InfoCatólica / Mater et Magistra / Categoría: Teología moral

4.01.17

El acto libre

El artículo precedente explicaba que el acto voluntario o elemento volitivo es aquel que procede del sujeto, con conocimiento e intención del fin y sin coacción externa. La voluntad puede ser expresa o implícita. en diversos grados (actual, virtual o habitual) o interpretativa. La razón de moralidad del voluntario la da el fin último, pero únicamente a través de medios lícitos (el fin no justifica los medios).

La licitud del voluntario indirecto (aquel acto que da un efecto bueno y otro malo) se valora en función de que el efecto buscado debe ser siempre el bueno, el fin debe ser honesto, y el efecto malo debe tener justificación proporcionada. Para imputar un efecto malo en estos casos, este debe ser previsible, y traer posibilidad y obligación de impedirlo.

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12.09.16

El elemento voluntario del acto humano

En el artículo anterior se explicaba que el acto humano es aquel que procede de la voluntad deliberada del hombre. Se caracteriza por ser racional, libre, moral, voluntario e imputable. Contiene tres elementos: el conocimiento, la voluntad y la ejecución.

El componente principal del conocimiento es el advertimiento (percepción del acto presente o futuro), que posee diversos grados. La advertencia es indispensable, relaciona el acto concreto con su moralidad y debe ser antecedente. Por último, el imperio de la razón relaciona el conocimiento con la voluntad.

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25.05.16

El acto humano. Definición y clasificación. El acto cognoscitivo.

En el artículo precedente se explicaba que la felicidad objetiva consiste en la posesión del Bien perfecto, y porqué el Bien creado e infinito (Dios) es el único que proporciona la Felicidad objetiva. La Felicidad subjetiva plena únicamente se alcanza en la visión beatífica. Para alcanzar ambas, Dios nos ha transmitido sus mandamientos por medio de Nuestro Señor Jesucristo, con el auxilio de la Gracia, los dones y virtudes del Espíritu Santo, los sacramentos y las verdades de fe.

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Definición

Dado que el hombre emplea sus actos humanos como medio para alcanzar el último fin (la visión beatífica de Dios), se impone considerarlos por lo menudo.

El acto humano es la acción que procede de la voluntad deliberada del hombre.

El acto humano se estudia en tres vertientes: la del acto natural (o humano en sí mismo, también llamado psicológico o puramente filosófico), la del acto moral (en relación con las costumbres humanas, es tanto filosófico como teológico) y la del acto sobrenatural y meritorio (estrictamente teológico).

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19.02.16

La Felicidad del hombre

El artículo anterior de esta serie trataba de la necesidad de fin de toda acción humana. Existe un fin que es único y último absoluto, la Gloria de Dios (que a su vez es principio de todo). La Felicidad es el fin último relativo del hombre, y es natural o terrena y sobrenatural (la contemplación eterna de la Gloria de Dios). Cuando el hombre obra contra estos fines, lo hace llevado por el error.

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La Felicidad objetiva

En palabras de Santo Tomás, “la Felicidad (o Bienaventuranza) objetiva es la posesión del Bien perfecto que sacia todos los apetitos”. Las condiciones para que se dé ese Bien perfecto son:

1.Que sea último (esto es, que no haya otro bien superior).

2.Que sea perfecto (esto es, que excluya todo mal de cualquier naturaleza).

3.Que sea plenamente saciante.

4.Que sea inamisible (que no se pueda perder).

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17.12.15

El fin de los actos humanos

En el último artículo publicado de esta serie, se explicaba que todo acto moral consta de un sujeto agente, una acción u obra, y un fin u objeto. Asimismo, que el Bien es equivalente al fin en tanto que motivo apetecible o conveniente para obrar. La Felicidad es el estado de posesión y disfrute de un Bien alcanzado.

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¿Existe un fin último para el Hombre?

Siguiendo a Santo Tomás de Aquino vamos a establecer la razón de existencia de un fin último para el ser humano.

1. Toda acción de la voluntad humana obra siempre hacia un fin. En primer lugar por razón de la voluntad: toda potencia actúa de acuerdo a su propia razón de existencia. La voluntad humana no tiene otra razón de existencia que llevar al sujeto a su propio Bien (CIC 1734). Por tanto, por su propia naturaleza, la voluntad siempre se ejerce para alcanzar un fin. En segundo lugar por razón del propio fin: el fin es causa primera de cualquier acción. El sujeto, o no obra, o si obra lo hace en función de un fin concreto. Por tanto, el propio fin es motivación del acto, y no se entiende acto voluntario sin un fin.

 

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