¿Libres o esclavos?

Estos días estamos asistiendo en algunos blogs de InfoCatólica a un debate interesante sobre la predestinación, la gracia y el libre albedrío. En relación a este último, muchos sostienen la idea de que el hombre tiene una cierta libertad para oponerse a la voluntad de Dios y pecar. Pues bien, ese tipo de libertad no es precisamente la que Dios dispone para sus elegidos. Cito de la encíclica Libertas Praestantissimum, del papa León XIII:

La libertad, don excelente de la Naturaleza, propio y exclusivo de los seres racionales, confiere al hombre la dignidad de estar en manos de su albedrío (Eclo 15,14) y de ser dueño de sus acciones. Pero lo más importante en esta dignidad es el modo de su ejercicio, porque del uso de la libertad nacen los mayores bienes y los mayores males. Sin duda alguna, el hombre puede obedecer a la razón, practicar el bien moral, tender por el camino recto a su último fin. Pero el hombre puede también seguir una dirección totalmente contraria y, yendo tras el espejismo de unas ilusorias apariencias, perturbar el orden debido y correr a su perdición voluntaria.

Y:

… la voluntad, por el solo hecho de su dependencia de la razón, cuando apetece un objeto que se aparta de la recta razón, incurre en el defecto radical de corromper y abusar de la libertad. Y ésta es la causa de que Dios, infinitamente perfecto, y que por ser sumamente inteligente y bondad por esencia es sumamente libre, no pueda en modo alguno querer el mal moral; como tampoco pueden quererlo los bienaventurados del cielo, a causa de la contemplación del bien supremo. Esta era la objeción que sabiamente ponían San Agustín y otros autores contra los pelagianos. Si la posibilidad de apartarse del bien perteneciera a la esencia y a la perfección de la libertad, entonces Dios, Jesucristo, los ángeles y los bienaventurados, todos los cuales carecen de ese poder, o no serían libres o, al menos, no lo serían con la misma perfección que el hombre en estado de prueba e imperfección.

El Doctor Angélico se ha ocupado con frecuencia de esta cuestión, y de sus exposiciones se puede concluir que la posibilidad de pecar no es una libertad, sino una esclavitud.
Libertas Praestantissimum, 5

¿Queda claro por qué es pelagiano afirmar que la elección del mal pertenece a la verdadera esencia de la libertad?

Confieso mis limitaciones para tratar adecuadamente este tema, pero no puedo dejar de acordarme de las palabras de Cristo sobre la verdad y la libertad, que son muchas veces citadas pero no tantas verdaderamente comprendidas:

Jesús decía a los judíos que habían creído en El: Si permanecéis en mi palabra, seréis en verdad discípulos míos, y conoceréis la verdad, y la verdad os librará.
Jn 8,31-32

Si se dan cuenta, hay un condicional para ser verdaderamente libres. Permanecer en Dios, en su Palabra, en Cristo. Solo así conocemos la verdad que nos hace LIBRES de verdad. Y tal circunstancia solo la podemos alcanzar si Dios nos lo concede por su gracia.

Y esa gracia se manifiesta tal que así. Vuelvo a citar al Papa León XIII:

Siendo ésta la condición de la libertad humana, le hacía falta a la libertad una protección y un auxilio capaces de dirigir todos sus movimientos hacia el bien y de apartarlos del mal. De lo contrario, la libertad habría sido gravemente perjudicial para el hombre. En primer lugar, le era necesaria una ley, es decir, una norma de lo que hay que hacer y de lo que hay que evitar.

No hay afirmación más absurda y peligrosa que ésta: que el hombre, por ser naturalmente libre, debe vivir desligado de toda ley. Porque si esta premisa fuese verdadera, la conclusión lógica sería que es esencial a la libertad andar en desacuerdo con la razón, siendo así que la afirmación verdadera es la contradictoria, o sea, que el hombre, precisamente por ser libre, ha de vivir sometido a la ley. De este modo es la ley la que guía al hombre en su acción y es la ley la que mueve al hombre, con el aliciente del premio y con el temor del castigo, a obrar el bien y a evitar el mal. Tal es la principal de todas las leyes, la ley natural, escrita y grabada en el corazón de cada hombre, por ser la misma razón humana que manda al hombre obrar el bien y prohíbe al hombre hacer el mal.
Libertas Praestantissimum, 5

A la vez que conocemos la utilidad de la ley divina, se nos da aquello que nos hace capaces de cumplirla:

A esta regla de nuestras acciones, a este freno del pecado, la bondad divina ha añadido ciertos auxilios especiales, aptísimos para dirigir y confirmar la voluntad del hombre. El principal y más eficaz auxilio de todos estos socorros es la gracia divina, la cual, iluminando el entendimiento y robusteciendo e impulsando la voluntad hacia el bien moral, facilita y asegura al mismo tiempo, con saludable constancia, el ejercicio de nuestra libertad natural. Es totalmente errónea la afirmación de que las mociones de la voluntad, a causa de esta intervención divina, son menos libres. Porque la influencia de la gracia divina alcanza las profundidades más íntimas del hombre y se armoniza con las tendencias naturales de éste, porque la gracia nace de aquel que es autor de nuestro entendimiento y de nuestra voluntad y mueve todos los seres de un modo adecuado a la naturaleza de cada uno. Como advierte el Doctor Angélico, la gracia divina, por proceder del Creador de la Naturaleza, está admirablemente capacitada para defender todas las naturalezas individuales y para conservar sus caracteres, sus facultades y su eficacia.
Libertas Praestantissimum 6

Seamos claros. La verdadera libertad consiste en conocer y optar por el bien, para lo cual Dios nos concede su gracia. Optar por el mal es esclavitud, de la que nuevamente solo la gracia nos puede librar. La gracia no solo no se opone a la libertad, sino que la concede. No solo no violenta la voluntad humana, sino que la guía y perfecciona. Y esa es la obra de Dios en aquellos a los que predestinó para la salvación desde antes de la fundación del mundo. Por eso tenemos una plegaria eucarística que reza así:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Amén.

Luis Fernando Pérez Bustamante

9 comentarios

  
Agustín
Querido LF:

El problema actual es la confusión libertad-libre albedrío. La libertad, en sentido estricto, es realizar la voluntad de Dios, lo cual responde a nuestra esencia. Sin embargo, se confunde con libre albedrío: la posibilidad de elegir.

Hasta dentro de la Iglesia se escuchan expresiones como haz esto "pero con libertad", etc. Como si realizar la voluntad de Dios, hacer el bien, aunque fuera por santo temor, no fuera liberadora. Y, precisamente, quien libera es Dios con su gracia.

Probablemente el antropocentrismo y los maestros de la sospecha tengan parte en la falsificación de la libertad. En el mundo no-cristiano, se llega a tal extremo que realizar el mal es considerado "libertad", caso de las pasiones sexuales.

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LF:
Yo no menciono el libre albedrío en el post, así que no tengo intención de entrar en un debate sobre lo que es. Solo pondré estas dos citas.


Después de sufrir antaño su libre albedrío, al usar con demasiada imprudencia de sus propios bienes, quedó sumergido, al caer, en lo profundo de su prevariación y nada halló por donde pudiera levantarse de allí; y, engañado para siempre por su libertad, hubiera quedado postrado por la opresión de esta ruina, si más tarde no le hubiera levantado, por su gracia, la venida de Cristo...
Carta del papa San Inocencio I al concilio de Cartagao, citado en el Indículo.


y...

Advierte, por fin, oh extraviada doctrina de mentes perversísimas, que de tal modo engañó al primer hombre su misma libertad, que al usar con demasiada flojedad de sus frenos, por presuntuoso cayó en la prevaricación. Y no hubiera podido arrancarse de ella, si por la providencia de la regeneración el advenimiento de Cristo Señor no le hubiera devuelto el estado de la prístina libertad.
Carta del papa San Inocencio I al concilio de Milevi, citado en el Indículo.
10/08/14 10:04 AM
  
ult
Muy de acuerdo con Leon XIII:
-"La libertad, don excelente de la Naturaleza, propio y exclusivo de los seres racionales, confiere al hombre la dignidad de estar en manos de su albedrío (Eclo 15,14) y de ser dueño de sus acciones." (dice "albedrío" el papa, aunque a alguno no le guste la palabra -a mí la que no me gusta es "predestinación", cuestión de gustos)
Es la libertad que niegan al ser humano los filósofos deterministas ateos o creyentes (a los creyentes se les llama teólogos), cada uno en su estilo. Niegan la dignidad de que los seres racionales estén en manos de su albedrío y sean dueños de sus acciones.
-" Pero lo más importante en esta dignidad es el modo de su ejercicio, porque del uso de la libertad nacen los mayores bienes y los mayores males. Sin duda alguna, el hombre puede obedecer a la razón, practicar el bien moral, tender por el camino recto a su último fin. Pero el hombre puede también seguir una dirección totalmente contraria y, yendo tras el espejismo de unas ilusorias apariencias, perturbar el orden debido y correr a su perdición voluntaria."
Sigo totalmente de acuerdo, si elegimos el bien elegimos el camino de la vida y si elegimos el mal el de la muerte. Dios quiere que elijamos el bien, para eso nos ha hecho racionales y libres, para que podamos conocer la verdad y elegir el bien y avancemos por el camino de la verdad que conduce a la vida. A TODOS los seres humanos.

¿Quién ha dicho que la posibilidad del hacer el mal responda a la esencia y la perfección de la libertad? El hombre se va haciendo más libre a medida que elige bien. Pero es evidente que la capacidad de elección, el libre albedrío, es un bien que corresponde a la esencia del hombre, pues por algo nos lo ha dado Dios en vez de convertirnos en marionetas.

En ese sentido me parece adecuada la puntualización de Agustín:
"El problema actual es la confusión libertad-libre albedrío. La libertad, en sentido estricto, es realizar la voluntad de Dios, lo cual responde a nuestra esencia. Sin embargo, se confunde con libre albedrío: la posibilidad de elegir."

En cuanto a las citas con las que contesta LF simplemente nos dicen que el mal uso del libre albedrío esclaviza y que lo usaríamos mal si no fuera porque Dios mismo acude en nuestro auxilio. Si podemos usarlo bien y salir de esa esclavitud es por la gracia de nuestro Señor Jesucristo. Pero esa gracia se ofrece realmente a TODOS los seres humanos.

Es decir, totalmente de acuerdo con Leon XIII también en el resto:
"Es totalmente errónea la afirmación de que las mociones de la voluntad, a causa de esta intervención divina, son menos libres. Porque la influencia de la gracia divina alcanza las profundidades más íntimas del hombre y se armoniza con las tendencias naturales de éste, porque la gracia nace de aquel que es autor de nuestro entendimiento y de nuestra voluntad y mueve todos los seres de un modo adecuado a la naturaleza de cada uno"

Lo cual no veo que signifique que Dios le niega la gracia divina a los que no estén predestinados a la salvación en su lista cerrada.
Por eso estoy de acuerdo con LF en que
"La gracia no solo no se opone a la libertad, sino que la concede. No solo no violenta la voluntad humana, sino que la guía y perfecciona"
Pero no estoy de acuerdo en que sólo se la conceda a los predestinados a salvarse, a menos que quiera decir que se llama "predestinados" a salvarse a los que se salvan porque su libre albedrío no rechaza la gracia que se le ha ofrecido y que realmente pudieron haber rechazado.
Por eso tiene sentido estar de acuerdo con el resto de lo que dice LF:
P"tenemos una plegaria eucarística que reza así:

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos."
Algo que no tendría ningún sentido pedir si nuestro destino estuviera predeterminado de antemano por Dios.
Así que no incluye el credo "creo en la predestinación" especialmente porque por parte de la Iglesia sólo hay limites negativos a la interpretación de la predestinación que dice que no puede ser tal que lleve a creer en la predestinación a la condenación eterna o a creer en la ausencia de libertad de elección en el ser humano.
Si dice que todos están condenados de antemano menos los de la lista cerrada de predestinados a la salvación, es inevitable que se afirme que el resto de los seres humanos que no están en esa lista, están predestinados a la condenación. Y ese es un límite que no se puede cruzar y se cruza -cambiando el nombre de predestinados a la condenación por reprobación, pero siendo lo mismo.
De modo que la presciencia y la providencia no implican predestinación en sentido estricto a menos que se quiera decir que se salvan todos los seres humanos, que sería la única manera de que una predestinación a la salvación no supusiera la cara opuesta de una predestinación a la condenación de los que no están predestinados a la salvación.
Sobre la predestinación lo único que está claro para el magisterio es en donde está el límite de lo que se puede afirmar. De todas formas dejemos que explique Agustín el molinismo, que tal vez saque del atolladero a la predestinación agustiniana en la que parece haber caido el tomismo a juzgar por las explicaciones que se están dando en estos posts.
En fin que mi acuerdo con Leon XIII es total, pero si Dios le da la gracia suficiente para salvarse a todos los seres humanos, como siempre ha dicho la Iglesia Católica, entonces la "predestinación" lleva comillas.

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LF:
Ult, de ahora en adelante, no escribas comentarios tan largos. Una de las normas habituales en la red es que el comentario en un blog no sea tan largo o más que el post de dicho blog.

Pongo aquí, para cerrar el tema de la predestinación, mi diálogo con Ricardo, calvinista, en el que queda claro en qué nos diferenciamos de ellos. En la charla hay algunas puntualizaciones que desmontan algunas de las tesis de ult, pero no es mi intención mantener más debate con católicos sobre este asunto en estos momentos, así que punto final.

Ricardo:
La mayor motivación que tenemos para andar el camino asidos de la mano de Cristo es que Él no nos soltará si nuestros dedos afloiaran.

Yo:
Tan cierto es eso como que "el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1ª Cor 10,12) y "así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado" (1ª Cor 9,26-27). Más quiera Dios que podamos decir que "nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma" (Heb 10,39)

Ricardo:
La caída puede sobrevenirle al confiado en sí mismo pero nunca por confiar en aquel de cuya fuerte mano va.

La certeza y seguridad de la salvación nos hace avanzar rectamente, y la indecisión e inseguridad provocan el tropezón y el retroceso.

No preservo mi alma sino confío en aquel en quien he creído y es poderoso para guardar mi depósito para aquel día (2Ti 1:12).

Yo:
Precisamente San Pablo dice que los que se crean muy ciertos de su salvación, pueden caer. Pero sí, podemos confiar en que Dios no nos dejará caer fatalmente.

Ricardo:
Entiendo que hay un válido matiz entre estar ciertos y saberse seguros de la salvación con lo que Pablo sugiere como más bien ufanarse en la propia firmeza.

Yo:
Es que eso de estar cierto y saberse personalmente salvo para la eternidad, como norma general, no aparece por ningún lado en la Escritura. Podemos intuir que estamos entre los elegidos, pero la certeza absoluta, salvo revelación especial de Dios, no es para todos los salvos.

Bien sabes que no pocos que parecían estar totalmente el camino de la salvación, luego ha resultado que se perdieron. Si les hubieran preguntado, podrían haber dicho que tenían la certeza de estar entre los elegidos. Pero luego resultó que no era así, aunque obviamente solo Dios sabe al cien por cien si alguien muere en gracia o no.

No hace falta que me digas que esos en realidad nunca estuvieron entre los elegidos porque ya lo sé. Dios ha decretado desde antes de la fundación del mundo quiénes habrían de salvarse y les ha dado la gracia para que se salven. Y como has dicho en otro comentario, los condenados no se condenan por decreto de Dios -ahí Calvino yerra- sino por sus pecados, falta de arrepentimiento y rechazo de la gracia.

Ricardo:
Mi apreciación al respecto es que hay más que suficiente y contundente testimonio escritural, principalmente en el NT.

En la teología paulina, relacionando la fe con la salvación.

En las enseñanzas del mismo Jesús, en el creer y tener la vida eterna.

Quien pasa por una auténtica experiencia de conversión no tiene por qué dudar o temer en cuanto a su eterna salvación, pues la gracia que obró desde un principio no cejará en completar la buena obra que Dios empezó en la persona alcanzada y recibida a misericordia.

Esta certeza y seguridad no se fundamenta en la fidelidad de la que se pueda ser capaz, sino en la fidelidad de Dios que no renunciará al botín obtenido al precio de la sangre de su Hijo.

No podemos tampoco adaptar la soteriología a las experiencias de fracasos tan comúnmente alegadas, pues siempre nos surge el pensamiento que quien daba tantas muestras de ser un cristiano auténtico, pudo haberse dejado engañar él mismo, y con su simulación también a otros.

Yo:
O sea, reconoces que uno se puede engañar a sí mismo y con su simulación a otros. Pero no es un engaño necesariamente buscado. Es decir, esa persona pudo realmente creer que se había convertido y el resto creerlo de la misma manera. Sin embargo, al final, se condena. Por eso digo que la certeza absoluta, salvo casos concretos (tal y como indica Trento), no existe.

Dicho eso, no es menos cierto que la gracia eficaz, que es previa al acto de la voluntad, no depende en su eficacia del receptor de la misma sino del que la concede. No debe ser confundida con las gracias actuales, que pueden ser rechazadas. Como dice el P. Ch. Baumgartner, s.j: "Si la gracia de Dios es eficaz, la razón última de esta eficacia no puede venir del consentimiento del hombre, sino de la voluntad y del amor de Dios". San Roberto Belarmino, doctor de la Iglesia, condena como gran error pensar que "la eficacia de la gracia se constituye por el asentimiento y la cooperación humana". Y San Alfonso María de Ligorio afirma igualmente la existencia de "la gracia intrínsecamente eficaz con la que nosotros infaliblemente, aunque libremente, obramos el bien... No puede negarse que San Agustín y Santo Tomás han enseñado la doctrina de la eficacia de la gracia por sí misma y por su propia naturaleza» (Tratado de la oración… II p., cp. IV).

Ricardo:
Advertirás que en mi última línea asocio al autoengaño la simulación.

Con esto no me estoy refiriendo a quien se equivoca sinceramente, sino al que se contenta con un convencimiento a medias que le permite pasar por sincero sin estar realmente convencido.

En mi óptica personal, creo que haya sido ese el caso de Simón el mago de quien se dice que también "creyó" (Hch 8:13).

LF:
Como creer, hasta los demonios creen. Pero hay muchos que se "equivocan" sinceramente.

Te pongo un ejemplo real sin dar nombre. Un hombre, pastor calvinista durante prácticamente toda su vida. No había nada en él que hiciera pensar que no estaba entre los elegidos para la salvación. Sin embargo, en la etapa final de su vida comete y vive en adulterio. No tengo ni idea de si muere en esa condición o no. Pero si muere así, evidentemente se condena. ¿Vas a comparar su caso al de Simón el mago?
Antes de cometer ese pecado de muerte, si hablas con él puedes dar por hecho que tiene la "certeza" de ser salvo.

Ricardo:
Todos los demonios y muchos hombres creen, pero no para salvación; nunca como nosotros por gracia de Dios hemos creído.

Los hipotéticos casos que se puedan presentar no ayudan mucho a dilucidar la cuestión, ya que solamente Dios y la persona saben lo genuino de su experiencia de conversión, y si su situación actual es una caída transitoria de la que se arrepentirá sinceramente antes de morir.

Especular con lo que pueda realmente acontecer en una u otra eventualidad no está reservado a nuestro juicio por insuficiente evidencia del caso.

LF:
La persona puede "intuir" lo genuino de su conversión. Pero saberlo, solo lo sabe Dios.

Ricardo:
Sí, es posible que sea como dices, entendiendo que la intuición puede parecer certera y sin embargo prestarse a equívocos.

Creo que la conversión está relacionada con la forma que se es evangelizado, pues la fidelidad a Dios, a su Palabra y al mismo Evangelio no siempre es la misma.

Yo fui convertido durante una campaña de evangelización en una carpa.

Aquellos evangelistas eran de estilo puritano: primero buscaban que el Espíritu Santo por la predicación de la Palabra produjera en los oyentes convicción de pecado; de ahí la contrición con el sentimiento de culpabilidad por haber ofendido a Dios; entonces nos dirigían a mirar a Cristo en la cruz sufriendo y muriendo por nuestra redención y resucitando luego para nuestra justificación; de ahí seguía la exhortación a dirigirnos a Dios en oración confesándonos pecadores perdidos necesitados de su gracia y ser recibidos por Cristo a misericordia. En fin, teníamos de vez en cuando algún fracaso o recaída pero luego ya no fuimos los mismos.

Otros jóvenes amigos nuestros fueron evangelizados de una manera más light, y ahí sí fueron más inconsistentes y algunos hoy no perseveran.

LF:
La conversión es siempre obra de Dios. A veces usa predicaciones excelsas, a veces usa una simple puesta de sol que conmueve el alma que empieza a retornar al Señor. Pero es obra suya en cualquier caso.

Como dices, después de la conversión se tienen caídas. Vamos a llamarlas por su nombre. Son pecados. Y sabemos cuál es la paga del pecado. Por eso necesitamos arrepentirnos de nuevo. Lo cual demuestra que la conversión no es solo un hecho puntual -aunque alguna vez empieza- sino un proceso.

Los católicos tenemos una plegaria eucarística que dice así:
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.

Si tuviéramos la certeza absoluta de estar entre los elegidos, no se lo pediríamos. Simplemente mostraríamos nuestra gratitud, que por otra parte también lo hacemos. Pero en su divina Providencia, Dios hace que incluso sus elegidos le rueguen ser parte de esa elección, aunque la misma tuvo lugar antes de la fundación del mundo. No es que Dios "necesite" que se lo pidamos, pero quiere que se lo pidamos para que nuestra gratitud sea aún mayor si cabe. Al fin y al cabo, el padrenuestro es una oración de petición de cosas que Dios nos concedería incluso aunque no se las pidiéramos, porque es parte de su naturaleza darnos lo mejor. Y sin embargo, Cristo nos la dio como oración fundamental.

Todo esto lo resume bien San Agustín al decir que "el Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti". Obra en nosotros la obra de la salvación, pero no somos receptores pasivos de ese obrar sino actores del mismo, por pura gracia. Es más, como afirma San Pablo, podemos ser colaboradores con Dios en relación a la salvación del resto de los elegidos. Eso, y no otra cosa, es lo que hacen los que predican el verdadero evangelio. Por eso el apóstol dice "aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio" (1ª Cor 4,15). Cristo, único mediador, hace partícipe de su mediación a la Iglesia. Cosa lógica, porque ella es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. De ahí se derivan otra serie de doctrinas que se escapan al tema de este post. De hecho, este comentario ya se ha escapado, :D

Ricardo:
Estimado Luis Fernando, con la sola excepción de la plegaria eucarística que jamás oraría, todo lo demás que escribes lo comparto con sumo agrado, mayormente lo que viene de Agustín.

10/08/14 12:35 PM
  
antonio
Excelente!!!


Muchas Gracias
10/08/14 12:41 PM
  
Antonio1
Nada que añadir a lo dicho por ult.
10/08/14 1:37 PM
  
Filósofo
Dios no ha predestinado a algunos a la Salvación desde antes de la fundación del mundo. Dios ha predestinado a Todos los hombres y ángeles a la Salvación desde antes de la fundación del mundo, siendo el libre albedrío (o en los ángeles la "prueba") la herramienta para aceptar dicha pre-destinación, o para rechazarla. Quiere "que todos los hombres se salven" y es Camino Verdad y Vida para TODOS los hombres. Sólo en este sentido podemos hablar de predestinación: fin supremo y común a todo hombre; pero sin olvidar que algunos pueden condenarse voluntariamente al castigo eterno. No es que "algunos los destina Dios a salvarse" y "a otros a condenarse" sin manera de huir de esa predestinación completa; sino que, siendo todos apelados a Dios desde antes de la fundación del mundo hasta el último momento de nuestra libertad, sólo aquellos que libremente amen el Camino y la Verdad podrán hacer, entre comillas, efectiva (o mejor, hacer realidad plena y definitiva en sus vidas) la Salvación Universal y la Vida.

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LF:
Caballero, aunque su voluntad salvífica es universal Dios no ha predestinado a todos los hombres para la salvación, sino solo a sus elegidos. El resto no se condena por predestinación sino por sus pecados. Eso es doctrina católica tanto si lo acepta como si no.

Concilio de Valencia:
Can 3. Mas también sobre la predestinación de Dios plugo y fielmente place, según la autoridad apostólica que dice: ¿Es que no tiene poder el alfarero del barro para hacer de la misma masa un vaso para honor y otro para ignominia? [Rom. 9, 21], pasaje en que añade inmediatamente: Y si queriendo Dios manifestar su ira y dar a conocer su poder soportó con mucha paciencia los vasos de ira adaptados o preparados para la ruina, para manifestar las riquezas de su gracia sobre los vasos de misericordia que preparó para la gloria [Rom. 9, 22 s]: confiadamente confesamos la predestinación de los elegidos para la vida, y la predestinación de los impíos para la muerte; sin embargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios. “Mas por la predestinación, Dios sólo estableció lo que Él mismo había de hacer o por gratuita misericordia o por justo juicio”, según la Escritura que dice: El que hizo cuanto había de ser [Is. 45, 11; LXX]; en los malos, empero, supo de antemano su malicia, porque de ellos viene, pero no la predestinó, porque no viene de Él. La pena que sigue al mal merecimiento, como Dios que todo lo prevé, ésa si la supo y predestinó, porque justo es Aquel en quien, como dice San Agustín, tan fija está la sentencia sobre todas las cosas, como cierta su presciencia. Aquí viene bien ciertamente el dicho del sabio: Preparados están para los petulantes los juicios y los martillos que golpean a los cuerpos de los necios [Prov. 19, 29]. Sobre esta inmovilidad de la presciencia de la predestinación de Dios, por la que en Él lo futuro ya es un hecho, también se entiende bien lo que se dice en el Eclesiastés: Conocí que todas las obras que hizo Dios perseveran para siempre. No podemos añadir ni quitar a lo que hizo Dios para ser temido [Eccl. 3, 14]. Pero que hayan sido algunos predestinados al mal por el poder divino, es decir, como si no pudieran ser otra cosa, no sólo no lo creemos, sino que si hay algunos que quieran creer tamaño mal, contra ellos, como el Sínodo de Orange, decimos anatema con toda detestación”


Pero no es ese el tema del post.
10/08/14 1:42 PM
  
Maga
Gracias, LF. León XIII fue un grandisimo Papa. Sus enseñanzas son actualisimas. Fue un Profeta. De hecho, en mi opinión, se podría iniciar su proceso de Canonización.
10/08/14 2:11 PM
  
Luis Fernando
Aviso. La predestinación NO es el tema de este post, así que no admito un solo comentario más sobre ello.
10/08/14 2:24 PM
  
Horacio Castro
Luis Fernando, si me permites realizo este comentario en referencia a otro: Ult; no logramos la “formalización” (comprendo tu esfuerzo) sobre la eficacia de la gracia por sí misma y por su propia naturaleza (San Agustín y Santo Tomás) con la misma ‘facilidad´ (los ateos pretenden nombrar a Dios con distintos nombres y naturaleza) con que Santo Tomás de Aquino demuestra la existencia de Dios. Entiendo la libertad y la gracia en los términos que se exponen en este post, pero hasta ahora-, como nos adelantaron en otro blog,- de la posibilidad del pecado sé decir que es un misterio. Además, respecto al arrepentimiento “antes” de morir, recuerdo que la muerte aunque es un proceso irreversible no corresponde a un instante; “( ) su conversión, pero saberlo, solo lo sabe Dios”.
10/08/14 5:10 PM
  
ult
LF, no quiero comentar tu último comentario-cita sobre la predestinación porque no quieres que se hable del tema, pero off topic y sin ánimo de que lo publiques: ¿te das cuenta de que en el último comentario que has puesto sobre el concilio de Valencia se utiliza el término predestinación con varios significados diferentes? Tendremos que sacar conclusiones y comillas, supongo.
10/08/14 6:19 PM

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