InfoCatólica / Reforma o apostasía / Categoría: Muerte cristiana

6.04.17

(427) La muerte cristiana, 12. –en Perpetua y mártires de Cartago: martirio y alegría

FELICIDAD Y PERPETUA–Y eso que antes se decía «el sexo débil»…

–La mujer suele ser más fuerte que el hombre para padecer, por ejemplo, las molestias de una enfermedad; y los hombres, más fuertes para atacar, por ejemplo, una trinchera de guerra. 

Septimio Severo, emperador (193-211)

«Al que quiera salvar la unidad del Imperio, no debe por algún tiempo ahorrar la sangre, a fin de poder, en el resto de su vida, mostrarse amigo de los hombres». Severo, africano, aplicando este principio suyo, logró en 197, como emperador único, reafirmar la unidad del Imperio, venciendo a Albino, su último rival. Pudo entonces reorganizar el ejército, realizar grandes obras públicas, dictar al mundo la Ley romana, teniendo en su Consejo a grandes juristas, como Papiniano y Ulpiano. Levantó, pues, a Roma de la postración en que había caído bajo el infame Cómodo (180-192), gladiador coronado. Le faltaba, sin embargo, frenar eficazmente el explosivo crecimiento de la Iglesia cristiana. Otro africano, el abogado Tertuliano, hacia el 197 escribía:

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28.03.17

(426) La muerte cristiana, 11. –en Frédéric Chopin, apóstata y converso

 Frédéric Chopin

–Apóstata y converso… No entiendo cómo una persona pueda ser al mismo tiempo apóstata y converso.

–Pruebe usted a darle a la «y» un sentido no copulativo, sino sucesivo.

–Vida

Frédéric Chopin nació en el pequeño pueblo de Zelazowa Wola, Polonia, y fue bautizado el 23 de abril de 1810 en la parroquia de Brochow. Pero el día de su nacimiento, unas semanas antes de su bautismo, no consta con certeza. Él celebraba su cumpleaños el 1 de marzo. Su padre, Nicolás, era un emigrado francés que se casó con Justyna Krzyzanowska y trabajó en Varsovia como profesor particular de familias aristocráticas. Esto favoreció el acceso de Chopin en la sociedad culta.

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21.03.17

(425) La muerte cristiana, 10. –en Beatriz de la Encarnación, religiosa

Carmelita descalza muerta

–Las buenas religiosas son lo mejor de la Iglesia.

–No podemos saberlo; pero me parece bastante probable que así sea.

Hoy se conoce poco la vida religiosa porque hay pocos religiosos; y hay tan pocos religiosos porque se desconoce la vida religiosa. Los fieles cristianos han oído alguna vez la frase de Cristo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende tus bienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo– y luego ven y sígueme» (Mt 19,21). Pero hoy la mayoría no cree en ella, porque hace ya medio siglo que vienen oyendo una enseñanza contraria a la del Maestro: los caminos de la vida laical y de la vida religiosa, objetivamente considerados, son totalmente equiparables en orden a la perfección evangélica. Tesis que es falsa, por ser contraria a la palabra de Cristo y a la experiencia y enseñanza de la Tradición y del Magisterio apostólico.

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15.03.17

(424) La muerte cristiana, 9. –en San Esteban

S. Esteban - José de Churriguera, 1707

–¿Tan peligroso es decir en el mundo la verdad de Dios?

–Pruebe a hacerlo y podrá comprobarlo.

–La muerte de Cristo en la cruz es evidentemente el modelo supremo de la muerte cristiana, como ya lo expuse en el artículo anterior (423). Pero también la muerte de los santos, al ser imágenes de Cristo muy perfectas, son para nosotros revelación y estímulo para conocer y vivir la muerte cristiana. Contemplaremos, pues, la muerte en algunos discípulos de nuestro Señor Jesucristo.

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8.03.17

(423) La muerte cristiana, 8. –en nuestro Señor Jesucristo, 1

Philippe de Champaigne -1654

–¿Conviene leer este artículo de rodillas?

–Por supuesto. Aunque no es obligatorio.

Prosigo la serie sobre «la muerte Cristiana»: (403) hoy silenciada; (404 y 406) en la doctrina católica;  (408 y 417) en la Biblia (AT) y (NT); (419 y 421) y en la Liturgia (I y II). Inicio ahora una exposición de la muerte cristiana contemplada sucesivamente en Cristo y en los santos.

* * *

–La muerte de Cristo en la cruz es evidentemente el modelo supremo de la muerte cristiana. El Hijo de Dios asumió la naturaleza humana para redimirnos con su muerte inocente, liberándonos de nuestra condición mortal, causada por nuestros pecados. «Con su muerte destruyó nuestra muerte».

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