(453) Comentarios críticos a Amoris laetitia, VI: Una comunión de intentos

Comentario 11

«Espiritualidad de la comunión sobrenatural».

«Siempre hemos hablado de la inhabitación divina en el corazón de la persona que vive en gracia. Hoy podemos decir también que la Trinidad está presente en el templo de la comunión matrimonial. Así como habita en las alabanzas de su pueblo (cf. Sal 22,4), vive íntimamente en el amor conyugal que le da gloria».

«La presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos» (Amoris laetitia, n. 314-315)

Nos parece apropiado atribuir a la familia, que constituye como una iglesia doméstica, una espiritualidad de comunión, primero natural, de medios, afectos y fines; segundo sobrenatural, de vida de gracia santificante, si es que sus miembros están en estado de gracia.

Es cierto que Dios Uno y Trino inhabita, más que en el corazón, (o sea en la voluntad en cuanto centro de los afectos familiares), en el alma del justificado, siempre y cuando éste esté en estado de gracia, tal y como se observa justamente al comienzo del parágrafo n. 314.

Lo que crea cierta inquietud es que, a continuación, parece que avisa de una doctrina nueva: «Hoy podemos decir también que…». Si va enseñar algo que puede decirse hoy es que antes no podía decirse. Y ¿qué es eso que antes no se decía y ahora sí? Pues que la Santísima Trinidad habita también en el «templo de la comunión matrimonial», en «las alabanzas de su pueblo» “íntimamente"  «en el amor conyugal que le da gloria».

Pero si es doctrina novedosa, tendría que haberla matizado más, porque podríamos conceder que Dios Uno y Trino habita en una comunión de almas en estado de gracia, pero esto no es doctrina nueva, así que puede pensarse que se refiere a la comunión familiar sin más, o a la unión afectiva e intencional de los esposos; lo cual sobrenaturalizaría indebidamente la comunión matrimonial; respecto a las alabanzas de su pueblo, parece una afirmación metafórica, porque Dios inhabita almas en gracia, no cantos, aunque se puede referir también a que el Señor puede estar presente espiritualmente entre varios que le alaban, pero entonces no estaríamos hablando de la inhabitación divina; pues no hay que confundir la inhabitacion trinitaria con la mera presencia espiritual; y que puede inhabitar en el amor conyugal que le da gloria, no se entiende en qué sentido lo dice: porque Dios Uno y Trino inhabita almas, no relaciones, no accidentes, no actos de la voluntad. ¿En ese amor conyugal que da gloria a Dios se debe sobreentender que los esposos están en gracia? ¿O basta que sean fervorosos y alaben a Dios?

Pero se confunde más la cosa en el n. 315, cuando afirma que «[l]a presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos». ¿A qué se refiere con familia real y concreta? ¿A cualquier familia, a toda familia real y concreta, al margen de el estado de gracia o de pecado de sus miembros, al margen tal vez de su religión o del estado canónico en que se encuentren? Vale decir, dando por sentado que los miembros de esa familia estén en gracia, que inhabita en sus almas a pesar de sus sufrimientos, y sus luchas y alegrías, pero… ¿en sus intentos? ¿Intentos de qué? ¿Tal vez de cumplir los mandamientos?

Si por intentos se refiere a intentos por cumplir los mandamientos, ya no podemos estar de acuerdo. Porque si está hablando, eufemísticamente, de los pecados cotidianos contra el matrimonio o contra la familia, entonces la cosa cambia. Habría que rechazar esa forma de hablar del pecado como un intento fallido de vencer una tentación contra la ley moral. El pecado mortal no es un bienintencionado e inocente intento fallido. Así que el tema queda en la oscuridad por falta de explicitación.

Parece que la idea que quiere transmitirse es que antes se enseñaba que para que Dios inhabite el alma ésta tiene que estar en gracia. Pero que ahora se puede enseñar que, también, Dios inhabita en el amor (en la relación intencional, íntima y afectiva, con tal que sea fervorosa (subjetivamente) y alabe a Dios); y en la familia como un todo, más allá del estado de gracia de sus miembros, sino como en una especie de estado de gracia comunitario. Lo cual es coherente con la enseñanza de la Nueva Teología, que contempla la justificación como algo colectivo, en que nadie se salva sólo sino en comunidad. 

También es posible que se pretenda exponer que los esposos, con su amor conyugal, transmiten la gracia sobrenatural a la familia entera. Y así, se contemplaría el amor conyugal como, de alguna manera, una relación productora de vida sobrenatural. 

Recordemos, sin embargo, que la familia recibe la vida sobrenatural de los sacramentos, no del amor conyugal. Por lo que habría que distinguir, además, el matrimonio en general, del matrimonio cristiano. El matrimonio cristiano debe ofrecer a cada uno de sus hijos a la Iglesia para que los regenere. Y así Pío XI en la encíclica Casti connubii sobre el matrimonio cristiano, explica:

«Tengan, por lo tanto, en cuenta los padres cristianos que no están destinados únicamente a propagar y conservar el género humano en la tierra, más aún, ni siquiera a educar cualquier clase de adoradores del Dios verdadero, sino a injertar nueva descendencia en la Iglesia de Cristo, a procrear ciudadanos de los Santos y familiares de Dios, a fin de que cada día crezca más el pueblo dedicado al culto de nuestro Dios y Salvador. Y con ser cierto que los cónyuges cristianos, aun cuando ellos estén justificados, no pueden transmitir la justificación a sus hijos, sino que, por lo contrario, la natural generación de la vida es camino de muerte, por el que se comunica a la prole el pecado original; con todo, en alguna manera, participan de aquel primitivo matrimonio del paraíso terrenal, pues a ellos toca ofrecer a la Iglesia sus propios hijos, a fin de que esta fecundísima madre de los hijos de Dios los regenere a la justicia sobrenatural por el agua del bautismo, y se hagan miembros vivos de Cristo, partícipes de la vida inmortal y herederos, en fin, de la gloria eterna, que todos de corazón anhelamos.» (PÍO XI, Casti connubii, 31 de diciembre del año 1930, n. 7)

Todo esto da que pensar, porque si lo leemos a la luz del capítulo 8, parece que, en efecto, transmite una doctrina nueva que sobrenaturaliza indebidamente el amor conyugal, atribuyendo a la intencionalidad subjetiva de los esposos la producción de vida sobrenatural.

 
La familia en general, y el amor conyugal en particular, están caídos, urgentemente necesitados de redención; su situación es deficitaria. Ni el amor humano se identifica con el matrimonio, ni es autógeno, antes bien está necesitado de purificación. Por eso Nuestro Señor Jesucristo, que elevó el matrimonio a una dignidad sobrenatural, confía a su Iglesia la salvación del matrimonio y de la familia. Precisamente, porque los cónyuges no son autosuficientes. De tal forma, que el recurso al sacramento de la penitencia, perdida la gracia de la justificación recibida en el santo Bautismo, debe ser una constante. Porque estar en gracia es vital. Hablar, por eso, de una comunión sobrenatural de intentos es confuso, y por falta de explicitación, oscuro, sobre todo entendido en la clave situacionista de otros pasajes.
 
 

16 comentarios

  
Vicente
el Señor está presente en cada familia donde sus miembros se aman cristianamente.
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A.G.:
Pero no habita en el alma del que está en pecado mortal, por mucho que se amen sus padres, ni sus padres pueden transmitirle su estado de gracia. El Señor está presente en quien vive en gracia no en pecado. No puede haber comunicación sobrenatural con quien está en pecado mortal.
28/12/20 1:18 PM
  
Ester
El amor que se expresa en la comunión matrimonial supone una patentización del amor de Dios. Este amor constituye una vacuna y una referencia luminosa para los hijos pródigos.

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A.G.:
Será una patentización del amor divino si los cónyuges están en gracia de Dios, y en virtud del sacramento.
Respecto a que sea una vacuna, pues me temo que no, porque toda persona puede abusar de su libertad y pecar rechazando a Dios aunque haya recibido ejemplos luminosos.
28/12/20 4:01 PM
  
Carmelo
El odio a la doctrina católica de siempre les hace criticarla y atacarla (ponerla en sospecha como usted ha dicho mucha veces), y siempre sale a relucir cuando la hace ver cómo una gelatina que no cubre las necesidades ni ha sido compasiva con la debilidad de nadie. Es ahora que si está en lo concreto, porque se puede según estos postulados manejar desde el hombre a servicio del hombre. Esos "intentos cotidianos" son la arrimacion a la autojustificacion. Ve al hombre incapaz de alcanzar el estado de Gracia por los medios, y los deja en intentos.a.. Como si el actuar de Dios limitara al hombre a ser libre para que lo conozca.
La acedia del hombre contumaz siempre se pone en su ciencia mundana un actuar o pensar como Dios, y así seguir actuando como su ombligo le dicta.
28/12/20 7:01 PM
  
Ester
Sin embargo, en la paràbola del hijo pródigo el recuerdo de la casa paterna supone abrirse al proceso de conversión.
Si el padre hubiera sido un déspota posiblemente el hijo pródigo no hubiera vuelto y habría sucumbido entre los cerdos.
En ese sentido empleo la palabra vacuna.


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A.G.:
Abrirse a Dios sí, claro, en ese caso el amor cristiano de sus padres sirve de instrumento de Dios. Pero no garantiza nada, ayuda pero no asegura, porque la persona puede rechazar a Dios.
31/12/20 10:53 AM
  
Ester
Ciertamente, pero para una persona que se ha sentido amada y vivido en gracia de Dios es más difícil alejarse irreversiblemente.
No obstante la libertad humana es un misterio.
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A.G.:
Ester, no es por la libertad que se rechaza a Dios, sino por su abuso. Lo propio de la libertad es elegir el bien. El rechazo de Dios es una posibilidad, pero no una capacidad propia. Es por el pecado, no por la libertad.

Es verdad que es más fácil que, quien ha sido educado en la fe, esté en Dios, y vuelva a Dios después de alejarse, pero vamos, no hay garantías.
31/12/20 11:57 AM
  
G Flavius
"Es cierto que Dios Uno y Trino inhabita, más que en el corazón, (o sea en la voluntad en cuanto centro de los afectos familiares), en el alma del justificado, siempre y cuando éste esté en estado de gracia".

¿"Siempre y cuando"? Esto habría que corregirlo. No se puede estar en estado de gracia (santificante) -es decir, justificado-, si Dios no inhabita en nuestra alma. La gracia santificante es "efecto" de la presencia de Dios inhabitando en nosotros (que es la causa).

En cambio, lo que se dice en el texto entrecomillado da a entender que hay que estar en gracia / que es preciso estar en gracia, para que Dios llegue a inhabitar en el alma del que está en gracias. Y NO ES ASÍ, aunque así haya sido expresado incorrectamente tantas veces, porque la gracia santificante es efecto de Dios en nosotros (causa).
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A.G.:
Está Ud. equivocado. Dios Uno y Trino no inhabita en un alma en pecado. Habita el alma de los justos (los que están en gracia). Y es lógico, hay que limpiar la casa para que Dios more en ella, nadie recibe a su invitado con la casa sucia. Y eso es lo que hace la gracia santificante, de inmunda la vuelve agradable para Dios. Es por la gracia santificante. Dios mora en sus amigos, no en sus enemigos.

“Las Personas divinas no pueden ser poseídas por nosotros sino para gozarlas (fruirlas) de modo perfecto, lo cual se da en el estado de la Gloria del cielo; o para gozarlas de modo imperfecto, lo cual se da en esta vida por la gracia santificante” (I Sent., d.14, q.2, a.2, ad 2)
31/12/20 3:41 PM
  
Hispanicus
"Lo propio de la libertad es elegir el bien". Es de la libertad "positiva" y enraizada en la Verdad de donde se desprende tal afirmación.
Es la libertad negativa —definición que encontré por primera vez en Isaiah Berlin —, la pecaminosa. La "autodeterminante" y refractaria al Bien. La que rechaza la sujeción a Dios.
Que Dios le bendiga Don Alonso.

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A.G.:
Así es, la libertad negativa, desligada del orden del ser, desvinculada de Dios, potencia absoluta nominalista. La libertad de la revolución y de su puesta en conserva.
31/12/20 4:25 PM
  
Hispanicus
Recuerdo el aserto de un presidente socialista español tal que: "La libertad os hará verdaderos". ¡Cuánta bellaquería y necia arrogancia se permitió para decir lo contrario que nuestro Señor Jesucristo!.

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A.G.:
La libertad antes que la verdad, por el mero hecho de la libertad, sin otra regla que ella misma. Es el principio de autodeterminación, sistematizado por Hegel, que sirve de apoyo tanto a progresistas como a conservadores.
31/12/20 4:40 PM
  
G Flavius
"Está Ud. equivocado. Dios Uno y Trino no inhabita en un alma en pecado... Dios mora en sus amigos, no en sus enemigos."

¿Dónde he dicho yo que Dios inhabita en un alma en pecado o que Dios mora en sus enemigos? Con esas expresiones "combate" usted un hombre de paja. No reflejan mi pensamiento, sino lo opuesto a mi pensamiento.

Lo que yo he dicho (y repito) es que "no se puede estar en estado de gracia (santificante) -es decir, justificado-, si Dios no inhabita en nuestra alma. La gracia santificante es "efecto" de la presencia de Dios inhabitando en nosotros (que es la causa)."

Dios es la fuente de la gracia (porque es la Gracia). Él en nosotros -inhabitación del Dios uno y trino- es la causa de la santificación de nuestra alma. Nuestra alma está en gracia -o sea, santificada, divinizada, endiosada...- PORQUE está en contacto con Él (la Gracia): no antes de ese instante. Si no fuera así, estaría en gracia sin Él, o sea, al margen de Él, que es la fuente de la Gracia. ¿Qué lo santificaría entonces?

No es que Él esté en nosotros, estando nuestra alma en pecado. No es que Él more en sus enemigos. Es que Él nos quita el pecado y nos hace sus amigos cuando viene a nuestras almas. Y viene a nuestras almas por gracia suya, aceptada dócilmente por nosotros. El estar suyo en nuestras almas y el estar nuestras almas en gracias son "temporalmente" a la vez, pero la causa es Él.

¡Que pase una feliz noche vieja y le sea próspero el 2021!

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A.G.
Primero es estar en gracia. Si no se está en estado de gracia Dios no inhabita. Está Ud confundiendo la gracia increada que es Dios con la gracia creada que no es Dios .

La gracia santificante no es Dios.
31/12/20 10:04 PM
  
G Flavius
Para estar en gracia (creada) Dios (Gracia increada) tiene que estar en contacto con nuestra alma, porque es Él -fuente de la gracia- quien crea la gracia (creada, valga la redundancia).

El peligro está en "cosificar" la gracia (creada). No hay tal: la gracia creada no es una cosa: es el "efecto" que produce en nosotros la Gracia increada (Dios). En su "ataque" contra mi comentario, lo ha dicho usted mismo, pero no parece haberlo entendido: "eso es lo que hace la gracia santificante, de inmunda la vuelve agradable para Dios" (supongo que se refiere al alma).

Pues eso: es la gracia santificante -que es el efecto que produce en el alma la inhabitación divina- la que "de inmunda vuelve el alma agradable a Dios". El alma es inmunda mientras Dios no la habita, porque Dios es la Gracia. Es santificada / agraciada -con gracia santificante (otra cosa son las gracias actuales, que Dios concede también a los pecadores para que se arrepientan, etc.-, cuando Dios la habita. Tertium genus non datur.

Por eso he dicho que son "temporalmente" a la vez, pero quedando claro que la causa de esa gracia santificante en nuestra alma es Dios, como no puede ser de otra manera.

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A.G.:
Tiene Ud que estudiar más el tema porque está en un error. El estado de gracia santificante se recibe por el santo Bautismo y la confesión, no por la inhabitación divina. El estado de gracia no es efecto de la inhabitación porque Dios no habita en el alma antes de que ésta esté reconciliada con Dios. Y la reconciliación es por la gracia santificante recibida por el Bautismo y la Confesión. Por eso si una persona está en pecado mortal lo que tiene que hacer es ir a confesarse para recuperar el estado de gracia. Mientras no se confiese y recupere el estado de gracia no volverá a ser justo. Y si no es justo Dios no hará morada en él.
31/12/20 10:38 PM
  
G Flavius
No discute usted los argumentos que aduzco: ¿por qué será? Además me descalifica: "Tiene Ud que estudiar más el tema porque está en error". ¿Esa es su manera de hacer apologética?

En materia de gracia santificante no hay ni primero ni segundo, salvo que cosifiquemos la gracia santificante (y quizá ni aún entonces). Las gracias actuales son otra cosa: estas sí pueden ser antes y / o después de la gracia santificante. Nuestra alma solo puede estar en gracia si Dios está en ella.

¿Tan difícil es esto de entender? Si pudiera “estar en gracia” el alma sin estar Dios en ella, ¿qué sería -de dónde le vendría- esa gracia en la que se encontraría? ¿Sería una “cosa” llamada “gracia” creada por Dios y concedida al hombre antes de ir Él a inhabitar esa alma en gracia? Seamos serios: lo que santifica a un alma es Dios en ella. Que un alma esté en gracia significa que Dios la inhabita. No hay un antes y un después "temporales": subrayo "temporales". Solo hay un antes y un después, si se pudiera expresar así- "conceptuales": un alma está en gracia PORQUE Dios la inhabita: la inhabitación es la causa.

Y así se expresa el CIC: 1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4, 14; 7, 38-39): «Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo» (2 Co 5, 17-18).

O sea: "... don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o divinizadora...·. Por tanto: no es un don porque nuestra alma ya esté sana (en gracia), sino para que llegue a estarlo -para sanarla- por efecto de Su inhabitación en el alma. Sin que eso signifique que inhabite en el alma en pecado -de eso nada-, sino que deja de estar en pecado a la vez / al mismo tiempo que Dios la inhabita.

Y, en fin, como usted ha citado antes al Aquinate -por la autoridad que le reconoce, supongo-, aquí le dejo esta cita suya, a ver qué le parece: "la gracia es causada en el hombre por la presencia de la divinidad, como lo es la luz en el aire por la presencia del sol".

Y un teólogo comenta: "Gracia increada es el mismo Dios dándose al hombre; gracia creada es el don producido en el alma cuando Dios habita en ella. También se utiliza otra expresión equivalente: don increado -el mismo Espíritu Santo que mora en el alma-, y su efecto, el don creado".

Y vale: que nos van a dar las uvas (literalmente hablando).

__________ ________
A.G.:
Dice Ud que:

"Por tanto: no es un don porque nuestra alma ya esté sana (en gracia), sino para que llegue a estarlo -para sanarla- por efecto de Su inhabitación en el alma. Sin que eso signifique que inhabite en el alma en pecado -de eso nada-, sino que deja de estar en pecado a la vez / al mismo tiempo que Dios la inhabita.


Pero si la inhabitación divina se da para que el alma esté en gracia, es que estaba en pecado antes de recibirla, si no, ¿para qué se da?. Pero esto no puede ser, porque sabemos que Dios sólo inhabita en los justos, no en los pecadores. Es de sentido común que si una persona recibe la inhabitación divina para estar en gracia, es que estaba en pecado. Habla de la inhabitación divina como si fuera una causa instrumental, y está en error al respecto.

Es absurdo pretender que la inhabitación se dé para estar en gracia, sin que haya un antes en pecado y un después en gracia. Si Dios habita en una persona para que esté en gracia, es que antes de habitarla estaba en pecado. Y si se da para eso, es que es un instrumento. Pero Dios, al habitar, no es instrumento, no es causa instrumental. Por eso se da sólo en los justos, no en los pecadores. Dios no viene a morar en el justo para ser causa instrumental de su justificación.

No tiene sentido que la inhabitación se dé para que el alma llegue a estar en gracia, pero sin que signifique que el alma estaba en pecado. Si estar en gracia es efecto de la inhabitación divina, entonces es que Dios va a inhabitar un alma que esta en pecado para sanarla. Y no vale decir que es algo atemporal el conseguir el estado de gracia, porque, atemporal o no, si es efecto, como Ud pretende, es que el alma estaba en pecado y gracias a la inhabitación se pone en gracia. Lo cual es erróneo.

Cuando una persona está en estado de pecado, para estar en gracia lo que tiene que hacer es ir a confesarse, para recibir el estado de gracia santificante, no esperar a que Dios inhabite en ella para, instanténeamente, según Ud., alcanzar el estado de gracia sin que haya un antes y un después.

Puede abrir, por ejemplo el libro de Royo Marín Teología de la perfección cristiana. Y verá que hay un apartado titulado "EFECTOS de la gracia santificante", y uno de esos efectos, que es como consecuencia de los anteriores efectos comentados por el autor, es que "nos hace templos vivos de la Santísima Trinidad".

La gracia santificante no es Dios, ni es una cosa, y no es una cosa porque es un accidente, no una sustancia, sino una cualidad sobrenatural recibida en el Bautismo y en la Confesión, por tanto la acusación de cosismo no se sostiene. Como explica Royo Marín, "mediante la gracia somos introducidos en la vida trinitaria".

Dios, en cuanto causa primera, actúa en sus criaturas, pero ese actuar en, no significa que tenga que inhabitar en ellas para moverlas. La inhabitación divina no es una mera moción de la causalidad divina sin más, ni una mera forma de presencia causal, es mucho más, es Dios habitando en el alma para ser objeto de fruición de ella, y eso sólo es posible en los justos. En los justos que recibieron el estado de gracia por el Bautismo y la Confesión. Dios viene a morar en estos, en los justos que ya recibieron el bautismo y que ya recibieron la confesión si acaso la necesitaron. La inhabitación divina no es la causa instrumental (la gracia que se da para que sean justos), esa es la gracia santificante del Bautismo/confesión.

Ud habla como si la causa instrumental del estado de gracia fuese la inhabitación divina. Y no lo es, la causa instrumental es el Bautismo, al comunicar el estado de gracia. Pero que el Bautismo sea causa instrumental, no implica que Dios mismo, causa primera, no sea la causa eficiente. Dios es la causa eficiente de la justificación, y lo hace mediante el bautismo que confiere la gracia santificante, no mediante la inhabitación divina, como Ud. pretende.

Pero este debate no tiene mucho sentido, dado que está ud muy seguro de su postura, y mi consejo de que estudie más el tema no le parece adecuado. Así que dejamos aquí el debate.

31/12/20 11:48 PM
  
Alonso Gracián
En materia de gracia santificante sí hay primero y segundo. Primero se está en pecado, inmundo a ojos de Dios y enemigo suyo. Segundo, por el sacramento del Bautismo y de la Confesión se recibe la gracia santificante de la justificación, y entonces se está en gracia, se está justificado. Antes en pecado. Después, en gracia. No hay más. Una vez justificado, Dios viene a morar en el hombre en gracia para hacerse objeto de su gozo.
01/01/21 11:03 AM
  
Ester
"En materia de gracia santificante sí hay primero y segundo. Primero se está en pecado, inmundo a ojos de Dios y enemigo suyo. Segundo, por el sacramento del Bautismo y de la Confesión se recibe la gracia santificante de la justificación, y entonces se está en gracia, se está justificado. Antes en pecado. Después, en gracia. No hay más. Una vez justificado, Dios viene a morar en el hombre en gracia para hacerse objeto de su gozo".

Sin embargo, en el caso de la conversión de San Pablo, Dios escogió otra lógica.
Por un don absolutamente gratuito Pablo de Tarso, hombre empecatado e inmundo a los ojos de Dios fue arrebatado al tercer cielo y elegido por la Providencia para ser el Apóstol de los gentiles.
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A.G.:
Pero hay un antes y un después. Antes de la conversión, después de la conversión. No obstante, como bien dices, el caso de San Pablo es extraordinario, en el contexto además de la divina Revelación, que estaba sucediendo en esos momentos. Ahora, sin embargo, con la Revelación cerrada, estamos en el tiempo sacramental de la Iglesia. Por eso la forma ordinaria y habitual de pasar del estado de pecado al estado de gracia es por la recepción de la gracia santificante a través del santo Bautismo y de la santa Confesión. Además, como dice el P. Garrigou-Lagrange en las tres edades de la vida interior,

"Según el Doctor Angélico, en oposición a lo que sostiene Suárez, la especial presencia de la Sma. Trinidad en los justos supone la presencia general de inmensidad; pero no obstante (y esto es lo que Vázquez no ha comprendido), por la gracia santificante Dios se hace REALMENTE presente de un nuevo modo, como objeto experimentalmente cognoscible, del cual el alma justa puede gozar".
01/01/21 12:15 PM
  
Alonso Gracián
La importancia de la gracia santificante es enorme, y en el texto comentado de A.L. no figura como debe. Porque, como explica el P. Garrigou:

"Sin la gracia santificante y la caridad, en efecto, Dios no habita en nosotros; no basta conocerlo por conocimiento natural, filosófico, ni siquiera por el conocimiento sobrenatural de la fe informe unida a la esperanza, como lo conoce un cristiano que está en pecado mortal. (Dios está, por decirlo así, alejado de un creyente desviado de él.)" (P. GARRIGOU-LAGRANGE, Las tres edades de la vida interior, p. 116).

"Así la permanencia de la Santísima Trinidad dura en el justo, aun durante su sueño, y mientras está en estado de gracia" (Ibid., pág. 117)
01/01/21 12:44 PM
  
Paty
Que claridad y precisión en la adminitración de todo conocimiento que tiene, que por lo que voy leyendo de sus escritos, ya sé que vienen del Altísimo. Gracias por donarse a enseñar, Dios le siga bendiciendo Don Alonso!
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A.G.:
Muchas gracias Paty, me alegro que estos escritos le sean de provecho.
01/01/21 2:40 PM
  
Alonso Gracián
Aclaro algunas cosas para que el tema quede claro. Es cierto que con la presencia divina (de inmensidad) Dios está presente en el hombre, y en todas las cosas, incluso, como dice Royo Marín, "en los mismos demonios del infierno" (Jesucristo y la vida cristiana, pág. 406).

Pero la razón de la inhabitación divina es otra. La razón es que Dios quiere que el justo, el ser humano en gracia, le posea para gozar de su presencia. Por eso es una presencia diferente, es una presencia de paternidad, propia de la filiación divina que otorga la gracia santificante.

Porque Dios no inhabita para justificar al pecador (para eso le da sacramentalmente la gracia de la justificación), sino para que el justo pueda poseerle plenamente.

El P Royo Marín lo explica de forma muy luminosa:

"En virtud de la gracia santificante, que nos da una participación misteriosa, pero muy real y verdadera, de la misma naturaleza divina (cf. 2 Petr 1,4), el alma justificada se hace verdaderamente hija de Dios por una adopción intrínseca muy superior a las adopciones humanas, puramente jurídicas y extrínsecas. Y desde ese momento, Dios, que ya residía en el alma por su presencia general de inmensidad, comienza a estar en ella como Padre y a mirarla como verdadera hija suya. Este es el primer aspecto de la presencia de inhabitación, incomparablemente superior, como se ve, a la simple presencia de inmensidad. La presencia de inmensidad es común a todo cuanto existe (incluso a las piedras y a los mismos demonios). La de inhabitación, en cambio, es propia y exclusiva de los hijos de Dios. Supone siempre la gracia santificante y, por lo mismo, no podría darse sin ella." (Jesucristo y la vida cristiana, pág. 403).
01/01/21 6:51 PM

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