La Iglesia crece allá donde hay mártires y confesores
Cuando ayer leí por primera vez los datos del catolicismo en Vietnam, no pude por menos que alegrarme. El crecimiento estadístico en tan solo 7 años es espectacular. Hay muchos más fieles, más sacerdotes, más vocaciones, más todo. Dudo que haya otro país en el mundo donde la Iglesia haya crecido tanto y con tanta rapidez.
Hay varios factores que explican ese crecimiento. Una buena parte de los católicos vietnamitas han vivido en medio de la persecución del comunismo. Tienen mártires y un número no pequeño de sus sacerdotes y de fieles son confesores, es decir, cristianos que sin llegar a perder la vida por Cristo, sí han sufrido todo tipo de vejaciones, físicas y morales, por permanecer fieles al Señor. La semilla del cardenal Van Thuan está dando abundantísimo fruto.
Los que vivimos cómodamente instalados en un catolicismo aburguesado, de andar por casa, sin la perspectiva de sufrir una verdadera persecución a corto-medio plazo quizás no podemos hacernos una idea real de qué implica eso de “dar la vida por Cristo”. No es que debamos buscar volver a lo que pasó en este país cuando los rojos regaron la tierra de nuestra patria con la sangre de nuestros mártires, pero sí que podemos aprender de la fidelidad de aquellos antepasados en la fe, que hoy vemos actuar de forma similar en ese país asiático.