InfoCatólica / De profesión, cura / Categoría: Frases solemnes rellenas de nada

18.10.17

Frases solemnes rellenas de nada (IV): lo importante es caminar

Vamos con otra: “lo importante es caminar”. Pues no. Porque si uno está al borde del abismo y camina, se pega la leche.

Vamos por partes. Lo primero para caminar es saber dónde narices está uno. En el frontispicio del templo de Delfos estaba escrita la frase “conócete a ti mismo”. Por tanto, antes de empezar a andar, a ver dónde está cada uno, porque difícilmente se emprende una ruta sin definir el punto de partida. Punto de partida: el propio conocimiento. Y ya es asunto complejo.

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9.10.17

Frases solemnes rellenas de nada (III): Hay que vivir el presente

Es de esas frases que suenan magníficamente bien, que parece que responden al máximo de sensatez vital y madurez equilibrada, y que vamos repitiendo sin acabar de saber muy bien lo que decimos. Siento discrepar. Porque no sólo me parece una frase engañosa, sino además imposible y de un maquiavelismo solapado que asusta.

A un servidor le parece que es una frase terrible que supone no responsabilizarse del pasado ni comprometerse en el futuro. Vivamos el ahora mismo. “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. No hay nada más terrible que esto.

 

Me ha salido una entrada larga. Mis disculpas.

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27.09.17

Frases solemnes rellenas de nada(II): "fiel a sí mismo"

Es el gran argumento de todo tránsfuga. Cada vez que un político cambia de chaqueta lo hace por fidelidad a sí mismo. Salvo rarísimas excepciones, suele pasar de concejal sin cartera a teniente de alcalde, concejal de urbanismo, de gobierno o de hacienda. Rarísimo que por fidelidad a sus principios un concejal deje una concejalía sustanciosa para ir a la oposición y ser la nada. Fiel a sí mismo. A sus principios. Es decir, a los suyos, y como son suyos, como Groucho Marx, los cambia cuando quiere.

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8.09.17

Frases solemnes rellenas de nada (I): Amigo de sus amigos

Inicio hoy una sección que pretendo sea una aproximación, siempre desde el divertimento, a tantas frases hechas, solemnes, grandilocuentes, que escuchamos de vez en cuando con voz grave y seria, como si fueran el no va más de la profundidad y la sabiduría, y no son más que una tomadura de pelo y un engañabobos para ingenuos que todo se lo creen y, lo que es peor, encima lo imitan.

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