InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Papa Francisco

28.03.13

Misa Crismal del Papa: liturgia, sacerdocio, gracia

Una de las cosas que, como cristiano, siempre me ha llamado mucho la atención es que que la Revelación de Dios, por más que la conozcamos o por más que la hayamos oído predicada en boca de sus ministros, siempre es una novedad para el alma. Es decir, el fiel que vive en comunión con el Señor nunca debe cansarse de oír el mensaje del evangelio y las doctrinas que marcan el camino de la salvación. La Escritura no pierde un ápice de interés por mucho que la hayamos leído mil veces. Y las buenas homilías son alimento para el alma aunque se prediquen, con ligeras variaciones, vez tras vez. De la misma manera que nunca ponemos reparos a comer los alimentos que consideramos más sabrosos, tampoco nos incomoda lo más mínimo nutrir nuestro espíritu con buenas predicaciones.

La llegada de un nuevo Papa tiene como consecuencia inevitable el que todo el mundo esté pendiente de cuáles son los primeros mensajes que da al pueblo de Dios y al mundo. Sin necesidad de caer en comparaciones estériles y estúpidas con sus antecesores, se puede apreciar en el nuevo Pontífice las características personales que el Señor va a usar para enriquecer y fortalecer a su pueblo. Por tanto, empezamos a saborear el plato de la sana doctrina católica según nos la prepara el papa Francisco. Los ingredientes son los mismos que la Iglesia ha usado en sus veinte siglos de existencia, pero él le da un toque personal a la cocción y la fritura que, sin la menor duda, gustará a unos y no agradará tanto a otros.

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26.03.13

Jorge Mario Bergoglio y la patria

Cito de la introducción del por entonces cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, al libro “El bicentenario de la independencia de los países latinoamericanos", de Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina:

Un país es el espacio geográfico, la nación la constituye el andamiaje institucional. La patria, en cambio, es lo recibido de los padres y lo que hemos de entregar a los hijos. Un país puede ser mutilado, la nación puede transformarse (en las posguerras del siglo XX hemos visto tantos ejemplos de esto), pero la patria o mantiene su ser fundante o muere; patria dice a patrimonio, a lo recibido y que hay que entregar acrecentado pero no adulterado.

Patria dice a paternidad y filiación… patria evoca aquella escena trágica y esperanzadora de Eneas con su padre a babuchas en la tarde de la destrucción de Troya: «et sublato patre montem petivi». Sí, patria supone soportar lo recibido no para guardarlo en conserva sino para entregarlo íntegro en su esencia pero crecido en el camino de la historia.

Patria necesariamente entraña una tensión entre la memoria del pasado, el compromiso con la realidad del presente y la utopía que proyecta hacia el futuro. Y esta tensión es concreta, no sufre intervenciones extrañas, no se extrapola en la confusión de la realidad presente con la memoria y la utopía engendrando fugas ideológicas esencialmente infecundas.

Cardenal Jorge Mario Bergoglio
Buenos Aires, 24 de enero de 2011,
Fiesta de Nuestra Señora de la Paz

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23.03.13

Profetas de calamidades y mercaderes del templo

En cierto panfleto anticatólico andan muy alterados desde que los cardenales eligieron como Papa a Jorge Mario Bergoglio, que adoptó el nombre de Francisco por las razones que él mismo se ha encargado de explicar.

El director de ese medio presenta al Papa como si fuera una especie de revolucionario sesentayochista que va a poner la Iglesia patas arriba. Dice:

Algunos no quieren oír hablar de reforma ni de cambio ni de ruptura y, mucho menos, de revolución. Por muy tranquila que sea. Pretenden que, con el Papa Francisco, todo sigue igual que antes. O con simples retoques en las formas y en los signos. Son los que estuvieron durante estos últimos 30 años dirigiendo el cotarro eclesiástico, imponiendo su pensamiento único y ocupando todos los espacios, sin dejar la más mínima oportunidad al sano pluralismo eclesial.

Hoy mismo se dedica a lanzar hipótesis sobre lo que puede hacer el Papa con el banco del Vaticano (IOR). Cree que lo puede eliminar o convertirlo en una banca ética. Como poder, puede hacer lo que le apetezca, pero recordemos que prácticamente el último nombramiento de calado del papa Benedicto XVI fue precisamente el del responsable del IOR. No parece fácil que el papa Francisco se cargue de la noche a la mañana esa institución. Y conste que me da absolutamente lo mismo lo que haga al respecto.

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20.03.13

Aviso a los lectores de mi blog sobre futuros posts acerca del Papa Francisco

En la zona de comentarios de un post anterior sobre el Papa Francisco, dije lo siguiente:

Nuevo aviso a los comentaristas en mi blog. De hoy en adelante, y hasta al menos dentro de un mes, no admito un solo comentario negativo más sobre el Papa Francisco. A cualquier frase y cualquier gesto se le puede sacar punta. El que quiera quejarse de algo, que se vaya a otro lado.

En vista de que muchos no han leído eso o lo han leído pero les ha dado lo mismo, paso a cerrar los comentarios cada vez que escriba un artículo sobre el Papa. Así será durante el tiempo que estime prudencial. No me gusta tener que andar borrando a comentaristas que sin lugar a duda no son trolls. Es decir, por lo general son “buena gente". Pero no tengo la menor intención de que este blog se convierta en paño de lágrimas para los que no están contentos con este Papa. No es una cuestión de libertad de expresión. Sin duda un Papa puede hacer cosas criticables. Es una cuestión de salud espiritual. Y de que no quiero que este blog sea lo que ya son otros en la zona de comentarios.

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19.03.13

Gestos y mensajes claros del Papa

Desde el mismo momento en que se presentó por primera vez ante los fieles de todo el mundo, el papa Francisco ha realizado una serie de gestos ciertamente significativos. La mayor parte de ellos ha gustado a la mayor parte de los católicos y, de paso, a los que no lo son. Ciertamente algunos han mostrado ya su preocupación por no haber usado algunas cosas que son propias de la vestimenta papal. Pero nada son, creo, si se las compara con la retirada del uso de la tiara papal, que era quizás uno de los símbolos más contundentes de la unión de los poderes espiritual y temporal del papado. A día de hoy, el poder temporal efectivo se reduce al pequeño territorio del Vaticano. Y no parece posible, ni desde luego deseable, que aumente en un futuro.

Hoy mismo, en el recorrido anterior a la Misa de inicio de su pontificado, el Papa nos ha dejado una de esas imágenes que llenarán periódicos, artículos y tertulias. Se ha parado para saludar y bendecir a un enfermo prostrado en una camilla. Y le ha dedicado más tiempo de lo habitual en estos casos. Es decir, no han sido unos breves segundos. La cara del enfermo y los que estaban con él denotaba una felicidad enorme. En él el Papa estaba mostrando su cercanía y cariño a todos los enfermos del mundo. Algo muy propio de quien es ya el Vicario de Cristo.

La homilía de hoy ha tenido un claro toque ecologista -constantes llamamientos a cuidar la creación- y de llamada a poner la caridad al frente de toda nuestra actividad humana. Incluido el servicio. Quien no ama, no sirve. Y no se puede servir de verdad sin amor.

Con todo, nada de esto que está diciendo el Papa Francisco es nuevo. Podemos encontrar palabras similares en los papas anteriores a él. La novedad del inicio de un pontificado no puede cegarnos ante el hecho de que la Iglesia lleva predicando veinte siglos lo mismo que San Pablo señaló en 1 Cor 13,13:

Ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza, la caridad; pero la más excelente de ellas es la caridad.

Sí, sabemos que muchas veces esa predicación no fue acompañada de buenas obras. El pecado está siempre presente en los miembros de la Iglesia, y de eso no se libran sus pastores. Por eso cada Misa pedimos al Señor que no tenga en cuenta nuestros pecados sino la fe de su Iglesia.

El interés del Papa Francisco por los pobres es evidente. Son ya los protagonistas de su pontificado. Y seguramente le acompañarán durante todo su ministerio, que ojalá el Señor quiera que sea largo y fructífero. Estoy convencido de que no se tratará de un protagonismo meramente verbal. Posiblemente asistamos a decisiones papales que hagan más visible ese compromiso con los más necesitados. Para que la predicación del evangelio sea exitosa, ha de ir acompañada de esas obras que llaman la atención al mundo. Como dijo el Señor:

Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que está en los cielos.
Mat 5,16

Y San Pedro:

y observéis entre los gentiles una conducta ejemplar, a fin de que, en lo mismo por que os afrentan como malhechores, considerando vuestras buenas obras, glorifiquen a Dios en el día de la visitación.
1ª Ped 2,12

No vayamos nunca a olvidar la clara enseñanza de las Escrituras:

“Si el hermano o la hermana están desnudos y carecen de alimento cotidiano, y alguno de vosotros les dijere: Id en paz, que podáis calentaros y hartaros, pero no les diereis con qué satisfacer la necesidad de su cuerpo, ¿qué provecho les vendría? Así también la fe, si no tiene obras, es de suyo muerta. Mas dirá alguno: Tú tienes fe y yo tengo obras. Muéstrame sin las obras tu fe, que yo por mis obras te mostraré la fe".
Stg 2,15-18

Hagamos, pues, lo que el Señor nos conceda hacer. No se trata de caer en un pelagianismo humanista por el cual pensemos que podemos obrar el bien aparte de la gracia de Dios. Como bien ha recordado hoy el Papa Francisco “en todas las épocas de la historia existen «Herodes» que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer“. Sin la gracia de Dios, nada somos. Sin la misericordia de Dios, no podemos recibir el perdón y ejercerlo. Sin la asistencia del Espíritu Santo, la imagen divina en la que hemos sido creados se desfigura y queda cual una careta fea y despreciable. Fue Cristo quien mostró en la Cruz -otra constante referencia de nuestro Papa en estos días- el verdadero rostro del Siervo de Dios, que da su vida por los demás. “Hágase tu voluntad y no la mía“. “Hágase en mí según tu palabra“. Ese es el verdadero programa de la Iglesia para estos inicios del tercer milenio. Que el Señor nos ayude a llevarlo a cabo.

Luis Fernando Pérez Bustamante