Escatología y Apologética (3)
3. Crítica de la escatología del panteísmo reencarnacionista
Siguiendo el plan trazado, me corresponde ahora plantear una crítica de la escatología del panteísmo reencarnacionista. Expondré esa escatología siguiendo un análisis del documento de la Comisión Teológica Internacional del año 1990 denominado “Algunas cuestiones actuales de Escatología”. Ese documento, en su Capítulo 9, titulado “Irrepetibilidad y unicidad de la vida humana. Los problemas de la reencarnación”, sostiene que los diversos sistemas “reencarnacionistas” se pueden reducir sintéticamente a los siguientes cuatro puntos básicos (9):
1) Las existencias terrestres son numerosas. Nuestra vida actual no es nuestra primera existencia corporal ni será la última. Hemos vivido anteriormente ya y viviremos aún en varias oportunidades en cuerpos materiales siempre nuevos.
2) Existe en la naturaleza una ley que empuja hacia un continuo progreso encaminado a la perfección. Esta misma ley conduce a las almas a vidas siempre nuevas y no permite ningún retorno ni tampoco ninguna detención definitiva. Por lo mismo queda excluida la posibilidad de una condena sin fin. Después de pocos o muchos siglos todos llegarán a la perfección final de un espíritu puro. Se niega la realidad del infierno.
3) Es por méritos propios que se llega a la meta final. En toda nueva existencia el alma progresa en relación con sus esfuerzos. Todo el daño cometido será reparado por expiaciones que el espíritu padecerá a lo largo de nuevas y difíciles encarnaciones. Se niega la realidad de la redención.
4) En la medida en que el alma progresa hacia la perfección final, tomará en sus nuevas encarnaciones un cuerpo cada vez menos material. En ese sentido el alma tiene una tendencia hacia una independencia definitiva del cuerpo. A través de la sucesión de las reencarnaciones, el alma logrará un estado definitivo en el cual vivirá finalmente liberada por siempre jamás de su cuerpo e independiente de la materia. Se niega la realidad de la resurrección.
El reencarnacionismo contradice radicalmente a la fe cristiana en la resurrección de la carne; pero además contradice a muchos otros dogmas cristianos: el carácter indeleble del Bautismo, el juicio particular inmediatamente después de la muerte, el juicio final en el fin de los tiempos, la existencia del Infierno, el Purgatorio y el Cielo, etc. No hay en él lugar alguno para la doctrina cristiana sobre la Encarnación, la Redención, la Gracia, la Iglesia, los sacramentos, la oración, etc. Más aún, en general la creencia en la reencarnación supone el panteísmo, que contradice al monoteísmo bíblico. El pecado es considerado como un simple error, no como una ofensa a Dios. Esto es natural, ya que en un sistema panteísta no hay seres distintos de Dios que puedan ofenderlo.
La teoría de la reencarnación también está en total contradicción con los principios fundamentales de la moral cristiana. En efecto, en dicha teoría no existe perdón, ni arrepentimiento, ni conversión, ni siquiera opciones definitivas: toda culpa puede ser expiada en las vidas futuras. Todos tienen una eternidad feliz asegurada, hagan lo que hagan. Se trata de una simple cuestión de tiempo: algunos evolucionan más rápidamente y otros más lentamente. En este esquema la decisión moral puede ser sustituida por un cálculo o intercambio mecánico entre culpa y tiempo de purificación.
Todos los sufrimientos, fracasos, enfermedades y discapacidades son considerados como castigos merecidos por faltas cometidas en vidas anteriores. Por otra parte, todo poder, toda fama y toda gloria mundana son considerados como premios merecidos por las buenas obras realizadas en vidas anteriores. Obviamente esta ideología favorece a los poderosos. Justifica, por ejemplo, el sistema racista de las castas en la India.