Adiós, Societe
Esta mañana, en mis brazos, y atendido por los buenos haceres de Rafa y Amparo, sus veterinarios y excelentes amigos, Socio se ha dormido para no despertar más.
Acercándose a los quince años, llegó el momento de decirnos adiós. Estaba ciego, prácticamente sordo, muchas dificultades para moverse y últimamente había dejado de controlar esfínteres. También tenía perdido el sentido de la orientación, con lo que verle manejarse por casa era contemplar cómo se iba dando golpes contra todo. Para remate, hace tres semanas padeció una bronconeumonía que acabó de dejarle muy tocado. Uno no quiere verlo, pero los veterinarios lo tuvieron claro: “Jorge, es el momento de dejarlo marchar". Hace un rato se ha ido.