Anécdotas de verano (V): Sistach es el protagonista

Para cerrar esta sección de anécdotas de verano, incluyo este último capítulo que no es de verano y tampoco lo he vivido personalmente, me lo ha explicado un sacerdote de total confianza, pero he creído que valía la pena citarlo en esta sección ya que el protagonista no es otro que n.s.b.a. cardenal LLuís Martínez Sistach.

Me explica mi buen amigo que concelebró con nuestro arzobispo en una parroquia "progre" de nuestra diócesis, en una Eucaristía llena de atropellos litúrgicos que el cardenal permitió sin ningún problema siempre con su inseparable sonrisa. No voy a dar muchos detalles ya que no quiero poner al descubierto a mi sacerdote informador, pero a nadie sorprendre la capacidad de adaptación y la vista gorda de Su Eminencia cuando va a iglesias con párrocos progresistas.

Sólamente citar que ni siquiera se pusieron corporales en el altar. El cáliz y la patena de cerámica se colocaron directamente encima del mantel. Ya saben, esos vasos sagrados diseñados por las benedictinas "progres" de Montserrat, que tanto gustan porque van a juego con las estolas de colores, que utilizan muchos sacerdotes barceloneses sin casulla.

Al finalizar la Santa Misa, el párroco estaba eufórico, con gran alegría explicaba a los concelebrantes lo bien que había ido la ceremonia (entre ellos a mi confidente), fue entonces cuando se despachó a gusto diciendo: "Da gusto que presida este obispo, porque deja hacer y no toca las narices como otros. No es como el obispo Tena que cuando vino ponía pegas en todo y nos hizo cambiar la celebración de cabo a rabo"

Reconozco que Don Pere Tena no es santo de mi devoción, un obispo gris que forma parte de la fatídica "U" (Unió Sacerdotal) y buen amigo de muchos de los componentes del CPL (Centro de Pastoral Litúrgica), por ejemplo del ex-sacerdote comunista Josep Lligadas a quien se ofreció para agilizar su proceso de secularización. Pero una cosa hay que reconocerle y es que mira por la pulcritud litúrgica, y si hay algo que no se ajusta al ritual se niega a hacerlo y pide que se cumplan las normas. Esto no debería ser un mérito, todo lo contrario, es la obligación de todo obispo, por tanto Don Pere hace lo que tiene que hacer y punto, pero lo que sorprende es que todo un cardenal quede como el "bueno" porque deja hacer, y un obispo que en este caso hace lo que debe, queda como el "malo" por culpa del primero.

Antoninus Pius