(09) Salvación o condenación –y II

–Pues si no se predica el Evangelio cuando se silencia sistemáticamente el tema salvación o condenación, eso significa que hoy el Evangelio apenas se predica.
–Efectivamente, apenas se predica en nuestras parroquias, catequesis y misiones. Bueno, ya se entiende que estas afirmaciones requieren muchos matices: en ciertas Iglesia locales, etc. Digamos que se predica, pero muy deficientemente, con muy poca fuerza para suscitar en los hombres de hoy la fe y para motivarles a conversión.

Los pecadores, la descendencia de Adán, están en un error mortal: piensan que pueden hacer de su vida lo que les dé la gana, sin que pase nada, es decir, sin sufrir castigos en ésta y en la otra vida. Con una ceguera espiritual insolente, llena de soberbia, creen los pecadores que, impunemente, pueden gobernarse por sí mismos, sin sujeción alguna al Señor Creador. Piensan que ellos mismos son dioses, capaces de decidir qué es bueno o malo (Gén 3,5), y que por tanto pueden renunciar al pensamiento racional, autorizándose al absurdo y abandonándose a las pensaciones. Estiman que pueden legalizar el aborto, los matrimonios homosexuales y lo que les venga en gana. Creen igualmente que pueden autorizarse a vivir en el lujo, matando a otros hombres que, sin su ayuda, mueren de hambre y enfermedad. Piensan que en esta vida es perfectamente lícito no dedicarse a «hacer el bien», sino a «pasarlo bien». No temen, en fin, que su conducta les acarree penalidades tremendas en este mundo y eternas en el otro.


Ignoran que la maldad del hombre pecador es diabólica, en su origen y en su persistencia: es una cautividad del Maligno. Y no saben que «la maldad da muerte al malvado» (Sal 33,22). Por eso, porque el Padre de la Mentira les mantiene engañados, por eso siguen pecando. Tranquilamente.

«Vosotros –les dice Cristo– sois de vuestro Padre, el diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro Padre. Éste es homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y Padre de la Mentira. Pero a mí, porque os digo la verdad, no me creéis» (Jn 8,44).

Estos pobres pecadores, sujetos al Padre de la Mentira, piensan que, una de dos, o no hay otra vida tras la muerte, o si la hay, ha de ser necesariamente feliz y no desgraciada. Pero en todo caso, lo que les resulta inadmisible es que, finalmente, hayan de responder de la bondad o maldad de sus propias obras. Lo que se niegan a creer es que sus obras del tiempo presente –tan pequeñas, condicionadas, efímeras, aunque sean innumerables– puedan tener una repercusión eterna de premio o de castigo. Nadie sabe nada cierto –ni filósofías ni religiones– sobre lo que pueda haber después de la muerte. En el caso de que haya una pervivencia, los pecadores no tienen especiales dificultades para creer en un cielo posible. Pero en lo que no quieren creer en absoluto es en el infierno, pues ello les obligaría a cambiar totalmente su vida: su modo de pensar y su modo de obrar.

Jesucristo salva a los hombres diciéndoles la verdad por el Evangelio. Si procedente del Diablo, es la mentira la que introduce a todos los hombres pecadores por la «puerta ancha y el camino espacioso», que lleva a una perdición temporal y eterna (Mt 7,13), será Jesucristo, la Verdad, el único Camino que puede llevarles a la vida verdadera y a la salvación eterna. Por eso, compadecido Dios de la suerte temporal y eterna de la humanidad, envía con todo amor a su Hijo: «tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3,16). Él ha venido al mundo «para dar testimonio de la verdad» (18,37), sabiendo que solo ella puede hacernos libres (8,32), libres del Diablo, del mundo y de nosotros mismos.

Predica Jesús una verdad que para los hombres será vida, y para Él muerte. Es, pues, el amor a los hombres lo que mueve a Cristo a decirles que no sigan pecando, que por ese camino van derechamente a su perdición temporal y eterna. Él ha venido a buscar a los pecadores, y para salvarlos de los terribles males que les aplastan y les amenazan después en la vida eterna, les habla «con frecuencia» del infierno, como dice el Catecismo de la Iglesia (n.1034), y como ya lo comprobamos aquí nosotros en el número anterior, recordando más de cincuenta citas del Evangelio.

Cristo revela a los pecadores con palabra fuerte y clara 1.- que hay después de la muerte una existencia eterna; 2.- que los actos humanos, conscientes y libres, realizados en la vida presente, tienen una repercusión eterna de salvación o de condenación, de felicidad o de desgracia. Y sabe Jesús que este Evangelio va a ocasionar su muerte.

Cristo es rechazado hoy, como hace veinte siglos, porque amenaza con el infierno a los pecadores, llamándoles a conversión. Si Cristo hubiera desdramatizado la oferta de su Evangelio, si hubiera dado a éste una orientación solamente «positiva» –exhortando al amor de Dios y de los hombres, a la justicia, a la solidaridad y a la paz, a la vida digna y noble–, en fin, si hubiera silenciado cautelosamente toda alusión trágica a las consecuencias infinitamente graves que necesariamente vendrán del rechazo de la Verdad, los hombres le habrían recibido, o al menos lo hubieran dejado a un lado, pero no se hubieran obstinado en matarlo, como lo hicieron entonces y lo siguen haciendo ahora.

El rechazo de Cristo Salvador es antes que nada un rechazo insolente de la mera posibilidad del infierno. El hombre pecador quiere mantenerse firme e inquebrantable en su convicción fundamental de que puede hacer de su vida lo que le dé la gana, sin tener que responder ante Nadie. Y sin que por eso pase nada. Al menos nada catastrófico. En otras palabras, rechaza a Cristo, afirmando que no necesita ser salvado de nada.

A Cristo lo matan por avisar del peligro del infierno con tanta insistencia. No entienden los hombres, es decir, los pecadores, que, precisamente por eso, hay que ver siempre el Evangelio de Cristo como una «epifanía del amor de Dios hacia los hombres» (Tit 3,4), lo mismo cuando les declara el amor inmenso que les tiene Dios misericordioso, como cuando les manda amar a Dios con todas las fuerzas del alma, o cuando les ordena temer «a quien tiene poder para destruir alma y cuerpo en la gehena» (Mt 10,28).

Ésta es la explicación principal de que hoy en tantas partes la predicación del infierno sea sistemáticamente silenciada. El horror a la Cruz. De ahí se derivan la infidelidad de tantos cristianos, que han perdido el temor de Dios, la ausencia de vocaciones y la no-conversión de los pecadores, que persisten tranquilamente en sus pecados.

La predicación de los Apóstoles es la misma de Jesús. Ellos también, dando testimonio pleno de la verdad, vivificaron a los hombres y ocasionaron su propia muerte. Según esta visión, San Pablo distingue entre aquellos que «están en vías de perdición» y aquellos que, gracias a la cruz de Cristo, «están en vías de salvación» (1Cor 1,18). En su enseñanza, como en la del Maestro, siempre está como un trasfondo el tema de la salvación o la condenación:

«Vosotros estabais muertos por vuestros delitos y pecados, en los que en otro tiempo habéis vivido, siguiendo el espíritu de este mundo [mundo], bajo el príncipe de las potestades aéreas, bajo el espíritu que actúa en los hijos rebeldes [demonio]; entre los cuales todos nosotros fuimos también contados en otro tiempo, y seguimos los deseos de nuestra carne, cumpliendo la voluntad de ella y sus depravados deseos, siendo por nuestra conducta hijos de ira, como los demás [carne]. Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, y estando nosotros muertos, por nuestros delitos, nos dió vida por Cristo: de gracia habéis sido salvados» (Éf 2,1-5).


La existencia del infierno ha sido afirmada por el Magisterio apostólico en repetidas ocasiones, también recientemente en el concilio Vaticano II (LG 48d). Y el Catecismo de la Iglesia Católica, concretamente, recogiendo las enseñanzas bíblicas y magisteriales, dice así:

«Morir en pecado mortal, sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”» (n.1033). «Jesús habla con frecuencia de la “gehenna” y del “fuego que nunca se apaga” (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48), reservado a los que hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse, y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10,28). Jesús anuncia en términos graves que “enviará a sus ángeles, que recogerán a todos los autores de iniquidad… y los arrojarán al horno ardiendo” (Mt 13,41-42), y que pronunciará la condenación: “¡alejaos de mí, malditos, al fuego eterno!”» (Mt 25,41) (n.1034).

¿Un infierno vacío? La hipótesis de un teólogo famoso –que felizmente no fue creado Cardenal–, según la cual el infierno sería una mera posibilidad, por la misericordia de Dios nunca cumplida, es inconciliable con la fe católica. Es cierto que la Iglesia nunca podrá declarar que determinados hombres están en el infierno, como declara infaliblemente, en las canonizaciones, que otros están en el cielo. Y es también cierto que la voluntad salvífica universal de Dios puede salvar a muchos hombres, aparentemente perdidos, «por los caminos que Él sabe» (Vaticano II, AG 7; cf. Dominus Iesus 20-22). Pero también sabe la Iglesia que algunos hombres se condenarán, porque Cristo lo anuncia en el Evangelio. Tanto en Oriente como en Occidente, de forma unánime durante veinte siglos, las palabras de Cristo se han entendido siempre como profecías de lo que realmente sucederá.

Es importante saber en esto –escribe el P. Cándido Pozo, S. J.– que, en el concilio Vaticano II, «con motivo de la petición de un Padre que deseaba una declaración de que hay condenados de hecho (para que el infierno no permaneciera con un sentido de mera hipótesis), la Comisión teológica insistiera en la forma gramatical futura (y no condicional) que poseen los textos evangélicos que se aducen en el número 48 [de la constitución Gaudium et spes] al hablar del infierno [saldrán, irán]. Esta respuesta de la Comisión teológica excluye una interpretación meramente hipotética del infierno» (En Teología del más allá, BAC 282, 19812, 555; cf. 455, el autor afirma que esa respuesta es «una interpretación oficial» de la doctrina conciliar; cf. J. A. Sayés, Más allá de la muerte, San Pablo, Madrid 1996,157).

Reforma o apostasía. No nos engañemos. Sin avisar claramente de la posibilidad de una salvación o de una condenación eternas, es absolutamente imposible evangelizar a los hombres, que seguirán pecando sin temor a nada. Si se les da un Evangelio despojado de su intrínseca dimensión soteriológica, se les predica un Evangelio falsificado, sin poder de salvación. No se les da la verdad, la única que puede salvarlos de la cautividad del Padre de la Mentira (Jn 8,45). La Iglesia dejaría de ser «sacramento universal de salvación» para transformarse en una gran Obra universal de beneficencia.

Pensando, pues, en la evangelización del mundo de la misiones, pensando en la reevangelización del Occidente descristianizado, recordemos el amor heroico de Cristo hacia los hombres, que no temió entregar por ellos su vida en la cruz, con tal de darles la Verdad, la única que, con Su gracia, puede hacerles libres del pecado, del mundo y del demonio.

José María Iraburu, sacerdote


Índice de Reforma o apostasía

30 comentarios

  
Miguel Serrano Cabeza
"Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”» (n.1033)"

1.- El infierno existe. Lo sé.
2.- El infierno no está vacío. Lo sé.
3.- El infierno es un estado. Lo sé.

El estado es éste:

"El infierno no es por ausencia de Dios sino por la falta de comunión con Él."

http://www.corazones.org/diccionario/infierno.htm

4.- El infierno no es un determinado lugar físico. Lo sé.

5.- Pregunta:

Del mismo modo que la "resurrección de la carne" y el Cielo son realidades cuya ubicación no puede identificarse dentro de las coordenadas espacio temporales del universo creado por Dios tal y como ahora lo percibimos ¿es posible que el Infierno pueda ser algún lugar que tampoco pueda "identificarse dentro de las coordenadas espacio temporales del universo creado por Dios tal y como ahora lo percibimos"?

Dicho de otra forma ¿es verdadera esta afirmación?:

"El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos."

Ludwig Ott: "Manual de Teología Dogmática".
http://www.mercaba.org/TEOLOGIA/OTT/693-725_escatologia.htm

ADVENIAT REGNVM TVVM.
30/06/09 5:25 PM
  
rastri
Rastri: Amigo Jose Maria. Yo he oído una extraña hitoria respecto al llamado Paraiso Terrenal, que si bien no desmiente lo que aparece en el Génesis, ratifica más que añadir, no obstante, cosas. Dijeramos que adornan más la historia. Pue dice que sí, ciertamente, que este Paraiso Terrenal existió. Y que existió antes de que el planeta Tierra se dividiera en sus cinco continentes. Y que allí la familia adámica crecía y se multiplicaba como por generación expontánea; Dicho sea: estos moradores en aquel Edén ran verdaderos hijos de Dios; Pues eran engendrados o concebidos sin causa de cópula carnal. Como hoy se dice que Jesús fue concebido en el seno de su madre la Virgen María. Sea: por obra y gracia del Espiritu Santo.

Dicho sea que crecían y se multiplicaba sin causa del consiguiente yugo y la humillante de la cópula carnal.

Eran pues allí la mujer Eva, madre y virgen. Pues engendraba a ciclo de ovulación cumplida, y al tiempo paría. Y me aseguraron que en este Paraiso Terrenal estos vivientes cada cual se definía en grado de medida forma y color según fuera su vestimenta. Vestimenta ésta que era como una sedosa capa capilar que desde la cabeza a los pies, a modo de túnica talar les cubría. Y que cuando pecaron, en causa de cópula carnal, estos vivientes empezaon amorir. Y perdieron sus vistosa vestimenta capilosa túnica capilar. Hasta que se vieron desnudos.

Y que estos -Adán y Eva- queriendo ser los únicos dueños de su propia creación. Revelándose contra aquel crecer y multiplocarse sin causa de cópula carnal. Interfisieron en aquel crear y crecer original. Y copularon mujer con hombre. Y tuvieron hijos que ya no eran hijos de Dios. Y de resultas de esta reveldía se extraviaron. Y perdieron su sedosa vestimenta talar: Adán y Eva se vieron desnudos.

Y que por causa de esta su reveldía la del Hombre contra su Dios, en obligada "Natural ley de Jeraquías" El animal se reveló contra el hombre; y el vegental contra el animal; y el mineral contra el vegetal; y la Naturaleza Elemental contra el mineral se reveló. Y me explicaron más cosas de este Paraíso Terrenal que aquí no digo.
30/06/09 6:40 PM
  
Luis López
"Sin avisar claramente de la posibilidad de una salvación o de una condenación eternas, es absolutamente imposible evangelizar a los hombres". Gran verdad, Padre. Aunque nos llamen aguafiestas, no podemos ocultar la verdad. En la vida no nos jugamos mucho: cada persona se lo juega todo.

Muchos Santos dotados del divino don de presenciar místicamente los estados tras la muerte, han acreditado no sólo que el infierno existe, sino que -en contra de lo dicho por Urs Balthasar- está lleno de gente que malvivieron en la tierra (y de muchos incrédulos), y que las penas son tan espantosas que, como le dice el espectro del padre de Hamlet a su hijo, la "más insignificante palabra horrorizaría tu alma, helaría tu sangre jóven, haría como estrellas saltar tus ojos de sus órbitas, y separaría tus compactos y enrollados bucles, poniendo de punta cada uno de tus cabellos como las púas del irritado puercoespín" (Acto I).
30/06/09 6:42 PM
  
juvenal
Esto parece el programa de Iker Jiménez. Rastri, ¿eres guionista?
30/06/09 6:55 PM
  
solamente juan
juvenal, lo tenía en la punta de la lengua y no me salía ya que me esforzaba en entender el guión y el guionista. Y es que a veces soy duro de mollera. Gracias.
30/06/09 7:38 PM
  
solamente juan
Querido padre José María, que bocanadas de aire fresco son sus escritos, Gloria a Dios.
A diario rezo como ha pedido el Santo Padre porque (perdone la expresión) los sacerdotes salgan de su “escondite” . No puedo pensar que nunca usted estuviera escondido, mas por desgracia los hay.
Dios es misericordioso y sabe de la necesidad que tenemos no sólo en el mundo sino en la misma Cristiandad.
Con siete años sabía yo, gracias a sacerdotes como usted, que el Infierno existía y que hacía pupa, pero el miedo no fue lo que me convirtió, me acuerdo aun hoy día que fue la imagen de un Cristo crucificado y expirando lleno de amor por mí, ¿cómo no lo iba a de vuelta amar?. Dios me lo hizo comprender usando a mi profesora y sacerdotes. Hoy día, después de muchas caídas ya lo creo que temo el Infierno que bien merecería, pero Nuestro Señor ha sido fiel y paciente conmigo. Padre siga adelante nunca se sienta solo que somos muchos los que le amamos y no digamos los que le conocen.

Si usted supiera el bien que me hace. Siga dejándose guiar por el Espíritu Santo. Somos muchos los sedientos.
30/06/09 7:45 PM
  
Urdax
Prgunta: en ocasiones he oído decir que tras dejar este mundo, en el instante en el que pasas al siguiente, Dios da una última oportunidad al pecador para arrepentirse y acogerse a su Misericordia. Así lo predicaban en algunos colegios religiosos hace décadas, según me han dicho.

Sin embargo, también he leído que el arrepentimientoe s imposible tras que el alma abandone el cuerpo. A mi me parecía rara la idea de que al ya haber abandonado esta vida pudiera haber una última oportunidad, pero hace poco oí como alguien lo argumentaba recordando el momento en el que Cristo dice que los pecados contra el Espíritu Santo "no serán perdonados ni en este siglo ni el el siguiente". ¿Significa éso que tras el tiempo terreno se pueden aún perdonar los pecados? Yo no acabo de ver que tenga apoyo en la Revelación, pero esta cita me ha hecho dudar.
30/06/09 7:47 PM
  
luis
Urdax, en la tradicion catolica lo de los pecados perdonados en el otro siglo se refiere a la satisfacción purgativa de las almas antes de entrar en el Cielo.

Respecto de la doctrina expuesta aquí por el Padre, nada que objetar doctrinariamente.
Pero sabemos que ha habido desviaciones antropocentricas en el pasado propias del barroco, del jansenismo y del olvido del tradicional concepto tomista de la primacía de la gracia y la misericordia.
Y del olvido de una espiritualidad sana y no neurótica, fijada en Dios como Verdugo dispuesto a esperar el primer tropiezo para hundirte en el Infierno. Y la salvación como una carrera de obstáculos dificilísima, sorteada por medio del atletismo moral herculeo pelagiano tan caro a cierta espiritualidad falsamente jesuítica.
De aquellos polvos preconciliares vinieron estos lodos progresistas y buenistas, con el Infierno vacío y el Dios bonachón.
Una predicación falsamente tradicional del Infierno, propia de la religiosidad barroca y del moralismo casuista, contra la cual se rebeló la generación de nuestros abuelos y padres, y motivó buena parte de la reaccion progresista, se basaba en una heteropraxis.

No se puede predicar el infierno sin previamente aclarar: 1) que ya estamos salvados en Cristo, que sólo se trata de que los frutos de su redención nos alcancen ; 2)que salva la gracia, no nuestros esfuerzos, aunque debemos corresponder a esa gracia si queremos salvarnos; 3) que esa gracia siempre es ofrecida por Dios e instada hasta el último momento de nuestras vidas; 4) que Dios està personalmente interesado en nuestra salvación, màs que nosotros mismos, por lo que sólo se condena quien lo rechaza;
5) que en ese sentido, salvarse no es una dificultad o un atletismo moral, sino la aceptación de la gracia divina, de suerte que es màs facil salvarse que condenarse, dado que condenarse es resistir el peso del amor misericordioso de Dios hasta el último momento.

Es una opinión. Creo que no hay una sola vía equivocada para hablar del Infierno, la buenista y balthasariana.
También la sombría es causa deficiente de la buenista.
30/06/09 8:09 PM
  
Luis López
Luis, según la teología de Urs von Balthasar, hay un momento entre la muerte y el juicio en que el ser humano es consciente de la realidad aterradora del infierno, y eso implica que inmediatamente solicite la misericordia de Dios, con lo que se salvará.

A mi juicio eso no es bíblico, pues ya Hebreos señala que "Está previsto que los hombres mueran una sola vez, y luego viene el juicio"
30/06/09 8:45 PM
  
José María Iraburu
MIGUEL SERRANO CABEZA. El infierno, lugar y/o estado… Pido excusas, pero no entro en el análisis teológico que sería muy prolijo, si se quería hilar fino, y poco seguro. Lo que nos dice la fe claramente sobre la existencia del infierno y su eternidad, pienso yo, es muy suficiente para nuestra vida espiritual.

RASTRI. En cuanto se sale uno de la roca de la fe, y se mete en “extrañas historias” como la cuentas, entra en la niebla de lo inseguro, de lo no revelado por Dios. Y eso no interesa para nada, más aún, solo perturba y debilita la vida espiritual. “El justo vive de la fe” (Rm 1,17 ¡y Hab 2,4; Gál 3,11; Heb 10,38!). ¡Hemos de vivir de la FE! “La fe operante por la caridad”. Y dejarnos de vainas. Con perdón.

LUIS LÓPEZ. Muy interesante los testimonios a que alude de los Santos cuando hablan del infierno y de los que en él se pierden. No lo había señalado yo en mi síntesis. Y desde luego, para mí tiene MUCHÍSIMO más valor lo que, p.ej., dice Jacinta que le dijo la Virgen (Jacinta, una cría analfabeta), que todas las lucubraciones del Herr Doktor Urs von Balthasar, a quien Dios tenga en su gloria.

LUIS FERNANDO. Así es. No es éste un blog favorable a esoterismos y leyendas, que no se funden en la Revelación, tal como la Iglesia nos la enseña. De la gracia, con el favor de Dios, he de hablar mucho (con perdón, y bien: a la luz católica). Pero en cada post no se puede hablar de todo. Dices bien lo de que algunos silencian (erradamente) el infierno “por no asustar”. No fue ese el criterio de Cristo, de los santos, y ciertamente de la Virgen de Fátima hablando a unos chavalicos analfabetos. Los asustó, pero para bien: para matarse rezando y haciendo penitencias por la conversión de los pecadores ¡para que no se condenaran “por la falta de oraciones y sacrificios”!

SOLAMENTE JUAN. Como dices, no predico más que la pura verdad católica: dos y dos, cuatro, y dos, seis, y dos, ocho… ¡Y qué original resulta predicar verdades que lamentablemente están silenciadas! Dios te bendiga y te guarde.

URDAX. La misericordia de Dios, en el momento mismo en que muere el hombre… etc. Mire lo que le he contestado en (08).

LUIS. Espero dedicar más adelante varios números a la gracia, a la gracia entendida en la fe católica (no pelagiana, semipelagiana, jansenista, quietista, etc.) a su primacía, su gratuidad, etc. En (8) y (9) yo solo he traído la predicación más esencial de Cristo y de la Iglesia sobre la posibilidad real de salvación o condenación, pero no me he metido en más disquisiciones teológicas de una u otra tendencia, rigorista o laxista.
30/06/09 8:59 PM
  
Ricardo de Argentina
"El rechazo de Cristo Salvador es antes que nada un rechazo insolente de la mera posibilidad del infierno. El hombre pecador quiere mantenerse firme e inquebrantable en su convicción fundamental de que puede hacer de su vida lo que le dé la gana, sin tener que responder ante Nadie. Y sin que por eso pase nada. Al menos nada catastrófico. En otras palabras, rechaza a Cristo, afirmando que no necesita ser salvado de nada."

¡Qué acuarela del hombre de la calle, Padre José María! Del "televidente", del "hombre normal", del "ciudadano común y corriente"!
Con certera precisión, Ud. señala el falso gozne donde pivotan las "seguridades" mundanas. Esa gran mentira que el "hombre moderno" se recita cual letanía para autojustificarse. Esa gran mentira que hay que denunciar para que puede haber luego una evangelización eficaz.
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"Cristo es rechazado hoy, como hace veinte siglos, porque amenaza con el infierno a los pecadores, llamándoles a conversión."
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Antes intentaron la censura : lo mataron esperando acallarlo para siempre, y no les resultó. Ahora tienen otra estrategia : hablan hasta por los codos de él (con minúsculas), ése que es tan diferente a ÉL (con mayúsculas); hablan de un jesús inventado, diluido, adulterado. Un jesús al que le preocupa más la exclusión social que el Infierno, y más la democracia que la Salvación.
30/06/09 9:03 PM
  
luis
Padre, no es posible arrojar al espectador "in medias res" en el tema del Infierno. Antes y durante, y no después, hay que predicar la gracia. Predicar el Infierno de este modo, casi antropico, es suscitar heteropraxis y traumas que tan mal han salido en el pasado. La experiencia algún peso tiene.
Pero es una opinión.
30/06/09 9:18 PM
  
rastri
RASTRI, usted dice, entre otras cosas: "Lo siento amigos, deveras, vosotros no sabéis lo que es la Fe ni en qué consiste este poder en perosnal consubtancia divina que en el hombre desplaza dodo aquello que es temor y le hace ver y comprender lo no todos pueden ver ni comprender" y consecuentemente, sigue diciendo usted, "estáis ciegos".
Yo también lo siento, pero tengo que borrar tus comentarios.
Un saludo. José María Iraburu
30/06/09 9:37 PM
  
solamente juan
Perdón por lo que pongo, bórreseme éste post si pertinente lo ven:
Rastri, que Dios te ampare hombre. Nos tendrás que perdonar, pero sabes que los católicos no estamos obligados a creer en visiones o revelaciones privadas, incluso las aceptadas por la Iglesia, imagínate pues que no vamos a aceptar tus enrevesadas explicaciones.

¿Quién es la persona con el pseudónimo rastri? ¿acaso no tenemos o sabemos lo que fe es porque no te tomamos en serio? Bueno yo me lo tomo en serio, pero no por lo que puedas creer. Que si has tenido revelaciones antes de promulgarla debieras personalmente presentarte a La Iglesia para discernimiento a través del Espíritu Santo.

Pues revelaciones las puede impartir aquel que tiene potestad para presentarse como ángel de luz y así propagar las tinieblas.

No te olvides que el padre de las mentiras tiene voz y es convincente. No vayas de ´llanero solitario´, acércate a la Iglesia. Y si no estás sólo, despierta y apéate de ese carro. De momento te recomiendo opción Nº 2. A Dios por ti pido.
30/06/09 10:19 PM
  
juvenal
Muy mal, muy mal, la censura esta muy mal y rastri nos estaba entreteniendo mucho.
30/06/09 10:33 PM
  
solamente juan
No juvenal, no era entretenimiento sino pura distración que nos aleja del tema. El hombre pudiera estar simplemente equivocado pero me atrevo a decir que esa táctica la reconozco como la del mismísimo astuto por excelencia pudiera emplear...
Una "miniexcomunicación" puede que le haga bien. El centinela ha hecho su trabajo, muy bien muy bien.
30/06/09 10:57 PM
  
solamente juan
Perdón, quise decir "miniexcomunión"
30/06/09 10:58 PM
  
JMMCBXVI
Muy interesante. De hecho esto tiene mucho que ver con las palabras de la consagración eucarística del cáliz: "pro multis effundetur", sangre derramada "por muchos." Podemos afirmar que Cristo naturalmente entrega su vida en la cruz "por todos" para salvar a "muchos", y de lo que se trata es de encontrarnos, por gracia ante todo y también por nuestra libre cooperación entre esos "muchos." Resulta curioso que las disposiciones de la Santa Sede aún no se han cumplido en España, al menos "oficialmente", que no obsta, a mi juicio, para se consagre "por muchos", tal como lo ha pedido expresamente la autoridad apostólica. Y siempre se puede consagrar en la fórmula latina "pro multis"...
01/07/09 12:11 AM
  
multis
si la santa sede ha exigido que se diga "por muchos", y de hecho esas son las palabras reales de la consagración en la Misa de toda la vida y en la Última Cena... ¿flaquea la consagración y su validez al decir "por todos"?
01/07/09 12:26 AM
  
José María Iraburu
JMMCBXVI y MULTIS. La Santa Sede ha mandado que se revisen las ediciones del Misal Romano y que se cambie en la consagración el "por todos" y se ponga "por muchos". No pocos quisiéramos que la Conferencia Episcopal de España hubiera aplicado ya esta orden, pero hasta que no lo haga explícitiamente, no es lícito para los sacerdotes de España emplear la fórmula "por muchos".
01/07/09 9:33 AM
  
Benigno Soto
luis. Yo creo que el P. Iraburu nos ha pasado su mensaje sobre salvación-condenación, y su silenciamiento actual en la predicación, de modo perfectamente claro y suficiente. El tratadito complementario de gracia que usted propone no hace falta, y no haría sino alargar indebidamente la exposición. Para eso podríamos pedirle que, antes que de la gracia, nos hablase del pecado original. Y por el mismo precio, de la predestinación también. Y antes, por supuesto, de la creación del hombre, y de su relación primera inocente con Dios. No, hombre, no.
01/07/09 9:37 AM
  
Urdax
Gracias al P. Iraburu y a Luis por sus respuestas a mi duda.

Respecto a la dificultad de predicar hoy sobre el infierno, como ya se ha apuntado en otras ocasiones, la zanja más habitual es el buenismo: si todos somos buenos, ¿cómo va Dios a condenar a nadie? Así, por el buenismo, la condenación eterna pasaría a ser el capricho de un Dios arbitrario.

Además, otro obstáculo muy actual, el relativismo, afecta a una distinciíon entre los hombres que ya está presente en el Evangelio: la de justos y pecadores. Si bien todo hombre es pecador, unos tienen buena voluntad, se arrepienten de pecar, quieren corregirse, acpetar la Gracia, hacer buenas obras, etc. Y otros, en cambio, quieren hacer a conciencia el mal, no se arrepienten de ello y dan la espalda a la Gracia y la Misericordia de Dios. Por el relativismo, está muy de moda, no ya 'subjetivizar' la gravedad de la materia del pecado, sino las intenciones de quienes pecan. Si bien siempre hay cisrcunstancias que pueden atenuar la culpa en un pecado, también hay circunstancias que pueden agravar la culpa porque ayudarían abrar bien. Hoy, en cambio, haciendo sociología marxistoide, nos quedamos siempre con la primera opción: quien peca siempre es por debilidad, porque tiene unos condicionantes que le quitan la libertad... pero no se contempla, como sí refleja el Evangelio, que hay pecdores que lo son libremente y sin arrepentimiento.

Hoy el panorama es muy desolado. Por mi trabajo, todos los días veo a personas alejadas de la fe, con pecados tremendos a sus espaldas y vidas muy desordenadas. En bastantes ocasiones se observa que tras esas vidas hay dolor y sufrimiento previo, falta de libertad, trastornos, etc. Pero, claro, en otras se aprecia la libertad humana mal empleada. Y éso es algo terrible. Cada vez más pronto la persona "descubre" la impunidad para pecar que se vende hoy desde todos los ámbitos (incluso algunos eclesiales). Es un misterio quienes se dejan arrastrar inconscientemente por esa marea y quienes la aprovechan para hacer lo que les da la gana. Pero desde luego, el drama de la Salvación-Condenación está más de actualdiad que nunca.
01/07/09 11:30 AM
  
Pedroles
En relacion con el comentario de Urdax (30.06.09 @ 19:47) y tras leer la respuesta dada por usted, P. Iraburu, en 08, yo me planteo algo parecido. Parto de que tras la muerte hay un juicio individual (eso es asi, ?verdad?) y que Cristo es el Juez. Luego en el momento de la muerte, cada hombre va a encontrarse cara a cara con Cristo. ?No puede darse aqui la ultima oportunidad de salvacion? Pues en ese juicio se aceptara o rechazara a Cristo como Juez y se le pedira perdon o no. Siempre he pensado que la fe y el amor son los modos de aceptar a Cristo cuando nos juzgue. Que sin una de las dos es muy dificil y que sin ninguna casi imposible (no me atrevo a decir imposible hablando de estas cosas).

Esta es una opinion personal, espero que este dentro de la ortodoxia de la fe catolica y rogaria correccion si no es asi, que me ayuda a entender como se pueden salvar quienes no son catolicos, ni tansiquiera cristianos, y al mismo tiempo me ayuda a entender la necesidad de la predicacion, pues el anunciar el Evangelio, hace el camino al Cielo mucho, muchisimo mas facil.
01/07/09 2:26 PM
  
Eduardo Jariod
Es curioso que la mentalidad materialista y egocéntrica de nuestra época haya producido una doble expulsión fundamental de nuestras vidas. Por un lado, prescindimos sin el menor escrúpulo de Dios y de la consecuencia de seguirlo, que es el cielo; y, por otro, también expulsamos a Satanás y su reinado natural, que es el infierno . Pero el resultado de esta doble prescindencia es siempre el mismo: pecado y más pecado, ya sin la menor traba. Imposible es ya seguir al Señor al que negamos al menos en la práctica; e imposible es librarse de Satanás, al que ya no reconocemos ni como tal ni en nosotros.

No sé qué será efectivamente el infierno (un lugar, un sufrimiento espiritual, una ausencia insoportable de la gloria de Dios...), pero que ha de existir es indudable.
01/07/09 3:17 PM
  
Ricardo de Argentina
Urdax:
Yo creo que el notable fenómeno de las "convicciones no vinculantes", tan característico del hombre moderno, son una expresión de la pretendida salvación mediante la "fe sin obras" proclamada hace siglos por el protestantismo, y extendida hoy día como reguero de pólvora aún dentro mismo de la ciudadela católica. Esto es una terrible presunción, porque gana multitudes para las insaciables fauces de Satán. Cristo nos advirtió "Estad atentos", "tened las lámparas provistas de aceite", "no os durmías", etc. etc. ¿Es tan difícil darse cuenta adónde van a parar las almas que toman a la ligera semejantes graves advertencias?

Hay que insistir e insistir que el Infierno puede merecerse por "pensamiento, obra u omisión", como lo enseña la Iglesia. Hay que insistir sobre todo en que eso de creerse "bueno y santo" porque no miento, mato ni fornico, es una tremenda necedad que se paga a precio de eternidad.
01/07/09 3:40 PM
  
luis
Sr. Benigno Soto. No me refiero a la doctrina del P. Iraburu, que está fuera de cuestión.
Voy a intentar explicarme. No sé si me voy a hacer entender, porque parecería que hay un pensamiento binario: progres vs. conservadores. Cuando lo importante es ser ortodoxo y también ortopráctico. Y la ortopraxis se refiere a la espiritualidad, al modo de la predicación.
Le he hecho una observaciòn referida a la indudable heteropraxis que ha habido en el pasado. Si a Usted las historias de manipulación en base al terror al Infierno, amenazas a niños con llamas y demonios y demàs estupidez barroca y jansenita le resulta ajeno, pues me alegro. Yo estoy cansado de escuchar a ancianos repetirlo. Lo mismo con la noción mercantil de la salvación, la idea de que la salvación se logra acumulando buenas obras y básicamente en base a atletismo moral, la noción de que la santidad es un esfuerzo humano, y el concepto de la salvación como un "negocio" que uno se "asegura" frente a Dios. He leído decenas de libros y folletos en boga antes del Concilio con el tema, de preferencia hispánicos, con infinitos ejemplos de "contabilidad espiritual", "mercantilismo soteriologico", "semimaniqueísmo antinaturaleza", etc.

Y como soy tomista, de tradición y espiritualidad monástica, sé que en la Iglesia, antes del Concilio, había corrientes heredadas del jansenismo y el voluntarismo, influidas por filosofías más o menos racionalistas o voluntaristas influidas por diversas instancias del pensamiento de la Ilustración y la modernidad, que hicieron mucho daño. Lo mismo con el sulpicianismo pietista del siglo XIX, con su cristianismo decadente que mereció las invectivas de Bloy tan injustas y tan precisas a la vez.
Casi he tenido que echar un sacerdote, muy ortodoxo y preconciliar el, que en una conferencia que vino a dar a mi casa a un grupo de adolescentes se dedicó a hablar de tumores en la piel y sufrimientos ígneos en el Purgatorio, y grados de temperatura infernales. Con el agregado de una historia de un alma del Purgatorio a la que hipotéticamente se le ofrece volver a la tierra para mayor gloria de Dios y se niega por no volver a "arriesgar" la salvación. Una especie de cambalachería donde lo importante es "asegurarse" la salvación.
En ese sentido, es interesante leer "La Descomposición del Catolicismo" y "El Paisano de la Garona", de Louis Bouyer y Jacques Maritain, que coinciden con agudas observaciones del gran sacerdote Leonardo Castellani -siempre baluarte de la ortodoxia- respecto de la religiosidad barroca, con especial crítica a la hispànica. Estos dos progres arrepentidos explican que el postconcilio no fue màs que la reversión del calcetín hacia el otro lado, en el mismo plano. Para decirlo con Maritain, se pasó del "desprecio del mundo" (esto hay que entenderlo bien, en la devotio moderna hay desviaciones) a la "postración ante el mundo". De una moral casuista y centrada en el esfuerzo y la voluntad, propia del jesuitismo decadente, se pasò a un buenismo igualmente pelagiano pero optimista. Del clericalismo reaccionario se pasó al clericalismo progre. De la doctrina falsa de que la santidad es para curas y monjas se pasó al ministerio sacerdotal para todos.
En fin, lo que quiero decir es sutil y espero que no me baneen por ello: el preconcilio venía mal. Que despues haya sido un desastre no quita que se había perdido, sino doctrinariamente, cierta praxis cristiana clásica. En particular, la predicación y la espiritualidad no era la clásica, sino una moralista y casuista, antimistica, muy poco liturgica.
La predicación del infierno y de los novìsimos, si no va unida a la proclamación del kerygma, de que la salvación ya está obtenida, que la gracia de Dios es irresistible para quien la acepta, que el temor servil es sumamente imperfecto y hasta nocivo y que es màs facil, en terminos de gracia, salvarse que condenarse, es traumatizante y estéril. Y para peor, no es entendida por el hombre moderno, porque lo que màs desconoce es la gracia, y la gracia y la gracia. Antes que cualquier instancia moral, hay que predicar la gracia. El moralismo, como decia Peguy, es el enemigo de la gracia. Muy bien la moral, muy bien los mandamientos, pero Cristo no vino a enseñar principalmente moral: vino a que los muertos vivan, con la gracia. Luego (con prioridad ontologica, no temporal) la moral. Pero la gracia.
Prediquen el infierno, pero con la gracia hasta en la sopa. Prediquen el infierno, pero superponganle la gracia.
Es lo que he intentado decir. Disparen tranquilos.
01/07/09 3:56 PM
  
José María Iraburu
URDAX y RICARDO DE ARGENTINA.. Creo que hacen buenos diagnósticos de situación actual. Pero déjeme que le indique, URDAX, no se alargue tanto en los comentarios.

PEDROLES. Antes de la muerte, por supuesto que cabe esperar actos especiales de la misericordia divina para salvar al pecador, pues Dios quiere la conversión de los pecadores, no su perdición. Pero las suposiciones que hace Ud. para después de la muerte, en el juicio particular, no creo que sean aceptables. Mire el Catecismo (n. 1033), p.ej., cuando dice “Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa”… etc.

EDUARDO JARIOD. En una mentalidad materialista no hay sitio ni para Dios ni para el Diablo. Es una miseria total.

LUIS. Creo que tiene razón Benigno Soto en el comentario que le ha hecho. Por mi parte le añado que el alcance de mi escrito (08) y (09) se limita al tema del que se ocupa: recordar el lugar que tiene la predicación del tema salvación-condenación en Cristo, en el Magisterio, en la tradición de los santos, y señalar el silencio sistemático en el que ACTUALMENTE se entierra el tema. Hablando usted de la “noción mercantil de la salvación”, del “atletismo moral”, del jansenismo, del sulpicianismo, de la espiritualidad del barroco, especialmente en su versión hispánica, y de un buen número de otros temas, muchos de ellos referidos a errores que usted mismo dicen estaban vigentes muy peligrosamente en el pasado (en el pasado), dice algunas cosas que me parecen bien y otras que no me convencen. Pero no voy a entrar a analizarlas, porque sería interminable. En cuanto a tratar del tema de la gracia, observará que en mi escrito insisto y vuelvo a insistir en que es el amor salvador de Cristo hacia los pecadores el que le lleva a avisarles “con frecuencia” del peligro de perdición eterna.
Por último, le digo como a URDAX: no escriba, por favor, tan largamente. Si se fija son muchos los portales en los que se pide a los comentaristas “concisión, brevedad”, etc. y en algunos incluso limitan el número de palabras. En InfoCatólica aún no se ha elaborado esta nota de Advertencia a los Comentaristas, pero algún día la pondrán de algún modo, me figuro.
01/07/09 4:45 PM
  
converso
Contestando a Pedroles, y aunque es especular:

En el mundo espiritual no existe el tiempo continuo tal y como lo conocemos, sino la eternidad, que podemos entender como la perfecta posesión de un instante eterno. El tiempo como tal es una realidad "física" perteneciente al mundo terreno.

Por ello, al morir, y conocer la verdad, no hay posibilidad de arrepentimiento porque no hay "tiempo" para ello. El tiempo que teníamos ya ha sido consumido, y citando a Miguel Serrano Cabeza, no somos conscientes de su valor: la sangre de Cristo.

Como para dedicarnos a "perder el tiempo".
01/07/09 7:11 PM
  
Pedroles
Gracias Padre por su respuesta. Entonces como doctrina segura, se podría decir que hasta la muerte hay oportunidad de salvación y que Dios de n modo u otro se las ingenia para ofrecérnosla hasta el último momento. Lo cuál no quita que algunos o muchos se condenen, por rechazar esa misricordia, principal pero no únicamente. La fe y el amor son los modos de prepararse para aceptar esa misricordia y es en la Iglesia católica donde tanto fe como amor se ofrecen en su plenitud.

La respuesta de Converso, mencinando la atemporalidad no me convence, pues, si entiendo bien, el Purgatorio, donde sólo hay almas, tiene principio y fin. Por otra parte, los cuerpos resucitarán en el últim día y es difícil de entender como el alma y el cuerpo están en el Cielo o el Infierno si el cuerpo aún no ha resucitado. Yo siempre he pensado que es Dios quien transciende tiempo y espacio, los demás, lo que Dios quiera y cuando quiera.
01/07/09 9:42 PM
  
Luis Fernando
Por deseo del padre Iraburu, he activado la moderación previa a la publicación de los comentarios de este blog. Por tanto, no se alarmen si no ven publicados sus comentarios nada más escribirlos.
01/07/09 11:59 PM

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