El "espíritu" del Concilio versus el Concilio de verdad.
Bruno Moreno ha tenido a bien copiarnos en su blog "Espada de doble filo" la respuesta que el Papa dio a la pregunta de un sacerdote sobre el Concilio Vaticano II. De sus palabras quiero destacar una frase en concreto:
Y así debemos, me parece, redescubrir la gran herencia del Concilio, que no es un "espíritu" reconstruido detrás de los textos, sino son precisamente los grandes textos conciliares vueltos a leer hoy con la experiencia que hemos tenido y que han dado fruto en tantos movimientos, en tantas nuevas comunidades religiosas
Sin duda el Santo Padre tiene más razón que un santo, valga la redundancia. El "progrerío" eclesial se pasa la vida con las palabras "concilio" y "conciliar" en la boca, pero en cuanto se les pone delante de los textos conciliares, exclaman "vade retro" y apelan a un supuesto "espíritu" del concilio, que por supuesto se opone a la letra del mismo y a la interpretación que el magisterio vivo de la Iglesia, del cual el Papa es el máximo exponente, nos ofrece para que lo aceptemos. Efectivamente, yo tengo archicomprobado que cuando a un progre que no para de apelar al Concilio le citas los textos conciliares, por lo general reacciona como los vampiros ante las ristras de ajo o los crucifijos.
Y es que intentar usar el concilio para justificar todo tipo de heterodoxias habidas y por haber, es una traición en toda la regla a la letra y el espíritu del mismo. Tengo la absoluta convicción de que si el Vaticano II todavía no ha dado los frutos que tiene que dar, es en buena parte por culpa de los que lo profanan desde esa especie de Komitern pseudo-eclesial al servicio de una mentalidad política y social que no ha sido capaz de reponerse de la caída del muro de Berlín.