Destinados a la orfandad política y social

Va a ser que no. Poco después de las elecciones generales se me dijo que cabía la posibilidad de que la dirección de la Iglesia en España -básicamente, dos cardenales- diera su visto bueno al impulso de una nueva opción política que defendiera de forma clara y rotunda los valores cristianos, en especial en la cuestión de la dignidad de la vida humana y la familia. Por supuesto, no sería la propia jerarquía de la Iglesia quien crearía dicho partido, pues no es ese su papel, pero sí que lo vería con buenos ojos y lo apoyaría siquiera indirectamente.

Pues nada de nada. Los que mandan en Añastro arrugan el entrecejo ante la tibieza del PP en cuestiones como el aborto y la EpC, pero no quieren líos. En uno de los cardenales esa actitud era previsible. Al menos para mí. Se diga lo que se diga, él representa la continuidad del taranconianismo, propio de la iglesia española desde la Transición hasta ahora. O sea, nihil novum sub sole. En el otro parece que cuentan más las relaciones de amistad personal con los políticos que el valor de apoyar algo que sirva para cambiar el panorama político de este país. El tiempo que se tarda en convencerle de que algo hay que hacer, se ve contrarrestado inmediatamente por el que tardan en convencerle de que no hay que hacer nada.

Hay un sector muy importante -no por número sino por “poder"- del catolicismo español que está buscando cómo adaptarse al nuevo régimen que se nos viene encima. Y sí, digo nuevo régimen porque en mi opinión el zapaterismo lo es. Tanto en la cuestión nacional como en la social -cultura muerte, memoria histórica, Epc-. Vamos hacia una especie de III República monárquica, con un rey republicano (Zapatero dixit) haciendo la veces de tonto útil. En esta ocasión el rojerío, ese que anda reivindicando todavía la figura de un asesino miserable como el Che, no se va a dedicar a expulsar a jesuitas -muchos les son realmente útiles-, ni a quemar iglesias, ni a llenar el cielo de mártires. Les basta y les sobra con conquistar el alma del país, que ya tienen a sus pies. Lo están logrando y lo lograrán a través de la educación. La Logse ya ha convertido a una generación de españoles en intelectualmente incapaz de oponerse al populismo pseudo-caribeño, ese que cada vez se aprecia más en Zapatero y los suyos. Esa generación empieza ya a tener voz y voto. Y la EpC será la piedra angular del definitivo y total adoctrinamiento de futuras generaciones de españoles, que de matemáticas, física, literatura e historia no tendrán ni repajolera idea, pero serán expertos en ideología de género, calentamiento global, alianza de civilizaciones, multi-opción sexual, contracepción y aborto.

Y ante ese panorama se opta por buscar acomodo. Vamos a no hacer mucho ruido, vamos a ver si no se nos nota demasiado, conformémonos con lo que tenemos y pactemos con el mismísimo Satanás para mantener el status quo actual. Si acaso, vayamos otra vez a Colón para cubrir el expediente y limpiar nuestras conciencias. Socialmente nos sentimos “realizados” al ver que en Semana Santa la gente sigue saliendo a las procesiones, sigue cantando saetas y sigue aporreando los tambores. Y no hay más que ver el exitazo de público en determinadas romerías para que pensemos que el catolicismo en España sigue vivo. Y políticamente, ya está ahí Rosa Díez y la gente de Ciutadans para agitar un poco las aguas. Y si no, a la abstención. Eso es todo.

Pues vale, señores. Ustedes tiene el mando. Ustedes tienen el poder. Ustedes tienen, o tendrán, los pocos medios de comunicación que pueden ayudar a cambiar algo el rumbo. Nosotros no tenemos ni mando, ni poder, ni medios. Tan sólo fe y confianza en Dios, cuya fidelidad está por encima de miserias humanas y de cesaropapismos de vía estrecha. Que Él reparta suerte.

Luis Fernando Pérez Bustamante