Todavía no hemos tenido oportunidad de abrazarnos personalmente, pero José Luis Sansaloni es una de esas personas que Dios pone en tu vida y te marca para siempre. Te marca porque ves que cuando el hombre responde a la gracia de Dios, se producen auténticos milagros. No milagros de esos que superan las leyes de la naturaleza, aunque a veces también, sino de aquellos que transforman las almas para que sean cartas abiertas escritas por Cristo al mundo. Confieso que después de alguna de las largas charlas telefónicas que hemos mantenido, mis ojos han derramado alguna lágrima de gratitud al Señor por lo que ha hecho en las vidas de José Luis y su esposa.
Como bien dijo Bruno en su blog hace unos días, a veces desde dentro de la Iglesia no somos del todo conscientes del maravilloso don que tenemos por ser católicos, y son los conversos los que nos lo recuerdan. Soy de la opinión que es mejor no salir nunca de la Iglesia. Pero si el estar fuera de ella sirve para que, cuando regresamos, podamos dar testimonio de los tesoros que hay en su interior y que no se encuentran fuera, pues alabado sea Dios por ello.
Un día tendrás que venir a María
por José Luis Sansaloni
Es difícil saber por qué el Señor ha dicho "yo os escogí a vosotros y no vosotros a mí" y como suele cumplir eso -por regla general- con las personas que menos lo merecen.
Pero una y otra vez leo en su Palabra cosas que me confirman este hecho. Uno de mis versículos favoritos se encuentra en el libro del profeta Daniel en su capítulo 10 verso 12. Allí donde el ángel le dice Daniel: "No temas, Daniel, porque desde el primer dia en que tú intentaste de corazón comprender y te humillaste delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras y precisamente debido a tus palabras he venido yo."
¿Será eso tal vez lo que ha sucedido en el transcurso de estos más de cuarenta años en los cuales han pasado tantas cosas en mi vida? ¿Tendrá algo que ver con esto esa serie de milagros sobrenaturales que me han sucedido y que hacen que la vida que Dios me ha regalado, sea una continua aventura de amor y confianza en mi Dios y Señor?
Pienso… "es posible". El Señor, que siempre ha "manejado mi barca" lo sabe y en mí está el acercarme en temor y reverencia a El, mi amado Padre, que es para mí, mucho más grande que lo que mis torpes palabras puedan jamás explicar. No puedo dejar de nombrar a mi amada madre María, Madre de la Iglesia que me está compensando con creces todos mis años de alejamiento de ella.
Manuel, un veterano romero de la Virgen del Rocío, me dijo una vez en Sevilla hace unos años, mientras examinábamos un libro de la romería de esa preciosa advocación de la Virgen y tomábamos unas típicos aperitivos andaluces: "Tu amas demasiado al Señor -allí hizo larga pausa-, un día tendrás que venir a María."
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