Él hace nuevas todas las cosas

Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.

Ap 21,1-5a

El Apocalipsis, que es el libro con más contenido litúrgico de todo el NT, no suele ser leído entero, pero es un faro de esperanza para el creyente, que sabe que por muchas pruebas y/o persecuciones que pase, al final "enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron". Y es que el mal, el asesinato, el odio, el rencor, el llanto por la injusticia, etc, tienen las horas contadas. Está ya señalado el día y la hora en que este viejo mundo pasará y Dios nos hará el regalo de una nueva creación, una era sin fin de comunión plena con Él.

No hay agujero negro en el universo capaz de impedir la victoria final del amor luminoso de Dios. Cuando las tinieblas creían haber vencido llevando a Cristo a la cruz, se produjo su gran derrota. Aquel sacrificio de amor rompió las ataduras de la muerte, irrumpió en el mismísimo Seol para arrebatarle para siempre a los que habían muerto en la esperanza del Salvador, y nos abrió la puerta a la vida eterna, que no es otra sino Cristo mismo.

Mas aunque sabemos que la plenitud de los tiempos todavía no ha llegado, podemos empezar ya a vivir un adelanto de la misma. El Señor, cuando partió a prepararnos morada, no nos dejó solos. El Espíritu Santo vino para quedarse en el corazón de todo aquel que en verdad ama. Y por el Espíritu Santo podemos percibir siquiera un destello de la gloria futura cuando nos acercamos con devoción a comulgar, pues en la Eucaristía nos espera el amado, el Señor que nos redime y que nos conduce hasta la presencia del Padre. Es por ello necesario que tengamos el corazón dispuesto y el alma limpia cuando nos aproximamos al altar a recibir a Cristo sacramentado. No permitamos que se convierta en una rutina sin sentido aquello que es el mayor regalo que Dios no hace en esta vida.

Mas no sólo amamos y tenemos comunión con el Señor en la Eucaristía. El Reino de Dios en la tierra, siendo un reino de amor, es el único Reino donde el Rey, Cristo, ocupa a su vez el trono y el lugar del último de sus súbditos. Es decir, no sólo se ama y se sirve al Rey dándole todos los honores que se merece, sino amado y ayudando al prójimo, en especial al más necesitado, porque en él también se encuentra Cristo. Somos ciudadanos de primera de ese reino si en verdad amamos al hermano, pero bien sabemos que eso no siempre es fácil. Mas como dice San Juan, quien no ama a su hermano no puede decir que ama a Dios. Así que nuestro amor a Dios se mide en buena medida por nuestro amor a los hombres.

Pidamos pues al Señor que transforme nuestros corazones y los convierta en fuente de amor a los demás. Que adelante en nosotros esa nueva tierra y esos nuevos cielos que nos regalará tras el juicio final. Que nos haga ministros suyos para empezar ya a engujar las lágrimas de los que lloran, a luchar junto con los que claman contra la injusticia, a acompañar a los que viven en el dolor, a ser pregoneros del nuevo mundo que se aproxima para aquellos que creen en el único nombre bajo el cual todo hombre puede ser salvo.

Luis Fernando Pérez Bustamante

4 comentarios

  
Nemo
Hoy, D. Antero Hombría, en una excelente (como todas las suyas) homilía en el Pilar, comentando las lecturas, ha incluído una referencia a una escena de "La Pasión", en la que se ve a Jesús junto a su madre, caído, bajo la cruz, que dice mirando a los ojos a María precisamente eso: "hoy estoy haciendo nuevas todas las cosas".
Un nuevo big bang, una nueva Creación, un nuevo universo, un nuevo hombre..., lo ha relacionado con la Eucaristía, y el mandamiento nuevo del amaros "como yo os he amado", a que se refiere la lectura del Evangelio según San Juan de hoy.
D. Antero haría mucho bien publicando, si no todas, sus mejores homilías, aunque tendría muy difícil escoger, dado el altísimo nivel de todas ellas.
06/05/07 12:56 PM
  
sofía
Que nos haga nuevos todos los días. En el amor no cabe la rutina ni el egocentrismo.
LF, me planteo algunos cambios. Hasta pronto.
06/05/07 1:40 PM
  
Carmen Bellver
El ruego más importante, siempre es pedir amar a los demás. Porque nosotros mismos no podemos con nuestras propias fuerzas. Es un don que hay que pedir.
Feliz día del Señor, a todos los que pasen por aquí.
06/05/07 1:45 PM
  
MAGGIE
Dios hace milagros y todo lo que haga sera por el bien de la humanidad el jamas nos hara daño a lo que los amamos y aceptamos siempre nos bendicira e incluso a los que estan lejos de el tendran oportunidad...
10/05/07 10:46 PM

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