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30.08.14

(18) De demonios que se van y luego vuelven, o los peligros del makyo

En el contexto de la Nueva Evangelización, continuamos analizando los problemas que conlleva la intromisión de prácticas orientalistas de la Nueva Era en un contexto cristiano.En este caso, continuamos un post más profundizando en el zen.

Amigos, nada nos falta, y ningún don de la gracia nos habrá de faltar si permanecemos firmes en el don recibido, con el auxilio de Dios.

Como nos dice el Apóstol:

5 En efecto, habéis sido colmados en Él con toda clase de riquezas, las de la palabra y las del conocimiento,

6 en la medida que el testimonio de Cristo se arraigó en vosotros.

7 Por eso, mientras esperáis la Revelación de nuestro Señor Jesucristo, no os falta ningún don de la gracia.

8 Él os mantendrá firmes hasta el fin, para que seáis irreprochables en el día de la Venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Cor 1)

Toda plenitud reside en Cristo, y empresa vana es andar buscando en otra parte. Nada hemos ir a buscar fuera de nuestra fe. Porque si dejamos nuestra casa vacía, otros vendrán a ocuparla.

43 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, vaga por lugares áridos en busca de reposo, y al no encontrarlo,

44 piensa: “Volveré a mi casa, de donde salí”. Y va y la encuentra vacía, barrida y ordenada.

45 Entonces va a buscar a otros siete espíritus peores que él; vienen y se instalan allí. Y al final, ese hombre se encuentra peor que al principio. (Mateo 12)

No nos imaginamos hasta qué punto el mundo antiguo estaba asolado por demonios. Y cuando digo mundo antiguo, me refiero no sólo al que había antes del cristianismo, sino al Mundo Caído alejado del poder sanador de Cristo. Porque  el Verbo Encarnado todo lo hace nuevo, y cuanto está alejado del Agua de la Vida, está árido, y los demonios vagan por ahí. Todo lo que no es vivificado y renovado por Cristo, es mundo antiguo, viejo y caído.

Recuerdo que Benedicto XVI menciona en el volumen I de “Jesús de Nazaret”, algo que no hemos de olvidar:

“”Pero el anuncio del Reino de Dios nunca es mera palabra, mera enseñanza. Es acontecimiento, del mismo modo que Jesús también es acontecimiento, Palabra de Dios en Persona. (…)

“Dado que el mundo está dominado por las fuerzas del mal, este anuncio es al mismo tiempo una lucha contra esas fuerzas. “Los mensajeros de Jesús, siguiendo sus pasos, tienden a exorcizar el mundo, a la fundación de una nueva forma de vida en el Espíritu Santo, que libere de la obsesión diabólica” (…) de hecho, el mundo antiguo –según ha mostrado, sobre todo, Henri de Lubac- ha vivido la aparición de la fe cristiana como una liberación del temor a los demonios, que, a pesar del escepticismo y el racionalismo ilustrado, lo invadía todo” (Jesús de Nazaret, La esfera de los libros,  Madrid, 2008, pág. 187)

Unido a esta fuerza liberadora de demonios, está el hecho de la exclusividad del amor que hemos de tener al Dios vivo, que, como vimos en un reciente post, es un Dios Celoso, nos quiere enteramente para Él, y aborrece que andemos coqueteando con ídolos y falsos dioses.

Benedicto XVI, a continuación de lo anterior, continúa citando la Escritura:

“sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y no hay más que un único Dios.

5 Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores,

6 para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros.” (1 Cor 8)

“En esta palabras hay una fuerza liberadora,  el gran exorcismo que purifica el mundo.  (…) El mundo es presentado ahora en su racionalidad: procede de la razón eterna, y sólo esa Razón creadora es el verdadero poder sobre el mundo y en el mundo. Sólo la fe en el Dios único libera y racionaliza realmente el mundo.”

“En su carta a los Efesios, san Pablo describe  este carácter exorcista del cristianismo desde otra perspectiva: “Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder.  Poneos las armas que Dios os da para poder resistir  las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha  no es contra los hombres de carne y hueso, sino contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal,  que dominan este mundo de tinieblas” “El Señor nos vuelve a dar en la fe el aire limpio para respirar, el aliento del Creador, el aliento del Espíritu Santo, solamente en el cual el mundo puede ser sanado” (“Jesús de Nazaret, pág.s 188-189)

Para el que ha estudiado el zen, sabe que existe una etapa en el proceso hacia la iluminación, que indica que el alumno lo va haciendo bien, porque es un signo de que realmente está haciendo el vacío en su mente. La razón va quedando progresivamente deconstruida, y la conciencia se vuelve vulnerable.

Esta etapa se denomina makyo.

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