Revista "Fe y Razón" - N° 92 (18 de noviembre de 2013)

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Jesucristo Rey del Universo, y por lo tanto del Uruguay

Equipo de Dirección

1. Ver

Los lectores habituales de “Fe y Razón” recordarán que desde el N° 90 nos adherimos a dos campañas de emails contra el proyecto de Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida. Entre ambas campañas se enviaron en total varios cientos de emails a legisladores uruguayos.

El martes 12 de noviembre de 2013, actuando con gran rapidez, la Cámara de Diputados aprobó ese proyecto de ley, con un solo voto en contra, el del Diputado Gerardo Amarilla, del Partido Nacional. Dado que en octubre de 2013 el mismo proyecto había sido aprobado por la Cámara de Senadores (en forma unánime en la votación general), y que nadie espera que el Poder Ejecutivo lo vete, se puede decir que ya se ha convertido en ley.

Por una parte, la nueva ley legaliza actividades que se practicaron en el Uruguay durante muchos años al margen de la ley: selección embrionaria, reducción embrionaria, congelación de embriones, reproducción humana artificial homóloga y heteróloga, etc.

Por otra parte, la nueva ley legaliza también cosas que creemos que son “nuevas” en nuestro país, como por ejemplo la maternidad subrogada y la fecundación artificial con gametos de personas fallecidas.

Esta ley no es un hecho aislado, sino que se inscribe dentro de una tendencia claramente discernible. Baste recordar los siguientes cuatro ejemplos, a los que se podría agregar muchos otros:

• La Ley de Unión Concubinaria (de 2007) dio reconocimiento legal a ciertos concubinatos y les otorgó derechos análogos a los del matrimonio. Fue aprobada por ambas Cámaras del Parlamento uruguayo de un modo casi unánime.
• La Ley de Defensa del Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva (de 2008) garantizó los “derechos sexuales” y los “derechos reproductivos”, los que, según sus promotores, incluyen respectivamente, entre otras cosas, el derecho a la homosexualidad y el derecho al aborto.
• La Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (de 2012) legalizó el aborto voluntario.
• La Ley de Matrimonio Igualitario (de abril de 2013) estableció el matrimonio homosexual. Fue aprobada por amplia mayoría en ambas Cámaras, con los votos de legisladores de todos los partidos políticos.

2. Juzgar

La doctrina católica sobre la reproducción humana artificial es clarísima y está muy bien fundada. A continuación citaremos el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 499-501.

“¿Por qué son inmorales la inseminación y la fecundación artificiales? La inseminación y la fecundación artificiales son inmorales porque disocian la procreación del acto conyugal con el que los esposos se entregan mutuamente, instaurando así un dominio de la técnica sobre el origen y sobre el destino de la persona humana. Además, la inseminación y la fecundación heterólogas, mediante el recurso a técnicas que implican a una persona extraña a la pareja conyugal, lesionan el derecho del hijo a nacer de un padre y de una madre conocidos por él, ligados entre sí por matrimonio y poseedores exclusivos del derecho a llegar a ser padre y madre solamente el uno a través del otro.

¿Cómo ha de ser considerado un hijo? El hijo es un don de Dios, el don más grande dentro del matrimonio. No existe el derecho a tener hijos (“un hijo pretendido a toda costa”). Sí existe, en cambio, el derecho del hijo a ser fruto del acto conyugal de sus padres, y también el derecho a ser respetado como persona desde el momento de su concepción.

¿Qué pueden hacer los esposos cuando no tienen hijos? Cuando el don del hijo no les es concedido, los esposos, después de haber agotado todos los legítimos recursos de la medicina, pueden mostrar su generosidad mediante la tutela o la adopción, o bien realizando servicios significativos en beneficio del prójimo. Así ejercen una preciosa fecundidad espiritual.”

Es obvio que la Iglesia Católica también rechaza enérgicamente las prácticas abortivas y eugenésicas que, de hecho, están íntimamente ligadas con las técnicas de reproducción humana artificial. También es obvio que aquí no están en juego solamente cuestiones de moral individual, sino también de moral social. La defensa de la dignidad de la vida humana naciente, del matrimonio y de la procreación humana son, como nos enseñó el Papa Benedicto XVI, principios no negociables de los católicos en la vida política.

El hecho de que una ley tan gravemente contraria a la moral católica como la Ley de Técnicas de Reproducción Humana Asistida haya sido aprobada con el voto en contra de sólo uno de los 130 legisladores de ambas Cámaras, y de que (además) ese único legislador no sea católico sino protestante (evangélico), debería mover a todos los católicos uruguayos, clérigos y laicos, a una reflexión y un examen de conciencia profundos.

Hace unos 200 años nuestra patria, la República Oriental del Uruguay, nació católica. Era en cierto modo hija de una cristiandad europea macizamente católica, en la que la fe católica (aunque vivida imperfectamente) informaba prácticamente todos los aspectos de la vida personal, familiar y social. Sin embargo hoy, con base en hechos incontrovertibles, se puede decir que ni siquiera uno de sus 130 legisladores elegidos por el pueblo es un católico coherente con la doctrina católica, un católico cuya actuación política brota de su fe católica y se desarrolla en plena conformidad con esa misma fe.

¿Cómo hemos llegado a este estado de extrema debilidad cultural y política, que nos obligará a considerar seriamente la tesis (opinable pero plausible) de la obligatoriedad moral del voto en blanco en las próximas elecciones nacionales? ¿Nos preocupa realmente la apostasía (gradual pero radical) de nuestra república? ¿Estamos ensimismados en nuestros asuntos privados o procuramos combatir la crisis moral de nuestra sociedad, en sí misma, en sus causas y en sus previsibles efectos nefastos?

3. Actuar

Ante esta situación penosa y dramática, nos preguntamos espontáneamente qué podemos o debemos hacer. A continuación aportamos nuestra opinión sobre ello.

Ante todo, debemos procurar ser mejores cristianos. Como decían los escolásticos, “el obrar sigue al ser”. No podremos obrar como cristianos si no somos verdadera y auténticamente cristianos. En esta tarea, impulsada por la gracia de Dios, contamos con todos los medios de santificación de nuestra santa religión: los sacramentos, la oración, la lectura de la Biblia, la penitencia, etc. Pensamos que el Papa Francisco, en continuidad con los pontificados anteriores, subraya como prioridad pastoral este re-centramiento en lo más esencial de la vida cristiana, sin el cual corremos el riesgo de convertir nuestra fe en un simple moralismo o una ideología más.

En segundo lugar, debemos procurar una mejor formación cristiana, estudiando la doctrina católica con un espíritu de plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia. Para ello contamos actualmente con instrumentos magníficos, como el Catecismo de la Iglesia Católica, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica y el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.

En tercer lugar, debemos desarrollar un apostolado más activo e intenso, difundiendo la verdad revelada sobre el hombre, la familia y la vida entre familiares, amigos y compañeros.

En cuarto lugar, proponemos las siguientes acciones referidas específicamente al plano político:

• Informarnos bien sobre las propuestas políticas de los distintos candidatos, sectores y partidos.
• Expresar nuestras opiniones a los políticos y gobernantes y en los medios de comunicación social.
• No favorecer con nuestros votos propuestas políticas incompatibles con la fe católica.
• Proponer y apoyar propuestas positivas (alternativas válidas).
• Aprender a actuar en forma asociada según los siguientes principios enunciados por San Agustín: “Unidad en lo necesario, libertad en lo opinable, caridad en todo”.

4. Cristo Rey

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo (que incluye al Uruguay), nos dice: “Tranquilícense…; no teman” (Mateo 14,27); “el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella (la Iglesia)” (Mateo 16,18); “Yo estaré siempre con ustedes hasta el fin del mundo.” (Mateo 28,20). “Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando.” (Juan 15,14). “¡Ánimo! Yo he vencido al mundo” (Juan 16,33). “Ésta será la herencia del vencedor: Yo seré Dios para él y él será hijo para Mí” (Apocalipsis 21,7).

Respondámosle con el Salmista: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién he de temer?” (Salmos 26,1). Y tengamos siempre presentes estas enseñanzas del Apóstol San Pablo: “No os conforméis a la mentalidad de este mundo” (Romanos 12,2)… “para no desvirtuar la Cruz de Cristo” (1 Corintios 1,17). En este espíritu podremos contribuir a la gran tarea que incumbe a todo cristiano: “reunir todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, bajo un solo jefe, que es Cristo” (Efesios 1,10).

En el final del Año de la Fe, pidamos al Señor que aumente nuestra fe y nos conceda conocer y aceptar íntegramente la doctrina católica sobre el matrimonio, la familia, la procreación y la vida.


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2 comentarios

  
Leonardo
Aplicando la "revisión de vida"? ;-))


Propondría también que la Iglesia conceda especiales indulgencias y bendiciones a quienes participen en las actividades pro-vida como católicos, y que se realicen Celebraciones en todas las Parroquias en desagravio a NSJC y la Santísima Virgen, por las espantosas leyes dictadas recientemente.
19/11/13 6:33 PM
  
Leonardo
Creo que hay que hacer un esfuerzo por potenciar alguna opción que sea compatible con la Fe católica, para poder votar por alguien. Es un esfuerzo por la libertad, además. De paso. Votar en blanco terminaría siendo una expresión testimonial, nada más...
19/11/13 7:03 PM

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