Inmaculada quiere morir
Inmaculada Echevarría no quiere seguir viviendo. Treinta de sus cincuenta y un años los ha pasado postrada en una cama debido a una distrofía muscular. Y como no quiere seguir viviendo en esas condiciones, ha pedido que la desconecten del respirador que la mantiene con vida en el Hospital San Rafael de Granada. Hospital que, dicho sea de paso, pertenece a la Orden de San Juan de Dios.
En Andalucía hay un Comité Autonómico de Ética, que hace cosa de un mes decidió que la solicitud de Inmaculada es un rechazo de tratamiento, y por tanto un derecho reconocido en la ley española de autonomía del paciente. Los responsables del hospital donde está ingresada decidieron esperar a la resolución que tomara el Consejo Consultivo de Andalucía, que acaba de pronunciarse a favor de la petición de la enferma con el único voto en contra de uno de los dos consejeros propuestos por el PP. Tengo verdadero interés en saber qué harán ahora los médicos de ese hospital dependiente de una orden religiosa católica, pero de momento Inmaculada parece contentísima de que la vayan a permitir desaparecer de este mundo. Ha dicho, ni más ni menos, que lo ocurrido es "el milagro más grande y lo mejor que me ha podido pasar".