su verdadero bien, a su libertad auténtica. Y esto no se da, ciertamente, escondiendo o debilitando la verdad moral, sino proponiéndola con su profundo significado de irradiación de la sabiduría eterna de Dios, recibida por medio de Cristo, y de servicio al hombre, al crecimiento de su libertad y a la búsqueda de su felicidad.

[…] El Papa Pablo VI ha escrito: «No disminuir en nada la doctrina salvadora de Cristo es una forma eminente de caridad hacia las almas. Pero ello ha de ir acompañado siempre con la paciencia y la bondad de la que el Señor mismo ha dado ejemplo en su trato con los hombres. Al venir no para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17), Él fue ciertamente intransigente con el mal, pero misericordioso hacia las personas» (Humanæ vitæ 29».

96. La firmeza de la Iglesia en defender las normas morales universales e inmutables no tiene nada de humillante. Está sólo al servicio de la verdadera libertad del hombre. […] Ante las normas morales que prohíben el mal intrínseco no hay privilegios ni excepciones para nadie. No hay ninguna diferencia entre ser el dueño del mundo o el último de los miserables de la tierra: ante las exigencias morales somos todos absolutamente iguales».

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Algunos han perdido no sólo el amor, sino también el temor de Dios: «El matrimonio ha de ser tenido por todos en honor. Que nadie mancille el lecho nupcial, porque Dios ha de juzgar a los fornicarios y adúlteros» (Heb 13,4).

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

 

37 comentarios

  
Ricardo de Argentina
Como usted bien señala Padre, la respuesta a las preguntas de la "dubia", que están magistralmente planteadas, permitirían terminar definitivamente con las ambigüedades generadas por la redacción sinuosa de A.L.

Como el papa no las quiere contestar, debemos deducir que tampoco quiere terminar con la ambigüedad que él mismo ha generado.
Por lo cual sería razonable deducir que la tal ambigüedad ha sido en su momento deliberadamente buscada, y es ahora deliberadamente sostenida.
14/12/16 6:24 AM
  
Thomas Hennigan
En México, en el centro del país, que es la parte que se dio la persecucuión de los Cristeros y tantos mártires, es donde hay más vocaciones. En la Archidiócesis de Guadalajara, hay 1200 seminaristas.
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JMI.- No falla.
La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos (Tertuliano, +220)
14/12/16 8:55 AM
  
Echenique
No hay ninguna intención de responder a los dubia, como es patente. Es más, se pretende interpretar todo el clarísimo magisterio anterior conforme a las ambigüedades, cuando no errores, de la Amoris. Estamos en una clara situación de cisma de hecho. Ahora mismo,los obispos canadienses, como nos informa Infocat, van a dar la absolución y la comunión sacrílega a los pacientes que quieren suicidarse. La gravedad de la situación cismática se agudiza más y más. Roma calla, pero consiente. Una cosa tengo muy clara : Jesucristo no fundó la iglesia esquizofrénica que estamos padeciendo. La necesidad de clarificación es total. Los católicos con los católicos y los protestantes con los protestantes.
14/12/16 9:17 AM
  
Maricruz Tasies
Padre I,
Ayer, justamente, por algo que sucedió pensé en escribirle para preguntarle si existe el martirio que no sea el de santa de Eulalia por lo que ha sido providencial que haya postergado la publicación de este artículo que ha resuelto todas mis dudas.
En el Señor, lo agradezco.
Bendígame, padre.
Amen
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JMI.-Abrazo y bendición +
14/12/16 9:58 AM
  
Mario
No creo que Amoris Laetitia pretenda justificar lo injustificable sino sacar del atolladero a todos los que deseen salir de él. Es una cuestión pastoral. No debe confundirse el martirio de efusión de sangre con aquél otro, interminable, del día a día en el que si a una persona en una situación delicada, donde la fe zozobra, se le impusieran nuevas cargas pudiese perder la esperanza. Hoy no estamos ante una persecución al uso, excepto en los países islámicos, donde la alternativa es el martirio cruento. Nos encontramos en una guerra de desgaste que no busca mártires ejemplares sino apóstatas silenciosos. Para los que tienen recta intención, demostrada con obras, siempre habrá un lugar en la Iglesia.

Es verdad que se pretende cambiar la estética del pecado para darle cierta justificación (así pasa con la blasfemia -jo, jo qué bruto-, el robo -qué pillo-, la mentira -¡qué inocente!-, el aborto -un conjunto de células-, la homosexualidad -¡pero, si es amor!)-, etc.) pero no se debe olvidar que el verdadero cristiano no se desentiende del pecado por muy repugnante que le resulte. Hasta el encuentro auténtico con Nuestro Señor hay todo un recorrido de maldad y debilidad que puede, muy bien, observarse en la vida de los apóstoles. Qué mejor ejemplo de miseria que la de san Agustín cuando le pedía al Señor un tiempo de pecado adicional antes de convertirse. Cuando lo hizo, su arrepentimiento fue tal que hizo públicas sus confesiones. Es hora de mantener la posición, de examinarlo todo y quedarse con lo bueno y dejar que sea Él quien decida el mejor momento para la siega.
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JMI.-En todo debemos ajustar nuestros pensamientos, palabras y obras a lo que Escritura-Tradición-Magisterio apostólico nos enseñan y mandan. Ésta es la oración de Cristo: "Padre, santifícalos en la verdad" (Jn 17,17).
14/12/16 10:41 AM
  
Eleuterio
Amén a todo lo escrito por usted en este nuevo y clarificador artículo (nihil novum sub sole)

Me parece la mar de bien que usted escriba lo que está escribiendo sobre el documento papal al que tanto se han referido muchos escritores y comentaristas desde que se dio a la luz pública.

Que quien corresponda no conteste a las cosas que se le preguntan, creo que con respeto y necesidad de ser contestadas, quien corresponda deberá responder ante Dios cuando eso llegue. Pero a los demás, a los fieles comunes, nos escama mucho que esto pase.

Ciertamente, es más que seguro que fuera de estos círculos de conocimiento y discusión (me refiero a las páginas web católicas) a pocos creyentes interesa (por ignorancia de la cosa) los temas tratados al respecto del documento controvertido al que aquí se hace referencia.

En realidad, quien puede sabe que hay muchas realidades espirituales católicas a las que muy pocos llegan y que pueden hacer lo que les venga en gana sin que vaya a suceder o pasar nada. Por eso hay tantas declaraciones que, llevadas por la bondad del cargo, se tienen como pintorescas sin decir que no están muy de acuerdo ni con la Tradición, ni con el Magisterio ni con la doctrina católica.

Podemos estar más que seguros que de todo esto no se va a sustanciar más que una perversión de la doctrina católica que, so capa de necesidades pastorales, se están destruyendo poco a poco.

Hay que estar muy ciego para no darse cuenta de que lo que usted denuncia, eso sí con buena exposición y sin insultar (que es lo que a muchos se nos viene a la mente cuanto vemos según qué cosas) es más que cierto. Pero también hay que estar más que ciego que, por desgracia, esta es una prédica casi en el desierto porque es a lo que se ha llevado a una feligresía dominada por las formas oficiales y controlada espiritualmente por la bondad del cargo. Vamos, de ciertos cargos grandes y muy grandes.

Y quien tenga entenderas, que entienda.
14/12/16 11:31 AM
  
Acton
Estimado Padre,

Soy un católico al que mi mujer abandonó ( me"divorció" según las leyes civiles) pero me mantengo fiel a mi matrimonio y al cuidado de mis hijos.

Pues bien, tal como ya he escrito en otros blogs de este portal me siento olvidado por todos aquellos pastores de la Iglesia que sólo tienen "misericordia" para quienes han decido vivir en adulterio...

Para esos pastores nunca hay nunca una triste mención, ni "acompañamiento" pastoral para aquellos que nos mantenemos fieles al sacramento que contrajimos.

Parece que les molestamos para sus "planes pastorales". Supongo que nuestro humilde testimonio debe ser incòmodo para ellos.

No doy mi testimonio por vanagloria, poque tengo muy claro que todo lo que hago es por pura Gracia de Dios (y por mis oraciones, las de mi párroco y de mis hermandos de la parroquia).

Eso no quita para que a veces este martirio "blanco" resulte difícil de llevar pues todo el mundo (fuera de la parroquia que frecuento) a mi alrededor me toma por "tonto" por "loco" o por intransigente.

Debo decir que, gracias a Dios, mi mujer está haciendo un camino de conversión profunda y hay perspectivas de reconciliación (si DIos quiere volveremos a ser una familia para Gloria de Dios). Una reconciliación que sólo podrá ser posible porque yo no me he dedicado a "rehacer mi vida" como proponen esos pastores...

Para Dios nada es imposible... tan sólo debemos colaborar para que sea realidad en nuestras vidas.

Que Dios le bendiga Padre. Gracias por compartir su sabiduría con todos.
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JMI.-Bendigamos al Señor, que ha guardado a Acton en la verdad y la gracia. Oremos por él, por su esposa divorciada, por su familia y parroquia. "Padre, santifícalos en la verdad" (Jn 17,17).
Bendición +
14/12/16 11:37 AM
  
Ricardo de Argentina
"En la Archidiócesis de Guadalajara, hay 1200 seminaristas."
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¡Bendito sea Dios y viva la Guadalupana!
Ya me parecía que en Guadalajara había algo especial, puesto que desde allí son regularmente convocados a disertar lo mejor y más fiel de la intelectualidad católica. También sé que por la zona de los mayas hay buenos obispos.

El mundo y sus ambigüedades pasarán, pero la Palabra de Dios no pasará. Ya se las "ingeniará" el Espíritu Santo para soplar dónde y cómo mejor sea para bien de nuestra almas. Estemos atentos.
14/12/16 12:04 PM
  
Ricardo de Argentina
El testimonio de Acton me ha conmovido y me ha alegrado la mañana.
Bendigamos también a Infocatólica, pues cada vez más y por la gracia de Dios suple la acción de los buenos obispos que a veces se echan en falta, al confirmarnos en nuestra fe.

Acton, cuentas con mis oraciones, especialmente por la intención de la reconciliación.
14/12/16 12:09 PM
  
Claudio
Los obispos de una Provincia Eclesiástica Argentina han propuesto que:

5) Cuando las circunstancias concretas de una pareja lo hagan factible, especialmente cuando ambos sean cristianos con un camino de fe, se puede proponer el empeño de vivir en continencia. Amoris laetitia no ignora las dificultades de esta opción (cf. nota 329) y deja abierta la posibilidad de acceder al sacramento de la Reconciliación cuando se falle en ese propósito (cf. nota 364, según la enseñanza de san Juan Pablo 11 al Cardenal W. Baum, del 22/03/1996).

6) En otras circunstancias más complejas, y cuando no se pudo obtener una declaración de nulidad, la opción mencionada puede no ser de hecho factible. No obstante, igualmente es posible un camino de discernimiento. Si se llega a reconocer que, en un caso concreto, hay limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpabilidad (cf. 301-302), particularmente cuando una persona considere que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión, Amoris laetítía abre la posibilidad del acceso a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía (cf. notas 336 y 351). Estos a su vez disponen a la persona a seguir madurando y creciendo con la fuerza de la gracia.

Como se advierte claramente deben presentarse tantas condiciones objetivas "circunstancias complejas" (pura casuística), que no se haya podido obtener una sentencia de nulidad (es tan general que comprende aquellos casos en que la imposibilidad de la nulidad sea por inexistencia de la misma (matrimonio sacramentalmente válido), limitaciones atenuantes de la responsabilidad y culpabilidad (conversión de pecado mortal a venial), consideración interna personal de que caería en una ulterior falta dañando a los hijos de la nueva unión (el daño sería que un pecador no pueda comulgar ?), AL abre la posibilidad del acceso a los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía (esto es un error grave, al sacramento de la Reconciliación no lo "abre" AL sino que ha estado "abierto y al alcance de la mano" desde siempre y ese es el que "abre" el camino a la Eucaristía, pero la reconciliación implica reconocer el pecado pedir perdón y comprometerse a no pecar más (Cristo a la adúltera que quería apedrear). Si alguien consigue encontrar un caso que reúna todas las condiciones que requieren los Obispos le van a dar el premio Nobel por lo menos, caso contrario estaríamos haciendo trampa.
Muy afectuosamente, Claudio
14/12/16 3:17 PM
  
Lostrego
Gracias Acton por tu testimonio, me ha encantado.
14/12/16 5:06 PM
  
Palas Atenea
Acton: Conozco a otra persona que está haciendo lo mismo, por si te sirve saberlo. Es verdad que los que toman esta opción no son valorados y no lo son porque la sociedad actual presenta un conjunto de salidas todas ellas iguales, de manera no hay un juicio ético sobre el comportamiento. Como tampoco lo hay sobre el que decide cuidar a un familiar o meterlo en una residencia. Todas las opciones son válidas-la Iglesia acompaña al pecador, no al justo- y sobre eso va toda la movida general a los que muchos dentro de la Iglesia quieren apuntarse.
Me temo que hay que apuntalarse sobre la conciencia, virtud de la fortaleza, mas que sobre el juicio humano, en la seguridad de que Dios está con nosotros y nos bendice.
Incluso te diría que este tipo de conductas pueden levantar recelos que disfrazados de locura, intransigencia, tontuna...no son más que envidia de la virtud.
Estás apuntalando a tu familia sobre tus hombros y esa será tu recompensa. Que Dios te bendiga.
14/12/16 6:24 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
¡¡¡Maravilloso post, Padre!!! Toda la parte primera sobre martirios me puso la piel de gallina. Este post no tiene desperdicio. Cuanto se lo agradezco. Cuente siempre con mis oraciones, a igual que todos los que hacen InfoCatólica. Iluminan mi camino. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando siempre.
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JMI.-Bendigamos al Señor, de quien nos viene toda verdad y todo bien.
Bendición +
14/12/16 8:21 PM
  
susi
Es muy bueno leer el ejemplo que nos dieron nuestros primeros hermanos en la fe, como por ejemplo, las Actas de los mártires. Recuerdo haberlas leido en la edición de la BAC con apenas 18 años y me impresionaron mucho. Creo que en el martirio de las santas Felicidad y Perpetua se contaba cómo aún en el momento de la muerte, estaban pendientes de cubrir pudorosamente su cuerpo. Menudo ejemplo ante lo que vemos ahora por todos lados.
A los niños pequeños les deberían leer sus padres, catequistas y educadores católicos esos buenos ejemplos, que siempre servirán de modelos de vida coherente y cristiana.
Respecto a los pastores que creen que los católicos de a pie no pueden vivir lo que el Señor nos manda para seguirlo, es , simplemente, que no cuentan con la gracia divina: pelagianismo aplicado a la pastoral.
Padre: siga explicando la buena doctrina, que Dios se lo pagará con creces. Pido por usted.
(Me siguen encantando los inicios de sus post, siempre me hacen reir)

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JMI.-Dios te pague ese rezar por mí.
El martirio de Felicidad y Perpetua (¡y compañeros!) es un documento excepcionalmente fide-digno, y de los más preciosos de las Actas tradicionales. Y la alegría de todos... especialmente de Perpetua: "como fui alegre en la carne (=en mi vida en el mundo), aquí estoy más alegre todavía". Eso se lo dice a un compañero de martirio, que "lo escribe", cuando estaban en un sótano oscuro esperando que les echaran a las fieras. El ejemplo del pudor que da Perpetua, como recuerdas, al ser volteada por una vaca brava, es cierto: "se acordó antes del pudor que del dolor". Esa crónica y la de los martires galos de Lyon y Viena, son quizá los relatos más fide-dignos y más impresionantes de todas las Actas de los Mártires.
Bendición +
14/12/16 11:19 PM
  
Feri del Carpio Marek
Sinceramente, Padre, me gustaría que las encíclicas y exhortaciones apostólicas fuesen sus posts. Se nos haría más fácil enterarnos de qué trata la fe y la vida cristiana, cosa que con los documentos magisteriales que hay a disposición resulta muy trabajoso (por ejemplo, primera vez que leo los magníficos párrafos de Veritatis Splendor que usted citó). Y en consecuencia el pueblo perece porque no tiene conocimiento de Dios. Me consuela saber que «Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, de aquellos que él llamó según su designio.» (Rm 8,28)

Gracias por predicarnos a Cristo y a su Cruz gloriosa. «Esta doctrina es digna de fe: Si hemos muerto con él, viviremos con él.» (2 Tm 2,11)

«Vivir como si hoy mismo debieras morir mártir. Cuando nos falta todo sobre la tierra es cuando más encontramos lo mejor que la tierra puede darnos: la cruz.» (Beato Carlos de Foucauld)
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JMI.-Bendigamos al Señor.
15/12/16 12:43 AM
  
carmelo
Gracias Pa Jose Maria.
Acton, hace años un familiar paso algo parecido solo que en su caso la segunda union nomle basto desteuir el matrimonio sino que mediante jucios y manipulacion le llevaron las hijas. La esposa (mi familiar)que sola tan aturdida que no se defendio en el jucio. Las hijas pracvticame fueron secusteadas legalmente. La.mas pequeña pudo regresar en poco tiempo, pero la mayorcita a los 15 ya tenia perdida la nocion de quien era su Madre. La situacion era catastrofica. Para ese periodo mi esposa yYo por gracia de Dios decidimos casarnos..(otra historia), entonces por su gracia emprendimos junto a la Virgen Maria algo increible.solomouedo resumirle..regresaron hoy son testimonio..y me dan la fuerza de escribir incansablemente y hablar de tantas cosas...
Todo pasa para bien a los que aman al señor.
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JMI.-Demos gracias a Dios siempre y en todo lugsar: es inmensa su misericordia y la fuerza de su gracia. Bendición +
15/12/16 1:12 AM
  
Charly
Querido Padre:

Si la misma Exhortación cita a Familiaris consortio en que la separación es una OBLIGACIÓN (en principio)

«cuando el hombre y la mujer, por motivos serios, —como, por ejemplo, la educación de los hijos— no pueden cumplir la obligación de la separación»

¿Puede ser que ahora todos hablan de vivir como hermanos como una opción posible para TODA pareja de divorciados vueltos a casar? ¿Capaz son delirios míos, que siempre veo que la gente no entiende nada de nada?

Dios lo haga santo
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JMI.-La FC creo que dice claro que es "necesaria" la convivencia como hermanos "si se ve conveniente" la no-separación en algunos casos. Pero muchas veces será conveniente la separación, y viable.
15/12/16 4:53 AM
  
Francisco de México
Padre:

¿Que viene el martirio? Con toda seguridad. Cuando se interpreta una exhortación apostólica de manera que a través del pecado se llega a Dios, no puede ser de otra manera.

Porque precisamente eso es lo que hacen, según el modernismo, los adúlteros, (que el principio no tienen ningún atenuante, ni hijos ni fidelidad probada) pecan gravemente al principio, pero si continúan haciéndolo, se les abre el camino de la gracia divina.

A la teología de la liberación el Papa Benedicto XVI la calificó de luciferina cuando era Prefecto de la Fe en el libro-entrevista con Vittorio Messori. /// Editado ////
15/12/16 9:37 AM
  
jordi
1. Amoris laetitia, su Capítulo VIII, consagra la moral protestante: sólo hay pecado, sólo hay dogma, si lo crees en conciencia, si no, no hay pecado ni dogma para ti solo. Verdad y justicia, a la carta. Todo vale, todo está permitido, si tienes una fuerte convicción personal razonablemente argumentada.

2. La Iglesia se romperá muy pronto, y vendrá como un rayo: el anuncio de una futura corrección de errores pontificios. En especial, la división ya se iniciará cuando un obispo ortodoxo y fiel, niegue absolutamente la validez, en su diócesis, de las todas disposiciones cismáticas de otros obispos. Y niegue la validez y licitud de todo sin excepción y lo prohíba radicalmente todo: comuniones, confesiones, extremaunción con viático, misas exequiales, cargos y oficios eclesiales, padrinos, romeros, testigos... esta farsa e impostura durará poquito.

3. Los dubia no sólo se dirigen al Papa, sino a toda la Iglesia, e interpela en toda la autenticidad de la fe católica de cardenales, obispos, curas, diáconos, abades, superiores de órdenes y comunidades, religiosos, teólogos y laicos de todo tipo. Cuando se abra la corrección formal de errores del Papa, se abrirá también simultáneamente para cardenales y obispos, porque deberán decir sí sí o no no, y con ello, herejía, excomunión y cisma, o fidelidad y martirio. Y los laicos y sacerdotes deberán escoger entre obedecer a un obispo cismático o a un obispo verdadero. Y lo mismo los religiosos: pobres de los que estén enfermos y ancianos, pues según cómo, adiós a techo, comida, atenciones y medicamentos.

4. Por ello, aprovechando la brevísima paz navideña, así como la integridad de libertad, autoridad y prestigio que aún conserva antes de la tempestad, Francisco debería de cortar con los errores del Capítulo VIII de Amoris laetitia, acordando que sólo se interprete según la sana doctrina y el recto depósito de la fe. Después, en medio del huracán, será demasiado tarde. Cisma irreversible.
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JMI.-Sabemos con CERTEZA que Cristo vive y reina y gobierna la historia de la Iglesia y del mundo, permitiendo o moviendo. Pero IGNORAMOS cómo querrá gobernar en su providencia la crisis tan grave en que vivimos.

Lo que sí sabemos:
Vigilad y orad para no caer en la tentación.
Vigilad obrando: en conciencia ante el Señor hagamos lo que creemos que Él quiere darnos hacer.
Orad, pedid y se os dará. Oremos, oremos, oremos. Esto es lo que tenemos más claro.
Y confiad en el Señor, Cabeza del cuerpo eclesial. Él no ha perdido la cabeza.
15/12/16 10:59 AM
  
jordi
Hay dos Eulalias históricas, la de Mérida y la de Barcelona, la cual tiene una catedral.
15/12/16 11:03 AM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
Me encanta: "Sabemos con CERTEZA que Cristo vive y reina y gobierna la historia de la Iglesia y del mundo, permitiendo o moviendo... Y confiad en el Señor, Cabeza del cuerpo eclesial. Él no ha perdido la cabeza".
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JMI.-Ésa es la realidad. Gracias a Dios.
15/12/16 12:52 PM
  
Ángel
Punto 678 del Catecismo:

Siguiendo a los profetas (cf. Dn 7, 10; Jl 3, 4; Ml 3,19) y a Juan Bautista (cf. Mt 3, 7-12), Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5).

(Mucho ojo a como sigue este mismo punto):

Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42). La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino (cf. Mt 5, 22; 7, 1-5). Jesús dirá en el último día: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" (Mt 25, 40)
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JMI.-En casi todas sus predicaciones incluía Cristo una alusión soteriológi, directa o indirecta: salvación o condenación. En mi blog, casi cuando lo empecé, traté el tema en los números (8) y (9). Doy muchas citas. No predica, pues, el Evangelio quien sistemáticamente silencia ese tema, uno de los principales de la predicación de Cristo.
15/12/16 10:27 PM
  
Yoel
El divorcio simplemente no debe existir en el lenguaje cristiano, o estas casado o eres soltero. Si estás casado eres responsable de tu esposa o esposo, incluso si se te abandona y se pierde en sus errores. El esposo (a) es responsable de la salvación o perdición de la esposa (o), de eso nos va pedir cuentas Dios. Si te abandonaron y traicionaron, a Jesús también lo traicionaron, pero Él fue fiel.
Desde cuando para el cristiano es importante la vida sexual activa, desde cuando eso define nuestra realización, no es todo eso muy mundano.
El matrimonio cristiano es un tesoro de la Iglesia, no se puede perder en subjetivismos y discernimientos carentes de espíritu evangélico. Yo quiero enseñar a mis hijos que el matrimonio es para siempre, no les quiero enseñar que este depende de las circunstancias.
Tal vez todas las consideraciones planteadas por la AL son especulativamente válidas (en rl escritorio interesantes), pero en lo pastoral deseo sacerdotes que nos digan que el matrimonio es para siempre y punto.
16/12/16 1:28 AM
  
Jordi
Declaraciones del 15 del arzobispo Omella de Barcelona sobre los 4 del dubia:

Por otro lado, el arzobispo ha lamentado también las recientes CRÍTICAS que han realizado cuatro cardenales sobre algunos aspectos de la exhortción del Papa Francisco «Amoris Laetitia».

En este sentido, Omella ha dicho que «lamenta mucho» que le ocurra una cosa parecida a la que sufrió el Papa Pablo VI cuando fue duramente criticado por su encíclica "HUMANAE VITAE".

«Lamento que el Papa, que es el REPRESENTANTE DE CRISTO EN LA TIERRA, sea criticado» y que «estas críticas las realicen cuatro cardenales, que son colaboradores directos».

Hay un tipo de argumentación lógica que afirma que la crítica, por el hecho de ser crítica al Papa, es mala.

Los dubia, formalmente, son legales según el derecho canónico.

Y materialmente, el contenido de los dubia también son legítimos, pues tratan de la destrucción de la doctrina católica: nunca jamás un adúltero sin continencia puede comulgar porque comete una acción intrínsecamente mala, tanto tenga culpa perfecta, culpa atenuada o carezca de culpa. El hecho objetivo del acto intrínsecamente malo es esencial.

Otra cosa es que el hecho objetivo de la acción intrínsecamente perversa tenga culpa plena y perfecta, que deberá de ser confesada, o culpa disminuida, reducida y atenuada, que también deberá de ser confesada, o carezca del menor atisbo de culpa, que también deberá de ser expuesta en confesión.

La reacción del confesor será diferente, tanto si hay culpa agravada, culpa simple, culpa atenuada o carencia de culpa.

Pero al final de la confesión, subsistirá el deber y obligación ineludible e irreversible del adúltero de comprometerse en una convivencia more fraterno, como hermanos, sin excepción alguna.

Por tanto, se entra con un acto intrínsecamente malo, que debe de ser obligatoriamente abandonado al final del proceso de determinación y perdón de la culpa.

Es decir, se entra con acto intrínseco malo (convivencia more uxorio) y se acaba abandonando, sí sí o sí sí, el acto intrínsecamente malo de la convivencia more uxorio para ser transformada en compromiso de vida convivencial more fraterno.

¿Tanto cuesta entender esto? Un adúltero sin continencia puede esperar la ayuda de la gracia actual para aceptar su martirio de la convivencia more fraterno, pero nunca puede simultanear la convivencia more fraterno con la comunión eucarística.

Pues ¿qué es la eucaristía? Es una pregunta errónea, porque la verdadera pregunta es ¿quién es la eucaristía? Jesús-Eucaristía, persona con Palabra y Poder.

Por eso, adúlteros, suicidas, eutanásicos, y cónyuges protestantes casados con católicos no pueden comulgar ni confesarse. La conciencia está subordinada a las reglas y la fe de la Iglesia. No al revés, que la conciencia está por encima de las reglas, pues esto es pensamiento protestante.

Non possumus.

Veo, además, que el principio que legitima la vulneración de las reglas de la Iglesia en el adulterio con la confesión, la comunión y la extremaunción, que la convicción de la conciencia NUNCA JAMÁS estará por encima de la Verdad, y que la unidad material de la Igelsia no puede estar nunca jamás por encima de la Verdad.

Cuatro graves errores del Vaticano de hoy con Amoris laetitia:

- la misericordia por encima de la verdad
- la conciencia por encima de la verdad
- la unidad por encima de la verdad
- la excepcionalidad por encima de la verdad
- la intención, convicción y circunstancias por encima de la verdad
17/12/16 11:22 AM
  
Luis Piqué Muñoz
¡Bravo, Fenomenal, Dr Iraburu! Supongo que no me Publicará ¡y Perdone! pero no Importa ¡Su Artículo es Bellísimo, y una Valiente, vibrante ¡Brillantísima! Denuncia! Como muy Bien dice, Querido Amigo, los divorciados vueltos a Casar no pueden Vivir Juntos ¡sin ninguna Excusa! porque eso es Pecado Mortal. Y además estoy plenamente de acuerdo en el admirable y Heroico Ejemplo de los Mártires Cristianos de Siria y el Tercer Mundo ¡qué sentido tiene su duro y Cruel Martirio por la Fe, Amor a Dios, si aquí en Occidente relajamos, despreciamos y Negamos la Doctrina de la Iglesia! Efectivamente, esto no es el Paraíso ¡es una Valle de Lágrimas! ¡Y tenemos que Ganar el Cielo! ¡con la Sangre ¡la Cruz! de Cristo! No Reconocer el Pecado ni el Castigo de Dios, como parece ¡Ay! esta Confusa Iglesia Católica moderna y el Santo Papa, Su Santidad, es despreciar el Martirio y Testimonio de ¡Millones! ¡sobretodo en el XX, y ahora en el XXI, sobretodo en el Heroico y admirable Tercer Mundo! de Mártires. Nada más ¡Enhorabuena, Valiente Padre, Dr Iraburu, por sus como siempre espléndidos y aclaradores Artículos!
17/12/16 11:52 AM
  
Ricardo de Argentina
Jordi, tu comentario me ha parecido sin desperdicio, especialmente los "cuatro" errores (con yapa) que pones al final. Es una síntesis exacta.

A mí también me ha chocado, en la noticia que pones, la comparación que el arzobispo catalán hace de las "dubia" de los cardenales por un lado, y la oposición cerrada que se granjeó Paulo VI con E.V. por el otro.
En esta ocasión quedaba clarísimo que la oposición la hacían quienes pretendían que la iglesia bendijera la anticoncepción. En el caso de los 4 cardenales en cambio, lo que se busca es terminar con el enrarecido clima de confusión -casi un caos- que ha generado la exhortación papal.
¡No me entra en la cabeza que todo un señor cardenal no se dé cuenta que ambas situaciones no tienen punto de comparación!. Más aún, no entiendo cómo no capta que los que rechazaban la E.V. eran mundanos, mientras que los 4 cardenales están prestando un servicio eclesial invalorable al mismo Papa.
17/12/16 12:42 PM
  
Jordi
Ricardo de Argentina: gracias.

Y el Arzobispo de Barcelona nos plantea la necesidad de recordar, de tanto en tanto, unas cuestiones básicas:

- el fundamento legal de los dubia es una práctica venerable de la Iglesia, por la cual se pregunta a la máxima autoridad para que dé dos respuestas básicas, sí sí o no no, frente a problemas graves y básicos en materia de fe y moral católicas que afectan a los fieles

- los dubia se realizan en forma escolástica (lenguaje preciso, lógica de no contradicción, realismo objetivo, verdad única y conocida por el hombre por la gracia), según la teología de Santo Tomás de Aquino, frente al modernismo que anima Amoris laetitia (relativismo, subjetivismo, realidad cambiante en flujo, anomía, arbitrariedad, lenguaje ambiguo y confuso)

- En mi opinión, Francisco jamás va a responder a los dubia. Si responde heréticamente, queda como hereje manifiesto y pertinaz, con lo cual queda excomulgado y pierde la jurisdicción. Si responde fielmente según la tradición, entonces debe de reformar totalmente el Capítulo VIII de Amoris laetitia. Por desgracia, para mí, así Francisco, quien tiene buena fe, ha sido conducido de mala fe por sus asesores y consejeros.

- Si el Papa no puede decir sí sí o no no a los dubia, entonces los obispos deberán de ejercer públicamente su responsabilidad de gobierno, enseñanza y santificación, y localmente, deberán obligatoriamente de contestar los dubia en sus diócesis, y deberán de declarar abiertamente si están por la Tradición o por la Herejía. Esto pasará después de Navidad, por lo que Francisco, aprovechando esta paz navideña, debería de declarar simplemente que Amoris laetitia debería de interpretarse según la recta doctrina. Ahora es ideal, luego será tarde.

- Hay diversos modos para restablecer la recta doctrina y el depósito de la fe rotos por Amoris laetitia:

1. Respuesta pontificia a los dubia

2. Emisión pontificia de una Declaración de recta interpretación según el depósito de la Fé católica

3. Consistorio de Cardenales (Sacro Colegio o Colegio de Cardenales): 228 cardenales, 120 electores

3.1. Consistorio de corrección de errores formales del Papa

3.2. Consistorio de elección de Papa o Cónclave

4. Concilio informal de deposición del Papa por herejía manifiesta (cardenales ¿y obispos también?)

5. Concilio Ecuménico de todos los obispos del mundo (unos 5.000), para determinar la recta doctrina sobre familia y matrimonio

6. Declaración explícita y manifiesta de cada obispo en su diócesis (unos 5.000 obispos) respondiendo los 5 dubia, determinando la recta doctrina sobre la comunión de los adúlteros sin convivencia

Esta falta de respuesta a los dubia no va a quedar así. El cisma se aproxima. Está en juego la Palabra de Dios:

- Non possumus (mártires de Abitinia)
- Non licet (San Juan Bautista a Herodes)
- Non praevalerunt
17/12/16 4:59 PM
  
miguel
Estoy verdaderamente harto de la defensa de AL, pues si bien casi todos los capítulos nos ayudan , esta claro que el capítulo VIII no tiene sentido que mantenga la ambigüedad que mantiene, por mas que se pida de rodillas que se aclare. Parece que desde el año pasado los matrimonios sufren, se separan, se rejuntan. Las normas estan claras y me exaspera que se prediquen dudas en temas tan importantes como la fidelidad a Dios. Si todo lo que es pecado, es opinable por unos y otros pastores que deben cuidarnos en todo aspecto moral, no sabremos que hacer.
Lamento que se haya publicado ese capitulo VIII sin aclarar nada y haya tanda división. Mientras Roma, de fiesta, como si nada.
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JMI.- Tanto como que de fiesta...
17/12/16 8:05 PM
  
Luis Pique Muñoz
Muchas Gracias, Querido Padre, Dr Iraburu, por su caritativa amabilidad de Publicar a este Gran Pecador ¡Carne de Infierno! ¡Y por sus siempre admirables y esclarecedores Artículos, que sigo hace muchos Años! Nada más.
18/12/16 1:24 PM
  
Jordi
JMI.-Aunque dice muchas verdades, no me parece prudente y conveniente publicar su comentario.
Lo siento.
18/12/16 3:05 PM
  
Jordi
JMI.-Aunque dice muchas verdades, no me parece prudente y conveniente publicar su comentario.
Lo siento.

De acuerdo, pero la finalidad, más bien, no era tanto que lo publicara como que lo anotara. Piense rápido una actuación para bien de la Igelsia, pues la situación será como un rayo en día azul.
18/12/16 7:41 PM
  
Jordi
La filosofía profunda del Capítulo VIII de Amoris laetitia, la conciencia de una convicción por encima de la verdad, tiene, como mínimo, su antecedente remoto en la Declaración de Winnipeg (1968), de la Conferencia Episcopal del Canadá, contra la Humanae Vitae (1968):

[Traducción automática]

Orientación Pastoral preliminar

26 . Los asesores pueden conocer a otros que, aceptando la enseñanza del Santo Padre, encontramos que debido a circunstancias particulares que están involucrados en lo que les parece un claro conflicto de funciones, por ejemplo, la conciliación del amor conyugal y la paternidad responsable con la educación de los niños que ya nacido o con la salud de la madre. De acuerdo con los principios aceptados de la teología moral, si estas personas han intentado sinceramente, pero sin éxito para seguir una línea de conducta en consonancia con las directrices dadas, pueden ser con seguridad la seguridad de que, cualquiera que honestamente elige ese camino que le parece bien lo hace por lo que en buena conciencia.

27. La buena práctica pastoral de los casos más difíciles y tal vez otros se desarrollarán en la continuación de la comunicación entre los obispos, sacerdotes y laicos, y en particular en el documento que se han comprometido a preparar. En el mientras tanto, sinceramente solicitar la ayuda de los científicos médicos y biólogos en sus investigaciones sobre la fertilidad humana. Si bien sería una ilusión a la esperanza para la solución de todos los problemas humanos a través de la tecnología científica, este tipo de investigación puede aportar una ayuda efectiva a la mitigación y solución de problemas de conciencia en este ámbito.
18/12/16 10:36 PM
  
Leonardo Bruna Rodríguez
Padre José María, si un cristiano casado que vive con otra persona, con hijos de la nueva unión, con verdadera intensión de vivir con ella como hermano, porque quiere hacer la voluntad de Dios, y ha caído en el acto de adulterio, se confiesa con usted y le pide la absolución y la eucaristía para poder continuar en su proceso de conversión, ¿qué hace usted?

Gracias


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JMI.-No tiene duda. Si lo veo (discernimiento) arrepentido y con buen propósito, tengo obligación de darle la absolución y la eucaristía.
Después se verá cómo va el proceso... Si la reiteración del pecado, seguida de absolución y eucaristía, fuera muy considerable, habría que recomendarle (cuestión prudencial) que se separaran, que no siguieran conviviendo.¿Y los hijos? Cientos de miles de matrimonios se divorcian y se separan, y sin embargo arreglan la atención de los hijos como mejor pueden.
23/12/16 12:49 AM
  
Leonardo Bruna Rodríguez
Muchas gracias padre.

Y si se trata, ahora, por ejemplo, de una mujer que inició una nueva unión estando subjetivamente segura de que su anterior matrimonio fue inválido, pero no tiene aún declaración de nulidad (o quizás nunca la tendrá), y tiene hijos con su actual pareja, y convertida por el Señor se da cuenta de que debería haber esperado la nulidad para iniciar un matrimonio y, por tanto, quiere esperar sin el acto conyugal, pero su actual pareja que es padre de sus hijos, se lo pide insistentemente y llega a la situación de que la amenaza de dejarla con sus hijos, y ella accede, obviamente de modo voluntario, pero con su libertad muy disminuida; o la toma por la fuerza y ella, pudiendo ciertamente resistirse a costa de cualquier precio, sin embargo, no lucha y permite lo que ella en su corazón no quiere, ¿usted consideraría que en el acto la mujer no cometió pecado mortal, sino solo venial? Y si fuese así, y acude a usted para pedirle la eucaristía, ¿qué haría usted?

Gracias nuevamente.
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JMI.-Perdone, pero casos de esos muy complicados no le puedo responder: tendría que estudiarlo, comprobar los datos con las personas, etc.
23/12/16 1:26 PM
  
Leonardo Bruna Rodríguez
Se lo pregunto padre porque esos, y otros semejantes, son los "ciertos casos" de cristianos - hermanos nuestros, por los que Cristo derramó su sangre en la cruz - a los que se refieren el Papa Francisco en Amoris laetitia y los obispos argentinos en su carta al clero, como aquellos a los que, evitando los peligros de escándalo, se les puede ayudar con los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía.

En ninguno de los dos documentos he encontrado una cancelación de los principios doctrinales de siempre. Más bien, encuentro en ellos una reiterada re-afirmación de la doctrina tradicional y la advertencia de no interpretar la enseñanza pontificia en el sentido de un permiso generalizado a los divorciados en una nueva unión.

Del hecho, tan lamentable como real, de las falsas conclusiones de obispos y sacerdotes no se sigue que lo enseñado por el Papa Francisco vulnere la verdad natural y revelada del matrimonio. Y que, por tanto él sea causa de una división en la Iglesia.

Gracias padre.
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JMI.-Dice usted:... evitando los peligros de escándalo, se les puede ayudar con los sacramentos de la penitencia y de la eucaristía.

Siempre que, si por GRAVES razones continúan conviviendo, lo hagan como hermanos, no como esposos (Familiaris consortio 84)
23/12/16 4:28 PM
  
Leonardo Bruna Rodríguez
Así es.

Entonces existen "ciertos casos" en los que, supuestas la condiciones que aparecen en Amoris laetitia, pueden recibir la ayuda de los sacramentos.

En mi segunda pregunta me refería a la posibilidad de que un acto conyugal, objetivamente adúltero, no sea pecado mortal por condicionamientos atenuantes de la responsabilidad moral, como la falta de suficiente libertad, en el caso que le mencioné u otro, como un vicio de lujuria muy arraigado, o, como podría ser también una falta de conocimiento de la norma por ignorancia invencible (raro, pero posible en ciertas localidades apartadas) o falta de conocimiento suficiente de lo que la norma implica y exige, como enseña san Juan Pablo II en Familiaris consortio.

Si esto fuese posible, tendríamos otros "ciertos casos" en que, viviendo en una situación objetivamente desordenada, estos hermanos nuestros podrían ser ayudados, incluso con los sacramentos, hacia una vida plenamente conforme con las exigencias del Evangelio.


Usted ya ha reconocido que, intentando honestamente vivir como hermanos, si caen y se arrepienten pueden acceder a los sacramentos, sin cuya gracia no pueden triunfar en su anhelo de vivir según Dios. Por tanto, hay "ciertos casos es


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JMI.-Se ve que su comentario ha sobrepasado la cantidad de letras, y el sistema lo ha cortado.
Si le interesa este tema, le aconsejo entrar en el baner AMORIS LAETITIA que tenemos en la portada de InfoCatólica. Allá encontrará estudios muy valiosos y numerosos. Elija ud. los que traten más de los temas que le interesan. Hemos hecho un esfuerzo enorme para estudiar y exponer la verdad en muchas docenas de artículos, bastantes de ellos míos. No me animo a tratar aquí de estas cuestiones que indica ud. porque en la Sala de Comentarios no se puede escribir con la longitud necesaria para aclarar esos temas.
23/12/16 7:20 PM
  
Leonardo Bruna Rodríguez
Me correo llegaba solo al penúltimo párrafo. Olvidé borrar el último.

Gracias padre por contestarme.

No tengo dudas sobre lo que le planteaba. Sólo quería ayudar a ver mejor el tema y contribuir al bien de la Iglesia.

Un abrazo, en Cristo.

23/12/16 9:38 PM

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