InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Anti-magisterio

23.09.14

El obispo de Amberes versus la enseñanza de la Biblia y de Trento

Mons. Johan Bonny es, por decisión de Benedicto XVI, obispo de Amberes (Bélgica). Y ha escrito una carta en la que se sitúa del lado de las tesis heterodoxas del cardenal Kasper. En su carta se lee en una misma frase una gran verdad y una invitación a vivir en pecado:

Las personas que están divorciadas y vueltas a casar también necesitan la eucaristía para crecer en unión con Cristo y con la comunidad de la Iglesia

Gran verdad. Todos necesitamos la eucaristía para crecer en unión con Cristo y con la Iglesia.

y para asumir su responsabilidad como cristianos en su nueva situación.

Gran mentira. Su responsabilidad como cristianos es vivir en santidad. Es decir, alejados del pecado. Y tal hecho es incompatible con la condición de adúlteros.

Sí, adúlteros. Se da la circunstancia, ignorada al parecer por ese obispo y me temo que incluso por muchos de los defensores de la imposibilidad de que se dé la comunión a esos fieles, que nuestro Señor Jesucristo definió como adúlteros a quienes se divorcian y se vuelven a casar. A ver si vamos a caer en la misma trampa que los proabortistas nos quieren colar, al no hablar casi nunca del término aborto, al que llaman interrupción voluntaria del embarazo. Ocurre igual con términos como “pecado mortal", que ha desaparecido para pasar a llamarse “situación irregular", pecado “grave” o similares. Si se quita lo de mortal, queda más políticamente correcto.

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17.09.14

No hace falta que me cuentes historias...

Bruno Moreno nos ha hecho el regalo de traducir al español una carta de San Jerónimo a San Amando de Burdeos. Dado que el primer santo, autor de la Vulgata, es muy conocido, os diré que el segundo, francés, fue un obispo que se dedicó a evangelizar pueblos paganos y que combatió la herejía del priscilianismo. Dada la sabiduría bíblica de San Jerónimo, era normal que algunos obispos le consultaran asuntos de interpretación de la Sagrada Escritura, necesarios para guiar al pueblo por los caminos de santidad.

San Amando quería saber si podía comulgar una mujer cuyo primer marido había incurrido en el pecado de adulterio y sodomía y se había divorciado de ella, a lo cual siguió un segundo matrimonio de ella. San Jerónimo no deja lugar a las dudas. Citando la Escritura afirma que tal cosa no es posible. Pero llama mucho la atención este pasaje de la carta:

No hace falta que me cuentes historias sobre violencia, la insistencia de una madre, la severidad de un padre, la multitud de parientes, los trucos y la insolencia de los criados o las pérdidas de bienes. Mientras su marido esté vivo, aunque sea adúltero y homosexual, esté manchado por todos los crímenes y se haya divorciado de su esposa movido por sus propias maldades, sigue siendo su marido y no puede casarse con otro. No es el Apóstol quien decide esto por su propia autoridad, sino Cristo que habla a través de él.

Algunos pensarán que San Jerónimo no ejercía caridad cristiana alguna. Más bien hay que pensar que la ejerció en grado sumo. De lo que se trata es de la salvación de las almas. Y las almas no se salvan si viven en pecado mortal sin arrepentirse. Cuando existe un peligro real de condenación eterna, las palabras melifluas y contemporizadoras pueden ser contraproducentes. Si tú ves a tu hijo pequeño arrimar su mano al enchufe de la electricidad, no le dices cantando en plan Mary Poppins: “oh, pequeñín, has de saber que aunque comprendo tu necesidad de pasártelo bien y no tengo la menor intención de permitir que vivas infeliz, quiero que sepas que te conviene no meter tus lindos deditos en esos agujeros“. No, más bien le pegas un grito tremebundo -”¡NIÑO, SAL DE AHÍ AHORA MISMO!“- mientras corres hacia él para evitar que se electrocute.

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15.09.14

La blasfemia de Santiago del Estero, escándalo y signo de esperanza

Lo que acaba de ocurrir en Argentina, con una ceremonia religiosa de bendición de la unión entre una persona transexual y su pareja, es sin duda un escándalo y a la vez un signo de esperanza.

Es escándalo por todo lo que supone de profanación de un templo católico, de blasfemia al pretender hacer a Dios cómplice de un pecado nefando, de mofa del sacerdocio por parte del cura que presidió semejante aquelarre, de burla del sacramento del matrimonio -se bendice una unión civil contraria a la ley natural-.

Y que nadie pretenda que aceptemos que basta con recordar la doctrina católica sobre el matrimonio para oponerse a una ceremonia de esas características. Es como si la policía se conformara con recordar que robar y matar es delito, pero se quedara mirando de brazos cruzados mientras se cometen robos y asesinatos.

¿En qué sentido se puede hablar de que lo ocurrido es signo de esperanza? Pues en que resulta tan evidente la maldad intrínseca de actos así, que cualquiera que tenga un ápice de catolicismo en su alma se sentirá asqueado y horrorizado. Cuando el mal se disfraza, no es fácil detectarlo y combatirlo. Cuando se muestra en toda su amplitud, es evidente lo que hay que hacer, paso previo a hacerlo.

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13.09.14

¿Ha quedado abolido el magisterio sobre el reconocimiento legal de las uniones homosexuales?

El 3 de junio del año 2003, San Juan Pablo II, Papa, aprobó la publicación del documento “Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales” por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe, por entonces presidida por el cardenal Ratzinger, posteriormente Papa bajo el nombre de Benedicto XVI.

En la introducción del texto, leemos lo siguiente:

Las presentes Consideraciones no contienen nuevos elementos doctrinales, sino que pretenden recordar los puntos esenciales inherentes al problema y presentar algunas argumentaciones de carácter racional, útiles para la elaboración de pronunciamientos más específicos por parte de los Obispos, según las situaciones particulares en las diferentes regiones del mundo, para proteger y promover la dignidad del matrimonio, fundamento de la familia, y la solidez de la sociedad, de la cual esta institución es parte constitutiva.

Es evidente que se pretendía dar una herramienta a los obispos de todo el mundo para que se pronunciaran conforme a la fe católica en esa cuestión tan espinosa. El texto también debía ser una guía para los políticos católicos, pero en este post me interesa apuntar precisamente al hecho de que los obispos eran claros destinatarios del documento magisterial.

La conclusión final no deja lugar a dudas:

La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

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8.09.14

Al sacerdote Juan Rubio le parece fabuloso que Hans Küng se quiera suicidar

Hace unas semanas que se hizo público que la editorial PPC, del grupo SM (marianistas), había decidido cesar al sacerdote jienense Juan Rubio como director de la revista Vida Nueva. Desde entonces, es probable que el P. Rubio haya escrito cosas interesantes o esté embarcado en alguno de los proyectos mencionados en la nota de prensa de PPC, pero ha sido hoy cuando he leído algo de su autoría.

Resulta que el teólogo Hans Küng, enfermo de Parkinson, ha publicado el que seguramente sea el último libro de su vida. Y no digo que sea el último por decir. Es que en el mismo asegura que tiene la intención de morir cuando a él le dé la real gana. Afirma:

“Yo, teólogo católico, quiero decidir cuándo y cómo de he morir".

Esa frase es un resumen de lo que ese pobre hombre entiende por ser católico. Consiste en decir y hacer lo que se quiera y cuando se quiera. Y si uno se ha hartado de la vida porque está enfermo o por cualquier otra razón -¿acaso sufre más el que tiene impedimentos físicos que el que vive en una depresión sin fin?-, pues se mata y santas pascuas.

Dado que en Suiza el suicidio asistido es legal y está a la orden del día, es harto probable que un día nos desayunemos con titulares de prensa dando la noticia de que Küng se ha suicidado.

Ahora bien, que Küng piense eso no debe extrañarnos a nadie. Hace muchas décadas que decidió vivir de la apasionante profesión de “pisoteador público de la fe católica” que había dejado de profesar. Que alguien así simplemente fuera apartado de la docencia católica y no suspendido a divinis y excomulgado, es uno de lo síntomas de la crisis del catolicismo postconciliar, pero ese es otro tema.

El caso es que al sacerdote Juan Rubio no se le ha ocurrido otra cosa mejor que afirmar que las tesis de Küng son la prueba del algodón para el papa Francisco. Cito:

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