InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Persecución a los cristianos

4.05.10

El lobby gay y el ateísmo radical nos devuelven a la Europa del siglo XVI

Sabemos que hay muchos lugares en el mundo en los que, en pleno siglo XXI, predicar aquello que enseña la Biblia puede acabar con un cristiano en la cárcel. Que eso pase allá donde reina el ateísmo, el Islam u otras religiones que temen la expansión de la fe cristiana, es hasta cierto punto normal aunque condenable. Que esto pase en Europa, continente cuyas raíces cristianas forman parte de su identidad, es una señal clara e inequívoca de que estamos en una era que empieza a parecerse demasiado a la descrita en la Escritura como la de la gran apostasía.

En nombre de la tolerancia no se tolera a los cristianos. En nombre de los supuestos derechos de unas minorías, se atenta contra el derecho de los seguidores de Cristo a predicar en público los principios éticos y morales en los que creen. Repetir lo que la Biblia enseña sobre la homosexualidad empieza a ser tratado como delito en algunos países. Pasó en Suecia hace unos años, y está pasando en Gran Bretaña ahora. Es cierto que todavía no se ha producido una sentencia firme que acabe con un cristiano en la cárcel por predicar el evangelio, pero ¿cuánto queda para que así ocurra?

Occidente en general, y algunos países europeos en particular, lleva cada vez peor que haya ciudadanos cristianos que llamen a las cosas por su nombre. Pongamos varios ejemplos: El adulterio es pecado. La práctica de la homosexualidad es pecado. El robo es pecado. Las riquezas injustas son pecado. El aborto es un asesinato, y por tanto, un grave pecado. El maltrato al inmigrante es pecado. La xenofobia es pecado. Sin embargo, esta Europa democrática sólo acepta que se llame pecado a lo que considera pecado según la ley de lo políticamente correcto. Se puede llamar pecado al robo, a las riquezas injustas, al maltrato al inmigrante y a la xenofobia. Pero ojito con llamárselo al adulterio, la práctica de la homosexualidad y el aborto.

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25.07.09

Dívar y la obsesión anticristiana de la izquierda mediática

Como bien señala Pedro Fernández Barbadillo en su último artículo, El País la tiene tomada contra Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial. Resulta que su voto de calidad ha impedido que se aprobara un informe favorable a la constitucionalidad de la ley del aborto que el gobierno Zapatero quiere aprobar a la vuelta del verano. Diez consejeros votaron a favor, diez en contra y uno, el propuesto por CiU, se abstuvo. Por tanto, el voto del presidente decidió.

Que Dívar es católico practicante se conoce desde siempre. Él no ha dudado en hacer pública dicha condición. En una entrevista concedida a Alba poco después de su nombramiento como presidente del CGPJ, dejó las cosas bien claras:

-No le veo nada partidario de dejar sus creencias en casa antes de ir al despacho.

-El amor de Dios, que es el que ha dirigido toda mi vida, nunca puede quedarse en casa.

-¿Y si se viera obligado a elegir?

-Yo tengo que actuar conforme a mi conciencia. No puedo dejar de creer por tener un cargo público. Mi vida es una unidad. Antes de abandonar a Dios, abandonaría mi trabajo, sin hacer ningún ruido.

-Hay hombres públicos a los que les da pudor hablar de Dios. A, usted, en cambio...

-Dios está tanto en mi vida pública como en la privada y yo no puedo renunciar a Él ni en una ni en otra. Jesús dijo: “Quien se avergüence de mí yo me avergonzaré de él delante de mi Padre”.

-Y usted, claro, no quiere que eso le pase.

-No, no quiero. Además, ¿cómo voy a avergonzarme de Aquel al que amo sobre todas las cosas?

Ese tipo de declaraciones producen en la redacción de El País un efecto parecido al que sufría Drácula al ver una ristra de ajos o un crucifijo. Un cristiano presumiendo de serlo y afirmando que esa condición está presente en su vida privada y también en la pública es más de lo que pueden soportar los anticlericales de toda la vida. Al País le da lo mismo que otros nueve vocales hayan votado en contra del informe de Margarita Uría a favor de la futura ley del aborto. El malo de la película es don Carlos, del que se da por supuesto que ha votado sólo en base a sus convicciones religiosa y no, como los otros nueve, porque considera que jurídicamente esa ley es anticonstitucional. ¿O acaso el periódico independiente -ja, ja, ja, ja- de la mañana cree que sólo desde la condición cristiana se puede opinar que una ley de plazos se da de tortas con la sentencia del Constitucional sobre la vigente ley del aborto?

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15.07.09

¿Quién es Blatter para prohibir a un cristiano que dé testimonio de su fe?

Blatter, el presidente de la FIFA, ha prometido que prohibirá toda manifestación religiosa para el próximo Mundial de Fútbol que se realizará en Sudáfrica en 2010. Así, porque le da la real gana. Porque él es el mandamás del fútbol y su palabra es ley. Se ha pasado del “Estado soy yo” a “El fútbol soy yo". Y no está solo en esa batalla antirreligiosa. El presidente de la Federación de Fútbol de Dinamarca ha dicho que “no existe espacio para la religión en el futbol". Y si alguien se piensa que esto es sólo cosa del fútbol, recuérdese que en las pasadas olimpiadas celebradas en Pekín también existía la prohibición de cualquier manifestación política y religiosa. Es decir, el deporte mundial, y sobre todo el fútbol, se ha convertido por obra y gracia de sus dirigentes en un instrumento de opresión de las conciencias de los deportistas, a los que se prohíbe dar testimonio de su fe cuando consiguen un éxito deportivo, ya sea batir un récord, ya sea meter un gol. Como Caamaño tome nota, me veo al Ministerio del Interior multando a los futbolistas que salgan al campo persignándose.

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14.07.09

Caamaño nos pone a los cristianos ante la evidencia

Hoy toca analizar dos sentencias pronunciadas en situaciones ciertamente distintas pero con un mismo tema en común:

“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Pedro y los apóstoles al Sanhedrín, Jerusalén)
“La libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley” (Caamaño a los españoles, El Escorial)

La primera frase fue la respuesta de los apóstoles a aquellos que les querían prohibir la predicación del evangelio. La segunda es la advertencia del ministro de Justicia a aquellos que osen pensar que el gobierno de Zapatero va a permitir que los que cristianos apelen a su conciencia para oponerse a sus leyes de ingeniería social. Y dado el absoluto control que tiene este gobierno sobre los tribunales que acabarán dictaminando si esas amenazas, una vez concretadas en la ley de libertad religiosa, son conformes a la constitución, pues vayámanos haciendo a la idea de que en no mucho tiempo serán bastantes los cristianos que en España tendrán que optar entre seguir el ejemplo de los apóstoles ante las autoridades religiosas de Jerusalén o agachar la cabeza, poner un esparadrapo en la boca de su conciencia y cumplir leyes que chocan radicalmente contra sus valores y contra su fe.

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2.07.09

¿Pretende el Supremo tomar el pelo a los padres?

Cuando el Tribunal Supremo sentenció a favor de la legitimidad de la asignatura Educación para la Ciudadanía, los magistrados pretendieron arreglar el desaguisado argumentando que los contenidos de la misma no habría de servir para adoctrinar a los alumnos. En otras palabras, se cerraba la puerta de la objeción a toda la asignatura pero parecía que se abría la de la objeción a algunos de sus contenidos. Pues bien, esa puerta la ha cerrado hoy el mismo tribunal.

En Andalucía fueron varios los padres que quisieron objetar basándose en los famosos contenidos que tenía que ver, entre otras cosas, con la ideología de género. El TSJA les dio la razón pero el Supremo se la acaba de quitar. Y lo más peculiar es que el tribunal vuelve a insistir en que “tanto los proyectos educativos de cada centro, como los textos empleados y la actividad docente referida a la asignatura, deben eludir cualquier intento de adoctrinamiento en la exposición de los contenidos que han de reflejar con objetividad el pluralismo social existente". Pero a ver, señores míos, si precisamente se trataba de que los textos objetados eran considerados por los padres como adoctrinadores, ¿a qué viene volver a decir lo mismo?

El Supremo les dice a los centros que no usen textos tendenciosos pero cuando los padres se quejan de esos textos, les mandan callar y someterse a la ley. ¿En dónde queda entonces el derecho de los progenitores sobre la educación de sus hijos? ¿quién decide si un texto sobre ideología de género es apropiado para la educación de un niño o un adolescente? ¿las comunidades autónomas, los centros o los padres?

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