Pío XII y la opinión pública dentro de la Iglesia
He recibido algunas críticas sobre mi post de ayer, en el que daba mi opinión sobre las palabras del cardenal Cañizares acerca de determinadas personalidades políticas de nuestro país. Se me ha llegado a acusar de deslealtad con don Antonio y de causar desasosiego en algunos católicos.
Quizás es que algunos todavía no han comprendido bien lo que es Religión en Libertad (nota: hoy InfoCatólica). Así que no está de más volver a aclararlo. Religión en Libertad no es un medio católico oficialista. De hecho, tenemos bloggers y articulistas no católicos. La crítica, siempre que se haga desde el respeto, tiene lugar aquí. Es más, yo he criticado la actuación del cardenal Rouco en el asunto de Entrevías. Y la del cardenal Sistach por lo del sacerdote Manuel Pousa. Y si ahora creo que son criticables las opiniones sobre políticos del cardenal Cañizares, pues le critico.
Por tanto, el que busque un medio de comunicación donde no exista ningún tipo de crítica a obispos y cardenales, puede empezar por Zenit, seguir a continuación por ACIprensa, pasar luego por Ecclesia y acabar en Catholic Net. Pero que no se pase por Religión en Libertad, porque nosotros no somos como ellos. Y por supuesto, decir tal cosa no implica que piense que somos mejores o peores. Simplemente, somos diferentes. Ocupamos un lugar que hasta hace un año estaba vacío. Y mientras de mí dependa no vamos a cambiar para convertirnos en un medio católico-oficialista más.
Ahora bien, ¿es esta postura una cuestión de mera cabezonería o soberbia por nuestra parte? Pues no. Simplemente tenemos muy en cuenta lo que escribió el Papa Pío XII en 1950 acerca de la importancia de la prensa y la opinión pública dentro de la Iglesia. Le cito literalmente:
Finalmente, Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles. Pero también aquí la prensa católica puede hacer un servicio muy útil. A este servicio, sin embargo, más que a cualquier otro, el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado, y que está formado por un inalterable respeto y un amor profundo hacia el orden divino, es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia tal como ella es, no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente aquí abajo en el espacio y en el tiempo, divina, sí, pero formada por miembros y por órganos humanos.
23. Si posee este carácter, el publicista católico sabrá evitar tanto un servilismo mudo como una crítica descontrolada. Ayudará con una firme claridad a la formación de una opinión católica en la Iglesia, precisamente cuando, como ahora, esta opinión oscila entre los dos polos, igualmente peligrosos, de un espiritualismo ilusorio e irreal y de un realismo derrotista y materializante. Alejada de estos dos extremos, la prensa católica deberá ejercer entre los fieles su influencia sobre la opinión pública en la Iglesia. Solamente así se podrán eludir todas las ideas falsas, por exceso o por defecto, sobre la misión y sobre las posibilidades de la Iglesia en el dominio temporal y, en nuestros días, sobre todo en la cuestión social y el problema de la paz.
Si alguien quiere saber cuál es mi ideal sobre lo que debe ser Religión en Libertad (nota: Hoy InfoCatólica), y que espero que estemos logrando, ahí lo tiene. Quede claro pues que la condición de católico no excluye la crítica controlada en materias dejadas a la libre discusión (obviamente no aquellas que pertenecen al depósito de la fe). De hecho, la ausencia de crítica es, según palabras de Pío XII, dañina para la propia Iglesia. A buen entendedor, pocas palabras bastan.
Luis Fernando Pérez Bustamante