Gran día para Colombia
La liberación de Ingrid Betancourt y otros 14 secuestrados por la guerrilla en Colombia ha sido, sin lugar a dudas, la mejor noticia que nos ha llegado de Hispanoamérica en los últimos años. En una operación impecable, donde no ha sido necesario pegar un solo tiro, se ha puesto fin a la infamia que sufrían todas esas personas a manos de gentuza que no merecen ser considerados como seres humanos pero que para desgracia de nuestra “especie", lo son.
Ya de paso, es un golpe a esa izquierda populista mundial que ve a esos asesinos y secuestradores como una especie de libertadores de una nación que sólo quiere verse libre de su yugo. Ya sabemos que para buena parte de la izquierda -no toda- el dictador y el terrorista pasan a ser libertador y revolucionario cuando son de su mismo signo político.
Consideraciones políticas aparte, lo que más me sorprendió de las declaraciones de Ingrid es su descripción del último día de su cautiverio. Dijo Ingrid que empezó el día rezando un rosario. Conmovedora la imagen de esta colombiana en manos del mal pero meditando en los misterios de Cristo bajo la sinfonía de oraciones y letanías a la Madre del Señor. Eso demuestra que los terroristas pudieron secuestrar su cuerpo pero no su alma. A la fe, cuando es verdadera, no hay selva que la aprisione ni zulo que la derrote. Es muy probable que a lo largo de los más de seis años de cautiverio, Betancourt haya pasado por alguna crisis de fe, pero el Señor no abandona a los suyos y tanto ella como el resto de secuestrados por la guerrilla tienen detrás no sólo un pueblo deseoso de derrotar a sus enemigos, sino a un pueblo orante que intercede ante el Altísimo por la salud espiritual de los cautivos.
Ojalá esto sea el principio del fin de algo que jamás debió empezar. Ojalá este triunfo marque un antes y un después no sólo en Colombia sino en todo el continente americano, tan necesitado de políticos de la talla de Uribe, que tanto destacan al lado de falsos mesías populistas a los que se les va la fuerza por la boca. Que la Madre de Dios, bajo su advocación de Chiquinquirá, y todos los santos intercedan ante Dios por la verdadera liberación de América.
Luis Fernando Pérez Bustamante

“Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5,8). Hecho a imagen y semejanza de Dios, el hombre es espejo de lo divino. Conoce a Dios al conocerse a sí mismo. Cuando entra dentro de sí mismo ve el reflejo de Dios en la pureza de su propio corazón. Según la doctrina de la creación del hombre a imagen de Dios, en cada persona, en el más verdadero e íntimo “yo” de su ser llamado con frecuencia el “corazón profundo” o “el fondo del alma", existe un punto de encuentro directo y de unión con el Increado. “El reino de Dios está dentro de vosotros” (Lc 17,21).
Tengo el placer de poner en mi blog el siguiente artículo sobre Peter Signer y el proyecto Gran Simio del padre Leopoldo Prieto López, LC, Profesor de filosofía en el Ateneo pontificio Regina Apostolorum.








