(362) Santidad-5. La conversión en la Biblia

Pompeo Batoni

–Algunos dicen que la salvación es gratuita y que por eso no exige la conversión como condición.

–Craso error. Eso lo habrá leído usted en Pagola o en algún otro de su estilo.

Hoy comenzamos la Cuaresma, tiempo de gracia y de conversión. Sobre este tema el más perfecto documento del Magisterio de la Iglesia es la constitución apostólica Poenitemini de Pablo VI (17-II-1966). Es una maravilla… Ya desde el inicio advierto dos cosas: –que metanoia, penitencia y conversión vienen a ser términos equivalentes (Catecismo 1422-1460, 1471-1479): y –que hoy gran parte del pueblo cristiano tiene muy escaso conocimiento del pecado, de la necesidad de la conversión, de la expiación, de los actos propios de la virtud de la penitencia, así como de la misma posibilidad eterna de salvación o condenación.

«La fe es por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo» (Rm 11,17). Cuando la predicación y la catequesis cesan de iluminar por la fe ciertas cuestiones de la religiosidad cristiana, la llama de la fe en ellas se va debilitando hasta apagarse casi por completo. Hoy con frecuencia los cristianos pierden la fe sin enterarse de que la han perdido.

* * *

En las primitivas religiones naturales el hombre intenta expiar sus pecados y aplacar a los dioses con ritos exteriores –abluciones, ayunos, sangre, transferencia del pecado a un animal expiatorio, etc.– Y experimenta su pecado como un mal social, que afecta a la salud de la comunidad. En las religiones más avanzadas, crecen juntamente el sentido personal de la culpa y la condición fundamentalmente interior de la penitencia. En todo caso, como dice Pablo VI, la penitencia ha sido siempre una «exigencia de la vida interior confirmada por la experiencia religiosa de la humanidad» (Poenitemini 32).

 

En la historia espiritual de Israel se aprecia también un importante desarrollo en la idea y en la práctica de la penitencia. Esta se entiende como vuelta hacia Dios, de quien el hombre se ha separado o distanciado por el pecado. Y pronto aparece ritualizada en días y celebraciones peculiares (Neh 9), y siempre los actos principales de la penitencia son la oración y el ayuno (1Sam 7,6; Is 22,12; Ez 27,30-31; Dan 9,3). Los profetas, en el nombre de Dios, llaman siempre a conversión, y acentúan en la penitencia la interioridad y la individualidad personal. Las culpas no pasan de padres a hijos como una herencia fatal (Ez 18). Por otra parte, si el pecado fue alejarse de Dios, la conversión será regresar a Yavé (Is 58,5-7; Joel 2,12s; Am 4,6-11; Zac 7,9-12), escucharle, atendiendo sus normas, recibien­do sus enviados (Jer 25,2-7; Os 6,1-3), fiarse de él, apartando otros dioses y ayudas (Is 10,20s; Jer 3,22s; Os 14,4);. Será, en fin, alejarse del mal, que es lo contrario de Dios (Jer 4,1; 25,5).

Pero ¿es posible realmente la conversión? ¿Podrá el hombre cambiar de verdad por la penitencia? «¿Mudará por ventura su tez el etíope, o el tigre su piel rayada? ¿Podréis vosotros obrar el bien, tan avezados como estáis al mal?» (Jer 13,23)… La Biblia revela que con la gracia santifica­dora del Señor la penitencia es posible (Is 44,22; Jer 4,1; 26,3; 31,33; 36,3; Ez 11,19; 18,13; 36,26; Sal 50,12). Es posible con la gracia de Dios –suplicada, recibida– y con el esfuerzo del hombre: «conviérteme y yo me convertiré, pues tú eres Yavé, mi Dios» (Jer 31,18; cf. 17,14; 29,12-14; Is 65,24; Mal 3,7; Sant 4,8).

 

La predicación del Evangelio comienza llamando a conversión y penitencia. Ésta es la puerta que introduce a los hombres en el camino de la salvación. «Juan el Bautista apareció en el desierto, predicando el bautismo de penitencia [metanoia] para remisión de los pecados» (Mc 1,4). Es muy significativo que la primera palabra que los evangelistas ponen en el inicio mismo de la predicación de Juan  Bautista y de Jesús es una llamada a la conversión: «Convertíos [metanoeite] y creed en el Evangelio» (Jesús: Mc 1,15). «Convertíos [metanoeite] porque el reino de los cielos está cerca» (Juan: Mt 3,2). Asi comienzan la predicación del Evangelio tanto el Logos divino encarnado como su Pró-logo.

Y esa llamada a la conversión es el principio y el fin de la obra de Cristo. La encarnación del Hijo de Dios, su predicación del Evangelio, la Cruz, la Resurrección, la Ascensión a los cielos, el envío del Espíritu Santo, toda la vida y la obras de nuestro Señor Jesucristo está ordenada a la glorificación de Dios por medio de la conversión santificante de los pecadores. Por eso Jesús «fue levantado por Dios a su diestra como príncipe y Salvador, para dar a Israel penitencia (metanonian) y remisión de los pecados» (Hch 5,31). Cualquier otro modo de entender a Cristo y de presentar el fin de la Iglesia y de la vida cristiana implica una gravísima falsificación del cristianismo.

 

También la predicación de los apóstoles pretende ante todo la conversión de los pecadores, para la gloria de Dios y para que se salven. Los apóstoles fueron enviados por Cristo en la ascensión «para que se predicase en su nombre la conversión [metanoian] para la remisión de los pecados a todas las naciones» (Lc 24,47).

San Pedro, el día de Pentecostés, en su primer discurso de evangelización, llama a conversión a sus conmovidos oyentes: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38).

San Pablo recibe de Jesús la misión apostólica en estos términos: «Yo te envío para que les abras los ojos, se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios, y reciban el perdón de los pecados y parte en la herencia de los consagrados» (Hch 26,18).

La penitencia es presentada por Cristo y por los Apóstoles como absolutamente necesaria y urgente: «Si no hiciéreis penitencia, todos moriréis igualmente» (Lc 13,3. 5). Ya la conversión no puede postergarse (19,41s; 23,28s; Mt 11,20-24). La penitencia evangélica es a un tiempo don de Dios y esfuerzo humano, acción de la gracia de Dios y de la libertad del hombre (Mc 10,27; Hch 2,38; 3,19.25; 8,22; 17,30; 26,20; Ap 2,21). Y es principalmente interior, pero también exterior (Mt 6,1-18; 23,26); individual, personal, interior y moral, pero también social, exterior y sacramental (Mt 18,18; Mc 16,16; Jn 3,5; 20, 22-23). No va a ser asunto exclusivo de la conciencia del hombre con Dios, sino algo verdaderamente eclesial, pues la Iglesia convierte a los pecadores no sólo por los sacramentos, sino también por las exhortaciones y correcciones fraternas, y sobre todo por las oraciones de súplica ante el Señor (Mt 18,15s; 2Cor 2,8; Gál 6,1; 1Tim 5,20; 2 Tim 2,25-26; 1Jn 1,9; 5,16; Sant 5,16).

En la predicación de los Apóstoles hay una clara conciencia de que evangelizar es anunciar a Jesús y la conversión de los pecados:  puede decirse que una predicación es evangélica en la medida en que suscita la fe en Cristo y la verdadera conversión del pecado. Así San Pablo define en síntesis su predicación del Evangelio diciendo: «anuncié la penitencia [metanoein] y la conversión a Dios por obras dignas de penitencia [metanoias]» (Hch 26,20; cf. 2,38; 14,22; 17,30; 20,21; Mc 6,12; Lc 24,47).

La conversión, que es don de Dios, se realiza apartándose del mal (Hch 8,22; Ap 2,22; 9,20-21;16,11) y volviéndose incondicionalmente al Señor (Hch 20,21; 26,20) por la fe en Cristo (20,21; Heb 6,1), abriéndose así a la gracia de Dios (Hch 11,18). La conversión es ante todo un acto del amor de Dios al hombre, una iluminación y una moción de su gracia: «Yo reprendo y corrijo a cuantos amo: sé, pues, ferviente y arrepiéntete» (Ap 3,19). Pero el que rechaza la llamada de este amor, el que se cierra a las gracias que la acompañan, y rehúsa convertirse, rechaza el perdón que necesita, y será castigado (2,21s; 9,20s; 16,9.11).

 

En la Iglesia antigua los Padres apostólicos designan a veces con la palabra penitencia la vida cristiana entera. Todos ellos vivieron en el siglo I o comienzos del II, y tuvieron algún contacto con uno o más de los Apóstoles. Ellos nos enseñan que el pecador no puede acercarse al Santo y vivir de él si no es por la penitencia. Iluminando el Señor por la fe nuestro entendimiento, comunicándonos por el Espíritu Santo la caridad trinitaria, moviéndonos por su gracia al arrepentimiento, «Dios habita verdaderamente en nosotros, en la morada de nuestro corazón. Dándonos la penitencia, nos introduce a nosotros, que estábamos esclavizados por la muerte, en el templo incorruptible» (Bernabé 16,8-9).

Por eso «el que sea santo, que se acerque [a la Eucaristía]; el que no lo sea, que haga penitencia (metanoeito)» (Dídajé 10,6). Y que sepa que «no hay otra penitencia fuera de aquella en que bajamos al agua y recibimos la remisión de nuestros pecados pasados» (Hermas, mandato 4,3,1). Jesucristo bendito es quien nos ha traído la verdadera penitencia, porque él es quien ha quitado realmente el pecado del mundo (Jn 1,29). «Fijemos, pues, nuestra mirada en la sangre de Cristo, y conozcamos qué preciosa es a los ojos de Dios y Padre suyo, pues, derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo» (1Clemente 7,4).

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En la teología protestante, concretamente en la de Lutero, la justificación es sólo por la fe, y consiguientemente el hombre trata en vano de borrar su pecado con obras penitenciales –examen de conciencia, dolor, confesión de sus culpas, propósito de enmendarse, expiación–. Él piensa que todo en el hombre es pecado, y que por tanto la salvación no es  sino una imputación extrínseca de justicia que hace Cristo en quien pone en Él su fe y confianza. Por tanto, propiamente, el hombre no se convierte, sigue siendo pecador, pero por la misericordia del Salvador no se le imputan sus pecados, aunque sigue siendo pecadoe (simul iustus et peccator).

Por eso, si el hombre trata de hacer penitencia, si intenta cambiar de vida, como si la conversión fuera necesaria para recibir el perdón de Dios, está de hecho negando la perfecta gratuidad de la redención que nos consiguió el Crucificado. Deja su gracia para apoyarse en las propias obras; en una palabra: judaiza el verdadero Evangelio. El escriturista protestante J. Behm, reconoce que esta doctrina es contraria a la de los primeros predicadores cristianos, pero salva la doctrina luterana alegando que «en el umbral mismo de la historia neotestamentaria de la metanoia en la Iglesia antigua aparece inmediatamente el malentendido judaico» (J. Behm, KITTEL IV, 1002/1191).

No pocos autores católicos, como Pagola, enseñan hoy más o menos lo mismo: que Jesús perdona a los pecadores «sin condiciones» (Jesús. Aproximación histórica: PPC, Madrid 2013, 10ª ed.). La misericordia de Dios  «no excluye a nadie», «acoge a todos». Se trata sin duda de una «creación» de Pagola, tomada de otros muchos autores, que no tiene base alguna en la Escritura, que la contradice abiertamente, y que impugna la doctrina de la Iglesia. Es una enseñanza gravemente falsa.

Jesús «ofrece el perdón sin exigir previamente un cambio. No pone a los pecadores ante las tablas de la ley, sino ante el amor y la ternura de Dios […] Este perdón que ofrece Jesús no tiene condiciones […], solo quedan excluidos quienes no se acogen a su misericordia» (217-218). El Dios de Jesús «no es el Dios vigilante de la ley, atento a las ofensas de sus hijos, que le da a cada uno según su merecido y no concede el perdón si antes no se han cumplido escrupulosamente unas condiciones. Este es el Dios del perdón y de la vida; no hemos de humillarnos o degradarnos en su presencia. Al hijo no se le exije nada. Solo se espera de él que crea en su padre» (334).

Nada tiene que ver esa doctrina con la enseñanza de Cristo y de los Apóstoles. Como declaró la Comisión Episcopal de la Fe (CEE) en una Nota reprobatoria de la obra de Pagola, según éste, «Jesús habría practicado un perdón-acogida”, pero no un “perdón-absolución” […y de este modo] hace irrelevante la respuesta libre del hombre» (18-VI-2008, n. 16).

A estos autores no les preocupa nada negar lo que Cristo afirma. Para eludir la confrontación les basta con negar la historicidad de los textos o malinterpretarlos. Cristo dijo: «si no os convertís [condición], todos moriréis igualmente» (Lc 13,3. 5); pero éstos dicen que no es así, que Dios perdona sin condiciones, sin exigir la conversión, es decir, sin que el pecador reciba previamente la gracia de la conversión, y «se degrade» [sic] reconociendo su culpa y arrepintiéndose de su pecado. Éstos que contradicen el Evangelio ignoran que las «condiciones» que el Señor requiere para obtener el perdón –conversión, arrepentimiento, propósito de enmienda– son todas dones de su gracia.

Todo es gracia en el proceso de la conversión; y en ese sentido ha de decirse que el perdón de los pecados es gratuito. Quien acepta de Dios las gracias de reconocer su culpa, de arrepentirse del pecado y de proponer enmendarse, recibe la gracia del perdón. Por el contrario, quien rechaza las gracias de conversión, arrepentimiento y propósito de enmienda, ése se priva a sí mismo de la gracia del perdón.

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En la doctrina católica «Cristo es el modelo supremo de penitentes; él quiso padecer la pena por pecados que no eran suyos, sino de los demás» (Pablo VI, Poenitemini 35). Su perdón es «gratuito» porque todos los pasos de la penitencia son gracia suya: él nos da por la gracia de la predicación y de la iluminación de nuestra conciencia el conocimiento de nuestros pecados y de la misericordia de Dios; y por su gracia nos da también dolor por nuestras culpas, capacidad de expiación, y fuerza espiritual para cambiar de vida, aunque tantas veces el progreso será lento y con recaídas; y finalmente, Él da por gracia su perdón a quienes por su gracia se han convertido. El no quiso hacer penitencia solo, sino con nosotros, que somos su cuerpo. En Cristo, con él y por él hacemos penitencia.

La penitencia cristiana se vive en la Iglesia, que es «a un tiempo santa y necesitada de purificación» (Vat. II, LG 8c). Es la Iglesia la que movida por Cristo, el Salvador, el Buen Pastor, llama a los pecadores; es Ella la que –como la viuda de Naim, que lloraba su hijo muerto– intercede ante el Señor por ellos. Ella es la que realiza sacramentalmente la reconciliación de los pecadores con Dios, y la que, con los ángeles, se alegra de su conversión (Lc 15,10).

Cristo por su Iglesia llama siempre y a todos los hombres a la penitencia, pues todos son pecadores. Como enseña el Vaticano II, «La Iglesia proclama a los no creyentes el mensaje de salvación, para que todos los hombres conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo y se conviertan de sus caminos haciendo penitencia. Y a los creyentes les debe predicar continuamente la fe y la penitencia» (SC 9b).

 

La virtud de la penitencia es una virtud específica, que como dice San Alfonso Mª de Ligorio, «tiende a destruir el pecado, en cuanto es ofensa de Dios, por medio del dolor y de la satisfacción» (Theologia moralis VI,434; cf. Santo Tomás, STh III,85). La virtud de la penitencia, por tanto, constituye una virtud especial, que se ejercita en una serie de actos propios –conciencia y reconocimiento del pecado, dolor de corazón, propósito de la enmienda, expiación o reparación por la culpa–, y es una de las principales de la vida espiritual.

Aunque el bautismo perdona los pecados, persiste en el cristiano esa inclinación al mal que se llama concupiscencia, la cual no es pecado, pero «procede del pecado y al pecado inclina» (Trento 1546: Denz 1515). En este sentido todo cristiano es pecador, y por eso hay penitencia en el ejercicio de cualquiera de las virtudes, ya que todas ellas le hacen volverse a Dios por la con-versión. En este sentido, todas las virtudes cristianas son penitenciales, pues todas tienen fuerza y eficacia de conversión.

Nota: Vuelvo a publicar en 2024 este post, que escribí en el año 2016, porque la conversión y la penitencia son para los cristianos temas cuaresmales de rabiosa actualidad». Que Dios nuestro Señor nos conceda un año más la gracia de reconocer nuestro pecado, arrepentirnos de ellos y proponer enmendarnos, para alcanzar su perdón. Amén

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía 

22 comentarios

  
Luiscar73
Tuve la inmensa e inmerecida Gracia de experimentar todas estas verdades en el tiempo propicio(cuaresma de 2010,para mi), coincidiendo con el tiempo estipulado por las Escrituras, y recibi(en el dia de)la salvacion el Viernes Santo de ese mismo año,de manera indecible, tal y como esta declarado y revelado;" Hare que llegue de repente Mi justicia, mi salvacion surgira como la Luz"(51;5); "gracias a la bondad misericordiosa de nuestro Dios, por la que nos visitara como el sol que nace de lo alto para iluminar a los que yacen en tienieblas y en sombras de muerte y para guiar nuestros pasos por el camino de la paz"(Lucas;1;78-79). Asi que solo puedo decir a este agraciado articulo un absoluto y total ,AMEN.
La Paz de Cristo.
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JMI.-Amén.
10/02/16 6:23 PM
  
Luis Alexis
Estimado, padre Iraburu,

El papa Francisco al comenzar hoy la Cuaresma habló sobre la usura.
Tengo una inquietud, alquilar también es pecado?
Porque me parece que el préstamo de dinero con interés es alquiler de dinero.
Espero su respuesta para tener una metanoia correcta.
Muchas gracias.
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JMI.-Perdone, pero este espacio está reservado a comentarios al artículo. En cualquier tratado de moral podrá usted consultar, también en la web, la doctrina socio-económica de la Iglesia sobre el "alquiler".
10/02/16 6:45 PM
  
Sia
Nos amo siendo pecadores, palabra de Pablo Palabra de Dios. Cuando Jesús va a casa de Zaqueo este aún no había decidido que cambiaría de vida cambia de vida se convierte cuándo ha experimentado que la salvación ha llegado a su vida a su casa en Jesús con Jesucristo lagracia siempre precede a cualquier acción humana La conversión es fruto de la Gracia experimentada en el encuentro con el Resucitado
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JMI.-Así es. La conversión es gracia donada por Cristo Salvador y recibida por el hombre pecador. Cristo da esa gracia o bien directamente obrando en el alma sin mediación alguna, o bien a través de mediaciones, entre las cuales son principales la predicación, el buen ejemplo de los cristianos, las buenas lecturas. Y hay muchas otras más.
10/02/16 7:22 PM
  
Juan Argento
Padre, recordé un pasaje bíblico que respalda enfáticamente su prédica en este artículo, por lo que me permito agregarlo a las citas en él: 1 Jn 3,3-10.

10/02/16 9:32 PM
  
Luis I. Amorós
Gracias, don José María, por este artículo.

Muy importante siempre, pero sobre todo en Cuaresma.
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JMI.-Sobre todo en Cuaresma.
Dios haga en nosotros todo lo que quiere, y nos dé su gracia para no resistirle en nada.
10/02/16 9:57 PM
  
Japo
Padre, los que somos más perezosos, ¿vamos al Cielo o nos vienen a buscar?
10/02/16 11:20 PM
  
Beatriz Mercedes Alonso (Córdoba - Argentina)
¡Cuánta claridad en el desarrollo del tema, y cuánta falta nos hace en los tiempos que vivimos!

Es muy triste ver la falta de conciencia de pecado que hay, y creo que en su mayor parte es a causa de predicaciones deficientes. Los esfuerzos que realizan algunos sacerdotes para minimizar, o directamente ignorar, palabras pronunciadas por nuestro Señor Jesucristo, pensando que pueden causar una "mala impresión" en sus oyentes.

Creo que estamos viviendo una época en que, en general, prevalece el narcisismo y eso también se da, lamentablemente, en muchos sacerdotes. En la necesidad de proyectar una imagen agradable y decir "cosas que caigan bien", se termina desvirtuando el Evangelio. Y esto es casi el pan nuestro de cada día.

Muchísimas gracias, Padre Iraburu, por toda la ayuda que nos brinda. Que el Espíritu Santo lo siga iluminando y la Santísima Virgen y San José lo protejan siempre.
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JMI.-Oración y bendición.
11/02/16 4:02 AM
  
DavidQ
A mí me parece que lo que afecta la comprensión de estas verdades, es el razonamiento causa-efecto cuyo corolario es la proporcionalidad.

Intento explicarme: Desde el punto de vista humano-científico, todo efecto tiene una causa y toda causa tiene efecto. Lógico es pensar que "si yo hago penitencia, obtengo salvación" y consecuentemente, "si obtengo salvación es porque hice penitencia". Hasta allí, poco que objetar, aunque ya el razonamiento tiene una falla. Pero luego viene la proporcionalidad: "entre más penitencia hago, más salvación obtengo" de donde salen ideas tan peregrinas como que en mi pueblo se dice que entre más pesa el anda de la procesión, más pecados se perdonan (sin pasar por el confesionario, en muchos casos).

Cuando una persona, católica o protestante, descubre el error en estos razonamientos, concluye que no existe relación proporcional entre el tamaño de la penitencia y el tamaño del perdón (absolutamente cierto) y que por lo tanto no hace falta la penitencia para obtener el perdón (totalmente falso).

Lutero no estaba para nada desencaminado al decir que es falso que al sonar la moneda en la alcancía el alma sale volando hacia el cielo. Y yo creo que muchos protestantes honestos tienen razón al creer que es imposible para la fuerza humana alcanzar el perdón sin ayuda de la Gracia. Lo errado del razonamiento, tanto por exceso como por defecto, es asignarle una relación causa-efecto y proporcionalidad a la penitencia y el perdón.

Para mí, resulta imposible de comprender. Es un misterio. Y llego a considerarlo, para que mi cabeza no explote, dos eventos independientes: que Dios quiere perdonarnos y quiere que hagamos penitencia. Tan diferentes como la noche y el día, aunque ambos formen parte de la misma rotación de la Tierra.
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JMI.-que "es imposible para la fuerza humana alcanzar el perdón sin ayuda de la Gracia" lo creen loa luteranos y los católicos y todos los cristianos.
11/02/16 1:10 PM
  
Maria-Ar
Gracias P. Iraburu!
Siempre refrescándonos los principios de la fe y ayudándonos a caminar esta Cuaresma.
Bendiciones!
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JMI.-Bendición +
11/02/16 3:40 PM
  
Carlos Reyes
Ave Maria
Gracias Rev. Padre José María, por este magnífico post, que es una bebida de agua fresca en este caminar hacia nuestra santidad. Que la Stma. Virgen María le llene de Sus gracias y que San José (terror de los demonios) le proteja siempre.
Nos encomendamos a sus oraciones y le aseguramos las nuestras
Desde Ecuador
Carlos y Teresa
Peregrinos de San Miguel Arcángel
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JMI.--Como me llamo Jose María, tengo asegurada la especial ayuda ante Dios de María y de José. ¿O no?
Es que sí.
Gracias por vuestras oraciones. Bendición +

11/02/16 5:33 PM
  
Almudena 1
A muchos nos pasa que no experimentamos la Gracia del perdón, la Gracia de Cristo ayudándonos a mejorar... No sentimos ese tipo de conversión que muchos cuentan como una experiencia indecible, arrolladora.
Sin embargo, y lo digo para que a los que se encuentran igual que yo no entristezcan y desanimen, Dios está ahí, suave y calladito pero ahí. Cuando miramos nuestro pasado y lo comparamos con nuestro presente, adivinamos la gran obra silenciosa de Dios en nosotros. Yo a veces me admiro de lo que fui y lo que soy y sólo puedo dar gracias a Dios por haberlo hecho posible.
Gracias Padre Iraburu.
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JMI.-Muchos buenos cristianos nunca han tenido esa "experiencia indecible, arroladora". Ni falta que les hace, si no se las da Dios. Pero "el reino de Dios es como un hombre que arroja la semilla en la tierra, y ya duerma, ya vele, de noche y de día, la semilla germina y crece, sin que él sepa cómo" (Mc 4,26-29). Calladita la semilla, sin hacer ruido, va creciendo hasta hacerse un árbol.
Maravillas de la gracia de Dios.
11/02/16 7:49 PM
  
Luiscar73
Bueno, hay personas que por su culpa,por sus malas decisiones, se han hundido tanto en la fosa mortal, en el fango cenagoso(Salmo;40), que Dios, en SU indecible Misericordia, les ha dado el pan de la angustia y el agua de la afliccion(Isaias;30;20), o permitido que recibieran un penoso yugo,vara sobre sus espaldas y palo de sus verdugos(Isaias;9;3), para que sintiendose miserables y llenos de angustias(Salmo;34;7), se volviesen a EL con el corazon desgarrado, con grandes llantos y suplicas(Joel;12;13, Isaias;30;19) y el Señor, oyendo su opresion, bajara a liberarlos(Exodo;2;23 ,3;7 ,Hechos;7;34), y mostrarles cosas grandes y ocultas que ellos no conocian(Jeremias;33;3). "Porque el Señor esta ceca de los atribulados, EL salva a los que estan hundidos"(Salmo;34;19).

Y es que, para que esa pujanza extraodinaria(conversion) se vea claramente que viene de Dios(1ª de Corintios;4;7),el Señor, cuando asi lo dispone por el beneplacito de SU voluntad Misericordiosa, llama a lo mas necio,vil y despreciable, para que quede patente SU Gracia y nadie pueda presumir delante de EL(1ª de Corintios;1;26-29).

Yo creo que esto lo que debe servir es para confirmar la Fe de los hermanos,por las maravillas que hace con los que eran los mas desgraciados-pecadores(nunca mejor dicho) no para que nadie se entristezca. Pues Dios da a cada uno lo que necesita para que se vuelvan a EL y ciertamente,algunos estan necesitados de grandes teofanias o manifestaciones de la Divinidad, para usar de proporcionalidad con arreglo a su situacion extrema particular.

Hay muchos catolicos que nunca se han apartado de la Fe y que no tienen una conversion fuerte que contar, porque nunca la han necesitado. Han sido fieles. Pero eso no quiere decir que no tengan una relacion experimental con Dios igualmente preciosa o mucho mas preciosa. Hay tiempos fuertes y tiempos mas sutiles; desiertos y sequedades; tiempos de silencios o mucho peor, de tibieza e incluso caida de la Gracia. Gracias luminosas, amorosas, purgativas-dolorosas y otras que nos llenan de Paz. Otras nos hacen derramar copiosas lagrimas de agradecimiento al contemplar SU indecible inmensidad y beningnidad. La Cabeza no derrama gracias por SU cuerpo para que sus miembros se envidien(tristeza por el bien del otro) unos a otros , sino para que se retroalimenten y se llenen de alegria por lo Bueno que es Dios.
La Paz de Cristo.
12/02/16 4:49 AM
  
Andrés
Buenos días. Pretendo avanzar en mi búsqueda compartiéndola con los demás. He encontrado este blog y me he atrevido a leerlo. Evidentemente son muchas las inquietudes y supongo y espero que todas tengan su propia cabida en su justo sitio (tarea grande) y en su preciso tiempo. Con mi intención de participar y con el ánimo de iniciar una andadura por las veredas que me lleven al verdadero camino quiero decir al respecto de lo leído en este artículo varias cosas.
1º. Padre no puedo evitar, con todo respeto, la inseguridad que me producen algunos detalles que nunca me pasan desapercibidos. No puedo entender un silencio de desprecio (con buena fe adivino el título de "sin comentarios") al comentario de Japo (perdonen mi atrevimiento, pues no quiero pasarme de listo) y es que inevitablemente el "chiste" me hizo reír bondadosamente. Evidentemente aquí se habla de temas serios pero no al punto que una "gracia" que a nadie ofende no creo que esté tan fuera de tiesto; de hecho usted hizo la suya propia al considerar que por llamarse José María tenga garantizada la protección de ambos (que por otro lado no lo dudo, pero al caso).... En fin que creo que a Japo le contestaría, después de reirme, que la pereza es un pecado capital y contra ella está la diligencia y que no sabiendo si vienen o no a buscarnos (yo también me confieso perezoso) la propuesta es tan válida para el perezoso, como para el airado, como para el goloso, el lujurioso, etc. o cualquier otro tipo de víctima del pecado. En fin detalle sin más importancia.
Por lo demás pienso que no entiendo por que esa animadversión con los protestantes, pues también son buscadores de la verdad y creyentes en Jesucristo (quien cree en mí será salvo - no sabemos cómo, porque todos somos pecadores, pero será así-) Creo que algo de razón tiene Lutero puesto que todo viene de la gracia y lo que se nos pide es que abramos nuestro corazón a Dios. Si bien no coincido en todo puesto que me parece arrogante la expresión de no humillarse ni arrodillarse... una cosa nada tiene que ver con la otra. La humildad es otra de las grandes virtudes. El fondo de la cuestión está en que, en consonancia con las visiones actuales (Papa Francisco) debemos hermanarnos todos los cristianos (católicos, protestantes, ...) creo que el nexo común es la fe en Jesucristo y luego ya se verá.
Bueno no pongo más ahínco en lo visto y espero que ninguna de mis palabras se tome a mal. Con el deseo de seguir este blog envío un saludo y doy la gracias por estar ahí.
12/02/16 12:00 PM
  
Andrés
Al grano:
"La conversión y la penitencia". Tenía entendido que la penitencia consiste en orar, ayunar y dar limosna. El que hace penitencia implica que busca la conversión. Entiendo la conversión como un cambio de comportamiento. Si he obrado mal (me arrepiento; me doy cuenta de que con ello hago daño a los demás y eso no es amar al prójimo) la conversión significa que debo obrar el bien y dejar de obrar mal. Evidentemente todo proviene de quien proviene y de forma gratuita. Qué mayor arrepentimiento que no no volver a obrar mal. Es suficiente puesto que al no obrar mal obrarás el bien (el hecho de no obrar mal ya es, en sí mismo, obrar bien). Salvando las distancias, permítaseme, una crítica quizá mostrando mi ignorancia a la Iglesia en lo que se refiere a esa forma de ver que la conversión implica una deuda que se deba pagar. Si así fuese la deuda que tenemos todos con el Señor no la podríamos cubrir en toda nuestra existencia. Por qué se añaden siempre cosas que no están escritas en el evangelio? Dónde dice Jesús que "dolor de corazón", por ejemplo? (eso me suena a palabrería farisaica). En ninguna parte del Evangelio he visto que Jesús pida confesión a todos y cada uno de los que salvó, curó o perdonó; si bien les pidió (en su infinita y magnífica humildad) que no volviesen a pecar. Creo que la Iglesia no debería cerrar las puertas a los arrepentidos, a los que desean convertirse poniendo "precios" (recordemos lo que dijo Jesús a los fariseos; algo así como que ponéis duras cargas a los demás). Dijo Juan el Bautista: Arrepentíos, convertíos... pero antes pasad por el confesionario?). Bueno esto son algunas de mis grandes dudas y que conste que no menosprecio el valor inmenso de la Iglesia por muchas muchas cosas... Cuando escuché (soy asiduo de Radio María, que me fascina) que este era el año de la Misericordia y que había que pasar por la puerta para obtener la Misericordia, como simbolismo no me parece mal, fue una gratísima y alegre noticia (parece que el Papa Francisco avanzó mucho en el camino de la Iglesia y seguro que no avanzó más por los problemas que todos conocemos con la curia - cosa que por otro lado no entiendo; puesto que la curia debería ser la primera en someterse a la obediencia al Papa-. El caso es que la letra pequeña, como siempre, acaba diciendo que la Misericordia se concede al que pase por la puerta y se confiese. Pues, sinceramente, qué de especial tiene el año de la Misericordia entonces? Puesto que no es necesario pasar por puerta alguna cuando te confieses y obtengas la Misericordia de Nuestro Señor cualquier otro año, cualquier otro día, en cualquier hora.... En fin, que hay cosas que aún no logro entender. Gracias.
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JMI.-Yo creo que la herencia más preciosa que nos dejo San Juan Pablo II fue el Catecismo de la Iglesia Católica. Concretamente, las muchas preguntas que se presentan en sus dos comentarios están perfectamente contestadas en ese precioso documento, síntesis de la doctrina de la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia.

Cómo obra el sacramento de la penitencia en el cristiano después del Bautismo (1422-1426). La conversión y la penitencia interior (1427-1433). Diversas formas de penitencia (1434-1439). El sacramento de la penitencia: perdón de Dios, reconciliación con la Iglesia (1440-1449). Los actos del penitente: la contrición, el dolor de corazón (1450-1454), la confesión de los pecados (1455-1458), la expiación o satisfacción por el pecado (1459-1460). El ministro de este sacramento (1461-1467). Efectos de este sacramento (1468-1470). Las indulgencias (1471-1479). Celebración sacramental de la Penitencia (1480-1484).

Ahí se responden todas sus preguntas (y muchas otras), dando en cada caso los lugares de Escritura y de Magisterio en que se funda la doctrina y disciplina de la Iglesia. Los números que tratan de las indulgencias explican muy bien lo que es un Jubileo -aunque no lo mencione- en la vida del pueblo cristiano.
12/02/16 12:37 PM
  
Andrés
Lo miraré. Gracias.
12/02/16 1:28 PM
  
pamela
GRACIAS PADRE!
POR FAVOR NO DEJE DE SEGUIR ILUMINANDO A QUIENES "NO SABEMOS" PERO TENEMOS HAMBRE Y SED DE DIOS. YO CONSEGUÍ INICIAR UN VERDADERO Y EFECTIVO CAMINO DE CONVERSIÓN (DESPUÉS DE TRANSITAR Y TROPEZAR MUCHO) GRACIAS A QUE DIOS ATRAVESÓ EN LA LITURGIA DE LAS HORAS QUE REZABA A DIARIO SU PÁGINA DE GRATIS DATE CON LAS CONFERENCIAS; LAS ESCUCHABA CAMINO A MI TRABAJO Y DE REGRESO A CASA. AÚN LAS ESCUCHO Y LAS SIGO EN MI DÍA A DÍA.
DIOS LE PAGUE EL BIEN QUE ME HA HECHO.

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JMI.-Doy muchas gracias a Dios por su conversión: sólo Él puede convertirnos con la fuerza de su gracia. Y porque haya podido yo ayudar un poquito con la mediación de mis escritos o grabaciones, que no son más que difundir lo que la Iglesia enseña.

Conviértase un poco más, y no escriba con mayúsculas en internet.
No es que sea pecado mortal... pero casi.
12/02/16 3:23 PM
  
Maribel
Me disponia a acostarme, cuando he mirado en sus articulos y he encontrado este que me ha llegado como anillo al dedo.
Desde hace 6 años , vengo asistiendo a una predicacion constante y machacona en mi parroquia, sobre la misericordia de Dios y la falta de necesidad de hacer nada para tener salvacion , pues Dios nos cubre con su amor hagamos lo que hagamos y nos lleva a la vida eterna.
Yo no gano nada con que haya personas que se condenen y si por mi fuera , todos a la gloria .
Pero hay mucha diferencia en creer una cosa o la contraria.
Como es que dentro de la Iglesia Catolica se pueden oir cosas tan diferentes?
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JMI.-La verdad es una, los errores son múltiples y contrarios a veces entre sí.
Cristo es la verdad: "Yo soy la verdad, el camino y la vida". La Iglesia, su Esposa, sostenida por Cristo, es "columna y fundamento de la verdad" (1Tim 3,10).
El que permanece en la verdad, permanece en la unidad de Cristo y de la Iglesia.
El que se sale de la verdad y se va tras los pensamientos de moda, se pierde, y además pierde a otros.
Esta enorme batalla visible-invisible entre los hijos de la luz y de las tinieblas comenzó al principio de la humanidad y durará hasta la vuelta de Cristo (Vat.II, Gaudium et spes 13 y 37). Se da también, aunque en menor grado, "dentro" de la Iglesia: campo de trigo en el que el diablo siempre la cizaña.
13/02/16 1:52 AM
  
Feri del Carpio Marek
Gracias, Padre, por predicarnos la conversión. Que por la gracia de esta predicación nos venga la fe de creer en el milagro de nuestra conversión, que lleguemos a escuchar del Señor «ya no los llamo siervos sino amigos», milagro que puede, y suele, ser silencioso como la semilla que germina y crece.

Una corrección: Usted escribe «(Juan: Mc 1,15). (Jesús: Mt 3,2).» Es al revés, en el primer paréntesis es Jesús en el segundo es Juan.
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JMI.-Gracias por su gratitud.
Y por el aviso de error: ya lo he arreglado. Gracias.
29/02/16 7:54 PM
  
Luis López
La experiencia de cualquier pecador convertido -yo mismo lo veo día a día en mi propia vida- es que la gratuidad de la salvación no sólo no excluye sino que exige una disposición y un esfuerzo por parte del cristiano para perseverar, pues como dice Job, "La vida humana es una milicia en la tierra". Y por experiencia también digo que cuando he incumplido el mandato inexcusable del Señor de "Velad", he vuelto a caer.

Pero es tanta la bondad, misericordia y grandeza de Dios que "nuestros méritos" ¡también son obra suya a la vez que nuestra!, de tal modo de "coronar nuestros méritos coronamos su obra".
15/02/24 8:47 AM
  
JUAN NADIE
Se me olvidaba.
Creo que a la pormenorizada recopliación de este artículo sobre llamadas a la conversón en las escrituras se podría añadir el hecho de que la Virgen en su inmensa misericordia, en sus aparicones de la Sallete, de Lourdes y de Fatima siempre da el mismo mensje, una llamada universal a la conversión y a abandonar el pecado.¿Que mayor misericorda que llevar a sus hijos a Dios y alejarlos de la condenación?
La misma Virgen nos advierte de que el infierno existe y no esta vacío, así como algunos santos.
15/02/24 11:23 AM
  
Marta de Jesús
Padre, ya habrá visto la publicidad del bosque que crece. Gracias por ser parte de ese bosque.

15/02/24 1:07 PM
  
Jorge Cantu
DavidQ:

"Para mí, resulta imposible de comprender. Es un misterio. Y llego a considerarlo, para que mi cabeza no explote, dos eventos independientes: que Dios quiere perdonarnos y quiere que hagamos penitencia. Tan diferentes como la noche y el día, aunque ambos formen parte de la misma rotación de la Tierra".

No te quemes tanto la cabeza: Dios nos pide penitencia a los fieles, a sus hijos, para nuestro bien, no porque se goce en vernos sufrir. Cuando un padre de familia exige al hijo que estudie y haga sus tareas para que le vaya bien en el colegio, eso implica un esfuerzo, una renuncia necesaria y virtuosa para el hijo que desearía poder salir con sus amigos a jugar o ver la TV. Un atleta debe entrenar y esforzarse si es que realmente aspira a algo en el deporte. Dios nos pide la penitencia para la purificación y perfeccionamiento de nuestra alma, y renuncia a los afectos que nos separan de Él y a las cosas o personas que ponemos antes que a Él en nuestra vida. Un caso distinto es cuando la penitencia que realizamos (incluyendo la confesión) es consecuencia de una sincera y auténtica conversión de vida hacia Dios y Su Voluntad, entonces se vuelve parte de un camino de reconciliación con Dios y de reparación y consuelo a Él a quien hemos ofendido, Él entonces nos otorga (regala=gracia) su Perdón, sus dones y su Amistad. No se trata de pagar la Gracia de Dios haciendo penitencia, sino de esforzarnos por nuestra santificación para tener una vida y un corazón dignos de Él.
17/02/24 4:14 AM

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