Amarás al Señor, tu Dios
Primera lectura del sábado de la decimooctava semana del Tiempo Ordinario:
Escucha, Israel. el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Que estas palabras que yo te dicto hoy estén en tu corazón. Las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en casa y al ir de camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás a tu mano como un signo, servirán de recordatorio ante tus ojos. Las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portones.
Una vez que el Señor, tu Dios, te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob que te daría, con ciudades grandes y hermosas que tú no has edificado, con casas llenas de toda clase de bienes que tú no has allegado, con aljibes ya cavados que tú no has fabricado, viñedos y olivares que tú no has plantado y de los que, sin embargo, comerás y te saciarás, entonces, esmérate en no olvidarte del Señor que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud.
Temerás al Señor, tu Dios, le darás culto, y en su nombre harás tus juramentos.Deut 6,4-13
Tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento (1 Jn 2,4) nos enseñan que amar a Dios es guardar sus mandamientos. Y sus mandamientos no son gravosos (1 Jn 5,3). Es por tanto necesario meditar en la ley del Señor. Debe ser nuestro deleite (Sal 119,77).