El título de influencer no lo da Roma
Permítanme que comience este post agradeciendo a dos buenos amigos, Specola de Roma y Paco Pepe Fernández de la Cigoña sus amabilidades y referencias a un servidor. Que dos auténticos influencers desde hace años reconozcan la labor de un servidor me llena, como diría un conocidísmo personaje de la vida española, “de orgullo y satisfacción". Paco Pepe es, sin duda, el gran referente de la información y la opinión sobre la Iglesia, con millones y millones de visitantes a sus páginas. Specola son años de escribir su crónica diaria ofreciéndonos una información vaticana de primerísimo orden. Suelo decir que lo que no conoce Specola es porque, directamente, no ha sucedido. Un servidor algo va haciendo.
Si de influencers, blogueros, escrtores, columnistas de toda la vida pasamos a medios de información religiosa, tres son los que en España encabezan el número de lectores y con mucha diferencia sobre el resto: Religión en Libertad, Infovaticana e Infocatólica.

Decía ayer a mis feligreses que la Iglesia es la única organización que tras constatar desde hace de cincuenta años su cuenta de resultados y comprobar que no hace más que perder clientes especialmente en zonas donde casi gozaba del monopolio, en lugar de reconocer humildemente que se ha fallado y de una manera estrepitosa, que las cosas no se debieron hacer bien, sigue, en muchos ámbitos con lo mismo de siempre, y además en aumento.
En la Iglesia, como en todas partes, siempre ha habido ciertos grupos de presión, de tal forma que pertenecer a alguno de ellos aseguraba unos ciertos privilegios o, al menos, no quedar relegado. En política tenemos desde los cuatro del Peugeot al grupo de la tortilla sevillana, pasando por la camarilla de Sánchez o la de Aznar. Si se trata de delincuentes, podemos hablar de la banda del Perete, el clan de los Gómez o la partida del Pernales. Las mafias se reconocen mejor por familias ¡quién no recuerda el padrino!





