(270) Liturgia –6. Eucaristía, 1. Los sacrificios de la Antigua Alianza

–O sea que en Eurovisión, en The Voice... ¿Qué van a pensar sus lectores?

–Pensarán –son buena gente– que normalmente escribo de temas doctrinales; y que de vez en cuando analizo según la doctrina de la fe algún suceso del mundo o de la Iglesia.

Recomiendo leer con especial atención este artículo, pues hoy son muchos los teólogos y liturgistas católicos que, como los luteranos, niegan o consideran con gran reticencia que la Eucaristía es ante todo un sacrificio de alabanza y expiación. Evitan sistemáticamente la palabra sacrificio, que en los textos litúrgicos es empleada con mucha frecuencia, y expresa la verdad del Misterium fidei.

–Religiosidad natural del sacrificio. Todas las religiones naturales, en unas u otras formas, han practicado sacrificios cultuales, con raras excepciones, y los han ofrecido a su «Dios» mediante sacerdotes, hombres especialmente destinados a ese ministerio. Santo Tomás, partiendo de que es connatural al hombre expresar su espíritu interior por medio de signos exteriores sensibles, deduce que es natural que en su vida religiosa «el hombre use de ciertas cosas sensibles, que él ofrece a Dios como signo de la sujeción y del honor que le debe». Ahora bien, «siendo esto precisamente lo que se expresa en la idea de sacrificio, se sigue que la oblación de sacrificios pertenece al derecho natural» (STh II-II,85,1).

El sacrificio exterior-litúrgico es, pues, signo del sacrificio interior-espiritual, por el cual el hombre, él mismo, se entrega devotamente a su Creador, y sólo a Él, en alabanza y acción de gracias, en súplica de perdón y de favor (cf. 85,2; III,82,4). Y el sacrificio suele implicar algún modo de alteración del bien ofrecido a Dios: perfume derramado, incienso quemado, animal sacrificado.

Pues bien, el sacrificio redentor de Jesucristo lleva a su plenitud, en la Eucaristía de la Iglesia, una larga, muy larga, historia religiosa de la humanidad. Y en esto conviene recordar, como ya escribimos en otra ocasión, que

«hay una continuidad entre lo sagrado-natural y lo sagrado-cristiano, que pasa por la transición de lo sagrado-judío. En efecto, la gracia viene a perfeccionar la naturaleza, a sanarla, purificarla, elevarla, no viene a destruirla con menosprecio. Por eso mismo el cristianismo viene a consumar las religiosidades naturales, no a negarlas con altiva dureza. Hay, pues, continuidad desde la más precaria hierofanía pagana hasta la suprema epifanía de Jesucristo, imagen perfecta de Dios; desde el más primitivo culto tribal hasta la adoración cristiana “en espíritu y en verdad” (Jn 4,24)» (Rivera-Iraburu, Síntesis de Espiritualidad Católica, Fund. GRATIS DATE, Pamplona 2008, 7ª ed. 92).

–Religiosidad judía del sacrificio. La vida religiosa de Israel es organizada minuciosamente por el mismo Dios, Creador del cielo y de la tierra. Y sabemos por la Escritura que Yavé instituye sacrificios cultuales y expiatorios, para fomentar por ellos en su Pueblo el espíritu religioso de alabanza, de súplica y de reparación por el pecado.

«El Señor habló a Moisés:… Éstas son las festividades del Señor en las que os reuniréis en asamblea litúrgica y ofreceréis al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día. Además de los sábados del Señor, además de vuestros dones y cuantos sacrificios ofrezcáis al Señor, sea en cumplimiento de un voto o voluntariamente» (Lev 23,33.37-38).

Y en el Nuevo Testamento, la carta a los Hebreos nos enseña que todos estos múltiples sacrificios de la Antigua Alianza no eran sino una figura anticipadora del único sacrificio de Cristo, ofrecido en la Cruz. Recordaremos, pues, ahora, aquellos antiguos sacrificios judíos, al menos los más significativos, para entender mejor el sacrificio único de Jesucristo, Sacerdote de la Nueva Alianza: «…te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo, pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación» (Plegaria euc. Iª).

–Abraham y el sacrificio de su hijo Isaac (Gén 22). Hacia el año 1850 (a.C.), en los mismos comienzos de la historia de la salvación, «quiso Dios probar a Abraham», y le mandó ir a un monte, para que, siendo ya muy anciano, le ofreciera allí en holocausto a su único hijo, Isaac, privándose así de tener descendencia. Esto era para un judío como morir dos veces…

Sin dudarlo un momento, Abraham va con su hijo a un monte de Moriah indicado por Dios. Por el camino le dice Isaac: «Padre mío… Aquí llevamos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?». Respondió Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío». Y cuando ya alzaba el cuchillo para sacrificar a su propio hijo, el ángel del Señor detuvo su mano.

Vemos, pues, ya, al comienzo mismo de la historia sagrada, cómo vincula Dios misteriosamente la salvación de los hombres al sacrificio de un «hijo unigénito», sustituido finalmente por un «cordero»… Pero sigue la historia, y los hijos de Abraham, Isaac y Jacob, hacia 1700 (a.C.), se ven obligados por el hambre a abandonar Palestina, para emigrar como esclavos a Egipto, donde han de permanecer durante varios siglos.

–Sacrificio del cordero pascual, al salir de Egipto (Éx 12). Hacia 1250 (a.C.) el fuerte brazo de Yavé va a intervenir en favor de Israel, dándole libertad y autonomía nacional, un culto y leyes propias, como conviene a la nación que está llamada en este mundo a ser el Pueblo de Dios.

Yavé da entonces a Moisés las órdenes necesarias. Cada grupo familiar debe tomar una res lanar, cordero o cabrito, «sin mácula, macho, de un año». Y el catorce del mes de Nisan, lo degollará en el crepúsculo vespertino. Su sangre marcará las puertas de los israelitas, para que así el ángel que va a exterminar a todos los primogénitos de Egipto pase de largo. Su carne, asada al fuego, será comida de prisa, ceñida la cintura, con el bastón en la mano, listos todos para salir de Egipto: «¡es la Pascua de Yavé!». «Este día será para vosotros memorable, y lo festejaréis como fiesta en honor de Yavé; lo habéis de festejar en vuestras sucesivas generaciones como institución perpetua».

Moisés cumple estas órdenes, y manda a su pueblo: «¡inmolad la Pascua!… Habéis de observar esta ordenanza como institución perpetua para ti y tus hijos. Y cuando hayáis llegado al país que Yavé os va a dar, conforme su promesa, y observéis este rito, si vuestros hijos os preguntan: “¿qué significa tal rito para vosotros?”, responderéis: “es el sacrificio de la Pascua en honor de Yavé”».

Después de cuatrocientos treinta años de esclavitud y exilio, el sacrificio del Cordero pascual, seguido inmediatamente del paso del Mar Rojo (Éx 14), significa, pues, para Israel su propio nacimiento como Pueblo de Dios, y será celebrado cada año en las familias judías como memorial permanente de aquella liberación primera.

–Moisés, en el sacrificio del Sinaí, sella la Antigua Alianza (Éx 24). Poco después, al sur de la península arábiga, Yavé, por medio de Moisés, en el marco formidable del monte Sinaí, va a establecer solemnemente la Alianza con su pueblo elegido:

«Escribió Moisés todas las palabras de Yavé y, levantándose temprano por la mañana, construyó al pie de la montaña un altar con doce piedras, por las doce tribus de Israel». Sobre él se «inmolaron toros en holocausto, víctimas pacíficas a Yavé». Moisés, entonces, «tomó el libro de la alianza, y se lo leyó al pueblo, que respondió: “Todo cuanto dice Yavé lo cumpliremos y obedeceremos”. Tomó después la sangre y la esparció sobre el pueblo, diciendo: “ésta es la sangre de la Alianza que hace con vosotros Yavé sobre todos estos preceptos”».

Así pues, en esta gran ceremonia litúrgica, una vez celebrada la liturgia de la palabra, se realiza la liturgia del sacrificio, y en la sangre derramada viene a sellarse la Alianza Antigua de amor mutuo que une a Yavé con su Pueblo.

Posteriormente, ya en la tierra de Canán, vivirá Israel bajo la autoridad de Jueces (1220 a.C.) y de Reyes (1030 a.C.). Después de Saúl, reinará el gran David (1010 a.C.), cuyo hijo Salomón construirá el Templo, un lugar estable y grandioso, en lo alto del monte Sión, destinado al culto de YavéAsí van pasando los siglos, y mientras el Señor, en su bondad misericordiosa, permanece siempre fiel a la Alianza, son muchas las veces en que Israel, su pueblo, su esposa, la quebranta miserablemente.

–Elías, en el sacrificio del Carmelo, restaura la Alianza violada (1Re 16-18). En la historia de Israel una de las más horribles infidelidades se produce hacia el año 850 (a.C.), cuando, después de una serie de reyes malvados, reina sobre Israel el rey Ajab: «él hizo el mal a los ojos de Yavé, más que todos cuantos le habían precedido». Después de casarse con Jezabel, hija del rey de Sidón, comienza a dar culto a Baal, y alza en su honor altares idolátricos, fomentando en Israel su culto. Jezabel, por su parte, hace cuanto puede para eliminar a todos los profetas de Yavé… El principal de ellos, Elías, anuncia: «no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, si no es por mi palabra» (1Re 17,1). Y obedeciendo a Yavé, huye a esconderse, hasta el día que el Señor quiera.

En efecto, llega ese día, y el profeta Elías consigue que Ajab reuna al pueblo de Israel en el monte Carmelo, que, a la altura de Nazaret, se alza sobre el Mediterráneo. Él es el único profeta de Yavé, y a la asamblea decisiva acuden cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. Ha llegado el momento de plantear claramente al pueblo: «¿hasta cuándo habéis de estar vosotros cojeando sobre dos muletas? Si Yavé es Dios, seguidle a él; y si lo es Baal, id tras él». Sin embargo, a tan clara pregunta, «el pueblo no respondió nada».

Acude entonces Elías a una espectacular prueba de Dios. Preparen los profetas de Baal el sacrificio de un buey, y Elías preparará otro. Invoquen unos y otro el fuego divino para el holocausto. «El Dios que respondiere con el fuego, ése sea Dios». Esto sí convence al pueblo, que aprueba: «eso está muy bien»… Los profetas de Baal, de la mañana al mediodía, se desgañitan llamando a su Dios, saltando según sus ritos, sangrándose con lancetas. Todo inútil. Elías ironiza: «gritad más fuerte; es dios, pero quizá esté entretenido conversando, o tiene algún negocio, o quizá esté de viaje»…

«Entonces Elías dijo a todo el pueblo: acercáos». Y tomando «doce piedras, según el número de las tribus de los hijos de Jacob, alzó con ellas un altar al nombre de Yavé». Hizo cavar en torno al altar una gran zanja, que mandó llenar de agua. Y después clamó: «“Yavé, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel… Respóndeme, para que todo este pueblo conozca que tú, oh Yavé, eres Dios, y que eres tú el que les ha cambiado el corazón”. Bajó entonces fuego de Yavé, que consumió el holocausto y la leña,las piedras y el polvo, y aún las aguas que había en la zanja. Viendo esto el pueblo, cayeron todos sobre sus rostros y dijeron: “¡Yavé es Dios, Yavé es Dios!”». Y así fue como el gran profeta Elías, en la sangre de aquel sacrificio del monte Carmelo, restauró entre Yavé y su Pueblo la Alianza quebrantada.

–Isaías y el cordero sacrificado para salvación de todos.Entre los años 746 y 701 (a.C.) suscita Dios la altísima misión profética de Isaías. La segunda parte de su libro (40-55), contiene los Cantos del Siervo de Yavé, al parecer compuestos por los años 550-538 (a.C.). Pues bien, en esta profecía grandiosa, que se cumplirá en Jesucristo, se anuncia que Dios, en la plenitud de los tiempos mesiánicos, dispondrá el sacrificio de un cordero redentor.

«He aquí a mi siervo, a quien yo sostengo, mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi espíritu sobre él, y él dará la Ley a las naciones… Yo te he formado y te he puesto por Alianza para mi pueblo, y para luz de las gentes»… (42,1.6). «Tú eres mi siervo, en ti seré glorificado» (49,3). «He aquí que mi Siervo prosperará, será engrandecido y ensalzado, puesto muy alto… Se admirarán de él las gentes, y los reyes cerrarán ante él su boca, al ver lo que jamás vieron, al entender lo que jamás habían oído» (52,13-15).

Y sin embargo, «no hay en él apariencia ni hermosura que atraiga las miradas, no hay en él belleza que agrade. Despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores, conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro, menospreciado, estimado en nada. Pero fue él, ciertamente, quien tomó sobre sí nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores, y nosotros le tuvimos por castigado y herido por Dios y humillado. Fue traspasado por nuestras iniquidades y molido por nuestros pecados. El castigo salvador pesó sobre él, y en sus llagas hemos sido curados. Todos nosotros andábamos errantes, como ovejas, siguiendo cada uno su camino, y Yavé cargó sobre él la iniquidad de todos nosotros.

«Maltratado y afligido, no abrió la boca como cordero llevado al matadero, como oveja muda ante los trasquiladores. Fue arrebatado por un juicio inicuo, sin que nadie defendiera su causa, cuando era arrancado de la tierra de los vivientes y muerto por las iniquidades de su pueblo… Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, tendrá posteridad y vivirá largos días, y en sus manos prosperará la obra de Yavé… El Justo, mi siervo, justificará a muchos, y cargará con las iniquidades de ellos. Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, y recibirá muchedumbres por botín: por haberse entregado a la muerte, y haber sido contado entre los pecadores, cuando llevaba sobre sí los pecados de todos e intercedía por los pecadores» (53,2-12).

–Los múltiples sacrificios de Israel. Hemos evocado hasta aquí aquellos principales sacrificios de la Antigua Alianza, que anuncian y anticipan el sacrificio único y definitivo de la Alianza Nueva. Añadiremos todavía algunos datos más sobre los ritos sacrificiales de Israel.  

En Israel, como en otros pueblos, el sacrificio es una acción ritual por la que se ofrece a Dios algún bien creado, privándose de él en todo o en parte, para expiar por el pecado (Miq 6,6-7), para eliminar la culpa y la impureza (Lev 14,4-7.52; 16,21-25; Dt 21,1-9), para expresar devoción y adoración, y para lograr, en fin, el favor y la protección de Dios. En efecto, no conviene que las criaturas se acerquen a su Creador si no es en actitud de perfecta sumisión y agradecimiento. Es el mismo Dios quien así lo manda: «no te presentarás ante mí con las manos vacías» (Ex 23,15; 34,20).


Antes de seguir adelante, es importante advertir aquí que los israelitas –a diferencia de babilonios, egipcios y otros pueblos antiguos–, enseñados por la Palabra divina, tuvieron del sacrificio una idea muy alta y exacta, y nunca creyeron que la Divinidad necesitase ser alimentada con los sacrificios y libaciones rituales. Yavé, en efecto, dice a su pueblo: «las fieras de la selva son mías, tengo a mano cuanto se agita en los campos. Si tuviera hambre, no te lo diría: pues el orbe y cuanto lo llena es mío» (Sal 50,8-13). No es Dios quien «necesita» los sacrificios rituales; es el hombre el que está necesitado de hacerlos, para, ofreciendo al Señor parte de los dones de Él recibidos, afirmar así su propio corazón en la sumisión y en el amor, y expiar por tantos abusos cometidos en el uso de las criaturas, con desprecio de su Creador. La misma verdad inculcará San Pablo a los atenienses, tan apegados a la veneración de sus templos: «siendo Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos por mano del hombre, ni por manos humanas es servido, como si necesitase de algo, siendo Él mismo quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas» (Hch 17,24-25).

El pueblo de Israel ofrece, pues, al Señor de sus propios bienes, de sus medios de sustento, y sacrifica sobre todo víctimas animales de sus ganados. Ofrece también pan, vino, aceite u otros alimentos, o incluso oro y plata (Núm 7,31-50). Hace oblación de las primicias de los frutos del campo o de los ganados. Según la condición nómada o sedentaria del pueblo, cambian, lógicamente, las ofrendas presentadas al Señor.

En estos sacrificios la víctima puede ser ofrecida totalmente, como en el caso del holocausto o sacrificio total. Pero otras veces se ofrece sólo una parte de la víctima, la grasa, los riñones, y sobre todo la sangre, es decir, lo que es tenido como fundamento de la vida (Lev 3; 17,10-14), y el resto es consumido en un banquete sacrificial (Dt 12,23-27). También en ocasiones se hace aspersión de la sangre victimal sobre el altar y el pueblo (Ex 24,3-8)

–Los profetas y el culto de Israel. La legislación sacerdotal y las prescripciones rabínicas configuran al paso de los siglos, particularmente acerca del culto ofrecido en el Templo, un mundo ritual sumamente minucioso, en cuyos detalles no entraremos. Se multiplican más y más los sacrificios de purificación o de expiación, de acción de gracias o de reparación, matutinos o vespertinos, etc. Y el pueblo judío, perdido a veces entre las exterioridades rabínicas, no pocas veces no tiene escrúpulos de conciencia para unir a esas prácticas rituales externas una vida moral indigna, desleal, injusta, como si la salvación viniera de la eficacia mágica de ciertas prácticas rituales reiteradas, y no estuviera más bien reservada para –como se dice en la Biblia– «los que aman al Señor y cumplen sus mandatos» (Sir 2,15-16; Dan 9,4; Sal 118; Jn 14,15; 15,10). El sacrificio exterior, entonces, es algo completamente vacío, pues no va unido al sacrificio interior, es decir, a la ofrenda personal.

Contra esa ignominia claman una y otra vez los profetas de Israel. En efecto, el mismo Yavé que ha suscitado esos ritos cultuales, suscita también profetas y autores sapienciales que con su enseñanza purifican al pueblo de esos errores gravísimos, como también purifican los ritos judíos de toda adherencia idolátrica bastarda (Is 1,10-16; 29,13; Jer 7, 4-23; Ez 16,16-19; Os 4,8-18; 8,4-6.11-13; Am 5,21-27; Miq 6,6-8).

Actualmente, los teólogos adversarios del culto sacrificial alegan que ya fue condenado por los profetas de Israel. Pero esa afirmación es falsa. Los profetas, lo mismo que los salmistas (Sal 39,7-11; 68,31-32), reverencian el culto del Templo (Is 30,29), y se duelen de que los desterrados se vean privados de él (Os 9,4-6). Lo que denuncian es el culto vacío, la ofrenda externa que no va unida a la ofrenda interior personal, la alabanza puramente verbal, con el corazón ausente (Is 29,13).

Así pues, cuando Jesucristo condena toda exterioridad religiosa que esté vacía de verdad interior, hace suya la denuncia del profeta: «este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí» (Mt 15,79 = Is 29,13). «Prefiero la misericordia al sacrificio, y el conocimiento de Dios al holocausto» (Mt 9,13 = Os 6,6). «Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones» (Mt 21,13 = Jer 7,7-11). 

Así pues, los sacrificios de la Antigua Alianza prefiguran el sacrificio redentor de Cristo, como veremos en el próximo artículo. Nuestro Señor Jesucristo de ningún modo condena el culto sacrificial, sino que lo re-establece en su propia sangre: la Eucaristía, la Cruz, el sacrificio único de la Nueva Alianza.

«Porque Él, con la inmolación de su cuerpo en la Cruz, dio pleno cumplimiento a lo que anunciaban los sacrificios de la antigua alianza, y ofreciéndose a sí mismo por nuestra salvación, quiso ser al mismo tiempo sacerdote, víctima y altar» (Pref. Pascual V).

José María Iraburu, sacerdote

Índice de Reforma o apostasía

10 comentarios

  
Luz
Perdone, D. José María, que ya comprendo que habrá sido un "fallo" ajeno
a su voluntad, pero, el texto que atribuye a la Plegaria eucarística II (a la
que le "cansa" un tanto a Bruno, ¿sabe? ¡Ja, ja!), corresponde a la I.

Por lo demás, todo precioso, y... ¡tremendamente necesario...! A ver si se
enteran algunos y no se "escandalizan" tanto...
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JMI.-Corregido.
Muchas gracias.
26/05/14 1:41 PM
  
Alejandro Colombia
Padre, sobre este punto quisiera consultarle sobre el papel del Espíritu Santo en la antigua alianza, pues teniendo en cuenta que "se derramaría sobre toda carne" -particularmente en pentecostés- pareciera que las exigencias de los profetas son muy elevadas para la capacidad de sus contemporáneos en el orden de la gracia, sin sacramentos etcétera. Este artículo me ha parecido maravilloso, usted hace accesible la religión.
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JMI.-Cuestión muy interesante, pero no es el tema del artículo.
Puede ver mi escrito "Por obra del Espíritu Santo" publicado en Fund. GRATIS DATE, Pamplona. El texto íntegro se puede hallar en www.gratisdate.org
sobre todo el capítulo 2º
... "todavía no se había dado el Espíritu"... (Jn 7,37-39).
26/05/14 4:18 PM
  
Gris Funcionario
Muchas gracias, es muy interesante, y coincido con Luz, tremendamente necesario
27/05/14 9:25 PM
  
Jorge Frech
Gracias padre Iraburu! Muy edificante su disertacion. Hace algun tiempo alguien me decia que la La Sagrada Eucaristia es una cena y no un sacrificio y que asi lo consideraba la Iglesia, pero siempre he sabido que es un sacrificio y cena, sacrificio que Jesus hace en la cruz y que da en forma incruenta durante la santa misa y cena porque Jesus nos alimenta con su Santisimo Cuerpo y su Preciosisima Sangre. Dios y la Virgen lo bendigan siempre!
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JMI.-En las Plegarias eucarísticas, en las cuatro, decimos una y otra vez "este sacrificio"... El que niega que sea sacrificio, niega la fe de la Iglesia, que se expresa en la Liturgia: "lex orandi, lex credendi".

"El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda la santa Iglesia".
El que dice que la Eucaristía "es una cena y no un sacrificio" no sabe lo que dice. Y si lo sabe, peor: sería un hereje.
28/05/14 9:13 AM
  
Victor de Argentina
Padre, muchas gracias por sus escritos, lo animo a escribir más capítulos sobre la Eucaristía, me ayudan a vivir la Misa con mayor intensidad y profundidad.
Saludos y Gracias,
Víctor
28/05/14 5:19 PM
  
Ricardo de Argentina
Yo escuché algo peor que Jorge Frech, de parte de un cura y en plena homilía: que la Misa es una "fiesta". Y no mencionó en ningún momento la palabra "sacrificio".
Era misa de niños, lo que a mi juicio no constituye una disculpa sino más bien un agravante.
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JMI.-La Misa es como un diamante con muchas facetas, y puede recibir diversos nombres: sacrificio, cena, banquete, misterio pascual, divinos misterios, fiesta, etc., según de qué lado se mire y contemple. Todos son justificables. La Eucaristía anticipa el banquete festivo celestial definitivo. Bien. Emplear "alguna vez" el término, explicándolo bien, no tiene nada de malo. Pero en el modo de hablar el cura en la prédica o en moniciones tiene que expresar plenamente el pensamiento de la Iglesia. Y para Ella la Eucaristía es ante todo una actualización del misterio del Calvario, es un sacrificio de glorificación de Dios y acción de gracias, y de expiación por nuestros pecados. Es también la Cena del Señor, en el sentido que ya conocemos. Pero insistir una y otra vez en que es una "fiesta", sin mencionar nunca los sustantivos fundamentales que la expresan, es una falsificación del Mysterium fidei.
28/05/14 5:59 PM
  
Gnostic
En este no ha dado en el clavo, como que está repetitivo.
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JMI.-Repetitio mater studiorum est.
29/05/14 2:50 PM
  
Luiscar
Maravillosa la doctrina del Cordero,que esta delineada en la Bilia,desde el(utilizando el simil balonpedico)minuto uno del destierro;"El Señor Dios hizo al hombre y a su mujer unas tunicas de piel y los vistio"(Genesis;3;21).Por el pecado de Adan y Eva y la consiguiente separacion de Dios;"porque la paga del pecado es la muerte=separacion del Espiritu inmmortal"(Romanos;6;23),entro la muerte en la Creacion.El sacrificio de un inocente,servira para vestirnos; "al contrario,revestios de Jesucristo,el Señor,y no busqueis satisfacer los bajos instintos"(Romanos;13;14).Ese animal inocente prefigura al Señor.
Mas tarde,el Señor mira complacido a Abel y su ofrenda y mira con desagrado a Cain y la suya(Genesis;4;2-4). Abel le ofrecio los primogenitos de su rebaño,mientras que Cain le ofrecio los frutos de la tierra.Abel era pastor y Cain agricultor.Cain se encoleriza,mostrando claramente que la tierra(interior)habia sido maldecida y mata a su hermano Abel;"Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, -el justo por los injustos-, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu"(1ª de Pedro;3;18).Abel,el pastor,prefigura a Cristo y Cain,al hombre carnal-pecador, por el que Cristo muere.
En Genesis 4;12 ;"cuando cultives la tierra,no te dara ya sus frutos.Andaras herrante y vagabundo sobre la tierra". Bueno,en esta posicion esta el hombre no redimido; "como oveja sin Pastor"(Mateo;9;36) y "sin Dios en el mundo"(Efesios;2;12),alejado de la Presencia del Señor(Genesis;4;16) y sin poder poseer la tierra interior,la tierra prometida.Pues ningun cainita o hombre dominado por las bajas pasiones,puede entrar en el descanso del Espiritu Santo,en la Paz de Cristo.
En fin,que la doctrina del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo,esta desde el minuto uno de la Biblia,hasta el noventa;"Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas"(Apocalipsis;21;5.."Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin"..-6).

pd;Un articulo para enmarcar.Los cantos del Siervo de Yave,especialmente en el capitulo 53,Dios nos habla al corazon de una manera indecible.Nos lleva al pie de la Cruz,a los Pies de Cristo,y nos ata para siempre a SU Santisimo corazon,pues es ahi donde el hombre es quebrantado por el Misterio de la Fe,el culmen del Amor.Es ahi donde Jesucristo,¡alabado y glorificado sea por siempre!,renueva a los hombres,les da a Luz.
Damos Fe.
30/05/14 4:33 AM
  
Luiscar
Porque ,¿que es lo que hay que sacrificar sino esta tierra(interior) maldita-pecaminosa? ,¿que es lo que llevo Cristo a la Cruz sino nuestra naturaleza pecadora-animal-mortal-separada de Dios?.

¿Acaso no nos gobiernan a veces,jueces y reyes(pensamientos,voluntad) malos,nuestros pecados? ,¿es que no esta Israel dentro de nosotros mismos? ,¿no es en Jeru-salem donde ha de reinar el Mesias?. Cuando EL es nuestro Juez y Rey,tenemos Shalom,cuando el Sumo Sacerdote nos ha introducido en el Reino de Dios.
La Paz de Cristo.
30/05/14 4:56 AM
  
angel maria
¿Cómo es posible que la Iglesia tarde años y años en condenar las enseñanzas erróneas de tantos escritores de gran audiencia ?¿no tiene culpa también la Iglesia? recemos, recemospara que esto no suceda.Y ustedes sigan denunciando los errores.Con mayor prontitud y teson todavía .
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JMI.-¿Y cómo es posible que el 90% de los bautizados no vayan a Misa dominical? ¿Y que un porcentaje semejante no rece a Dios por los Obispos, para que puedan cumplir bien su ministerio? ¿Y que la gran mayoría de los matrimonios practique la contracepción sistemáticamente? ¿Y que muchos cristianos ricos gasten y gasten en viajes, casas de descanso, ropas caras, tratamientos de belleza muy caros, alimentos y bebidas refinados, etc. etc. etc. mientras un quinto de la humanidad está medio muerta de hambre y necesidad? ¿Y que tantos cristianos pasan 100 veces más tiempo ante el televisor que ante el Sagrario? ¿Y que apenas ningún cristiano laico quiera mojarse luchando en una acción política-social-cultural realmente cristiana?...

Concentra Ud. las responsabilidades negativas en "la Iglesia", entendiendo por la Iglesia "el Papa y los Obispos". Pero no es así. La Comunión de los Santos, la Iglesia, es solidaria en las fidelidades y en las infidelidades a Cristo de TODOS sus miembros.
02/06/14 6:37 PM

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