Piedras vivas

1 Pedro 2,4-10: “Acercándoos a Él, piedra viva, desechada por los hombres, pero elegida, preciosa ante Dios, también vosotros, cual piedras vivas, entrad en la construcción de un edificio espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios por mediación de Jesucristo. Pues está en la Escritura: He aquí que coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa y el que crea en ella no será confundido. Para vosotros, pues, creyentes, el honor; pero para los incrédulos, la piedra que los constructores desecharon en piedra angular se ha convertido, en piedra de tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella porque no creen en la Palabra; para esto han sido destinados. Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz; vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que ahora sois el Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos.”

Comentario del texto

Todo parte de la iniciativa salvífica de Dios. Dios ha dispuesto colocar a Jesucristo como piedra angular, elegida y preciosa y, por su gran compasión, ha llamado a los hombres de las tinieblas de la incredulidad y el pecado a su admirable luz para formar sobre Cristo, piedra viva, un edificio espiritual.

A los hombres se les plantea una disyuntiva: pueden creer en Cristo, apoyándose sobre Él como sobre una roca firme, o no creer en Él, desechando la piedra angular, que para ellos se convierte entonces en piedra de tropiezo.

Dios quiere que todos los hombres se salven. El plan salvífico establecido por Dios en su infinita sabiduría aprovecha incluso la incredulidad de algunos; pero ésta es fruto de su pecado, no de una inexistente predestinación a la condenación eterna.

Los hombres se acercan a Cristo por la fe. Así ellos se convierten a su vez en piedras vivas y entran a formar parte del edificio construido sobre Cristo. Este edificio es un Templo espiritual en el cual, por mediación de Cristo Sacerdote, se ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios.

Este Templo espiritual tiene la forma de un pueblo concreto, la Iglesia, Pueblo de Dios. Es un pueblo de sacerdotes-reyes, adquirido por Dios mediante el derramamiento de la sangre de Cristo en la cruz. Esa sangre ha sellado la alianza nueva y eterna entre Dios y los hombres en Cristo. De esa sangre brota la Iglesia, el pueblo de la nueva Alianza.

Este pueblo escogido ejerce un sacerdocio santo. Los sacrificios espirituales que ofrece a Dios por mediación de Cristo abarcan no sólo su culto litúrgico, sino también la totalidad de una vida santa.

La finalidad de este culto espiritual del pueblo sacerdotal es anunciar las alabanzas de Dios, quien nos ha redimido por Cristo. Por lo tanto, el círculo que parte de la iniciativa salvífica de Dios se cierra con la adoración de Dios en espíritu y en verdad.

Daniel Iglesias Grèzes


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