InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Cultura de la muerte

15.05.16

Como animales heridos

Es habitual que los veterinarios apliquen inyecciones para acabar con la vida de animales enfermos o a los que ya no quiere nadie. Y empieza a ser habitual que los médicos haga exactamente lo mismo con personas que no quieren seguir viviendo. En Holanda se dieron más de cinco mil casos en el año 2015. Una media de quince muertes diarias.

Es cuestión de tiempo que esa práctica asesina llegue a España. Le darán un nombre pomposo para que no parezca que es lo que es. Seguramente lo hará un gobierno de izquierdas y cuando la derecha vuelva a gobernar, lo mantendrá. De hecho, ya hay legislaciones autonómicas que dejan la puerta semiabierta, vía sedación terminal.

Vivimos en una sociedad en la que la vida se aniquila antes de nacer y antes de que llegue su fin por vía natural. La decisión de vivir o morir queda a voluntad de la persona. En el caso de los no nacidos, depende de la voluntad de la madre y de quienes la rodean.

La profesión médica, que se supone que está para ayudar a la gente a vivir mejor, se está convirtiendo, poco a poco, en instrumento de aniquilación de toda vida de la que piense que no es digna. Ya no se trata solo de personas que están sufriendo una enfermedad terminal incurable. Basta con sufrir un trastorno psíquico o psiquriático severo para ser candidato a la inyección letal.

Es también cuestión de tiempo que una sociedad que se cree con derecho a decidir qué vida es digna y cuál no lo es, aplique sus criterios a seres humanos incluso en contra de su voluntad. Empezarán con las personas que sufren graves deficiencias físicas o mentales. Seguirán con los ancianos. Y si nada lo impide, acabarán con todos aquellos cuya existencia suponga un gasto desmedido para las arcas públicas.

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3.11.15

¿Puede un abortista presentar un congreso de católicos y vida pública? Pues sí

El presidente de la Fundación Garrigues, Antonio Garrigues Walker, presentará el próximo jueves, 5 de noviembre a las 12:30 horas, en el Colegio Mayor Universitario de San Pablo, el XVII Congreso Católicos y Vida Pública, que este año profundiza en el tema de la democracia bajo el título Construir la democracia: responsabilidad y bien común.

Como muchos de nuestros lectores no saben quién es don Antonio, les copio unas declaraciones suyas del año 2009, cuando se acababa de aprobar la actual ley del aborto:

-El Congreso acaba de aprobar el proyecto de Ley del aborto, con el compromiso de la ministra Aído de buscar el consenso en artículos polémicos. ¿Habría respaldado el texto?

-Sí, lo que no quiere decir que esté a favor del aborto. Sí estoy de acuerdo con que la Ley es aceptable en términos comparativos con Europa y lo que tenemos que seguir es el clima europeo. En este terreno, como en otros, se está llegando a puntos límite, en donde es difícil tener opiniones dogmáticas.

-La Iglesia ha hablado incluso de excomunión para quienes hayan dado su voto.

-Respeto mucho las opiniones religiosas, profundamente dogmáticas en esta materia, pero no las comparto, sinceramente. Lo que se está haciendo es una cosa razonable y sensata. En este tipo de asuntos, como en otros, en España tenemos que empezar a saber dialogar, respetar la opinión ajena y aceptar que el otro casi siempre tiene la misma razón que nosotros. En definitiva, a conversar desde la libertad y en este tema nos podemos poner de acuerdo.

-¿Comete injerencia al tratar de limitar la competencia del Parlamento para ampliar esa Ley?

-Yo no soy quién para decirle a la Iglesia lo que tiene que hacer, pero a este estamento le ha llegado también el momento de pensar cuál es su papel en la sociedad, y tiene que valorar otros; por ejemplo, el de la intromisión tendrá que vigilarlo con mucho cuidado. Y darse cuenta de que estamos en una sociedad muy distinta a la de hace 30 años, el papel de la religión ya no es el que era entonces, ni va a ser.

-¿Quizás la Iglesia está un poco perdida en España respecto del papel que le toca en un Estado aconfesional y laico?

-La Iglesia tiene que aceptar que las cosas han cambiado profundamente y que, por tanto, debe cambiar profundamente, lo que no quiere decir que su papel sea menos importante. Les pido que lo acepten como lo han hecho los medios de comunicación, los abogados, los empresarios… y, además, tienen que empezar a centrar su capacidad de acción, que es alta, en asuntos muy importantes, como puede ser el ético, es decir, en conectar los valores religiosos con los éticos y morales, que es donde se está poniendo más de manifiesto el déficit.

-Deduzco que está de acuerdo en que la religión se imparta en los lugares de culto correspondientes a cada confesión y que en las aulas se enseñe ética.

-Creo en la libertad religiosa, un valor muy importante para mí, que debemos aceptar. El liberalismo no es sólamente una doctrina económica, sino también cultural; y el idealismo religioso consiste en aceptar que el concepto de «religión verdadera» es también peligroso. Una persona puede decir mi religión es verdadera, la religión católica es verdadera, y tendrá toda la razón en afirmarlo, pero cuando dice que es la única verdadera y las demás son falsas, ahí empieza a fallar el concepto auténtico incluso religioso.

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29.10.15

La dictadura china no es tan eficaz como la democracia española

Tras 35 años de su imposición, el régimen comunista chino ha puesto fin a la política de un solo hijo. La idea era impedir que la población creciera exponencialmente. Y lo han conseguido. Como bien explica Juanjo en su post, cuatrocientos millones no han podido nacer. Ríanse ustedes de cualquier otra masacre o crimen contra la humanidad pasada. No hay cosa que se le parezca.

Ahora bien, un buen número de chinos se ha saltado la ley. La tasa de fertilidad en el gigante asiático es de 1.5, o sea, un 0.5 más que si todos hubieran aceptado la imposición. Aun así hay que reconocer que la peor dictadura de la historia de la humanidad ha tenido bastante éxito en la labor de matar el futuro de toda una nación.

Ahora bien, ni siquiera esa dictadura ha conseguido lo que la maravillosa democracia española. Efectivamente, en España no hemos necesitado leyes que impongan el aborto y la imposibilidad de tener más de un hijo. Nos ha bastado con leyes que permitan matar a los no nacidos, leyes que favorecen el divorcio, leyes que destrozan la familia y un sistema económico que hace que tener una familia numerosa sea cosa de héroes. Nuestra tasa de fertilidad es de 1.2, tres décimas menos que la china.

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17.10.15

La democracia española pisotea tu patria potestad y mata a tu nieto

Era cuestión de tiempo que ocurriera algo así. Una joven adolescente se queda embarazada y decide que quiere matar al hijo que lleva dentro. Los padres se oponen. Llega la “justicia” y pisotea tanto el derecho del no nacido, que ya ha sido ejecutado, como el de los padres. Acaba de ocurrir en Vigo, Galicia.

Se apela a que la familia estaba desestructurada. No conozco en detalle la situación, pero dado que los padres eran cristianos evangélicos, me cuesta mucho, muchísimo, creer que la desestructuración fuera más allá del hecho de que ellos no querían que se matara a su nieto y la hija sí. De momento la muchacha, que ya ha logrado el amparo para el crimen -moral, que no legal- que deseaba, está en un centro de acogida de menores. Y los servicios sociales, que sin la menor duda van camino de convertirse en este país en un instrumento de totalitarismo facistoide que atenta contra el derecho de los padres cuando estos son cristianos, dicen que van a mediar.

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6.10.15

La muerte "digna" de Andrea

Andrea va a morir en breve. Tras padecer una terrible enfermendad neurológica degenerativa, sus padres, sin duda desesperados ante sus sufrimientos, han pedido que se le retire la alimentación para acelerar su muerte. Los médicos del hospital donde está ingresada, se opusieron en un primer momento a tal medida. Es lógico. Alimentar a un enfermo no tiene nada de encarnizamiento terapéutico. Es, simplemente, hacer lo que cualquier ser humano haría con otro.

Sin embargo, la presión mediática y judicial sobre los galenos les ha hecho cambiar de opinión. Andrea ha empezado ya a morir de desnutrición. No pasará hambre porque la van a sedar para que no sienta nada. Pero lo cierto es que su muerte se va a producir no tanto por la enfermedad que padece -aunque la misma habría provocado su fallecimiento- como por el hecho de que su cuerpo va a dejar de recibir el pan nuestro de cada día.

La Iglesia ya se ha pronunciado sobre este tipo de medidas. Mons. Reig Pla, el único obispo español que, aunque se enfrente a críticas y desprecios del mundo y de parte de sus colegas de episcopado, siempre habla claro sobre estas cosas, recordó hace unos días el dictamen de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Muchos dirán que la Iglesia puede opinar lo que le venga en gana pero sin imponer sus tesis a la sociedad. La realidad es que la Iglesia no puede imponer sus tesis, fruto de su conocimiento de la ley natural y su análisis de la Revelación, ni siquiera entre sus fieles. Primero, porque no tiene capacidad real de hacerlo. No verán ustedes a un guardia suizo poniendo grilletes a los fieles que vayan por libre. Segundo, porque siempre habrá algún obispo, sacerdote, teólogo, etc, que se dedique a contradecir públicamente lo que el Magisterio diga, sin que se mueva una simple briza de aire para impedir tal cosa. Es decir, en la Iglesia la defensa de la vida llega solo a la literalidad de ciertos textos y declaraciones. Cuando se trata de defenderla de verdad, expulsando de la comunión eclesial a quienes hacen la obra sucia de la cultura de la muerte dentro de la propia Iglesia, ésta mira para otro lado. Y no hace falta que dé ejemplos de eso, porque todos los conocemos.

Apelar a la humanidad y a la caridad para justificar que se deje de alimentar a un enfermo es un ejemplo más de la depravación de la conciencia del hombre caído en este momento de la historia. Hay mucha diferencia entre medicar a un enfermo para que no sufra dolor físico y provocar su muerte retirándole la alimentación. 

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