InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Sociedad siglo XXI

24.07.07

Reflexionando sobre la entrevista a Monseñor Dorado en el ABC

Religión Digital recogió ayer la entrevista que Jesús Bastante ha realizado a Monseñor Dorado, obispo de Málaga, en la que se trata sobre la cuestión de la asignatura de educación para la ciudadanía, el posicionamiento de la Fere y la posible objeción de conciencia.

Creo necesario hacer algunos comentarios a sus palabras:

Pregunta: El principal punto de fricción se encuentra en la nueva materia de Educación para la Ciudadanía, y en las posibles actuaciones frente a ella, que han mostrado una cierta división entre los obispos. ¿Cuál es su postura?

Respuesta: Mi postura se refleja en los tres documentos de la Conferencia Episcopal. Luego un obispo dirá lo que quiera, por su cuenta, y será muy respetable, pero la opinión colectiva de la CEE se ha hecho público en tres documentos….

Efectivamente, hay obispos que, por su cuenta, han dado su opinión sobre el tema sin dedicarse a repetir, cual loros, el texto de esos tres documentos. Ahora Monseñor Dorado, también por su cuenta, demuestra que hay división entre los obispos sobre algunos aspectos de esta polémica. En principio no tiene porqué pasar nada. Las maneras de oponerse a la asignatura de Educación para la Ciudadanía no forman parte del depósito de la fe. Pero sí sería deseable que los obispos tuvieran a bien hablar entre ellos para algo más que sacar documentos conjuntos. Y más desable aún sería que alguien nos contara si el portavoz de la Conferencia episcopal, que parece seguir una línea muy concreta en este asunto -que yo comparto, dicho sea de paso-, está autorizado a hablar en nombre de todos los obispos, no siéndolo él mismo, sobre algo más de lo que reflejan los citados documentos. O sea, ¿es y actúa como portavoz de todos o sólo de unos cuantos, sean o no mayoritarios?

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21.07.07

Familia y seminario, por Monseñor Sanz Montes

Familia y seminario

Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.

Hace unos días ha concluido en Croacia el congreso anual del Servicio Europeo de Vocaciones. Allí, los diversos delegados de todo el viejo continente han reflexionado sobre la familia y las vocaciones. Han vuelto a poner de manifiesto algo que no por conocido pierde actualidad: que la familia es el primer terreno que hay que cultivar como lugar de interioridad en donde encontrarse con Dios y de envío para aprender a llevar adelante lo que el Señor nos confía en la vida. En este sentido han subrayado cómo las familias siguen siendo un lugar de gran esperanza tanto para la Iglesia como para la sociedad. No obstante, no han ignorado los participantes que las familias en nuestra sociedad europea, se encuentran en situaciones marcadas por diversos estigmas como la cultura individualista, consumista o laicista. Incluso, este viejo continente padece un difundido y renovado ateismo, que se manifiesta en un tipo de intolerancia a la verdad, «una alergia a la fe y, a veces, una cierta "cristofobia"», como ha dicho el comunicado final del congreso.

Todo ello no invalida ni destruye la gran certeza de saber que tanto la vida como las vocaciones son dones de Dios. Y estos dones deben ser debidamente acompañados en el seno de nuestras familias. El congreso del Servicio Europeo de Vocaciones ha insistido en que los padres de familia están invitados por propia vocación a dar vida, a educar a los propios hijos y a transmitir la fe para que los jóvenes puedan llegar con plena libertad a opciones maduras y responsables. Más aún, la santidad es un proyecto fascinante que hay que proponer con alegría a las nuevas generaciones, la santidad como respuesta gozosa y fuente de felicidad.

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3.07.07

Monseñor Sistach tiene razón al equiparar el repudio con la actual ley del divorcio

"La Ley aprobada por el Parlamento respecto al divorcio hiere profundamente la estabilidad del matrimonio, hasta el punto de que este tipo de divorcio equivale prácticamente al repudio."

Ciertamente se puede decir más alto. Más claro no. Monseñor Lluis Sistach, arzobispo de Barcelona, no se anduvo ayer por las ramas al hablar sobre la actual legislación matrimonial en España. De hecho, muchas relaciones mercantiles o societarias están más protegidas que el matrimonio. Y cabría preguntarse si se puede llamar matrimonio a algo que puede disolverse irremediablemente aunque una de las dos partes no quiera. Y ojo que no siempre la parte que rompe, o provoca la ruptura por su comportamiento nefando, es la que al menos se lleva la peor parte. Conozco varios casos en los que el cónyuge que rompe por haber empezado otra relación sentimental es el que se queda en el hogar familiar, mientras que el otro, que no tenía intención de separarse, se encuentra en la calle y en no pocas ocasiones teniendo que pagar una pensión a la otra parte, que acaba metiendo en casa a su nueva pareja, con la que no se casa para poder seguir cobrando del anterior. Y eso con hijos o sin hijos por medio.

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22.04.07

Setenta mil lo dejaron, once mil volvieron.

Según un artículo del último número de la revista Civiltà Cattolica, el Vaticano estima que 69.063 sacerdotes abandonaron su ministerio entre los años 1964 y 2004, pero 11.213 regresaron al sacerdocio entre el 1970 y el mismo 2004. De entre los que salieron, algo menos de 57.000 lo hicieron para casarse, mientras que el resto lo hicieron por crisis de fe, problemas con sus superiores, con la doctrina, etc. Pero que uno de cada siete sacerdotes que han dejado el sacerdocio hayan vuelto a ejecerlo, indica que la Iglesia tiene siempre los brazos abiertos para acoger a quien ha cometido errores o ha tenido dudas.

No voy a caer en la simpleza de llamar ovejas perdidas a los sacerdotes que han abandonado el sacerdocio. Un gran número de ellos siguen en comunión con la Iglesia e intentan ser buenos cristianos desde su reducción al estado laical. Pero es obvio que cuando alguien, libremente, ha dado el paso de comprometerse definitivamente con Dios y su Iglesia para servir como sacerdote y luego da marcha atrás, algo se quiebra. Es por ello que debemos felicitarnos cuando se invierte el camino y el sacerdote vuelve a ser en la práctica lo que sacramentalmente nunca dejó de ser.

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3.02.07

La sequía en España es doble.

El planeta se calienta y la fe se enfría. Así podría haber titulado este post. Al menos en lo referente a la fe en España. Los últimos datos sobre el número de seminaristas en este país confirman que todavía estamos pasando por un invierno de vocaciones al sacerdocio. Y es de suponer que ese invierno será aún más crudo en cuanto a las vocaciones a la vida religiosa. Se pueden dar muchas explicaciones a lo que ocurre pero creo que todas se resumen en una: la fe católica está en crisis en España. El número de vocaciones no es sino el termómetro de la fe en todo el país. Y no es que tengamos fiebre, no. Es que tenemos una crisis de hipotermia que amenaza con dejarnos paralizados y llevarnos al cadalso.

Por más que obispos y sacerdotes se empeñen, que no siempre lo hacen con la diligencia deseada, de donde no hay no se puede sacar. Hay un fracaso generacional evidente. Un fracaso absoluto de la familia como transmisora de la fe. Y si la fe no se transmite de padres a hijos, ¿cómo van a salir sacerdotes, religiosos y religosas de esos hijos?

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