InfoCatólica / Cor ad cor loquitur / Categoría: Apologética católica

6.04.07

A los obispos: Por un catolicismo sin curas ladrones de la fe del pueblo.

Manuel Unciti, que firma como sacerdote y periodista, ha escrito en El Correo Digital un artículo titulado "Por un cristianismo sin mitos". Empieza así:

¿Se puede seguir diciendo que Cristo, el Mesías, subió al cielo o bajó a los infiernos? ¿Se puede continuar hablando de que el Verbo de Dios bajó de los cielos y se encarnó en las entrañas de la Virgen de Nazaret? ¿Se puede seguir afirmando la Ascensión del Señor o la Asunción de María?

Bien, las preguntas que caben hacer son: ¿se puede ser sacerdote de la Iglesia Católica y hacer esas preguntas? ¿se puede ser sacerdote católico y plantear públicamente, y por tanto con escándalo para los fieles mínimamente sensibles, la validez de todos esos dogmas de fe?

Pero el señor Unciti no se queda ahí, no. Ni mucho menos.

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26.03.07

El infierno

Ez 18,32
Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Señor. Convertíos, pues, y viviréis.

Benedicto XVI acaba de recordarnos que el infierno existe y es eterno. En una homilía predicada ayer domingo en la parroquia romana de "Santa Felicidad e hijos mártires", el Papa dijo que Jesús "ha venido para decirnos que nos quiere a todos en el Paraíso y que el infierno, del que se habla tan poco en nuestro tiempo, existe y es eterno para cuantos cierran su corazón a su amor".

Es obvio que la idea de un infierno eterno no es políticamente correcta en estos momentos. Es obvio también que a los fieles hoy no se les habla casi nunca del concepto de atrición. Pero si hay una obviedad irrefutable es la contundencia con la que Cristo advirtió de la existencia de un lugar de castigo, que además es eterno, para los que se pierden. Y es más, no sólo nos dijo que la puerta a la salvación era más estrecha que la que conduce a la condenación, sino que aseguró que los que cruzan esta última son más que los que atraviesan la primera. Por tanto, o creemos a Cristo o dudamos de su palabra. Y si le creemos, no tenemos derecho a negar o disminuir la gravedad del destino al que se enfrentan aquellos que rechazan la salvación que gratuitamente Dios les ofrece.

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23.03.07

Así como el Padre me envió, también yo os envío

Conocí a Carlos Caso-Rosendi en uno de tantos foros en los que he intentado defender la fe católica desde hace años. Aunque no hemos mantenido un asiduo contacto personal, siempre le he tenido como un ejemplo del tipo de personas que podrían servir a la Iglesia, no sólo para parar la sangría de católicos que salen de la misma en dirección hacia el protestantismo evangélico, sino para recuperar el terreno perdido y hacer volver a muchos de los que salieron y a no pocos de los que nunca estuvieron. Hace poco leyó el artículo que publiqué en este blog sobre la situación de la apologética en habla española. Siendo que él mismo trabaja en Coming Home Network, exitoso apostolado dedicado a la conversión de protestantes al catolicismo, me escribió para contarme sus impresiones sobre el estado de la cuestión en estos momentos. Lógicamente he aprovechado la oportunidad para pedirle que escribiera un artículo para el blog. Y sin duda, los lectores comprendrán que ha merecido la pena.

Gracias, Carlos, por tu generosidad y tu compromiso para servir al Señor en aquella que es Una, Santa, Católica y Apostólica.

Luis Fernando Pérez

"Así como el Padre me envió, también yo os envío"
por Carlos Caso-Rosendi

Sólo unos días después de su Resurrección, Cristo pronuncia estas palabras como preámbulo al "pequeño pentecostés" de Juan 20, 21, un adelanto de lo que vendría unas semanas más tarde cuando el Espíritu Santo descendió sobre los que estaban reunidos en el aposento alto en Jerusalén.

"Así como el Padre me envió" es una frase un tanto misteriosa ¿Quiénes somos nosotros para suponer que sabemos lo que mueve a Dios a enviar a Su Hijo en la misión de redimir al Hombre? Sin embargo Cristo usa la frase para indicarnos la clase de sentimiento que lo mueve a El cuando nos envía a nosotros a llevar el Evangelio al mundo.

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20.03.07

Hagan el favor de tener la decencia de no seguir utilizando a los pobres

Estoy harto. Sí, harto de que los de siempre usen a los pobres como barricada tras la que esconderse después de arrojar piedras y cócteles molotov contra Roma y los obispos. Los verdaderos pobres no se merecen que se prostituya su causa y su condición, para ser usada como arma arrojadiza contra los legítimos pastores de la Iglesia y la doctrina católica. Como si a los pobres se les ayudara mejor siendo siervos de la heterodoxia. Como si la injusticia fuera a desaparecer enseñando una cristología dudosa. Como si presentando a un Cristo que no es el de la fe y de la Iglesia se pudiera dar de comer al hambriento y de beber al sediento.

Que no, que ya está bien de ir por la vida en plan víctimas y plañideras cada vez que el magisterio hace lo que es su deber. Que ya está bien de tener el concilio todo el día en la boca para luego pasárselo por el forro. Menos lloriqueo, menos quejas y más trabajo de verdad. Menos conferencias, menos libros, menos congresos y más Teresas de Calcuta y San Juanes de Dios.

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19.03.07

El mito de la Iglesia de base

Una de las cosas que más tienden a reivindicar aquellos que han hecho de su catolicismo un ejercicio intensivo de disidencia contra el magisterio de la Iglesia, es su condición de ser la iglesia de base. Por un lado está la jerarquía, llena de señores desconectados con la realidad y el evangelio, y por otro ellos, auténtica voz profética del Espíritu Santo para la Iglesia post-conciliar. Y cada vez que la jerarquía osa, fíjense ustedes, recordar la doctrina y la moral de la Iglesia, esa "iglesia de base" asoma por todas partes para soltar un discurso crítico, que lleva siendo el mismo desde hace ya unas cuantas décadas.

Ocurre que a una mayoría considerable de católicos practicantes les importa más bien poco todas esas controversias. Esos millones de fieles se dedican a ir a misa todos los domingos y fiestas de guardar y a rezar a Dios, sobre todo cuando las cosas les van mal. Si tienen suerte de asistir a parroquias con curas fieles a la Iglesia, pues pasarán sus vidas sin mayores sobresaltos. Si les tocan curas "progres" pues dependiendo del caso se buscarán otra parroquia si viven en una ciudad, o se acomodarán a la situación. Pero en todo caso, a esa gran masa de católicos ni les va ni les viene las movidas sobre Sobrino, Küng, Masiá, la Juan XXIII, etc, etc. Sencillamente pasan.

Luego está el mundo de los movimientos. Ahí la cosa cambia. El indiferentismo es mucho menor.

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