(316) Malentendidos y soflamas

1.- La decadencia del derecho público cristiano da alas a la tecnocracia, motiva al Maelstrom positivista, renueva el ocaso de la ley natural en las almas y en las sociedades. Hay que combatirla.

Los sueños progresistas del iluminismo renuevan sus fuerzas, y vienen a morar a la Ciudad del Hombre.

Alberto Caturelli asocia, sabiamente, la pujanza del mundo moderno con la crisis del cristianismo:

«Si el Cristianismo “toca a su fin y Cristo baja de su Cruz", como decía Cioran, entonces la tierra se constituye en el definitivo mundo del hombre y la ciencia y la técnica son los medios eficaces para someterla. Adquieren renovado vigor las ideas fundamentales del “iluminismo” que, hoy, cree, como Turgot, en el progreso material indefinido que supone la realidad como cambio acelerado inmanente al tiempo de la historia.» (Alberto CATURELLI, Los derechos del hombre y el futuro de la humanidad, Verbo, n. 383-384, Madrid, p. 248)

 

2.- Asimismo Ernst Jünger, en los diversos volúmenes de Radiaciones, recalca el titanismo del espíritu de esta época.  La batalla contra los dioses, en la mitología griega, nos muestra de qué manera el mundo temporal del hombre pretende autonomía. Y en crescendo, sin detenerse. Porque nunca se sacia el hambre de autodeterminación. Por eso Calderón Bouchet, en Los enemigos del progreso, remite con acierto el concepto al mito de los titanes, «y a su acción positiva en la transformación de la situación terrena del hombre.»

 

3.- El titanismo del mundo moderno sale al encuentro del espíritu cristiano, pretendiendo abatirlo. Podemos decir que, derribando la Cristiandad, consiguió ganar su primera batalla. Al menos en lo que hoy llamamos Europa, ese remedo de cristiandad deconstruida que el maritainismo imagina como una nueva cristiandad laica. Sabido es que, tras el derrumbe, aún quedaba la cultura hispánica como una cristiandad superviviente, cuyo legado nos ilumina aún.

 

4.- El P. José María Iraburu, en (105) Católicos y política –X. doctrina de la Iglesia. 8, recuerda oportunamente que:

«Niega la doctrina de la Iglesia quien considera que de suyo la confesionalidad cristiana de una nación es ilícita o siempre inconveniente. Y sin embargo, muy lamentablemente, ésta es hoy la opinión más común en los católicos, pastores y fieles.»

No dudamos en afirmar que fundamentar la descristianización jurídico-política de los estados en la inviolabilidad de la dignidad humana, es una soflama, esto es, como enseña la RAE: «una expresión artificiosa con que alguien intenta engañar». 

 

5.- Para precisarlo más, en lengua mítica, diremos que el descrédito del derecho público cristiano es un arma de guerra con que los titanes de hoy, en su combate contra la divinidad, pretenden engañar a los creyentes: y no en vano, sino para que no crean en público, para que no legislen justamente, para que no cumplan sus deberes para con Dios. Y aún más: la mencionada soflama es para convencer, con el Leviatán de tercer grado, de que no es obligado constituir cristianamente los estados. (Entiéndase: obligado, si se puede).

El malentendido consiste en creer que aunque se pueda no se debe, porque es mejor una constitución titánica de los estados. Por eso ya es hora de que el católico libere su mente de prejuicios y soflamas, y crea, de verdad y firmemente, que no es bueno en la vida política apartarse de los preceptos de Dios y legislar sin tenerlos en cuenta para nada.

 

David Glez.- Alonso Gracián

 

6 comentarios

  
Ricardo de Argentina
«Niega la doctrina de la Iglesia quien .... (...) Y sin embargo, muy lamentablemente, ésta es hoy la opinión más común en los católicos, pastores y fieles.» JMI

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Buena pintura de la crisis de la Iglesia: las opiniones, incluso de LOS PASTORES, son en muchos casos contrarias a la doctrina.

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A.G.:
Así es Ricardo, doctrina de la Iglesia. Negada, sin embargo, habitualmente.
21/11/18 8:28 PM
  
San
Algunos comparan la crisis que vive hoy la Iglesia con aquella del siglo IV con el arrianismo. Incluso el sermón de San Atanasio a los cristianos de aquellos tiempos, desolados por la herejía que se imponía, parece que nos fuera dicho a los católicos de hoy en día.
Quisiera hacerle una pregunta, Sr. Gracián: más allá de nuestros anhelos como católicos fieles a Cristo y su Evangelio, ¿cree que, como quien dice, estamos en el tiempo de descuento? Lo digo porque no soy capaz de vislumbrar en esta sociedad la substancia mínima, por mínima que sea, para que la Gracia pueda tocarla.


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A.G.:
Creo yo que la crisis actual es más grave que aquella, mucho más.

La verdad es que no sabría decirle si estamos en el descuento, ¿cómo saberlo? Los signos apuntan a ello, desde luego. Pero sólo el Padre lo sabe. Lo que sí es evidente es el deterioro definitivo del tipo de sociedad que la Modernidad ha producido. Parece que la Modernidad llega a su fin, que su fin es la Posmodernidad, y que lo que vendrá luego aún no podemos saberlo. Lo que venga, paréceme, deberá pasar por el Mundo del Dolor, ser purificado por castigos divinos de toda índole, personales y colectivos. La Iglesia, por haberse contaminado de Modernidad, también habrá de depurarse, también pasará un calvario como no se ha visto nunca salvo ahora, que vislumbramos sus primeros coletazos.
22/11/18 9:28 AM
  
Jaime Fdez de Córdoba.
El progreso material indefinido (no se atreven a hablar de "progreso" sin más después de lo visto en el siglo XX), es imposible sin destruir el mundo (empezando por la vida humana). Y además, me parece que ya no es posible hablar de "decadencia", ha habido un término más bien, y nos falta perspectiva histórica para ponerle fecha. Que hay que combatir es cierto, pero es una guerra que tendrán que librar sobre todo nuestros hijos y nietos, ¿cómo será posible? no me lo imagino. Si la historia es cíclica la reacción es segura, si no, cuesta vislumbrar cómo será la reacción.
24/11/18 12:04 AM
  
Lego
"Niega la doctrina de la Iglesia quien considera que de suyo la confesionalidad cristiana de una nación es ilícita o siempre inconveniente..."

En este acertado párrafo hay dos interesantes precisiones:
1. La confesionalidad es de la nación, esto es de la comunidad o sociedad política, incluyendo, claro sus estructuras políticas, si las tiene.
2. Y lo errado es rechazar por principio tal confesionalidad por ilícita o inconveniente.
25/11/18 1:59 PM
  
Lego
Continuación:

De lo que puede deducirse que la nación debe ser cristiana (predominantemente) para que sus estructuras políticas (estado) lo sean.

Y que la confesionalidad del estado, siendo lícita y conveniente no es lo esencial.

27/11/18 5:36 PM
  
Luis I. Amorós
Los titanes eran padres y tíos de los dioses. Creo que más acertado es el mito de Prometeo, el hombre que arrebata a los dioses los secretos de las sabiduría y se inmola para traspasarlos a los hombres.

De hecho, los grandes laicistas, los masones e iluminados, siempre han tenido a Prometeo por su padre y fundador, llegando a representarlo de modo idolátrico.

Grandes artículos, Alonso. Muchas gracias.

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A.G.:
Gracias, apreciado Luis I.

Prometeo era un titán, también, como sabes. Ciertamente, como bien dices, es todo un símbolo del laicismo, incluso del ethos revolucionario. Jünger lo pone en cabeza del espíritu moderno, como ídolo de la cultura antropocéntrica, como figura central del titanismo y del espíritu técnico, también del cainismo, y de los saberes instrumentales destinados a la edificación de la Ciudad del Hombre.
29/11/18 1:12 PM

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