La carta del Papa muestra un corazón de padre
A la espera de contar con la traducción al castellano de la carta del Papa (aquí se puede leer en inglés), creo que ya puedo hacer un análisis de su contenido, tanto en la forma como en el fondo.
La carta, y esto es muy importante, está dirigida a todos los obispos de toda la Iglesia Católica. Lo cual no quiere decir que les tenga a ellos como únicos destinatarios, pues lo que les dice a los obispos nos lo dice a todos, pero sí marca un poco una especie de línea divisoria cuya importancia no puede ser desdeñada. En esta carta el Papa ejerce de auténtica cabeza del colegio episcopal y es evidente que él quiere que tal aspecto de su ministerio quede reivindicado.
En la misiva vemos a un Benedicto XVI dolido, triste y a la vez firme en mantener su opción pastoral encaminada a lograr la vuelta a casa de los hijos pródigos. En relación a la mezcla del caso Williamson, con sus declaraciones sobre las cámaras de gaz nazis, y el levantamiento de las excomuniones a los obispos de la FSSPX, es especialmente preocupante que el Papa tenga que señalar que ha recibido más apoyo de ciertos hebreos que de algunos sectores de la propia Iglesia. Además, el Santo Padre no excusa la falta de diligencia que la Santa Sede ha tenido al tratar ese asunto y reconoce que en un futuro deberá de prestarse más atención a la información que aparece en internet.
Pero a decir verdad, lo que más me impacta de la carta es el tono en que aborda la cuestión de las razones de la remisión de la excomunión a los lefebvristas y las reacciones contrarias a dicha decisión. El Papa hace de San Pablo dirigiéndose a los gálatas, entre enfadado y sorprendido por la crítica a su actitud pastoral que busca la unión. Hay cierta amargura en las palabras del Obispo de Roma cuando se pregunta si no estaremos cayendo en el mismo error que cometieron los miembros de la iglesia fundada por el apóstol de los gentiles en la Galacia.
El Papa pregunta a los críticos si es normal dejar fuera de la Iglesia a los centenares de sacerdotes, religiosos, religiosas y seminaristas de la FSSPX, así como a sus miles de fieles. Aunque Benedicto XVI advierte de que en algunos de ellos hay una actitud de soberbia, de “sabelotodo", de fijismo en determinadas materias, también reconoce que ha visto señales de agradecimento a su acto de misericordia. Como padre tiene el deber de buscar su reconciliación plena con la Iglesia.
Fundamental es también lo que el Papa dice acerca del Concilio Vaticano II. Por una parte, tras reconocer que las diferencias con la FSSPX son de carácter doctrinal, algo que los lefebvristas habían dicho siempre, les deja bien claro deben de aceptar el Vaticano II y el magisterio pontificio posterior. Pero lanza un mensaje muy contundente a los que se presentan a sí mismos como defensores del Concilio, en el sentido de que el mismo no supone una ruptura con la fe de la Iglesia de los dos milenios precedentes. En otras palabras, el Vaticano II ha de ser interpretado a la luz de esa fe y no con una hermenéutica de ruptura, tan presente en determinado sector de la teología católica post-conciliar, tanto la “disisente” como la “fronterizamente ortodoxa". El hecho mismo de que el Papa anuncie su intención de relacionar a la comisión Ecclesia Dei con la Congregación para la Doctrina de la Fe, indica que está dispuesto a que se lleven a cabo las conversaciones sobre materia doctrinal con los responsables de la FSSPX. Ese dato es más importante de lo que pueda parecer, pues en el diálogo se pueden producir encuentros que al menor sirvan para que una parte importante del lefebvrismo, si no todo él, se integre por completo en la Iglesia.
En definitiva, estamos ante uno de los textos más importantes de los que ha escrito hasta ahora Benedicto XVI. No es una encíclica pero sí la carta de un Papa herido a la vez que dispuesto a seguir llevando sobre sus hombros la tarea de confirmar en la fe a todos los hermanos, empezando por los que tienen el ministerio de pastorear al pueblo de Dios. Más que un reproche es una petición de comunión.
Es de esperar que aquellos obispos que no han apoyado al Papa en estas últimas semanas tomen nota de lo que el Vicario de Cristo les dice en la misiva. Deben cambiar de actitud, pues de lo contrario quedarán en evidencia ante el resto de sus compañeros de ministerio y ante la totalidad del pueblo de Dios.
Luis Fernando Pérez Bustamante
PD: Ya tenéis el texto traducido en el blog de La Buhardilla de Jerónimo
20 comentarios
Un saludo muy cordial.
Un texto lleno de corazón sacerdotal, de Jesucristo. Una explicación de qué es la comunión y la comunidad eclesial. Una carta cuaresmal para dar gracias a Dios y pedirle que haga muy santo al Papa y que no suelte el timón de la barca.
¡Santa Cuaresma a todos!.
Sencillamente los lefevbrianos le han dejado con el c... al aire.
Lo raro no ha sido la reacción de la FSSPX sino el pollo que le están montando todos, obispos incluidos, los que odian aquello que huela a tradicionalismo.
Me sorprende que el Papa, tan meticuloso, no haya reparado en este detalle.
Impresionante. No habla el teólogo sino el Papa, es decir, el Padre y Pastor de toda la grey del Señor, preocupado por todo el rebaño. Si tuviera que destacar algo, me quedaría con las cinco últimas líneas del párrafo cuarto, que es donde creo que pone las cosas en su sitio a los que se pasaron por la derecha y los que lo hicieron por la izquierda. Por otra parte, y aun a riesgo de mezclar churras con merinas, creo que no es mucho mejor la actitud del episcopado austriaco: a Lefebvre le excomulgaron por ordenar cuatro obispos sin mandato pontificio, ¿Cómo habría que castigar a aquellos obispos austriacos que han impedido al Papa designar a un obispo, siendo éste un derecho, propio, único y privativo del Romano Pontífice?
PermaVínculo 12.03.09 @ 22:35
Me parece que el contexto autoriza a suponer que se trate de una referencia abreviada antes que una atribución de antonomasia. Todo el mundo sabe de qué concilio está hablando, que es el que ocasiona el problema de super público conocimiento. Por eso la especificación de qué concilio se trata no parece necesaria para la comprensión del texto.
Me parece que el contexto autoriza a suponer que se trate de una referencia abreviada antes que una atribución de antonomasia. Todo el mundo sabe de qué concilio está hablando, que es el que ocasiona el problema de super público conocimiento. Por eso la especificación de qué concilio se trata no parece necesaria para la comprensión del texto.
Sí, totalmente de acuerdo. La parábola del hijo pródigo explica de maravillas la actitud del Papa con los lefebvristas (el hermano menor), y la de los malos obispos con el Papa (el hermano mayor).
En la carta publicada hoy también hay una alusión a la parábola de la oveja perdida, cuando el Papa se pregunta si no había asuntos más importantes y más urgentes que priorizar.
Realmente, si hay diferencia doctrinal es hilar muy fino, con este mismo cartabon quedan afuera muchísimos que estan adentro. Incluidos obispos. Por ejemplo, en materia de aceptacion del magisterio moral.
1. El lefebrismo tendrá un lugar en la Iglesia, que será respetado y respetable.
2. El Papa necesita sumar su aporte para "limpiar de virus" a la infectadísima Iglesia.
Aclaro que esto es sólo mi parecer, que no tengo ninguna "línea directa" con el Vaticano.
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