Mirando hacia el futuro
Acostumbrado como estoy a escribir casi a diario desde hace más de dos años en “Cor ad cor loquitur", estos últimos diez días han resultado una especie de parada obligada en un camino que, a decir verdad, me ha llegado más lejos de lo que nunca pensé. Gracias a Dios, y a vuestras oraciones, hoy han dado de alta a mi mujer -la enfermedad sigue pero controlada- y todo vuelve a la “normalidad".
En este tiempo ha tenido lugar la JMJ de Sidney, que a su vez nos emplaza ante la próxima JMJ en Madrid. El Papa ha estado magistral, cosa que ya no puede sorprender a nadie. La semilla está plantada y sólo queda esperar si se cumple las buenas condiciones de las que habla la parábola de Cristo. Para muchos jóvenes las Jornadas no suponen un gran cambio porque van a las mismas como el que va a ver a los Rolling Stones o un partido de fútbol. Muchos son “tocados” por la experiencia pero el paso del tiempo les devuelve a una vida que no se diferencia gran cosa de la que llevaban antes. Y otros, ojalá también muchos, realmente ven transformada su existencia ya ser porque reciben o confirman el llamado a una vocación de servicio a Dios y su Iglesia, ya sea porque llenan su alma de la gracia que sin duda Dios derrama en actos de esta naturaleza.
No sé si somos del todo conscientes del privilegio que tenemos de vivir en una época donde podemos ver, oír y hasta tocar a los sucesores de los apóstoles, con el Papa al frente. ¡Qué no harían un Pedro y un Pablo con los medios de los que se dispone hoy en día! Juan Pablo II viajó incansablemente durante todo su pontificado, de tal manera que no hubo apenas católicos en el mundo que no tuvieran la oportunidad de verle en persona (otra cosa es que la aprovecharan). Benedicto XVI viaja menos pero cada vez que lo hace, deja una huella imborrable. El futuro de la Iglesia Católica en EEUU y Australia no es el mismo tras los viajes de este Papa. Y espero que si Dios nos le mantiene con vida en el año 2011, la Iglesia Católica en España no sea la misma tras la JMJ de Madrid. El papado goza hoy de una excelente salud y eso implica que puede prestar el servicio a la Iglesia que Cristo tenía en mente cuando dio a Pedro las llaves del Reino de los cielos y el ministerio de confirmar en la fe a los hermanos. La Iglesia sobrevive a malos papados porque su cabeza y piedra angular es el propio Cristo, pero hay que ver cuánto es bendecida cuando recibe el regalo de Papas santos y/o sabios. Y aunque no quiero hurgar en heridas abiertas, sería de justicia que nuestros hermanos ortodoxos reconocieran el mucho bien que el papado está representando para la Iglesia y para el mundo entero en el último siglo y medio. No hay Patriarca de Constantinopla o de Moscú capaz de dejar la huella que dejan un Juan Pablo II o un Benedicto XVI. Cuánto bien harían en acercarse a la Sede de Pedro, de donde emana la unidad tal y como la Antigüedad proclamaba con una unanimidad poco común.
Tenemos por delante tres años para preparar una gran JMJ en la capital de España. Los jóvenes católicos son una minoría dentro de la juventud española, pero sin el menor género de duda el futuro de este país, si es que queremos que España tenga futuro, está en sus manos. Por tanto, hay que ayudarles a armarse de todo lo necesario para que entren en la vida adulta vestidos del evangelio, con el poder de la gracia de Dios y con la determinación de ser luz en medio de las tinieblas del botellón, las pastillas, la falta de respeto a la autoridad y la ausencia de valores. Por mucho que el Papa haga discursos maravillosos, lo que más llega a un joven no cristiano es el ejemplo de alguien de su edad que le demuestra que se puede ser verdaderamente feliz siguiendo a Cristo. Ahí tenemos el ejemplo de Javier Tebas, el chaval que nos ha hecho una crónica interesantísima desde Australia. Si es capaz de canalizar los talentos que Dios le ha dado, podrá ayudar a muchos otros jóvenes a ser fieles a Cristo y su Iglesia, cosa bastante más importante que el ser fiel a otro tipo de ideales, por muy importantes que puedan parecer.
Dios nos ayude a dar la talla en un momento tan crítico para nuestro país,
Luis Fernando Pérez