¿Qué celebramos en Navidad?

La pregunta se antoja excéntrica (al menos para un cristiano). Navidad es apócope de Natividad, es decir, nacimiento. Nacimiento de Jesús, claro.

O sea, conmemoramos un hecho: el parto y alumbramiento del Salvador en un humilde pesebre de la ciudad davídica de Belén, “porque en la posada no había alojamiento para ellos” (Lc 2, 7), hace unos veinte siglos.

Conmemoramos su nacimiento humano, que no celebramos su cumpleaños, fecha que no es posible saber humanamente con precisión. Y se conmemora en toda la Cristiandad en el que tradicionalmente ha sido el solsticio de invierno, cuando el sol comienza a crecer (los días son más largos), por la misma razón que san Juan Bautista se celebra en el solsticio de verano, cuando el sol comienza a declinar (véase Jn 3, 30), desde que así lo estableciera el calendario litúrgico filocaliano (año 354 d.C).

De ese modo, se cristianizaba también una antigua fiesta pagana, que aún tenía seguimiento por aquella época. Por cierto, para los críticos de siempre, conviene recordar que la instauración del emperador Aureliano de la festividad (y culto) del Sol Invictus ese mismo día, no es anterior a 270 d.C, mientras que el autor cristiano Sexto Julio Africano, testimonia que las comunidades italianas ya celebraban ese día la Natividad del Señor desde al menos 221 d.C. Así pues, no hubo imitación de una fiesta implantada por un emperador pagano (y perseguidor de cristianos), sino posiblemente incluso al revés. Muy al contrario, la elección de esa fecha por las comunidades parece tener su origen en el “tratado sobre solsticios y equinoccios” anónimo, que calculaba la concepción de Cristo “el 8 de las calendas de abril”, que corresponde al 25 de marzo, y sumando 9 meses.

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Dejemos de lado temas de mero interés histórico, que algunos quieren convertir en polémicos y que no tienen más trasfondo que rascar, y volvamos a la pregunta del principio.

Y no, no voy a hablar de la degeneración de la festividad hacia la “fiesta familiar” inicialmente, para acabar convertida en la “fiesta del consumo” actual, vaciando todo su significado. Con la complicidad de los cristianos. Aunque esta perversión sí tiene relación con el tema que quiero tratar.

Explico la pregunta: ¿qué celebramos cuando decimos que conmemoramos el nacimiento de Cristo? Ya en tiempos de Jesús, y no digamos ahora, sabemos perfectamente que el parto no es sino la culminación del proceso de gestación, primera etapa en la vida de una persona, que comienza con su concepción.

¿Celebramos en Navidad un parto venturoso y sin complicaciones? ¿Celebramos el alumbramiento del hijo de un carpintero de Galilea casualmente de paso en la ciudad de origen de la dinastía mesiánica judía?

Jesús de Nazaret recibió el título de Mesías (Cristo) en vida, por muchos que veían en él el cumplimiento de las promesas mesiánicas de los profetas. Si esperaban un nuevo rey David, sus esperanzas quedaron clavadas en la cruz de Gólgota. La Iglesia siempre entendió el mesianismo de Jesús de un modo trascendente, muy distinto de lo esperado por los judíos de aquella época.

¿Acaso el nacimiento de un profeta, del más grande? No, por cierto. No hay profetas judáicos que funden una comunidad y se llamen a sí mismos hijos de Dios. Ni se celebra de ningún modo el nacimiento de ningún profeta de Yahvé.

¿Tal vez el día 25 celebramos el nacimiento de un gran hombre de Dios, el más amado por él, como creían los arrianos? ¿O de un hombre tan perfecto y tan virtuoso que Dios lo adoptaría como hijo, infundiéndole su divinidad a través del Espíritu Santo en ocasión de su bautismo, como enseñaba Pablo de Samosata?

Si sólo es un hombre, ¿cómo es que aparecen a adorarle unos pobres pastores de la vecindad, a los que “se les había aparecido un coro de ángeles” (Lc 2; 15-20)? ¿O por qué después vienen a hacerle ricas ofrendas unos magos de oriente que seguían una estrella (Mt 2, 1-11)?

Asistimos en el nacimiento de Jesús a la primera Epifanía pública del Salvador. El Dios hecho hombre. No a Dios tomando la apariencia humana, pero al modo de un espectro. No el nacimiento de una “emanación” degradada de Dios, o un dios menor. Es Dios verdadero de Dios verdadero; el Creador convirtiéndose en mera criatura, haciéndose tan hombre como nosotros, sujeto a las mismas debiliades salvo el pecado.

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Los cristianos primitivos celebraron desde el primer momento la Pascua, la Pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo, cuyas fechas calculaban cuidadosamente para que coincidieran con la misma época del año en la que aquella realmente ocurrió. Pero sobre la fecha de la Natividad no mostraron apenas interés hasta dos siglos después de que se produjera.

Creía el autor del “tratado sobre solsticios y equinoccios”, para hacer sus cálculos, que Cristo había sido concebido y había muerto el mismo día del año. O sea, que la Encarnación y la Pasión caían en la misma fecha. Con lo que ello tiene de simbólico.

Es la Festividad de la Encarnación de Nuestro Señor (25 de marzo) una poco celebrada generalmente por los católicos. Efectivamente, la Pascua suele caer un poco antes o un poco después, opacándola completamente.

No obstante, si nos paramos a pensarlo, es una festividad de inestimable importancia: no hubiese habido muerte y resurrección de Cristo sin Encarnación. No hubiese habido redención del Hombre sin Encarnación. Sin ese sí de María, tan libre como predestinado desde el comienzo de los tiempos.

El nacimiento de Jesucristo, por muchos signos mesiánicos de que viniera rodeado, ocurrió una sola vez en la historia. Jesús de Nazaret vivió en un tiempo histórico, y su misión terrenal concluyó.

Creo que vale la pena que este año pensemos en la Navidad no meramente como celebración de un hecho biológico como es un parto. Ni siquiera (con la importancia que tiene), como recordatorio de que Israel recibió su Mesías prometido en un humilde pesebre de Belén, aunque ello haya cambiado completamente la historia de la Humanidad. Ya nada ha vuelto a ser igual.

Me gustaría recordar que la Navidad no es sino la primera “manifestación pública” de un hecho mucho más trascendente, y que- este sí- cambia la vida de todos y cada uno de nosotros, todos y cada uno de nuestros días. Nos llama y nos interpela. Modifica completamente el cosmos, y nuestra posición en él.

Nuestro dios no es un dios lejano. No es una “fuerza” o una “energía” impersonal, no es un Gran Arquitecto indiferente, no es un relojero ciego. No es un dios que lo mismo podría estar, que no estar.

Se acabaron los signos espectaculares, los diluvios y las plagas, que convencían por igual a fieles e impíos. Se terminó enviar profetas con promesas y amenazas. Se superaron las leyes naturales y reveladas, que nos ponían en el camino hacia el Bien.

Dios se hizo carne nueve meses antes de Belén. Se abajó a nuestra condición mortal. Se hizo padecimiento con nuestros padecimientos y alegría con nuestras alegrías. Nos amó (hasta el extremo) para que conociéramos qué es el Amor.

Y quiso que lo conociéramos para que descubriéramos cuál es la razón de nuestra existencia y el propósito de nuestra vida: amarle a Él, que todo nos lo ha dado; y por su medio, amar a los demás, que también han sido merecedores de Su Amor.

Está Navidad pensemos en que en el rostro de ese pequeño, de ese niño indefenso, tan normal y a la vez tan excepcional, podemos ver el mayor regalo y el gesto de amor más definitivo que Dios comenzó en la Encarnación. Que lo tengamos presente en nuestro día a día y en cada una de nuestras decisiones, de nuestros actos.

No podemos pagar tanto Amor más que con Amor.

Nuestro Maestro y nuestro Salvador. El Dios predestinado desde el principio de los tiempos a hacerse hombre, para que los hombres pudieramos divinizarnos por todos los tiempos.

6 comentarios

  
María
Pue yo celebro que a pesar del pecado original en el que todos participamos, para abrirnos las puertas del paraíso, (lo dice el credo y bajo a los infiernos y subió a los cielos), la única forma que encontró Dios de abrirnos esas puertas era hacerse hombre, naciendo en Belén de Judá; hacer una nueva alianza, dejarnos el Evangelio, padecer, sufrir y morir en la cruz. Cosas de Dios que son difíciles de entender, pero lo aceptaron los apóstoles y los Santos Padres, a mi a veces me cuesta entenderlo, pero lo acepto sin rechistar y si estoy equivocada,prefieromorirme con esa equivocación que ser incrédula y apóstata.
18/12/16 3:10 PM
  
Miguel
Magnífico, Luis. Hay algún dato por allí que yo no tenía, por lo tanto, mil gracias.
Que tengas una muy feliz y bendecida Navidad.

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LA

¡Igualmente!
18/12/16 4:41 PM
  
¡Bah...!
Bueno, pues sea lo que fuere o lo que cada uno celebre o no celebre, les deseo a todos, y particularmente a ti, Luis, una muy feliz y santa Navidad.

Cordiales Saludos

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LA

Feliz y Santa Navidad.

Que el Niño Dios nos arranque el corazón de piedra para ponernos un corazón de carne (Ez 36, 25-28).

Saludos cordiales.
24/12/16 9:52 AM
  
Luis I. Amorós
Feliz Natividad del Señor a todos mis lectores.

A mis compañeros de Infocatólica, agradezco al Señor sus dones para que ellos sigan sembrando la esperanza en las palabras de vida eterna de Cristo.

A mis hermanos en la fe, que Dios les bendiga abundantemente, y les envíe durante este tiempo excepcional de Gracia (¡un niño nos ha nacido! ¡Un Salvador se nos ha dado!) el Espíritu Santo en abundancia.
Que premie sus actos buenos y perdone sus pecados con su infinita misericordia. Que sean instrumentos útiles para mayor alabanza y gloria de Dios.

Y a mis lectores incrédulos, más o menos habituales, que el Señor les ilumine, y vuelva su rostro hacia ellos. Pues también por ellos fue anunciada la Esperanza al mundo. También para ellos nació Cristo, y también para ellos murió y resucitó. Sólo él sabe cuán cerca o no están de volver a la casa de su Padre, donde siempre serán acogidos con Amor.

Bendiciones a todos.
24/12/16 12:05 PM
  
Feri del Carpio Marek
Feliz y santa participación del gran misterio --o más bien su primera epifanía-- de la Navidad.
28/12/16 2:38 PM
  
gringo
¡FELIZ AÑO NACHET!
Espero que en el 2017 tengamos diálogos fructíferos (aunque suene un poco cursi).

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LA

No tengo duda :)

Feliz año nuevo, gringo. Que Dios te bendiga abundantemente. A ti y a los tuyos.
30/12/16 6:29 PM

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