La Iglesia armenia (II)

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La rebelión armenia de 482

Desde 459 un nuevo monarca, Peroz I, gobernaba Persia. A la muerte de Hormisdas en 465, Adhur Gushnasp fue elevado como nuevo marzaban de Armenia. Al Catholicós Melité de Manzkiert le sustituyó en 456 su pariente Moisés de Manzikert, y a su muerte en 461, Giout Arahezatsi, obispo de Varand, uno de los discípulos de Mesrub Mashtots, que había participado en los sínodos de Chahapivan (año 444) y Artachat (449). Publicó uno de los primeros breviarios en armenio, y se conservan dos cartas suyas, una de ellas al rey de Aghbania. Ell shahansha Peroz le llamó a su corte en 472, acusado de connivencia con los romanos simplemente porque dominaba el idioma griego. Giout fue desposeído de su sede, pero no se le nombró sustituto. Residió en Persia hasta que se le permitió regresar a Armenia. A su muerte en 478 fue sucedido por Hovhannes (Juan) I Mandakouni.

Poco después, un noble armenio llamado Varsken de la aristocrática familia irania Mihran fue recibido por el shahansha, ante el que apostató del cristianismo, regresando al zoroastrismo. En premio, Peroz le dio la mano de una de sus hijas, y le nombró virrey de Iberia, en abierta disputa con el soberano titular, Vakhtang I. A su regreso al Cáucaso, Varsken trató de forzar la apostasía de toda su familia, incluyendo su primera mujer, Shushanik Mamikonian. Esta se resistió, y su marido la mató de una paliza, convirtiéndose en una mártir canonizada por la Iglesia armenia. La brutalidad de Varsken sirvió como razón al rey Vakhtang para ordenar su muerte en 482, y acto seguido proclamarse en rebeldía contra el monarca persa.

Peroz envió un ejército vengador al mando de Shapur Mihran, familiar del finado. Vakhtang enroló tropas hunas y apeló a la solidaridad de los señores cristianos, pidiendo a los nobles armenios que se unieran a su lucha. Recordando el fin de su pariente Shushanik, Vahan Mamikonian, cabeza de la más importante familia del reino, se unió a la sublevación antipersa. Atacó a Adhur Gushnasp, derrotándolo y dándole muerte. Los nobles armenios elevaron a uno de ellos, Sahak II Bagratuni, como nuevo marzaban (acto que sólo podía realizar legítimamente el shahansha). En la batalla de Akesga, sin embargo, Shapur Mihran derrotó a las fuerzas coaligadas cristianas, muriendo el efímero Sahak II.

Vakhtag escapó al reino de Lázica (costa oriental del mar Negro) bajo la protección de los romanos, mientras los persas saqueaban Iberia. Vahan, huyó con los restos del ejército armenio a las montañas, donde su feroz guerra de guerrillas (que contaba con la cooperación del catholicós Hovhannes y todo su clero) no impidió que Shapur recuperara el control de todas las zonas llanas del reino.

En 484 los heftalitas (o hunos blancos) invadieron el oriente del reino y mataron en combate a Peroz I. Siguió una guerra civil entre el heredero Balash y su hermano Zarir, que permitió a Vahan recuperar Dvin y Vagharshapat, las capitales civil y religiosa del reino. Balash I logró ser coronado, y optó por la negociación. Poco después, el monarca y el catholicós Hovhannes, acordaron el tratado de Nvarsk. Por él, y a cambio de su apoyo, el shahansha daba plena libertad religiosa a los cristianos, se prohibía el zoroastrismo en Armenia y se reconocía una amplia autonomía a los nakharar.Vahan fue nombradomarzabany su hermano Vard, sparapet (jefe del ejército). Los armenios lograron con esta rebelión afirmar su autonomía política y religiosa dentro del gran estado sasánida.

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El primer concilio de Dvin

Caídos los arsácidas, los Mamikonian eran la familia más ilustre y poderosa del reino, y bajo el ilustrado y pacífico gobierno de Vahan Mamikonian el cristianismo floreció de nuevo. Se restauraron muchas iglesias, se amplió la basílica de San Gregorio y se reconstruyó la catedral de Vagharshapat. En 489, el marzaban Vahan y su aliado el rey Vachagan III de Albania, rechazaron una invasión caucásica de los heftalitas. Vahan trajo del destierro al poeta Gazar Parpetsu, quien escribió el libro “Historia de los armenios". A partir de 503 fue sucedido como marzaban por su hermano Vard Mamikonian.

En 490 había muerto el Catholicós Hovhannes I, un prelado notable, dotado de habilidad política, austeridad personal y firmeza para reimplantar la disciplina en la Iglesia armenia. También publicó un nuevo misal litúrgico corregido y dejó más de treinta homilías apologéticas, himnos y oraciones. Fue sucedido por Papken o Babgen de Otmous, también amigo y colaborador del marzaban Vahan Mamikonian.

El catholicós Babgen convocó el primer concilio caucásico de Dvin, al que acudieron obispos de Armenia, Iberia y Aghbania, en 505. En 451 había tenido lugar el Concilio de Calcedonia, que había rechazado la doctrina del monofisismo de Eutiques, y establecido la plena humanidad y divinidad de Cristo, Segunda persona de la Trinidad. Ante la polémica entre eutiquianos (que se consideraban continuadores de las enseñanzas de San Cirilo de Alejandría), fuertes en Siria y Egipto, y los antieutiquianos griegos, el emperador de Oriente Zenon publicó en 482 un edicto de unión (llamado Henotikon) que pretendía unir a todos los cristianos en base a unas definiciones menos rigurosas que las calcedonianas, regresando a las de Nicea y Éfeso. El concilio de Dvin no citó explícitamente el Henotikon, pero sí anatemizó el difisismo aceptado por la Iglesia de Oriente en el sínodo de Beth Lapat de 484 bajo el impulso del metropolitano de Nisbis Barsauma [https://www.infocatolica.com/blog/matermagistra.php/1311120957-la-iglesia-de-oriente-ii]. Con ello, Babgen rompía definitivamente la unidad de los cristianos del imperio sasánida. Algunos estudiosos creen que en las definiciones de este sínodo ya aparecen las primeras semillas de rechazo a las conclusiones del concilio de Calcedonia, si bien todavía veladas.

Al dinámico Babgen sucedieron en el catholicato varios obispos que habían firmado las actas del concilio de Dvin: Samuel de Ardzké (516-526), Mouche de Ailaber (526-534) y Sahak II de Oughki (534-539), de pontificados oscuros. Durante esta época se construyeron los primeros edificios religiosos (señaladamente el primitivo monasterio de Santiago) de los armenios instalados, sobre todo como artesanos y mercaderes, a lo largo de la llamada “calle de los armenios” en Jerusalén, que posteriormente darían lugar al bien conocido Barrio Armenio, la minoría extranjera más antigua y numerosa de la Ciudad Santa.

Bajo Vard Mamikonian siguió la prosperidad, hasta que el nuevo monarca Kavad I se sintió lo suficientemente fuerte en 510 como para violar los términos del tratado de Nvarsk y encarcelarlo con una acusación falsa. Cuatro años más tarde retomó el poder efectivo nombrando un marzaban persa, y poniendo fin a veintiséis años de autonomía real del reino armenio, un raro periodo de paz y crecimiento en la agitada vida del reino armenio en la antigüedad. No obstante, el monarca sasánida mantuvo la libertad para practicar el cristianismo; no podía permitirse otra rebelión armenia ni provocar al emperador romano.

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La larga guerra entre Justiniano y Cosroes

En las primeras décadas del siglo VI los reinos caucásicos hubieron de afrontar las repetidas invasiones de pueblos de las estepas, como los heftalitas (hunos blancos) y los túrquicos sabiros. La mayor tuvo lugar en 515, cuando los invasores pretendieron saquear todo el Cáucaso e incluso la Capadocia. Las tropas armenias, al mando del noble Mjej I Gnuni, y con ayuda de las guarniciones romanas de la Armenia Occidental, logró repelerla. Como recompensa, Kavad I lo nombró marzaban de Armenia en 518, retornando este cargo a un nativo. Lo ejercería durante treinta años.

Nuevamente la cuestión religiosa sería la razón (o excusa) para una nueva guerra caucásica. En 522, el shahansha intentó de nuevo imponer el mazdeísmo como única religión en el reino vasallo cristiano de Iberia. Su príncipe, Tzates, pidió ayuda al emperador Justino para evitarlo. Este calculó que podía sacar beneficios y de ese modo comenzó una nueva guerra entre los dos grandes imperios, de la que Mjej Gnuni logró mantener a Armenia (aunque formalmente vasalla del shahansha) al margen. El conflicto, con intermitencias, duró hasta 532, y presentó combates no sólo en el Cáucaso, sino también en Mesopotamia. Finalmente se firmó la llamada “Paz duradera”entre Justiniano el Grande, sobrino y sucesor de Justino, y Cosroes I, hijo de Kavad, dos de los mayores monarcas de sus respectivos imperios y de la Antigüedad, que mantenía el status quo previo.

Justiniano reorganizó la Armenia romana, nombrando griegos para las principales magistraturas, y despojando a la mayoría de los nobles nativos de cargos hereditarios, para poder controlarlos mejor. Eso provocó revueltas antirromanas en la parte occidental (señaladamente fue ejecutado Hamazasp Mamikonian, cabeza de esta gran familia en la provincia romana, sospechoso de conspirar con los persas), pero fueron sofocadas.

Cosroes fue un monarca notable, que dedicó sus primeros años de reinado a reorganizar la administración y el ejército. En 540 se sintió lo suficientemente fuerte para romper nuevamente hostilidades con el emperador de Oriente, aprovechando que sus energías estaban volcadas a la restitutio imperii en el Occidente. Cosroes atacó Siria, y su ejército entró en el reino de Lázica, llamado por su rey Gubazes. Justiniano envió a su mejor general, Belisario, con refuerzos, y Gubazes volvió a cambiar de bando, sin lograr Cosroes ganancia alguna.

El peor enemigo del shahansha fue la peste que se desató en su reino, afectando al ejército. Viendo la oportunidad, algunos nobles cristianos de la Armenia persa (también llamada por los autores griegos Persarmenia) encabezados por Narsés Kamsarakan, y parece ser que con el apoyo secreto de Kristapor de Tiraritch (el catholicós que había sucedido a Sahak II en 539), ofrecieron su ayuda al magister militum de la Armenia romana, Valeriano, para ocupar el resto del reino.

Justiniano envió un gran ejército al mando del general Martín, que en 543 entró en la Persarmenia, con el objetivo de capturar Dvin, la ciudad más importante. Nabedes, el comandante de las tropas persas, emboscó a una importante sección del ejército romano frente a la fortaleza de Anglon. La derrota (en la que murió Narsés) y el contraataque persa provocaron el fracaso y definitiva retirada de la expedición.

Poco después se firmó una nueva tregua entre ambos combatientes, agotados por costosas campañas sin ganancias apreciables. La plaga se extendió también a Occidente (donde se le conoció precisamente por la “peste de Justiniano”) traída por las tropas, y causó mucha mayor mortandad que la propia guerra.

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El segundo Concilio de Dvin: las comunidades miafisistas se separan de la Iglesia universal

En 548 murió Mjej Gnuni, tras un gobierno prudente en el que había logrado mantener la paz, al seguridad y la estabilidad de Armenia en una época de grandes conflictos (no había participado en la invasión romana de 543), y fue sucedido como marzaban por el general iranio Gushnasp Bahram. A partir de 556 la guerra retornó a Lázica, donde la suerte de las armas imperiales fue más favorable, y finalmente en 562 se firmó un tratado de paz definitivo entre Justiniano y Cosroes por el cual el reino cristiano caucásico regresaba a la influencia de Constantinopla. El emperador debía pagar un tributo anual al shahansha, pero a cambio todos los vasallos cristianos del reino sasánida veían garantizada su libertad religiosa.

En 554, el iranio Tan Chahpuohr fue nombrado nuevo marzaban. Según una fuente muy posterior, fue zoroastrista ardiente, y trató de propagar (una vez más) el culto al fuego, persiguiendo a los cristianos. Asimsimo, en 545 había muerto el Kristapor de Tiraritch. Tras el breve catholicado de Ghevond de Erast (muerto en 548), fue elevado al solio armenio Narsés II de Bagrevand, un primado que iba a pasar a la historia por convocar el Segundo concilio de Dvin.

El primer concilio de Dvin, de 505, había sido convocado para suscribir las actas del concilio de Éfeso de 431, y refutar formalmente las tesis difisistas de las dos naturalezas (divina y humana) de Cristo separadas en dos personas, que había aceptado y propugnaba la Iglesia de Oriente, mayoritaria en Mesopotamia y todo el reino sasánida. En este concilio no se habían nombrado las conclusiones del Concilio de Calcedonia de 451, que rechazaba también la tesis monofisista de Eutiques, por la cual Cristo únicamente había tenido una naturaleza y una persona, la divina. La doctrina oficial de la Iglesia era pues que Cristo tenía en su única persona dos naturalezas, la divina y la humana, sin mezcla ni mengua de ninguna de ellas. Los monofisistas eran fuertes en Egipto, y para menguar el malestar de las actas de Calcedonia, en 482 el emperador Zenon publicó el Henotikon, un decreto que pretendía sustituir las actas ortodoxas por una declaración que pretendía volver a las definiciones más amplias del concilio de Nicea. Este decreto suscitó el rechazo de la mayoría de obispos de Occidente y Anatolia, pero fue el aceptado en el concilio de Dvin. Cuando en 518 el emperador Justino II anuló el Henotikon y restituyó las actas de Calcedonia, se esperaba que todos los obispos del Oriente del Imperio lo acataran. Por ese motivo, Nersés II convocó un nuevo concilio en Dvin, que se inauguró el 21 de marzo de 555.

En los debates del concilio, los dieciocho obispos participantes (incluyendo al asirio ortodoxo Abdisho) protestaron porque el concilio de Calcedonia, al considerar igualmente herejes a Nestorio y a Eutiques, había provocado, a su juicio, el crecimiento del difisismo (en realidad, fuera del reino sasánida, los seguidores de Nestorio habían prácticamente desaparecido). Los obispos egipcios habían hecho una recensión de las aportaciones de san Atanasio y san Cirilo, considerados ortodoxos, en la cual el monofisismo se suavizaba al miafisismo, por el cual se admitían las dos naturalezas de Cristo, pero la divina habría absorbido de tal manera a la humana que en la práctica sólo se manifestaba aquella. Era un monofisismo mitigado, considerado ortodoxo por los egipcios, pero rechazado por los calcedonianos, que insistían en la separación de las dos naturalezas de Cristo. Los obispos armenios, preocupados por la influencia de los nestorianos mesopotámicos, se negaron a derogar el Henotikon, y junto a la mayoría de obispos egipcios y muchos sirios, se separaron de la comunión con el resto de la Iglesia católica ortodoxa, que repuso las conclusiones de Calcedonia como la doctrina oficial de la Cristiandad. Ambos bandos se excomulgaron mutuamente.

El concilio también trató ciertos aspectos organizativos y litúrgicos de la Iglesia, y aprobó treinta y siete cánones, incluyendo un nuevo calendario armenio, que unió las fiestas del nacimiento y el bautismo de Cristo, aspectos disciplinares del clero, prohibición de los diáconos de practicar el bautismo, deposición y excomunión de los sacerdotes que revelaran un secreto de confesión, la prohibición del matrimonio de menores y la condena del paulicismo y el nestorianismo (una vez más), entre otros puntos.

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La gran guerra de 575 a 591

En 557 murió Nersés II, y fue elevado en su sustitución Hovhannes (Juan) II Gabeghian, que se había destacado particularmente por su oposición a Calcedonia durante el segundo concilio de Dvin. Pronto se vería puesto a prueba, y una vez más por la persecución religiosa de los sasánidas.

En 558 (o 560), el marzaban Tan Chahpuohr fue sustituido por Varasdat de Armenia, a quien sucedió en 564 Djihr-Veschnasb (o Chihor Vishnap), un miembro de la prominente familia de los Suren (uno de los siete clanes nobles de Partia), pariente del mismo Cosroes. Vishnap, como tantos predecesores suyos, volvió a intentar imponer el mazdeísmo. Los nakharar se hallaban divididos, siendo una facción simpatizantes del Imperio romano, encabezados secularmente por los Mamikonian, y otra partidaria de los sasánidas, cuyo miembro más destacado era Vahan. Con el apoyo del marzaban, Vahan obtuvo la separación eclesiástica y política de su principado meridional de Siunia. A cambio, apoyó a Vishnap en el restablecimiento del culto zoroastrista, llegando a abrir un templo del fuego en la propia Dvin. El partido prorromano protestó y el marzaban ordenó en 570 la ejecución de su jefe Manuel Mamikonian, acusado de colaboración con el enemigo. Al año siguiente, Vardan III Mamikonian, hermano de Manuel, apoyado por el catholicósHovhannes II Gabeghian, y con el apoyo material del emperador de Oriente, encabezó una amplia rebelión contra el shahanshah. La población de Dvin se alzó el 23 de febrero de 572 y masacró a Djir-Veschnasb y su guardia. La guarnición sasánida logró retomar la ciudad pero, con ayuda romana, Vardan III entró de nuevo en la capital en una sangrienta batalla en la que parte de la ciudad fue pasto de las llamas. Tras casi noventa años de paz (salvo la breve incursión romana de 543), Armenia volvió a ser escenario de destructivos combates. Los persas únicamente retenían en ese momento el control de la leal Siunia.

Cosroes envió en 573 un ejército de veinte mil hombre al mando de Mihrevandak, de la familia Mihran (otra de las siete familias partas) con la intención de recuperar el control del reino. Vardan y Hovhannes huyeron a la Armenia romana, pero el emperador Justino II puso como condiciónpara acogerles que firmasen las actas del concilio de Calcedonia, por lo que regresaron a Persarmenia. Vardan III Mamikonian atrajo al ejército invasor a su principado de Taron, derrotando a Mihrevandak en la llanura de Khalamakh, y capturando sus elefantes. El shahansha nombró nuevo marzaban a su pariente Velon-Mihr (Golon, en fuentes armenias), también de la familia Mihran. Este fue más prudente que su predecesor, y se atrincheró en la poderosa fortaleza de Ankl (Artakioterta) desde donde hostigaba a los rebeldes.

Vardan III con un ejército armenio se unió a las tropas bizantinas en su campaña por Mesopotamia, donde derrotaron al ejército sasánida en Sargathon, cerca de Nisbis. Pero Justino II, celoso del comandante del ejército, llamado Marciano, le destituyó, y los persas contraatacaron vigorosamente. A la muerte del desequilibrado emperador, la emperatriz Sofía proclamó al cesar Tiberio Constantino, un patricio amigo de Justino, y firmaron una nueva tregua a finales de 573.

Pero subrepticiamente Constantinopla alentó una sublevación general de los reinos cristianos de Lázica e Iberia, junto a los armenios de Vardan III Mamikonian. Las tropas coaligadas entraron en la cristiana Albania caucásica, llegando a invernar en las orillas del mar Caspio. Velon-Mihr trató de contrarrestar la amenaza publicando una amnistía general en 574 para cuantos rebeldes depusieran las armas, pero murió poco después y fue sustituido por el propersa Filipo de Siunia.

En 575, Cosroes, ya anciano, encabezó una nueva invasión de la Anatolia romana. El gran ejército fracasó frente a los muros de Teodosiópolis (capital de la Armenia romana) y Cesarea, pero logró saquear Sebastea, la ciudad más importante de Capadocia. En su retirada a Mesopotamia, los persas sufrieron unasevera derrota en la batalla de Melitene amanos de las tropas romano-armenias del general Justiniano y Vardan III Mamikonian. Cuando los coaligados entraron en las montañas para ocupar el pequeño territorio que aún retenía el shahansha en Persarmenia, fueron a su vez derrotados por el general Tamkhosrau. Nombrado marzaban en 577, el iranio lanzó una exitosa contraofensiva que venció a romanos y armenios en las batallas de Bolorapahat y Kethin, mas cuando pasó a la Armenia romana se repitió la historia y volvió a fracasar ante los muros de Teodosiópolis. El general romano Mauricio le persiguió, expulsándole de Armenia, y prosiguiendo la ofensiva conquistó Albania. En medio de estas idas y venidas nunca decisivas murió Cosroes I.

Para 580 el nuevo marzaban de la Armenia persa fue Varaz-Vzur, que apenas controlaba una pequeña parte del país. Armenia había sido atravesada y saqueada en varias ocasiones por los ejércitos romanos y persas, sin contar las importantes y numerosas batallas que habían ensangrentado su suelo. Cosroes, hijo del nuevo shahanshaHormisdas IV, llegó a la Persarmenia, prometiendo tolerancia religiosa y nuevos privilegios a los nobles, debilitando así la fuerza de la rebelión. Para reforzar su posición, Vardan III se convirtió en vasallo del exitoso general Mauricio (que tenía antepasados armenios), junto al que edificó la fortaleza de Samokarton, en la frontera occidental del reino. En 582, Mauricio fue aclamado emperador a la muerte de su suegro Teodosio II.

Sucediéronse en el cargo de marzaban los nobles iranios Pahlav (581-582), Frahat (582-588) y Fravardin (588-590), con el mismo escaso éxito que Varaz-Vzur. La guerra siguió con alternativas poco relevantes hasta 589, cuando una gran ofensiva de tropas romanas, armenias e iberas fue derrotada por el exitoso general persa Bahram Chubin, que ya había vencido a los hunos en el Asia Central. Celoso de su popularidad, elshahanshale destituyó, y Bahram se rebeló contra el monarca, con el apoyo de la mayoría del ejército y una parte de la alta nobleza. Ante su avance imparable hacia la capital, en 590 los cortesanosdepusieron y cegaron a Hormisdas, y entronizaron a su más popular hijo Cosroes II, en un intento de preservar la dinastía.

De poco sirvió. El rebelde se hizo coronar comoBahram VI (el primer monarca que no era de la familia de Sasán desde hacía 350 años) y Cosroes II, privado de apoyos, huyó a territorio romano. Allí convenció a Mauricio para que le apoyara en su reclamación del trono. Retornado con un ejército perso-romano apoyado por un contingente armenio al mando de Mushegh II Mamikonian, sucesor de Vardan III, obligó a Bahram VI, a huir a Azerbaiyán en 591. Allí ofreció a los nakharar restaurar el reino de Armenia (vasallo) en la figura de Mushegh II Mamikonian, pero este, leal a Mauricio, rechazó la oferta. En la batalla de Blarathon, cerca de Ganzak (capital de Atropatene, al sur del lago Urmya) Bahram VI fue completamente derrotado por los coaligados, y acabó siendo asesinado en su huida hacia oriente. El agradecido Cosroes II no solo firmó un tratado de paz con el imperio romano de Oriente, sino que, situación insólita en la historia, se alió con el emperador Mauricio, que desarrolló una amistad personal con el nuevo shahansha.

En el nuevo tratado, Cosroes II entregó a los romanos la mayor parte del Reino de Armenia que habían conservado sus antepasados en el tratado de Acisilene (387): las grandes provincias de Tavruberan, Arzanene, Bagravand, Gogarene… la mayor parte del Occidente de Persarmenia a partir de los lagos Van y Sevan, incluyendo las importantes ciudades de Valarshapat, Artaxata o Bagavan. La capital Dvin se convertía ahora en ciudad fronteriza. El prorromano Mushegh II Mamikonian fue nombrado marzaban de la pequeña parte que aún pertenecía a Persarmenia. Jamás el Imperio romano había logrado un dominio tan oriental en el Cáucaso, y nunca volvería a ejercerlo.

Dos años después se extendió el rumor de que durante la batalla de Blarathon, Mushegh II había capturado al rebelde Bahram VI, pero le había dejado escapar, calculando que esto pudiese beneficiarle en el futuro si finalmente este regresaba al trono persa. Fuese cierto o no, Cosroes II llamó al marzaban a su corte de Ctesifonte con objeto de castigarle. Mushegh II, sospechando, se presentó con un ejército personal de dos mil hombres, y tal era la debilidad del trono sasánida en aquellos años que el shahansha lo dejó marchar. Mushegh dimitió en 593 de su cargo y regresó a sus posesiones. El título de marzaban quedó vacante hasta el año 600, en que fue nombrado Smbat IV Bagratuni, hijo de Manuel Bagratuni, un poderoso nakharar que se había distinguido en el ejército romano hasta que, enemistado con Mauricio, pasó a servir a Cosroes II, ascendiendo rápidamente en la corte persa. Smbat VI combatió también una nueva invasión del Cáucaso por los hunos heftalitas en 608, llegando a matar a su caudillo en combate singular.

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Armenia bajo la soberanía de Constantinopla

Sobre el papel, empezaba una era dorada para la cristiandad armenia. Terminaban las persecuciones de los adoradores del fuego, y los armenios pasaban a ser vasallos de un poder del que habían sido aliados en numerosas ocasiones en el pasado. Pero el emperador de Constantinopla no se sentía menos obligado a defender la fe oficial que el shahansha de Ctesifonte.

En 576 había muerto el catholicós Hovhannes II Gabeghian, siendo sustituido por otro obispo del segundo concilio de Dvin: Movses de Eghvard. Mauricio ordenó que la doctrina de Calcedonia se predicara en toda la Armenia romana, e invitó a Movses y el resto de obispo armenios a un sínodo armenio-griego en Constantinopla, con el objeto de que los primeros aceptaran y firmaran las conclusiones ortodoxas del concilio calcedoniano. Movses no sólo se negó, sino que se instaló en la Dvin persa para evitar la presión imperial. El autoritario Mauricio decidió nombrarle un sustituto, y a instancias del obispo calcedoniano Teodoro de Karim, elevó en 590 al catholicado al ortodoxo Hovhannes de Bagaran, que eligió Avan como sede (donde elevó la catedral de sourp Hovhannes, san Juan), sembrando la confusión dentro de la Iglesia armenia.

Movses murió en 604, pero el santo sínodo no se puso de acuerdo, y nombró un vicario temporal llamado Vertanes el Gramático, obispo de Tsourtab, para que rigiera la Iglesia. Vertanes era un eminente filósofo y teólogo helenista (escribió una refutación de la iconoclastia) y durante su vicariato se preocupó principalmente de las relaciones con la iglesia hermana georgiana, que (mucho menos preocupada por la lejana influencia de los nestorianos de Mesopotamia) se planteaba aceptar las actas de Calcedonia para seguir contando con la ayuda de Constantinopla. Para entonces, Hovhannes de Bagaran ya había sido expulsado de Avan por los triunfantes persas.

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La última guerra entre romanos y persas

El reinado de Cosroes II fue particularmente fructífero. Las buenas dotes de gobierno que ya había mostrado mientras era príncipe se aplicaron ahora intensamente. Reorganizó la administración y pronto dejó de pagar los tributos pactados al emperador romano. Era buen diplomático, e inicialmente cultivó buenas relaciones con los cristianos (su esposa favorita, Shihin, lo era), mientras reconstruía su ejército y su poder. A los pocos años, ya planeaba como recuperar los territorios cedidos a Mauricio en el tratado de 591.

Fueron los propios romanos quienes le facilitaron las cosas. Una expedición dirigida por el propio emperador contra los avaros y los eslavos al norte del Danubio en el duro invierno de 602 acabó en rebelión. Los militares entronizaron a un oficial llamado Focas. Mauricio fue capturado y ejecutado junto a su familia, cayendo el imperio en una convulsa crisis interna, pues un prestigioso general llamadNarsés, gobernador de Mesopotamia,se negó a reconocer a Focas, y pidió ayuda a Cosroes II. Este, con la excusa de vengar a su amigo y “padre” asesinado, rompió el tratado de paz, coronó a un usurpador romano que se hacía pasar por Teodosio, el hijo ejecutado de Mauricio, y con la excusa de instalarlo en el trono inició la última y mayor de todas las guerras entre los sasánidas y los emperadores romanos.

El conflicto inició con una gran ofensiva de los persas que, con el tiempo, llegó a alcanzar Egipto y los arrabales de la propia Constantinopla. A nosotros nos interesa, sin embargo, el teatro de operaciones armenio, donde los sasánidas reconquistaron toda la Persarmenia en 603, haciendo huir de Avan al anticatholicós prorromano Hovhannes de Bagaran. En Armenia no pocos nakharar, prelados y población dieron la bienvenida a las tropas de Cosroes II (entonces tenido como amigo de los cristianos) por motivos religiosos (defendían el miafisismo frente a la ortodoxia del emperador calcedoniano) como sucedió también en buena parte de Siria y Egipto.

Focas cometió error tras error: para ganarse el apoyo popular bajó los impuestos, dejando al ejército con menos medios para la guerra; poco después atrajo con engaños a Narsés y mandó asesinarlo, perdiendo el apoyo de buena parte de los militares. Mientras los persas pasaban a la ofensiva, el imperio cayó en la guerra civil cuando el gobernador de África y su hijo, ambos llamados Heraclio, se rebelaron contra Focas en 608, proclamando emperador al joven. Durante dos caóticos años en los que estallaron rebeliones en Siria y Palestina, con graves disturbios en Antioquía, los persas siguieron tomando fortalezas romanas en Mesopotamia. Finalmente, en 610 un general de Heraclio el joven conquistó Egipto y poco después el nuevo emperador tomó sin oposición Constantinopla y ejecutó a Focas.

El ejército de Cosroes II conquistó en 609 la importante plaza de Edesa, cerca del Éufrates, y Teodosiópolis, la fortaleza-capital de la Armenia romana. Heraclio pretendió firmar la paz en base a la muerte de Focas, objeto declarado de la campaña persa, pero Cosroes II insistió en la entronización de su títere el falso Teodosio. Los generales persas conquistaron Capadocia en 611, y un año después entraron en Siria, donde derrotaron y pusieron en fuga al propio Heraclio y el ejército imperial cerca de Antioquía. La capital siria fue conquistada y saqueada, y poco después cayó Cilicia. Heraclio hubo de huir a la capital, dejando al general Nicetas la defensa. Con escasos medios, nada pudo hacer para evitar que en 614 Jerusalén fuese conquistada y brutalmente saqueada, con más de sesenta mil muertos. Todas las principales iglesias de la ciudad fueron incendiadas y (en una trágica evocación del exilio impuesto por Nabucodonosor) se deportaron a Ctesifonte treinta y cinco mil cautivos (entre ellos el patriarca) y todas las grandes reliquias que albergaba la ciudad: la lanza de Longinos, la esponja sagrada y, sobre todo, la Vera Cruz rescatada por la emperatriz Elena tres siglos atrás, y que ahora fue puesta a los pies del trono de Cosroes II, como símbolo de su triunfo sobre la religión cristiana y los romanos.

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Armenia durante la guerra

Mientras duró la la larga y terrible guerra entre Cosroes II y Heraclio, Armenia, de nuevo ocupada por completo por los persas, vivió un breveperiodo de paz bajo el gobierno del propersa Smbat IV Bagratuni, que contaba con el favor del shahansha (recibió el título honorífico de Khosrow Shun, “el gozo de Cosroes”) y protegió a los cristianos de las terribles consecuencias del conflicto que sufrían en otros lugares.

El 30 de abril de 607, por fin los diversos partidos dentro de la Iglesia apostólica armenia llegaron al acuerdo de elevar a Abraham de Aghbathan, el candidato del marzaban Smbat IV Bagratouni, a la silla del catholicosado. De inmediato, Abraham inició una intensa correspondencia con Kirion I, catholicos de los iberos y lázicos, sin poder evitar que finalmente los prelados georgianos acabasen por acatar las actas ortodoxas. En un sínodo en Dvin alrededor de 608 o 609, Abraham excomulgó a Kirión y rompió la interconfesionalidad con los georgianos. Mantuvo no obstante la comunión conViroy, el catholicós propersa de los aghbanos (aunque no está claro en lo personal si era miafisista o calcedoniano), y logró la lealtad del metropolitano de Siounia, la región semi-independiente desde tiempos del príncipe Vahan, cuarenta años atrás.

Para 610, el calcedoniano Hovhannes de Bagaran había sido capturado por los persas en Karim, y deportado a Hamadan, donde murió en 611, poniendo fin al cisma y estableciendo el triunfo definitivo del miafisismo en la Iglesia armenia. Su cuerpo sería devuelto a Avan más tarde, y enterrado en su sede. Abraham y Smbat IV Bagratuni patrocinaron la reconstrucción de la catedral de san Gregorio de Dvin. Ambos capacitados dirigentes murieron alrededor de 616.

El sínodo elevó a Komitas de Aghdsk, un protegido de los Mamikonian, al solio catholical. Reconstruyó en 618 la iglesia de surp Hrispime (en la capital religiosa del reino, Vagharshapat o Echmiadzín), que albergaba las reliquias de la santa, sustituyendo el edificio de madera por uno de piedra que aún se conserva. Fue un intelectual, que trabajó junto al teólogo Hovhan Mayravanetsi (c. 572-650) supervisando la edición de una colección de traducciones armenias de textos patrísticos (incluidos extractos de documentos perdidos de Timoteo II Elure, patriarca de Alejandría del siglo V) conocida como el “Sello de la fe”. En 617, publicó una encíclica exigiendo la unión de los cristianos de Asiria a la que respondieron favorablemente algunos obispos mesopotámicos.

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La asombrosa victoria de Heraclio

Los siguientes años prosiguió el avance de los persas. En 617-618 conquistaron Egipto y plantaron sus tiendas en Calcedonia, al otro lado del Bósforo, frente a la capital del imperio. Cosroes II envió una arrogante carta al emperador, burlándose de su fe cristiana, y exigiéndole que se rindiera y colocara a su títere Teodosio en el trono (el cual se haría vasallo del shahansha y cedería todas las conquistas realizadas hasta ese momento).

Contra toda esperanza, Heraclio no cedió. Devaluó la moneda, aumentó los impuestos y reclutó decenas de miles de voluntarios para la guerra prometiéndoles tierras gratuitas tras el fin de la contienda, y armándolos gracias al oro y la plata de monumentos públicos e iglesias donado por el clero, que apoyó decididamente al emperador, entendiendo que se jugaban la mera supervivencia de la Iglesia en Oriente. Los voluntarios afluyeron de todas partes, pues las noticias de los ultrajes al cristianismo en Jerusalén habían encendido el ardor religioso (algunos historiadores consideran que esta fue la primera Cruzada de la historia, o al menos su antecedente más evidente).

Dejando a su hijo Heraclio Constantino y al animoso patriarca Sergio a cargo de la defensa de la ciudad asediada por los persas, Heraclio se puso al frente del nuevo ejército, lo entrenó y endureció con marchas extenuantes y en 622 lanzó una inesperada ofensiva desde el Ponto hacia Capadocia. El general Shahin regresó apresuradamente para evitar ver cortadas sus líneas de comunicación y sufrió una espantosa derrota frente al nuevo ejército cristiano de Heraclio. Dos años después, Heraclio propuso un nuevo tratado de paz equilibrado a Cosroes II, que lo rechazó. Heraclio entonces atacó a través de Cesarea de Capadocia en 624, reconquistando Armenia, conquistando Dvin, y aplastando a un gran ejército persa en Atropatene (moderna Azerbaiján occidental). Entró en su capital Ganzak y demolió el gran Templo del fuego de la ciudad, en venganza por la destrucción persa de Jerusalén, invernando posteriormente en la Albania Caucásica.

Cosroes II organizó un nuevo ejército que puso al mando de sus tres mejores generales precisamente en Armenia: el marzabanShahrakaplan ocupó Siunia, Shahbaraz se interpuso en la ruta de retirada romana por Iberia, y Shahin se apostó junto al lago Van, rodeando de ese modo al ejército de Heraclio. Por medio de ardides y marchas sorpresa, el emperador logró evitar que las columnas se unieran, y las venció por separado. Cuando los supervivientes se reunieron bajo el mando de Shahin y Shahbaraz, fueron nuevamente batidos en una espantosa derrota en Aliovit, al noreste del lago Van en 625. Heraclio llegó a entrar en Mesopotamia, pero aunque invicto, sus muchas bajas y problemas de suministro le obligaron a regresar al Ponto, en la costa del mar Negro, no sin haber recuperado para el Imperio todo el Cáucaso cristiano.

En verano de 625 Cosroes II organizó dos grandes ejércitos. Uno defendería Mesopotamia de cualquier ataque de Heraclio desde las montañas caucásicas al norte. Otro, en coordinación con los avaros, atacaría directamente Constantinopla. Mas la armada romana dominaba el estrecho del Bósforo y ambos aliados jamás pudieron unir sus fuerzas. Los asaltos de los inexpertos avaros contra las poderosas fortificaciones de la Nueva Roma fracasaron estrepitosamente, haciendo que huyesen al norte de forma ignominiosa. Cuando supieron que Heraclio se había puesto otra vez en marcha, rompiendo las defensas persas en Mesopotamia, los sitiadores persas se retiraron rápidamente hacia sus bases.

Heraclio firmó una alianza con los jázaros, una tribu turca (que hace su primera aparición en Occidente) “azul” u occidental, atípicamente judía, rivales tanto de los avaros como de los sasánidas. Los jázaros lanzaron un salvaje ejército de cuarenta mil jinetes por el mar Caspio. Primero asaltaron y destruyeron Chora (la actual Derbent), puerta del reino sasánida por el norte, cayendo posteriormente por la Aghbania, que había regresado a la obediencia al shahansha y posteriormente sitiando Tiflis de Iberia, cuyo soberano Esteban era vasallo de Cosroes II.

El ejército romano-turco marchó rápidamente hacia el sur en pleno invierno, sorprendiendo a los defensores. Cosroes II, desesperado, puso al general armenio mazdeísta Rhahzadh al frente del último ejército útil que le quedaba. En diciembre de 627, cerca de las ruinas de la bíblica ciudad de Nínive, el ejército romano libró la última batalla y derrotó a los persas, supuestamente con un duelo personal entre Rhahzadh y Heraclio, que este ganó al cortarle la cabeza de un solo tajo al iraní. Heraclio avanzó a Ctesifonte sin oposición y Cosroes II huyó hacia Persia, intentando reunir apoyos para seguir la campaña. En Susa el ejército lo derrocó y mató a principios de 628, coronando a su hijo Kavad II como nuevo shahansha. Este se apresuró a firmar un tratado de paz, devolviendo los territorios conquistados desde 602, los cautivos y las reliquias, y poniendo fin a la última gran contienda entre romanos y persas. Para entonces Tiflis ya se había rendido.

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El monotelismo o monoenergismo

Tras la muerte de Komitas en 628, el sínodo eligió como catholicós a Kristapor II de Apahouniq, llamado el Abrahamita por su parentesco con el obispo Abraham de Rechtouni. Su impulsor fue el nuevo marzaban, Varaztirots II Bagratuni, hijo y sucesor de Smbat IV, a propuesta de su otro pariente Teodoro Rechtouni. Varaztirots no tuvo tanta fortuna en la influencia como había tenido su padre: Kristapor resultó ser un prelado conflictivo, al que sus enemigos acusaron de impiedad, arrogancia y lenguaje obsceno. Hubo de abdicar y retirarse a un monasterio en 630.

Fue elevado al cargo de catholicós Ezr o Esdras de Paraznakert, probablemente por su carácter completamente opuesto al de su antecesor: humilde, conciliador y respetuoso; impulsó la reconstrucción de la iglesia de Sourp Gaiané en 630. Por sus días, el emperador Heraclio encomendó a su vasallo el nakharar Mejèj Gnouni el gobierno de la Armenia cedida por el shahansha.

El emperador, con la ayuda del patriarca Sergio trató de lograr una solución al conflicto religioso entre los cristianos del imperio. Quizá la vertiente política le movió primordialmente: durante la invasión persa, los sirios y egipcios, mayoritariamente miafisistas, se habían mostrado muy fríos en su lealtad por Constantinopla. Ambos propusieron una nueva definición cristológica llamada monotelismo: Cristo habría tenido dos naturalezas pero una sola voluntad (monon thelema, de ahí el nombre), presumiblemente divina, en un intento de que los miafisistas se reincorporasen a la comunión ortodoxa. Inicialmente el papa Honorio pareció aceptar la ortodoxia de la proposición, aunque empleando un lenguaje ambiguo.


En Teodosiópolis, la capital de la Armenia romana, el propio Heraclio presidió un sínodo para lograr la comunión de la comunidad armenia. Las discusiones fueron enconadas, pero finalmente los obispos armenios presentes firmaron una declaración imperial en línea con el monotelismo en la que se soslayaban las actas del Concilio de Calcedonia. El sínodo concluyó con una solemne misa en la que prelados griegos y armenios comulgaron juntos.

Al regreso a su sede, Ezr se encontró con el rechazo y oposición a su cesión al emperador por una parte del clero, agrupado en torno al teólogo miafisista intransigente Hovhan Mayravanetsi (un filósofo pionero en las enseñanzas sobre justicia social) y su discípulo Sargis, que no habían participado en el sínodo. Llamados por el catholicós, se negaron a comparecer y huyeron a Gardam, uno de los pocos territorios armenios todavía controlados por los persas. La Iglesia armenia se dividió entre los firmantes del sínodo de Teodosiópolis y los opuestos.

El problema teológico pronto pasó a un segundo plano, cuando una nueva fuerza vendría a modificar el panorama político de Armenia, y esta vez definitivamente. Los árabes salieron de su desierto trayendo una nueva fe, y conmocionando al mundo.

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