“La iglesia del Concilio"
El Santo Padre Benedicto XVI, en la carta que dirigió a los obispos en fecha 10 de marzo de 2009, dijo lo siguiente:
“A algunos de los que se muestran como grandes defensores del Concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive”.
Traigo a colación estas sabias palabras del Papa, porque muchas veces he escuchado la frase “la iglesia del Concilio”. Es más, incluso he llegado a oír quien presume de “ser cristiano del Vaticano II”
No vengo a hablar en este artículo de las tergiversaciones del Concilio. Mucho se ha escrito ya de ello. Si voy a hablar, a la luz de las palabras del Santo Padre, de la frustración de las expectativas que tenían aquellos que vinieron a entender que el mismo suponía un punto y aparte en la historia de la Iglesia Católica. Para muchos parece que desde las míticas primeras comunidades cristianas hasta el Vaticano II hubiese existido un auténtico desierto, que- salvo algunas y contadas excepciones- no merece ser tenido en cuenta. Especialmente, el Vaticano II supone para estos hollygans una ruptura absoluta con la doctrina de los últimos pontífices, especialmente para con los papas del siglo XXI y de la primera mitad del XX.



¡Quién se lo iba a decir a aquel joven y protestatario sacerdote que, megáfono en mano, encabezaba una manifestación contra la división de la archidiócesis de Barcelona! Al cabo de tan solo cinco años, ya es miembro del Capítulo catedralicio. Y eso que la canonjía solo ha sido un premio de consolación, pues los desvelos de su arzobispo habían ido encaminados a nombrarlo obispo auxiliar. Haciendo abstracción de su implicación manifiesta en la protesta anti-romana, Sistach puso sus ojitos en el bueno de Turull. Solo llegar le nombró vicario episcopal. Al año, ya lo encumbró como Rector del seminario. La penosa sustitución del obispo Carrera no perseguía otra finalidad que la promoción episcopal de Turull. En él contemplaba Sistach a su alter ego. Sí nuestro actual arzobispo fue, en su día, el fámulo del Cardenal Jubany; Turull debía ser el doméstico de Sistach. Era su absoluta reencarnación.
El pasado 16 de Julio se cumplió un año de la designación de Francesc Pardo como Obispo de Gerona. El balance de este primer año de pontificado no puede ser más esperanzador. Su inicio ya fue sorprendente: una alocución en su consagración episcopal, con guiños elocuentes al obispo de Terrassa y a su seminario (textualmente dijo: “a ver sí se nos pega algo del seminario de Terrassa”) y una mención especial al Cardenal Marcelo González Martín y al Cardenal Carles y un silencio, también muy especial, respecto al Cardenal Martínez Sistach. Posteriormente, se ha ido haciendo con la diócesis, fruto tanto de su bonhomía, como de su incansable amor al trabajo. En un año ha visitado más parroquias y se ha entrevistado con más sacerdotes que en los seis años del mandato de Soler Perdigó. Relevante también fue su participación en la procesión de viernes santo, que hacía más de cuarenta años que no presidía el obispo y, después de un año, ha llevado a cabo sus primeros nombramientos, donde se evidencia ya un nítido cambio de estilo. El más importante, quizás, sea la jubilación de Mossèn Modest Prats Domingo, que ha venido siendo el alma mater de la diócesis en los pontificados de Camprodón y Soler Perdigó y que hasta ahora era rector de la parroquia de Santa Susanna del Mercadal. Fruto de su interés por el rejuvenecimiento de la diócesis, se halla el nombramiento como secretario particular de un sacerdote de 29 años, ordenado hace solo tres, Mossèn Jordi Callejón Ferrer. Son pequeños pasos. Que nadie piense que Monseñor Pardo va a entrar en la diócesis como un elefante en una cacharrería, pero esas oscilaciones van en una sola dirección: la renovación de una diócesis que languidecía inexplicablemente. Notable importancia tiene también el acento puesto en la evangelización en los colegios religiosos y el interés palpitante en la juventud y en los nuevos movimientos.
El día 21 de febrero de 2008 se publicó una entrevista a Mossèn Manuel Pousa